lunes, 31 de diciembre de 2012

ANIVERSARIO DEL COMBATE DEL CERRITO


El 31 de diciembre de 1812 se produce la victoria Patriota en el combate del Cerrito, Montevideo. Tropas realistas de la guarnición de la sitiada ciudad de Montevideo, hacen una sorpresiva salida para intentar romper el sitio. Fuerzas de la infantería argentina, al mando del Coronel José Rondeau, se traban en una furiosa lucha cuerpo a cuerpo venciendo a los españoles.
Durante el año 1811, las fuerzas organizadas por la Junta Grande de Buenos Aires y las fuerzas gauchas organizadas por Jose Artigas habían puesto sitio a la ciudad de Montevideo, que se había negado a obedecer a las autoridades surgidas de la Revolución de Mayo. Este sitio había sido levantado a fines de ese año, cuando la situación militar quedó en condiciones desfavorables en el frente del Alto Perú.
La llegada al poder del Segundo Triunvirato, impulsada por el cambio de la situación en el frente norte permitió reiniciar el sitio hacia octubre de 1812. Las fuerzas patriotas, al mando de José Rondeau, pusieron sitio a la ciudad. Sobre el Río Uruguay había una segunda fuerza, al mando de Domingo French, además de las milicias de Artigas, que no se habían sumado aún al sitio por desavenencias con el jefe político del mismo, Manuel de Sarratea. De todas formas, el ejército sitiador logró expulsar a los realistas de Colonia del Sacramento y sitiar por completo Montevideo.
Las fuerzas realistas eran numéricamente superiores a las sitiadoras, pero su fidelidad a la causa de que defendían era algo dudosa. En su favor jugaba la falta de refuerzos, municiones y armamento de los sitiadores. Enterado de ello, el General Gaspar de Vigodet decidió intentar una salida masiva a enfrentar a sus enemigos. Tuvo mala suerte, porque justo la noche antes de iniciarlo, Rondeau recibió un importante refuerzo y avituallamiento.
La mañana del 31 de diciembre, Vigodet y el Brigadier Vicente Muesas atacaron con unos 2.300 hombres y 8 cañones las posiciones de Rondeau, que sólo contaba con 1.000 soldados y 2 cañones. Éste atrincheró rápidamente a su infantería en una loma alta (que por su cercanía al famoso Cerro de Montevideo era llamada el Cerrito). Allí lo atacó Muesas, desplazando al Regimiento Nro. 6, al mando del Teniente Coronel Miguel Estanislao Soler, expulsándolos barranca abajo. Luego atacó al otro cuerpo de infantería, el Regimiento Nro. 4, al mando de Ventura Vázquez, que logró sostener precariamente su posición por unos minutos.
En este momento, Soler reunió a sus soldados (casi exclusivamente negros libertos), y contraatacó cuesta arriba. La sorpresa de ese ataque paralizó a los españoles, y en ese momento fue muerto de un tiro el Brigadier Muesas, causando una gran confusión entre sus hombres. Por otro lado, al atacar el Cerrito, los realistas habían dejado abajo los cañones, que casi no participaron en la lucha. Los realistas fueron expulsados del Cerrito, y al llegar al pie de la cuesta fueron atacados por la Caballería Patriota, al mando de Rafael Hortiguera, lo que completó la victoria Patriota y la dispersión del enemigo.
Los patriotas tuvieron 90 muertos y 40 prisioneros, además de un cañón.
Los realistas tuvieron 100 muertos, 146 heridos y 30 prisioneros. Pero, sobre todo, quedaron muy acobardados con esa derrota, al punto que ya no intentaron ninguna otra salida de sus murallas. Ni siquiera cuando, un año más tarde, Artigas abandonara el sitio por un serio desacuerdo con la política de Buenos Aires, dejando buena parte del sitio indefenso, se atrevieron a atacar a Rondeau.
La victoria del Cerrito fue definitoria sobre el desarrollo futuro de las operaciones en tierra. Sin embargo, la ciudad se mantenía firme en la defensa, abastecida por el Río de la Plata con alimentos y refuerzos. La solución a este sitio sólo se logró durante el año 1814, con las victorias navales de Guillermo Brown, que obligó a Vigodet a rendirse ante un ejército apenas algo más grande que el que había tenido Rondeau.
Rondeau fue ascendido al grado de General, y ejercería el comando del Ejercito del Norte, y por dos veces el cargo de Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata. Soler fue ascendido a Coronel y llegaría más tarde a General. Vázquez fue ascendido a Coronel, y el Comandante Hortiguera a Teniente Coronel, llegando más tarde a Coronel.

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domingo, 30 de diciembre de 2012

ANIVERSARIO DEL COMBATE DE CHUNCHANGA


El 30 de diciembre de 1822 se produce una derrota realista en el Perú. El Capitán mendocino José Correa, a las órdenes del Coronel Carlos L. de Brandsen, hace una brillante carga de caballería en Chunchanga, derrotando a fuerzas realistas mucho más numerosas.

En la Imagen: Carga de Caballería.

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sábado, 29 de diciembre de 2012

ANIVERSARIO DE LA BATALLA DE CAGANCHA


Luego de ser depuesto el general Manuel Oribe, Rosas ordena al ejército entrerriano al mando del general Pascual Echagüe que se interne en el Estado Oriental para enfrentar al general Fructuoso Rivera.  Desde mediados de octubre de 1839 sólo hubo entre ambos pequeñas escaramuzas.  Hasta principios de diciembre Echagüe estaba situado del otro lado del río Santa Lucía, y Rivera de este lado.  Pocos días después el primero acampó en San Jorge y el segundo en Santa Lucía Grande.  Echagüe en sus partes a Rosas le comunicaba que había provocado en vano a Rivera a una batalla, pero que éste la rehuía; y Rivera alegaba por su parte que no le convenía atacar a Echagüe en las posiciones que éste había escogido, porque la infantería de su adversario era superior en número a la suya, fuera de que quería dar tiempo a que el General Lavalle organizase sus elementos. Precisamente en nombre de esta última circunstancia, que Rivera alegaba sincera o especulativamente, Rosas le manifestó a Echagüe la necesidad que había de resolver cuanto antes la contienda en el Estado Oriental.  En vista de esto Echagüe levantó su campamento, y el 29 de diciembre marchó sobre Rivera, el cual se había atrincherado entre los arroyos de la Virgen y de San José, en los campos de Cagancha.
Rivera esperó a su enemigo con su línea tendida, en sus posiciones, colocando en el centro diez piezas de gruesa artillería al mando del coronel Pirán, y dos batallones de infantería al mando del coronel Lavandera; en la derecha e izquierda toda su caballería al mando superior de los generales Aguiar y Medina, e inmediato de los coroneles Nuñez y Flores, y que con la reserva que mandaba el general Martínez componían un total de unos cinco mil hombres.  Echagüe avanzó con igual número de fuerzas, aproximadamente, y en la misma formación de Rivera, con la diferencia de que escalonó su caballería de las alas derecha e izquierda, mandadas, la primera por el general Urquiza, y la última por el general Lavalleja, y colocando 4 piezas de artillería al mando del coronel Thorne, en medio de los batallones Rincón y Entrerriano, en el centro y a las órdenes del general Garzón.
El ala derecha de Echagüe fue la primera que se lanzó al combate; y lo verificó con tanta rapidez que, según lo afirma el coronel Pirán en una carta en la que da cuenta detallada de la batalla de Cagancha, “la vanguardia de Rivera tuvo que replegarse al galope atrás de su ala izquierda”.  El coronel Núñez pudo rehacerse en parte y aun contener las cargas que le llevó Urquiza; pero los federales consiguieron al fin flanquear por la izquierda al ejército oriental, y se introdujeron en la retaguardia de éste, dispersándole toda esa parte de la línea, y causándole gran número de bajas.  El mismo descalabro se produjo en la derecha de Rivera.  “El costado izquierdo del enemigo –dice el coronel Pirán en la referida carta- se precipitó poco después, pero no encontró resistencia, y trajo su carga hasta nuestra retaguardia, pues una de las causas de no encontrarla fue que nuestra reserva, compuesta de más de 600 hombres, disparó con el más miserable amago”.
En estas circunstancias avanzaron Garzón con su infantería y Thorne con sus cuatro piezas de cañón hasta colocarse a unas cien varas frente al costado izquierdo del centro de Rivera, desde donde empeñaron el verdadero combate con la artillería e infantería de este último.  Era indudable que la victoria pertenecía en este momento a Echagüe, pues que sus alas izquierda y derecha estaban victoriosas en efecto, y a retaguardia de la línea enemiga en dispersión.  Para asegurarla completamente no había sino arrojar una fuerte columna de caballería sobre la retaguardia de la artillería e infantería de Rivera que sufrían en esos momentos los fuegos de mosquetería y de cañón de Garzón y de Thorne.

El momento era decisivo, y el recurso era tan ventajoso que iba a dar la victoria al primero que lo usara.  “Hubo un espacio de tiempo –dice el coronel Pirán- que la distancia que mediaba de la artillería al parque, eras un enredo de jefes, oficiales, tropa y mujeres que se abrigaban en aquel recinto”.  Pero Echagüe cometió el error de comprometer todas sus fuerzas desde los primeros momentos de la batalla; y cuando le fue menester esa fuerte columna de caballería, ésta se encontraba fraccionada y a larga distancia, persiguiendo la caballería de Rivera.  Este pudo reunir una columna como de mil quinientos hombres; y como su artillería e infantería se conservaban en sus trincheras, a Echagüe no le fue posible restablecer el éxito de la batalla, y se vio obligado a ponerse fuera de tiro de su adversario, acampando como a legua y media del lugar de la batalla.  Rivera quedó dueño del campo, pero con su ejército destruido, pues Echagüe le hizo como mil quinientas bajas debido a la dispersión y a la persecución bien dirigida de Urquiza, Lavalleja y Gómez; y le tomó todo el parque y como quince mil caballos.  No era, pues, de extrañar que no le molestara a Echagüe.  A la mañana siguiente este último empezó a reunir sus dispersos, y mientras que Rivera se dirigía a Santa Lucía, él emprendió su retirada al Uruguay, pasando a Entre Ríos a pesar de los buques de la escuadra francesa que quisieron impedirlo.
La batalla de Cagancha fue festejada, sin embargo, en Corrientes y en el Estado Oriental como un triunfo de Rivera, y éste quiso aprovechar de las facilidades que le proporcionaba la retirada de Echagüe para hacerse el árbitro en los negocios de la guerra contra el gobierno argentino, extendiendo su preponderancia al litoral y muy principalmente a Corrientes con cuyo gobierno había abierto negociaciones al respecto, y donde campeaba la influencia del general Lavalle.  Las circunstancias y los hechos producidos de mancomún con sus aliados, favorecían su intriga.  Desde luego Rivera ofrecía aplicar a los objetos de la guerra los recursos y el apoyo que los franceses se obligaron a suministrar por el tratado Berón de Astrada, y que habían suministrado en efecto, con más los que él podía proporcionarse del Estado Oriental que estaba sometido a su imperio.  La “Comisión Argentina” de Montevideo era, por otra parte, la que había trabajado esa alianza con Corrientes sobre la base de que Rivera dirigiera en jefe la guerra.  Y el general Lavalle, siguiendo los consejos de sus amigos que fueron a buscarlo a su retiro de Mercedes, había entrado en un todo en este plan y le había escrito a Rivera poniéndose a sus órdenes con las fuerzas que reunió en Martín García.  Ni el gobernador Ferré podía negarse en justicia a la ratificación del tratado Berón de Astrada, que solicitaba Rivera para unir sus recursos a los que estaban comprometidos en Corrientes, ni la “Comisión Argentina”, ni el general Lavalle podían tampoco oponer una razón seria a las pretensiones de Rivera que ellos mismos habían fomentado, quizá con la idea de reducirlas después a cortos límites, pero sin pensar que Rivera había de sacrificarlo todo a su antigua aspiración de tener bajo su imperio todo el litoral, como lo sacrificó en efecto, desbaratando los cuantiosos recursos militares que se pusieron en sus manos.
Fuente: Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado / Saldías, Adolfo – Historia de la Confederación Argentina – Ed. El Ateneo – Buenos Aires (1951).

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viernes, 28 de diciembre de 2012

ANIVERSARIO DEL ATAQUE EN LA ANGOSTURA


El 28 de diciembre de 1868 se produce el Ataque en la Angostura, Guerra del Paraguay. El Coronel Donato Álvarez, jefe del Regimiento San Martín, hizo un ataque al frente de 70 de sus hombres contra la batería del ala derecha de la Angostura. Después de haber muerto a casi todos los artilleros paraguayos que servían a tres grandes cañones, al no poder transportarlos los clavaron para inutilizarlos.
En la Imagen: Soldado de Infantería Argentina con el uniforme utilizado en la Guerra del Paraguay.

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jueves, 27 de diciembre de 2012

ANIVERSARIO DE LA BATALLA DE ITÁ-IBATÉ


El 27 de diciembre de 1868 se produce la batalla de Itá-Ibaté. El ejército aliado a las órdenes del General brasileño Duque de Caxias ataca a unos 2.000 paraguayos en Itá-Ibaté. Las fuerzas argentinas estaban comandadas por el General Juan A. Gelly y Obes. Estas fuerzas fueron las primeras en iniciar el asalto y ocupar la plaza, haciendo flamear la bandera celeste y blanca en las defensas. La resistencia paraguaya fue como siempre, dura y sin querer rendirse. El Mariscal López, presidente vitalicio y dictador del Paraguay, se escapó en dirección a Cerro León con unos 100 hombres. Después de esta batalla el poder de López comenzó su desmoronamiento.
A las 6 de la mañana del 27 de diciembre se reinició el bombardeo y se inició el asalto definitivo, esta vez llevado a cabo por las fuerzas argentinas que cruzaron el Pykysyry y arrollaron la primera línea de defensa lanzándose luego sobre las posiciones de Itá-Ybaté. El ataque era encabezado por el batallón Córdoba a cargo del Coronel Agustin Olmedo, seguido del batallón 1° de Santa Fe a cagro del Teniente Coronel Enrique Spika.
El fuego de los defensores causó numerosas bajas en las fuerzas atacantes, resultando herido el jefe de estado mayor del primer Cuerpo coronel Gordillo, especialmente en el batallón Buenos Aires, que a bayoneta calada se sumaba a la lucha.
Tropas de los batallones Córdoba al mando del capitán Máximo Ibáñez y del Santa Fe al mando del teniente Avellaneda quedaron por momentos aislados en vanguardia y fueron rodeados por fuerzas superiores. Formando en círculo resistieron el ataque hasta que los del Buenos Aires y el batallón Rosario consiguieron estabilizar el frente.
El ataque penetró finalmente las trincheras paraguayas, mientras que un ataque de la caballería conseguía envolver la posición y deshacer a un escuadrón paraguayo que opuso resistencia.
Las fuerzas del 4° de línea a cargo del Teniente Coronel Florencio Romero y del 5° a Cargo de Nicoás Levalle dejaron la línea y se lanzaron al ataque rompiendo la línea defensiva pero sólo para quedar aislados. Ante las órdenes del Coronel Luis Maria Campos para que retrocedieran, Levalle respondió "Coronel, el batallón 5° de línea no sabe dar media vuelta frente al enemigo!" y comenzó a retroceder al paso y al son del tambor dando frente a las fuerzas paraguayas y bajo el fuego a quemarropa de sus fusileros.
Cuando el avance en línea de la infantería argentina reforzada con algunas piezas de artillería ligera llegó a una cuadra del cuartel general, López se retiró con su estado mayor por el camino del Potrero Mármol a la vista de sus enemigos, sin que se desprendiera fuerza alguna para interceptarlo
Incluso autores brasileros consideran que la huida de López permitida "por excesiva prudencia de Caxias o por razones inconfesables del comando brasilero" fue "uno de los grandes, sino el mayor, misterio de la guerra"[]
Caballero permanecía en el campo con una pequeña fuerza de caballería. Viendo que el batallón 4° de línea argentino se dirigía al Potrero Mármol, lo emboscó. En el ataque el 4° sufrió numerosas bajas, incluyendo al coronel Florencio Romero que marchaba al frente de su unidad. Al ser herido, Romero se puso de pie, penetró en el cuadro de su batallón y tras decir a su segundo el mayor Fernández "Compañero, que me vengan a relevar", murió.
Caballero marchó entonces contra el batallón 5°, tras lo cual se replegó en desorden con escasos sobrevivientes. La caballería aliada persiguió débilmente hasta el arroyo Yukyry a los paraguayos que de replegaban a Cerro León.
El general Garmendia en su Campaña de Piky-syry afirma que "cuando el Mariscal tuvo conocimiento que los aliados habían penetrado a su recinto, abandonó como un pusilánime el campo sonde sus soldados se batían heroicamente y morían".
Tambien el Coronel inglés al servicio del Paraguay George Thompson afirmaría que al retirarse López había incumplido la promesa que había hecho repetidas veces a sus tropas de permanecer y vencer o de perecer con ellos en aquel lugar.
Tras Lomas Valentinas, "El ejército paraguayo quedó liquidado; al mariscal López lo rodeaban apenas cien sobrevivientes (de 9000 soldados que habían luchado contra 25000 brasileños). Pero este puñado quedó dueño de la situación y las fuerzas brasileñas se sintieron alcanzadas por una colosal derrota". Según el historiador paraguayo Juan E. O`Leary "En esta batalla debió terminar la guerra. Un regimiento de caballería hubiera bastado para rodear a aquellos curiosos vencedores. Pero si no teníamos más que noventa hombres sanos, aún nos quedaba una fuerza moral tan grande que ante el sólo recuerdo de lo que habíamos sido, el enemigo se sentía abrumado y miraba con terror esas lomas pobladas de muertos".
López quien ya "No tenía soldados, no tenía proyectiles, no tenía que comer. Solo noventa fantasmas le rodeaban en la cumbre de la trágica colina, aguardando sus palabra para corre a la muerte" se retiró al interior y pronto logró reunir "dos mil combatientes de inválidos y niños a quienes hubo que poner barbas postizas para quitarles su aspecto infantil".
Por su parte, la Angostura, defendida por unos 740 combatientes y 16 cañones, pero que despues del 21 de diciembre había quedado cercada por tierra y agua y carecía ya de víveres y municiones, y había recibido numerosos heridos después del combate, se rindió el día 30 de diciembre tras una negociación con los aliados que prometieron respetar las vidas, jerarquías y honor de los vencidos. La campaña del Pykysyry había terminado.

En la Imagen: Batalla de Itá-Ibaté. La primera división Buenos Aires toma por la derecha los atrincheramientos de López. Dibujo de A Methfessel.

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miércoles, 26 de diciembre de 2012

COMBATE CON LOS INDIOS.


El 26 de diciembre de 1875 se produce una Invasión de indios. Una partida de unos 300 indios intenta atacar por sorpresa al campamento Blanco Grande. Advertida su presencia se entabló un fuerte combate donde fueron derrotados. El Comandante Lorenzo Vinter los persiguió largo trecho y en el trayecto recibió el parte que la guarnición del fuerte Lavalle, de unos 150 hombres, se había sublevado y estaba cercada por unos 2.000 indios. Vinter de inmediato se dirigió al fuerte. Al llegar a el Sauce encontró a los indios y los batió persiguiéndolos por una 40 leguas.

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martes, 25 de diciembre de 2012

NAVIDAD. NACIMIENTO DEL NIÑO JESÚS.


Esperamos que esta significativa fecha, en que conmemoramos la venida de nuestro Salvador Jesucristo al mundo, sea ocasión propicia para la reunión familiar, para el despertar espiritual y para la unión entre hermanos.

¡Muy Feliz Navidad Para todos!

Mensaje del Capellán Mayor del Ejército para esta Navidad:

Que no muera el espíritu de la Navidad. 10 Consideraciones para la misión del cristiano.

1. El centro de la fe y la vida cristiana es Dios Encarnado, Emmanuel. El Niño Jesús ha nacido en Belén. “Gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor”.

2. El espíritu de la Navidad es propio de nuestra cultura cristiana-católica y es universal y por tanto nuestro “creer y sentir” de pueblo y familia. Es lo que heredamos de nuestros padres. El espíritu de la Navidad nos dice “¡nos ha nacido un Salvador!”. El espíritu mundanal nos dice: ¡consumamos más!

3. Es misión de todo cristiano propagar por el mundo lo que hay de Verdadero y Bueno y que él ha recibido por la fe: “Cristo es la Verdad y la Vida”. ¿Qué mejor que difundir el Espíritu de la Navidad?

4. Urge que hablemos al mundo de Cristo, Dios hecho hombre para salvarnos. Ante la cultura de muerte; ante la deshumanización creciente; ante la violencia, la discordia, las profundas desigualdades y la falta de esperanza, el cristiano tiene una propuesta: el espíritu de la Navidad.. Hay que difundir con más vigor el mensaje de Jesús, el Salvador del hombre: con la palabra, con las obras y los gestos. Con la fe y la coherencia de vida.

6. Debemos rescatar, en nuestros ámbitos, el sentido religioso de la vida. Y también el de la Navidad. El SANTO PESEBRE hace patente y ayuda a vivir el espíritu de la navidad: que ocupe un lugar preferencial en la celebración.

7. Pongamos pesebres en nuestros hogares y promovámoslos en nuestro medio.

8. Elijamos y redactemos tarjetas con mensajes de fe cristiana y no simplemente con buenos deseos, campanitas, varas de muérdago o trineos nevados con Papá Noel. No olvidemos una buena obra de caridad.

9. El día 25 de diciembre, o el 24 por la noche, vayamos a Misa con nuestros seres queridos. (¡Qué bien nos vendría a muchos una buena confesión en los días de adviento, previos a la Navidad!) Que esa sea la celebración central dejando, si es necesario, las otras para el 31 de diciembre que no guarda mayor significación religiosa.

10. Invitemos a la bendición de la mesa familiar navideña a quienes estén. Si nos acompañan “no creyentes” nos lo agradecerán de corazón si les explicamos que le rezamos a Jesús para que les regale el don de la paz. El Padre Nuestro y una invocación a la Santísima Virgen pueden ser la mejor bendición.

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lunes, 24 de diciembre de 2012

MOMENTO DEL RANCHO


Una subunidad de infantería se encuentra en el reparador momento del rancho durante unas maniobras en Mendoza. Sentados frente a frente, los soldados consumen las abundantes raciones de campaña, mientras comentan las actividades del día. Los almuerzos eran casi siempre seguidos de un descanso en el que se aprovechaba para limpiar los elementos de vajilla, acomodar el vestuario y las carpas, escribir alguna carta y fumar cigarrillo junto a los camaradas.

Equipo de fotógrafos de Caras y Caretas. Gelatino Bromuro 1927, Archivo General de la Nación.

Fuente: "Soldados 1848-1927" de la Fundación Soldados.

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domingo, 23 de diciembre de 2012

ANIVERSARIO DEL NATALICIO DEL CORONEL LORENZO BARCALA


El día 23 de diciembre de 1795 nace el Coronel Lorenzo Barcala. Hijo de esclavos africanos, fue liberto por el decreto dado por la Asamblea General Constituyente de 1813 y tomó el apellido del escribano Cristóbal Barcala. Su vida militar fue intensa; terminó su vida trágicamente, fusilado el 01-08-1835 en la Plaza Mayor de la ciudad de Mendoza.

Hijo de esclavos, fue también esclavo en su niñez. Fue liberado por orden del Gobernador de Cuyo, General José de San Martín, pero por causas desconocidas no se incorporó al Ejército de los Andes. Inició su carrera militar en 1818 como soldado del Regimiento de Pardos.

En 1820 participó en los desórdenes de la llamada Anarquia del Año XX, que tuvo uno de sus epicentros en Cuyo. Formó parte del Ejército del General Bruno Moron, que combatió contra el General chileno José Miguel Carrera, y tras la muerte de Morón, luchó en la batalla de Punta del Médano a órdenes de José Albino Gutierrez.

En 1824 participó en una revolución contra el Gobernador Gutiérrez; tras fracasar en el intento, huyó a San Juan. De regreso a Mendoza, secundó al Coronel Juan Galo de Lavalle en la segunda revolución contra Gutiérrez, cuya victoria lo identificó definitivamente como personaje central del partido unitario local. Poco después participó, a órdenes de José Felix Aldao, en la represión de la revolución "eclesiástica" sanjuanina y la reposición en el Gobierno de Salvador María del Carril.

En 1826 se unió al Ejército que luchó en la Guerra del Brasil, a órdenes del coronel Ramón Bernabé Estomba. Participó en el fracasado ataque a Punta del Este y fue tomado prisionero. Estuvo varios meses en una cárcel en Río de Janeiro con la permanente amenaza de ser vendido como esclavo, hasta que recuperó la libertad en un cambio de prisioneros.

Se unió a la campaña del General José María Paz contra los federales del interior en 1829, y a sus órdenes peleó en la batalla de San Roque. El vencedor le encargó organizar un batallón de infantes negros, libertos: una libertad muy cara, que se pagaba con muchos años de servicio en el ejército. Fue muy querido por los negros, especialmente porque los defendía de los desprecios y atropellos de los blancos. Al frente de ese batallón peleó en las batallas de La Tablada, tras la cual fue ascendido al grado de Teniente Coronel, y en Oncativo.

Después de esta última victoria fue ascendido a Coronel, y enviado como segundo jefe del ejército de ocupación de Mendoza, que iba al mando de José Videla Castillo. Éste fue nombrado Gobernador, y Barcala quedó como jefe de vanguardia. Participó en la Batalla de Rodeo de Chacón como jefe de un ala de caballería contra las fuerzas de Facundo Quiroga, que los venció con relativa fácilidad.

Protegió a su jefe Videla Castillo en su retirada hacia el norte, donde se unieron a las fuerzas del General Lamadrid, nuevo jefe del ejército de la Liga Unitaria. A órdenes de éste combatió en la definitiva derrota que fue la Batalla de la Ciudadela. Después de la batalla, Facundo Quiroga fusiló algunos oficiales, pero decidió indultar a Barcala — que daba su muerte por segura — y lo nombró su jefe de estado mayor.

Cuando Quiroga se retiró de las actividades militares, instalándose en San Juan, Barcala se radicó allí. No quiso volver a Mendoza, ya que Aldao había jurado matarlo; incluso intentó convencer a Quiroga de que lo hiciera fusilar.

Participó de la campaña al desierto de 1833 bajo el mando del General José Ruiz Huidobro, y combatió contra los Ranqueles de Yanquetruz en el Combate de las Acollaradas.

Muerto Quiroga en 1835, sus lugartenientes comenzaron a disputarse su herencia y se produjo una serie de conflictos entre Aldao, de Mendoza, Martín Yanzón, Gobernador de San Juan, y Tomás Brizuela, de La Rioja. Más independiente y poderoso que éstos, el tucumano Alejandro Heredia pronto dominó todo el noroeste. El intrigante ministro de Yanzón, Domingo de Oro intentó librarse de Aldao por medio de una conspiración que dirigió Barcala desde San Juan. La conjura fue descubierta y sus jefes mendocinos arrestados y ejecutados, entre ellos el coronel José Ignacio Correa de Saá.

Pasado el peligro, Aldao —que no era el gobernador sino el jefe del ejército— exigió la extradición de Barcala y Oro, que estaba comprometido en el asunto, decidió salvar su vida entregando a Barcala. Tras un juicio que duró un mes, Barcala fue condenado a muerte y fusilado en Mendoza el 1 de agosto de 1835.

Su hijo Celestino Barcalá peleó contra los federales en la década de 1860 y fue fusilado por Felipe Varela poco antes de su derrota en la batalla de Pozo de Vargas.


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sábado, 22 de diciembre de 2012

ANIVERSARIO DEL COMBATE DE COIHUECO


El día 22 de diciembre de 1873 se produce el Combate en Coihueco. Una columna de unos 35 soldados del Regimiento Guías de Mendoza de la guarnición de San Rafael, al mando del Capitán Saturnino Torres, persiguiendo a un grupo de indios se encontró con una indiada de unos 500 individuos. Los soldados formaron cuadro y fueron cargados por los indios, iniciándose un largo y feroz combate, que les costó unas 70 bajas a los indios y un muerto y cuatro heridos a los soldados. Lograron sostener el cuadro hasta que los salvajes se fueron, luego de 5 horas de lucha. El gobierno premió luego esta resistencia heroica con pagas adicionales.

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viernes, 21 de diciembre de 2012

ANIVERSARIO DEL NACIMIENTO DEL DR. FRANCISCO JAVIER MUÑIZ.


El día 21 de diciembre de 1795, nace en San Isidro, Provincia de Buenos Aires, el Doctor Francisco J. Muñiz. Médico, político, naturalista y filántropo. Actuó durante las Invasiones Inglesas en la defensa de Buenos Aires, siendo herido. Residió en la villa de Luján y se dedicó a la geología además del ejercicio de la medicina, escribiendo numerosos trabajos de investigación. Durante el año 1835, atendió al parto de uno de los hijos del General José M. Paz, prisionero en Luján junto a su familia. Fue médico militar, concurriendo a la Batalla de Cepeda y a la acciones de la Guerra del Paraguay. Durante la epidemia de fiebre amarilla que azotó a la ciudad de Buenos Aires, asistió a enfermos atacados por esa enfermedad, contagiándose la misma y falleciendo el 7 de abril de 1871.
Al producirse las invasiones inglesas, con apenas 12 años de edad, se enroló en el Batallón de Andaluces como cadete, combatiendo en la defensa de Buenos Aires en 1807, en la que resultó herido.
Estudió en el Instituto Médico Militar, fundado por el doctor Cosme Argerich para formar cirujanos para el Ejército. Se graduó de médico en 1822, cuando el Instituto ya formaba parte de la Universidad de Buenos Aires, creada el año anterior. Obtendría el doctorado en 1844.
Tras un corto tiempo en que figuró como cirujano militar en Carmen de Patagones, adonde parece que nunca viajó, desde enero de 1825 fue cirujano de la Guardia de Chascomús, donde organizó el primer hospital de campaña.
Cuando en 1826 estalla la Guerra del Brasil, fue nombrado médico y cirujano principal del Ejército, con el grado de teniente coronel. Tuvo a su cargo durante toda la campaña un importante servicio de hospitales y ambulancias, equipado con 32 carros cubiertos, y prestó especialmente servicios en la campaña que culminó en la Batalla de Ituzaingó.
En 1828 regresó a Luján y fue el Administrador de la vacuna antivariólica en todo el partido. La aplicó a gran número de los pobladores de su jurisdicción, y salvó la vida de centenares de personas. En ese entonces, la vacuna se transmitía de brazo en brazo.
Durante el segundo gobierno de Rosas fue nombrado médico de Policía, para vigilar la sanidad de la población y de sus animales - no existían los veterinarios - y controlar el ejercicio de la medicina y sancionar el curanderismo. En 1836 combatió una epidemia de escarlatina. En base a esa experiencia, en 1844 publicó en el periódico La Gaceta de Buenos Aires su "Descripción y curación de la fiebre escarlatina"; fue editado más tarde en un folleto de ochenta páginas. También produjo trabajos sobre vacunas, sobre cirugía y medicina legal.
En 1844, la ciudad de Buenos Aires quedó desprovista de la vacuna antivariólica, debido al bloqueo anglofrancés. El gobernador Rosas pidió alguna solución a Muñiz. Éste se trasladó a Buenos Aires con una hija de pocos meses recién vacunada, con cuya linfa pudieron ser inoculadas varias personas, con lo que se pudo restablecer el circuito de vacunaciones en la ciudad.
Estando en Chascomús, en 1825, se dedicó a la observación de la naturaleza, investigando la flora y fauna locales. Siguiendo la experiencia de un sacerdote del siglo anterior, que había recogido restos de fauna extinta en las barrancas del río Luján, hizo extensas excavaciones en el mismo río.
En 1825 recogió restos de un gliptodonte; pero, por falta de experiencia, no publicó el hallazgo. Años después, Alcide d’Orbigny volvió a encontrar restos de este mamífero extinto, y fue considerado su descubridor.
Cuando en 1828 volvió a Luján, Muñiz era ya un experto naturalista, y siguió sus investigaciones paleontológicas en su tiempo libre, extrayendo de las barrancas del río una extraordinaria serie de fósiles. Por sus propios medios, Muñiz exhumó restos de varias especies animales extinguidas, unas ya conocidas y otras descubiertas por primera vez; las reconstruyó y estudió con cuidado, comenzando así esta ciencia en el país. Entre sus hallazgos figuran mastodontes, megaterios, gliptodontes, caballos y tigres fósiles. Sus trabajos sobre Paleontología Argentina fueron compilados por Domingo Faustino Sarmiento en 1885.
En 1833 el naturalista británico Charles Darwin pasó por Luján en su viaje a través del territorio argentino; y, aunque Muñiz residía en Luján, no se conocieron personalmente. Sin embargo, más tarde, Darwin le envió desde Gran Bretaña un cuestionario sobre la variedad bovina llamada “Vaca ñata”, relativamente frecuente en el territorio ocupado por los indígenas pampas, y poco frecuente entre los gauchos, según había observado en su viaje a la Argentina. En base a sus muy detalladas respuestas, estableció un vínculo epistolar importante con el científico inglés. Tan es así, que sus respuestas fueron utilizadas en la segunda edición del libro El Viaje, y en el Origen de las especies de 1859.
En 1841 le regaló su colección paleontológica al Gobernador Rosas: once cajones acompañados por una nómina de los fósiles (Florentino Ameghino diría más tarde que no se las regaló, que en realidad el gobernador lo obligó a donarlas). Rosas no las valoró en su significado, y se las obsequió al almirante francés Dupotet. Muñiz siguió trabajando y reunió una colección de fósiles más grande aún, que donó en 1857 al museo de Buenos Aires.
En 1844 logró su descubrimiento en paleontología más importante: el Tigre fósil, al que denominó Muñifelis bonaerensis y hoy es conocido como Smilodon bonaerensis. Aunque este hallazgo fue publicado en el diario La Gaceta Mercantil pasó inadvertido, al igual que su trabajo de 1848 sobre el ñandú.
En 1847 terminó su obra Apuntes topográficos del centro de la provincia de Buenos Aires. La obra es una reseña topográfica, pero también analizaba la composición del suelo y de la geología. En su aspecto humano, estudiaba la incidencia del clima, la alimentación y el trabajo sobre las características físicas y psíquicas de los habitantes, y sobre sus enfermedades más frecuentes.
A fines de ese año decidió regresar definitivamente a Buenos Aires tras veinte años de trabajo en Luján. Fue el médico personal de Rosas, a quien trataba por una afección prostática, y fue nombrado conjuez del Tribunal de Medicina. En la Batalla de Caseros figuró como asistente del cirujano jefe del ejército rosista, doctor Claudio Mamerto Cuenca, y se encargó del envío del material médico necesario para la asistencia de los heridos.
En 1853 fue electo diputado del Estado de Buenos Aires, por la sección de la campaña que comprendía Luján; y, al año siguiente, senador provincial. Desde 1858 hasta 1862, fue presidente de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires. Prestó servicios militares como cirujano del ejército de Buenos Aires en la Batalla de Cepeda, y también fue cirujano jefe de los campamentos argentinos en la Guerra del Paraguay.
Durante la epidemia de fiebre amarilla de 1871, fue uno de los médicos voluntarios para ayudar a las víctimas, pero terminó por ser él mismo una de ellas. Murió en abril de 1871 en Buenos Aires, víctima de la misma.
Sus restos descansan en el Cementerio de La Recoleta. Su familia hizo levantar uno de los más bellos monumentos que encargaron al escultor italiano, Ettore Ximénez, quien hiciera el mausoleo del general Belgrano inaugurado en 1903. Ximenez volcó toda su maestría la creación del monumento que rinde homenaje al Dr. Francisco Muñiz.

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jueves, 20 de diciembre de 2012

ANIVERSARIO DE LA CREACIÓN DE LA ESCUELA DE SUBOFICIALES DE LOS SERVICIOS PARA APOYO DE COMBATE "GRL. LEMOS"

La Escuela de Suboficiales del Ejército fue creada el 13 de diciembre de 2002, como resultado de la reestructuración de la Fuerza en ese año, habiéndose fusionado la Escuela de Suboficiales Sargento Cabral y la Escuela de Suboficiales para Apoyo de Combate General Lemos, tradicionales Institutos de formación de los Suboficiales del Cuerpo de Comando y Profesionales del Ejército Argentino, en un nuevo Instituto que mantiene el nombre del héroe del Combate de San Lorenzo, el Sargento Juan Bautista Cabral.
La Escuela de Suboficiales "General Lemos", tuvo sus orígenes en 1939, cuando se creó el 20 de diciembre, "El Centro de Instrucción de los Cuerpos Auxiliares del Ejército".
Cabe destacar que la creación de este Centro de Instrucción es el origen de una Escuela cuyo objetivo era la preparación de oficiales de Administración, Sanidad, Veterinaria y Justicia, y el perfeccionamiento en lo militar y técnico de los oficiales de los Cuerpos Auxiliares para la conducción de sus respectivos Servicios, en los Comandos Superiores y reparticiones, tanto en la paz como en la guerra.
En el año 1952 pasa a denominarse Escuela del Cuerpo Profesional "General Lemos", y sus objetivos de formación se ampliaban a oficios como enfermero, preparador de farmacia, enfermero de ganado, herrador y cocinero.
El 21 de diciembre de 1964, basados en un criterio de unificación tanto en lo curricular y académico como en lo militar; una resolución superior, decide fusionar la "Escuela General Lemos" y la "Escuela de Mecánica del Ejército "Teniente Coronel Fray Luis Beltrán"”, decisión que demandó el traslado de esta última a Campo de Mayo. Dicho Instituto pasó a llamarse "Escuela Logística General Lemos".
En 1991 la Escuela Militar de los Servicios para Apoyo de Combate "General Lemos", pasa a denominarse Escuela de Suboficiales de los Servicios para Apoyo de Combate "General Lemos", egresando de la misma suboficiales del Cuerpo Profesional femenino y masculino.
En razón de que en el año 1998 determinados Servicios del Cuerpo Profesional pasaron a considerarse Especialidades de Cuerpo Comando, se modifica nuevamente su denominación pasando a llamarse Escuela de Suboficiales "General Lemos".
La Escuela de Suboficiales "Sargento Cabral", tuvo sus orígenes en el reclutamiento de suboficiales llamado de Clases hasta 1916. La primera Escuela de Clases llamada de Cabos y Sargentos de Artillería fue fundada en 1881, siendo su creación definitiva el 04 de abril de 1908.
El edificio que ocupó fue el Cuartel Nro. 9 en Campo de Mayo. La instrucción impartida era de tipo teórico- práctico y tenía una duración de cinco meses.
En 1916 pasa a denominarse Escuela de Suboficiales.
En marzo de 1933 pasa a llamarse, Escuela de Suboficiales "Sargento Cabral", en homenaje a ese arquetipo de soldado que supo ser fiel a su juramento de entregar su vida en el cumplimiento del deber, ejemplo supremo de desprendimiento, coraje y nobleza.
Durante los años 1947 a 1950 dejó de funcionar.
En 1950 se le asigna un nuevo cuartel dentro de Campo de Mayo donde funciona en la actualidad la Escuela de las Armas.
Desde 1908 hasta 2003 la reglamentación sufrió varias modificaciones. El primer reglamento a grandes rasgos establecía que la Escuela tendría tres grados: primer grado, ingresarían todos aquellos que aspirasen al grado de Cabo de las Armas cuya duración era de un año y a segundo y tercer grado concurrían aquellos cabos y sargentos respectivamente con no menos de tres meses de servicio en las filas y propuestos por sus Comandantes de compañía, batería y escuadrón.
Posteriormente y después de algunas modificaciones a los cursantes que egresaban no sólo se le otorgaba el grado de Cabo Primero de las armas, sino que también el título de Instructor Auxiliar con orientación docente, y titulo secundario equivalente al Bachillerato Nacional.
En la actualidad se dictan cursos de dos años, y una vez finalizados los mismos, los Aspirantes egresan como Cabos de las Armas con el título de Bachiller Nacional, y Cabos de las Especialidades y Servicios, con capacitación especializada.
Fuente: www. esesc.ejercito.mil.ar

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miércoles, 19 de diciembre de 2012

ANIVERSARIO DEL COMBATE DEL CAMPICHUELO


El 19 de diciembre de 1810 se produce un enfrentamiento durante la Campaña del Paraguay. El General Manuel Belgrano, caído el armisticio con los paraguayos, cruza el Río Paraná por el Paso de la Candelaria. Inmediatamente una pequeña fuerza mandada por el Ayudante Manuel Artigas ataca y derrota a fuerzas paraguayas atrincheradas en el Paso del Campichuelo.
La Junta de Buenos Aires determinó mandar una expedición a la Intendencia del Paraguay en atención a que se creía que allí había un gran partido por la revolución, que estaba oprimido por el gobernador realista Bernardo de Velasco y Huidobro. El 24 de septiembre de 1810 se le dieron instrucciones al abogado Manuel Belgrano para que iniciara las operaciones militares sobre el Paraguay. Luego de improvisar un pequeño ejército con tropas de Buenos Aires, Blandengues y milicianos de los pueblos por donde pasó, Belgrano se situó en el pueblo Misionero de Santa María de la Candelaria
Debido a que los realistas paraguayos habían retirado o destruido las embarcaciones del río Paraná, las fuerzas al mando de Belgrano debieron cruzarlo con balsas, botes y canoas construidas al efecto, llevando gran parte de las cargas en odres de cuero. El cruce se realizó el 19 de diciembre de 1810 a partir de la antigua capital misionera Candelaria. Belgrano cruzó al frente de una reducida fuerza: 800 hombres, mitad de caballería e infantería, con 6 cañones de pequeño calibre. A su frente se hallaban las avanzadas paraguayas realistas de 500 hombres al mando de Pablo Thompson.
Luego de avisar a los comandantes paraguayos de que serían atacados, Belgrano formó el ejército en la tarde del día 18, los arengó y los hizo desfilar hacia el puerto para que fueran observados por la guardia avanzada realista. Luego hizo subir algunas compañías a las balsas para probarlas y al anochecer envió de nuevo los soldados a los cuarteles, cuando los paraguayos de la orilla opuesta no podían verlos, haciéndoles creer que la invasión se estaba desarrollando.
Cerca de las 11 de la noche el baqueano Antonio Martínez y 10 voluntarios de los granaderos cruzaron el río para sorprender la guardia paraguaya, lo cual lograron retornando con 2 prisioneros, y dejando la impresión de que comenzaba el desembarco. Belgrano ordenó a las 2 de la madrugada del 19 de diciembre el embarque y salida de las tropas.
“Al salir el sol mandé al mayor general en el bote y fué con un ayudante y otros oficiales, á que reuniese la gente y presentase la acción; al mismo tiempo salió mi ayudante don Manuel Artigas, capitán del regimiento de América, con cinco soldados en el bote de cuero y el subteniente de patricios don Gerónimo Elguera, con dos soldados de su compañía, en una canoita paraguaya, por no haber cabido en las balsas. El bote de cuero emprendió la marcha y la corriente lo arrastró hasta el remanso de nuestro frente: insistió el bravo Artigas y fué á desembarcar en el mismo lugar que Elguera, es decir como á la salida del bosque por el Campichuelo. No estaba aun la gente reunida y solo habia unos pocos con el mayor general y sus ayudantes, entonces el valiente Artigas se empeñaba en ir atacar á los paraguayos; tuvo sus palabras con el mayor general y al fin llevado de su denuedo, seguido de don Manuel Espínola el menor, de quien hablaré en su lugar, de Elguera y de los siete hombres que habian ido en bote de cuero y canoa paraguaya, avanzó basta los cañones de los paraguayos, que después de habernos hecho siete tiros, sin causarnos el mas leve daño, corrieron vergonzosamente y abandonaron la artillería y una bandera, con algunas municiones.” Memorias del General Belgrano
El capitán de urbanos Domingo Soriano del Monje con sus 13 milicianos abandonó las tres piezas de artillería dejando despejada la costa.
Cerca del medio día Belgrano recibió aviso de que el pueblo misionero de Itapúa, distante cuatro leguas de Campichuelo, había sido abandonado precipitadamente por los milicianos paraguayos, por lo que envió al Mayor General José Machain con artillería a ocuparlo. Thompson con 40 milicianos abandonó canoas, un cañón y municiones, que fueron tomadas por Machaín sin lucha.
El día 20 cruzó Belgrano el río con el resto del ejército desde Candelaria a Itapúa, dejando una compañía de 100 hombres de Caballería de la Patria en Candelaria para custodiar las municiones. Por falta de caballos y ante el mal estado de la tropa, Belgrano se vio obligado a detenerse en la posición conquistada durante seis días, perdiendo así la posibilidad de perseguir a los realistas y aumentar su confusión.

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martes, 18 de diciembre de 2012

60 ANIVERSARIO DE LA FUNDACION DE LA BASE ESPERANZA


Un bastión de la soberanía nacional en la Antártida Argentina

En Punta Foca, entre las caletas Choza y Aguila de la bahía Esperanza, en la península Trinidad, sobre el estrecho antártico en la tierra de San Martín, de la Antártida Argentina, se levanta la estación científica Base Antártica Esperanza. Hasta la década de los ´90, se llamó Base de Ejército Esperanza y luego, tomó su actual nombre. Cumple seis décadas de su fundación.

El 17 de diciembre de 1952, hace 60 años, los capitanes Jorge Leal y Héctor Benavídez acompañados por los tenientes Carlos Bulacios y Domingo Crotti y los sargentos ayudantes Alberto Balegno y Pedro Ramos, pusieron los cimientos de la actual Base Antártica Esperanza. Hoy, ocupa 43 edificios en una superficie de 374.000 metros cuadrados de roca sólida y a unos 30 metros de la costa. En sus cercanías, un glaciar permite el aterrizaje de aviones. Durante el verano, aloja a más de mil turistas que la visitan anualmente y en invierno, está habitada por 80 personas. Cuenta con un laboratorio del Instituto Antártico Argentino y una estación meteorológica donde además, los científicos y técnicos realizan investigaciones de glaciología, biología marina y terrestre y sismología. La zona está caracterizada por fuertes vientos helados del noroeste y que en ocasiones, sobrepasan los 200 km/h. La temperatura media anual oscila en los -20ºC. La mínima absoluta es de -35ºC. De su influencia dependen 18 refugios; entre ellos, General Martín Miguel de Güemes, Cristo Redentor, Antonio Moro, Libertador General San Martín, San Roque, Florentino Ameghino, Sargento Cabral, General Pedernera, Abrazo de Maipú, Infantería Argentina, Independencia Argentina, Paso del Medio, Kurtzman, Islas Malvinas y Choza de los suecos.

El sueño de Pujato
El 13 de agosto de 1954, el entonces director del Instituto Antártico Argentino, general de división (R) Hernán Pujato, propuso instalar un caserío en Cabo Primavera para poblarlo con grupos familiares. Lo consideraba impostergable frente al interés demostrado por otras naciones por la Antártida. “Acerca de esos primeros pobladores que con su permanencia, con los hijos que vendrán y las posibles actividades que en ese medio podrán desarrollarse; harán por los derechos del país más que todo cuanto hasta hoy se ha hecho”, escribió. A fines de 1977, viajaron las primeras familias que invernaron en el año siguiente. En febrero de 1978 se produjo el bautismo de Miguel Ángel Palma, primer niño nacido en la Base el 7 de enero de ese año; el casamiento de dos miembros de la base y la imposición del nombre Fortín Sargento Cabral a esas viviendas e instalaciones. El sueño de Pujato estaba cumplido. “Ver a la Antártida ocupada por pueblos con hombres y mujeres para que las dos regiones extremas de la Patria estuvieran verdaderamente unidas”. Las instalaciones fueron ampliadas en 1979 y y donde se alojaron 10 familias y 16 niños; más tarde, ese número fue creciendo.
El 14 de junio de 1962 desde la base partió una expedición terrestre con trineos que el 24 de octubre, alcanzó la Base San Martín. El 28 de febrero de 1976, se inauguró la capilla San Francisco de Asís, donde el 16 de febrero de 1978 fue celebrado el primer casamiento religioso en la Antártida a cargo del padre Buenaventura de Filippis. En 1978, se creó la Escuela Provincial Nº 38 Julio Argentino Roca, perteneciente a la provincia de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur y que se convirtió en la más austral del mundo; además de una guardería infantil y un jardín de infantes. El 20 de octubre de 1979, fue instalada la radiodifusora LRA 36 Radio Nacional Arcángel San Gabriel en la banda de 49 metros, en la frecuencia de 6030 kHz y dos oficinas; la Nº 2506 del Registro Civil y la otra, del Correo Argentino. Con el concurso de radioaficionados, donde intervinieron 130 enlaces radiales, el 20 de junio de 1980 se inauguró el Radio Club Argentino. También, se levantó un cenotafio que recuerda a los hombres del Ejército que murieron por la Antártida. En 1949, Arnoldo Serrano, Adolfo Molinero Calderón y Emilio Jaime integraban la Primera Expedición a Bahía Margarita para probar equipos que perdieron la vida en una tormenta; en 1957, Ever S. Rodríguez Argumedo; en 1962, Pedro Arcondo; en 1972, Oscar Kurzman; en 1977, Alejandro Merani, Mario García y Ricardo Segura; en 1980, Juan José Mariani y en 1987, Ernesto Lezcano.

Fuente: Lauro Noro, Diario Soldados Digital 2012.

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lunes, 17 de diciembre de 2012

ANIVERSARIO DE LA MUERTE DEL SARGENTO MAYOR JOSÉ ÁLVAREZ DE CONDARCO


El día 17 de diciembre de 1855 fallece en Santiago de Chile el Sargento Mayor José A. Álvarez de Condarco. Había nacido en la ciudad de Tucumán en el año 1780. Desde mediados del año 1813, estuvo en Mendoza a cargo de la Maestranza, en la organización del Ejército de los Andes. En 1816, fue comisionado por el General de San Martín para llevar correspondencia al presidente de Chile, General Marcó del Pont y con la misión confidencial de relevar la topografía de los pasos cordilleranos para el futuro próximo cruce de la cordillera. Luego de esta misión el General de San Martín lo nombró ayudante de campo, designando entonces a Manuel Aranda para que le sucediera en la dirección de la fabricación de pólvora y otros suministros.
Su padre era el alcalde Álvarez de Condarco. Adhirió a la filial de la Logia Lautaro. Residía en Buenos Aires en 1810, y apoyó con entusiasmo la Revolución de Mayo. A fines de ese año fue comisionado junto con Alvarez Jonte para una misión diplomática en Chile, donde consiguió una alianza militar entre los revolucionarios de ambos países. De allí se trasladó a Lima, donde no existía un movimiento revolucionario análogo al del Chile y el Río de la Plata. Fue arrestado en varias oportunidades, de modo que regresó a Córdoba.
En 1812 fue reconocido como oficial de artillería; su gran conocimiento en materia de explosivos, le valió ser nombrado director de la fábrica de pólvora de Córdoba recientemente fundada, y también de cartografía.
En 1813 formó parte de la campaña del Coronel Juan Gregorio de Las Heras a Chile, con la misión de dirigir el arsenal patriota. Se hizo amigo allí de Marcos Balcarce, quien envió por su intermedio importantes mensajes al General José de San Martín, Gobernador de Cuyo, poco antes de la derrota de la Patria Vieja chilena en la Batalla de Rancagua.
El Libertador apreció su patriotismo y decidió retenerlo a su lado: lo nombró director de polvorín y lo envió luego en misión confidencial a Buenos Aires, ante el Director Supremo Juan Martín de Pueyrredón. Debía establecer con éste la cantidad y tipo de artículos de guerra necesarios para la campaña de los Andes.
A fines de 1816, San Martín lo envió a Chile, con el encargo aparente de llevar cartas al gobernador realista Casimiro Marcó del Pont. Lo que San Martín quería, en realidad, era que la gran memoria visual de Álvarez Condarco retuviera los accidentes de la cordillera, para marcar luego el camino del ejército. Así cruzó por Los Patos y, ni bien llegado, Marcó del Pont lo despachó de vuelta por el paso más corto, que era el de Uspallata. Los mapas que trazó luego de este viaje fueron fundamentales para el cruce que el Ejército de los Andes realizó a Chile por esos dos pasos.
Actuó como ayudante de campo de San Martín. Combatió heroicamente como ayudante de campo en la Batalla de Chacabuco. En 1818 fue enviado a comprar barcos para la primer escuadra chilena a Gran Bretaña, donde también persuadió a Lord Thomas Cochrane de aceptar la comandancia de la misma.
Se retiró del ejército poco antes de la Expedición Libertadora del Perú y permaneció en Chile, dedicado a construir caminos. Prestó servicios en Bolivia, luego en Mendoza. Retornó a Chile una vez lograda la independencia, y vivió allí enseñando matemáticas. Durante un tiempo, fue jefe del Departamento de Ingenieros y Caminos de la República de Chile.
Impedido de regresar a su país por su pública oposición al régimen de Rosas, vivió en Chile hasta su fallecimiento, en 1855, en Santiago de Chile. Murió en la miseria y sus amigos debieron costearle el entierro.

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sábado, 15 de diciembre de 2012

ANIVERSARIO DE LA BATALLA DE SANSANA


Luego del pronunciamiento de mayo de 1810 se producen algunas acciones derivadas de él. El ejército patriota, que ha contribuido a afirmar al gobierno con el triunfo de Suipacha, se apresta a realizar nuevos avances en su campaña libertadora, peri su deficiente equipamiento, unido a la falta de verdadera experiencia guerrera, producen el desastre de Huaqui, el 20 de junio de 1811, golpe que causa en Buenos Aires tremenda consternación.

Decidido el gobierno a enfrentar la situación, el propio presidente de la Junta, Cornelio Saavedra, se dirige al Norte con un grupo de oficiales. Su propósito consiste en reorganizar las fuerzas dispersas, pero no llega a realizarlo, pues la Junta lo destituye, reemplazándolo con el coronel Juan Martín de Pueyrredón, que ha fugado de Potosí con los tesoros que se guardaban en la casa de Moneda. Manuel Dorrego integra el grupo de oficiales que marcha al Norte con Saavedra, y que, por las circunstancias apuntadas se encuentra luego a las órdenes de Pueyrredón.
A fines de 1811, Pueyrredón dispone que una fuerza, al mando del coronel Eustoquio Díaz Vélez, se adelante hacia el Alto Perú, con el objeto de tomar contacto con el enemigo, y también para ayudar de este modo a los cochabambinos, que luchan con heroico estoicismo, indiferentes al terror desatado contra ellos por los realistas.
Tan peligrosa se supone la empresa, que el batallón de infantería destinado a ella se subleva el día de su partida del cuartel general en Jujuy, dando origen a una severísima represión, que incluye el fusilamiento de los cabecillas. Dorrego solicita entonces un puesto en la columna, y Díaz Vélez lo designa ayudante suyo. Se asegura que el joven capitán, sin grado reconocido, se gana de inmediato la confianza y la estima de su jefe, quien le confía misiones delicadas.
Una vez que la fuerza patriota alcanza el puesto avanzado de Yavi, se adelanta hacia la provincia de Chichas, donde se halla la vanguardia realista. El general Goyeneche dispone entonces el envío de un cuerpo de 400 hombres, y ambas columnas quedan a la vista una de otra. Más los realistas consideran imprudente medirse con una fuerza superior en número, pese al refuerzo de 600 hombres que viene al mando del general peruano Francisco Picoaga. Contramarchan entonces, perseguidos por Díaz Vélez, pero es éste quien ahora comprende la inutilidad de un encuentro con esa fuerza que ya cuenta con 1.000 soldados. Díaz Vélez se ha reforzado con 200 hombres de caballería al mando de Güemes, y así comienza a replegarse, no sin librar algunas escaramuzas.
La columna patriota llega en su retroceso hasta Cangrejos, y acampa después en un lugar llamado Los Colorados, a la espera de las órdenes de Pueyrredón. Al siguiente día, 16 de diciembre, Díaz Vélez recibe un parte de la avanzada que está en Pumahuasi, por el que se le comunica que, en un pueblito situado a cuatro leguas de allí, Sansana, hacia al poniente de Yavi, hay una partida realista encargada de la custodia de una provisión de harina.
De inmediato dispone que un grupo salga en procura de ese alimento, del que tiene gran necesidad. Como se trata de una misión arriesgada, confía su mando a Dorrego, convencido de que la decisión y la inteligencia de su ayudante son una garantía de éxito para la empresa.
Es la primera vez que Dorrego se va a encontrar en el compromiso de una auténtica acción militar, pues hasta el momento su experiencia se reduce a los incidentes de Chile (motín de Figueroa) y a la dudosa preparación que recibe en el cuartel general del ejército del norte. Ahora tendrá oportunidad de ser empleada su capacidad de iniciativa y de mando, que parecen ser cualidades innatas en él.
El mismo día que recibe la información, Díaz Vélez destaca una partida de 40 hombres, en cuyo mando secundan a Dorrego los tenientes Luis García y Antonio Bazán. Las órdenes especifican que se debe caer sobre el enemigo por sorpresa y arrebatar la harina, todo ello operando con la mayor rapidez.
En la mañana del mismo día, Dorrego, con su pequeña fuerza, se aproxima a Sansana, encontrándose con que en unos ranchos de las afueras acampa la partida realista. Esta es atacada de inmediato, y procura entonces parapetarse en unos tapiales, a la espera del socorro que no dejarán sin duda de prestar otras partidas, atraídas por los disparos. Se combate valerosamente por ambos lados por espacio de una hora. Finalmente tras una carga decisiva de los patriotas, causante de la muerte del oficial español, aquéllos se encuentran en posesión del depósito buscado. Pero no es harina lo que allí se guarda, con lo que se desvanece la ilusión de saborear alguna sabrosa comida, sino los equipajes de los soldados y aún de varios oficiales realistas, además de 27 mulas y 19 fusiles. De estos últimos -dice Díaz Vélez- “seis se hicieron pedazos en el acto de acción”.
De todas maneras, no es un botín despreciable, y Dorrego dispone que se lo cargue. En ese mismo momento aparece por una altura próxima otra fuerza enemiga, esta vez más numerosa, pues consta de unos 150 hombres.
Obligado por esta situación francamente adversa, Dorrego resuelve replegarse dejando abandonado el botín, no sin antes prenderle fuego a los ranchos en que se hallaba el resto del equipaje que no había podido tomar la tropa, el que según el incremento que habrá tomado el fuego, cuando se retiraron se redujo todo a cenizas
El de Sansana puede ser considerado un triunfo de Dorrego, por las bajas que causa al enemigo, y por su maniobra al encontrarse con una fuerza superior, a la que se debía eludir todo trance.

Fuentes: Díaz Vélez, Eustoquio – Parte del combate redactado el 19 de diciembre, en Colorados (Depto. de Yavi) / www. revisionistas.com.ar / Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado / Sosa de Newton, Lily – Dorrego – Ed. Plus Ultra, Buenos Aires (1967).

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ANIVERSARIO DE LA CREACIÓN DEL REGIMIENTO DE INFANTERÍA DE MONTE 30


Esta Unidad, es depositaria de la custodia territorial y vigía de la Soberanía Nacional en la frontera N. E. Tiene sus cuarteles en Apóstoles (Misiones), Ciudad emplazada entre los dos Ríos mas caudalosos y extensos de la Cuenca del Plata, el Uruguay y Paraná, en la líneas que estos dos poderosos accidentes geográficos se estrechan en su máxima extensión.

Con fecha 15 de diciembre de 1944 se crea el III Batallón del Regimiento 30 de Infantería, mediante la incorporación de la clase 1923, con asiento en la Ciudad de Apóstoles (Misiones), constituyendo conjuntamente con el Grupo de Artillería 12 la Guarnición Ejército Apóstoles, dependiente del 12 Destacamento de Llanura, con asiento en la Ciudad de Posadas.
Su organización consistía en una Plana Mayor, una Sección de Comunicaciones, una Sección de Ametralladoras, una Sección de Morteros Brandt 81 mm, dos Compañías de tiradores y los servicios de Sanidad, Inteligencia y Veterinaria. La vida de este Batallón fue muy breve, ya que a fines de 1957 fue disuelto.
Durante tres años se constituyó en el Destacamento Cuartel “Apóstoles”, y posteriormente con fecha 15 de diciembre de 1960, se creó el actual Regimiento de Infantería de Monte 30, el que fue organizado con la totalidad del personal a principios de 1961, dependiendo de la VII Brigada de Infantería. Su organización comprendía al Jefe de Regimiento, 2do Jefe, una Plana Mayor, una Compañía Comando, las Compañías de Infantería A y B y la Compañía Logística.A partir del año 1968, la Unidad fue completando su edificación actual. Es así que se termina el pabellón de enseñanza dedicado a la Escuela Primaria, se inauguró la Sala Histórica y se comenzó a construir la Capilla, la que fue inaugurada en el año 1969.
Además de desarrollar la exigencias operacionales propias de su ambiente geográfico particular de monte, la Unidad se fue integrando a la población a través de diversas actividades de Acción Cívica, entre las que pueden mencionarse el apoyo con mano de obra especializada para la reparación y construcción de cinco escuelas en el interior de la provincia, las que consistían en edificios de seis aulas y una vivienda para el Director de la misma, terminándose de construir la última en el año 1981.
Durante el conflicto por la recuperación de las Islas Malvinas, se crea la Compañía de Infantería “C” y además, se aporta personal para organizar otros elementos del Ejército, entre ellos el Teniente ERNESTO EMILIO ESPINOSA, Oficial éste que muere en defensa de nuestra Soberanía en la Operaciones realizadas en el Teatro de Operaciones del Atlántico Sur y en su homenaje, el 30 de marzo de 1983, se impone su nombre a la Sala de Situación de la Unidad y a una Calle de la Ciudad de Apóstoles.
A partir de 1980, la Unidad depende orgánicamente de la Brigada de Monte XII, contribuyendo en la preparación de los cursillos de adaptación al monte y otros que realiza la Gran Unidad de Combate en este ambiente geográfico particular.
El 15 de diciembre del año 1994, la Unidad cumplió 50 años.
Durante el año 1995, se produce la baja de la última clase del Servicio Militar Obligatorio (Clase 1975) y se instrumenta la nueva Ley del Servicio Militar Voluntario, emprendiendo la Unidad las reestructuraciones orgánicas y edilicias para satisfacer las nuevas necesidades.
En 26 de noviembre de 1997 y en cumplimiento de la Directiva del JEMGE Nro 822/97 (Acciones de Reestructuración de la Br Mte XII), pasa a constituir la base del Destacamento de Monte 30. Al Regimiento de Infantería de Monte 30, se le agrega una Batería de Artillería, proveniente del disuelto Grupo de Artillería 12 y una Sección de Exploración de Caballería de Monte, del disuelto Escuadrón de Exploración de Caballería de Monte 12. A partir del 05 de enero del año 2000, el Destacamento incorpora a su Organización un Grupo Radioeléctrico conformado por personal del Arma de Comunicaciones y la agregación a orden de una Sección de Ingenieros perteneciente al Batallón de Ingenieros de Monte 12, constituyendo así la tan deseada y esperada integración entre las Armas, operando bajo un comando único.
En diciembre de 2003, se disuelve el Destacamento, recuperando la denominación de Regimiento de Infantería de Monte 30, conservando en su orgánica, sólo a la Sección de Exploración de Caballería de Monte.
En Mayo de 2005, la Unidad fue designada como Núcleo del Batallon Conjunto Argentino, que fue desplegado en la República de Haití desde el 03 de agosto de 2005 hasta el 22 de febrero de 2006 en cumplimiento de la Misión de Imposición de la Paz en dicha República, bajo el mandato de las Naciones Unidas.
En la actualidad, el Regimiento de Infantería de Monte 30, continúa con sus actividades y sus efectivos entrenan en técnicas y procedimientos de combate moderno, garantizando una acción eficaz tanto en el terreno selvático como en la sierra montuosa. Su armamento es apropiado para el combate en las distancias cortas, aptos para batir blancos fugaces e imprevistos con un gran volumen de fuego.
Sus integrantes al igual que todas las Unidades de la Fuerza, participan en Organizaciones Militares de Paz, como así también en actividades de apoyo a la comunidad
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viernes, 14 de diciembre de 2012

ANIVERSARIO DE LA CREACIÓN DE LA COMPAÑIA DE COMUNICACIONES Nº8


COMPAÑIA DE COMUNICACIONES DE MONTAÑA 8

Tuvo su origen en la Sección Comunicaciones del Destacamento de Montaña reforzado Cuyo, organizada en 1937, su Jefe el Subteniente Oscar Santamarina tuvo una lucida actuación al frente de su Sección especialmente por el empleo de radio estaciones de onda corta proyectadas por él mismo.
Esta sirvió de núcleo a la Sección de Comunicaciones de Montaña de la Agrupación de Montaña "cuyo", creada en 1942.
El 1ro de enero de 1943 fue creada la 1ra Compañía de Comunicaciones de Montaña en la Ciudad de Mendoza, con dependencia de la Agrupación de Montaña "Cuyo".
Tuvo destacada actuación en las maniobras del Espinacito.
El 15 de diciembre de 1944 le fue cambiada su denominación por la de 1ra Compañía del 8vo Batallón de Comunicaciones de Montaña. En 1946 pasa a denominarse Batallón Nro 8 de Comunicaciones motorizado de Montaña, subordinado al Comando de la Agrupación de Montaña "Cuyo". Su organización incluía una Plana Mayor, una Compañía Mixta y una Columna Liviana, todas ellas motorizadas. Ocupó como local una parte del Cuartel del Batallón Nro 8 de Zapadores de Montaña.
En 1949 pasó a formar parte de la Agrupación de Comunicaciones "Mendoza", junto con otras Unidades del Arma, donde permaneció hasta la disolución del Organismo en 1952.
El 12 de diciembre de 1960 pasa a llamarse 8vo Batallón de Comunicaciones de Montaña, nombre que conserva hasta el 10 de noviembre de 1964, en que de acuerdo a la nueva reestructuración del Ejército, pasa a denominarse Compañía de Comunicaciones de Montaña 8.

Reseña Histórica del Comando de Brigada de Montaña VIII "Brigadier General Toribio de Luzuriaga"
El origen de Comando de Brigada de Montaña VIII se remonta al año 1923 cuando por decreto del Gobierno Nacional se crea el destacamento de Montaña Cuyo, Siendo su primer Comandante el Coronel Basilio Pretiñe.
Dentro de las innumerables tareas realizadas merece destacarse la construcción de la masa de los refugios existentes en la montaña cuyana, los cuales hasta el día de hoy prestan valiosísima utilidad no solo al personal militar sino a todos los entusiastas de la montaña. También merece destacarse la empresa liderada por el entonces Teniente Nicolás Plantamura en el año 1934, siendo el primer Argentino en hacer cumbre en el Cerro Aconcagua.
El incremento de tropas a lo sargo de la frontera cordillerana motivó el 1ro de enero de 1942 la creación del Comando de Agrupación de Montaña Cuyo, siendo su primer Comandante el General José Humberto Sosa Molina, funcionando en las actuales instalaciones del Casino de Oficiales de la Guarnición Militar Mendoza.
A partir del año 1943 la Agrupación estaba integrada por:
-Destacamento de Montaña San Juan.
-Destacamento de Montaña Mendoza.

Durante este periodo, el 14 de abril de 1958, se toma posesión del actual edificio.
A partir del 1ro de enero de 1960 pasa a llamarse Comando de la División 8 de Infanteria de Montaña siendo su primer Comandante el General Cecilio Labayru.
Continuó con esta denominación hasta el 16 de noviembre de 1964 donde cambió de denominación a Comando de VIIIva Brigada de Infantería de Montaña, actualizando su estructura orgánica para un mejor funcionamiento, siendo su Comandante el General de Brigada Alberto Marini.
Participó con efectivos en el Operativo Independencia en el año 1976, en 1978 desplegó sus hombres y medios ante la inminencia del conflicto con la República de Chile y en 1982 algunos de sus efectivos participó en el conflicto del Atlántico Sur
El 3 de marzo de 1995 cambió su denominación al de Comando de Brigada de Montaña VIII imponiéndose el nombre de Brigadier General "Toribio de Luzuriaga", el que mantiene en la actualidad.
En estos momentos y en el marco del cumplimiento de la política exterior de nuestra nación, participa en Operaciones de Mantenimiento de la Paz con personal de Oficiales, Suboficiales y Soldados.
Desde la creación de aquel modesto Destacamento de Montaña hasta hoy, este Comando junto a as Unidades dependientes han sido parte activa de la vida de Cuyo. Escuelas, puentes, rescates, apoyos a la comunidad ante desastres naturales, participación de proyectos de intereses provinciales, intercambio académico con universidades del medio, dan testimonio del rol de este Comando en cumplimiento de su Misión y el compromiso asumido con la población de a cual se nutre y nos debemos.

Fuente: www. cbrimon8.ejercito.mil.ar

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jueves, 13 de diciembre de 2012

ANIVERSARIO DE LA MUERTE DEL GENERAL MANUEL DE ESCALADA


El 13 de diciembre de 1871 fallece en Buenos Aires el General Manuel de Escalada. Ingresó al ejército como Alférez de la 1ª. Compañía del 1er. Escuadrón del Regimiento de Granaderos a Caballo, en septiembre de 1812. Participó en el combate de San Lorenzo, del 3 de febrero de 1813. Integró el Ejército del Norte, asistiendo a los combates de Puesto del Marqués, Venta y Media y Sipe-Sipe. Como parte del Ejército de los Andes combatió en Chacabuco, siendo parte de las cargas de caballería que definieron la victoria sobre el ejército español. Después de la batalla fue el encargado de llevar a Buenos Aires el Parte que el General de San Martín dirigió al Director Supremo de las Provincias Unidas, diciendo: "En 24 días hemos cruzado las más altas cordilleras del globo y hemos batido al enemigo". Había nacido en Buenos Aires el 17 de junio de 1795.
Hijo de Antonio Jose de Escalada, era hermano de Remedios y de Mariano Escalada, y estudió en el Colegio de San Carlos de la Ciudad de Buenos Aires. Su hermana Remedios se casó con el comandante del Regimiento de Granaderos a Caballo, Coronel Jose de San Martin. Manuel fue uno de los primeros oficiales del cuerpo, al igual que su hermano. Juntos lucharon en la batalla de San Lorenzo y prestaron servicios en el Sitio de Montevideo hasta 1814. Vuelto a Buenos Aires, participó en la revuelta porteña de 1815, que siguió a la rebelión de Ignacio Alvarez Thomas en Fontezuelas. Escalada arrestó a Carlos Maria de Alvear, aunque finalmente lo dejó huir para que presentara la renuncia.
Reunido con su hermano, juntos hicieron la tercera expedición auxiliadora al Alto Perú. Después de las derrotas de Venta y Media y Sipe Sipe, cubrió la retirada del ejército a través de la Quebrada de Humahuaca con sus granaderos.
Tanto Manuel como Mariano Escalada se unieron al Ejercito de los Andes en 1816. Después de la Batalla de Chacabuco, Manuel Escalada galopó en catorce días hasta Buenos Aires trayendo la noticia, marcando un récord que lo convirtió en un héroe popular. Peleó en el asalto de Talcahuano, Cancha Rayada y Maipú. Después de esta última batalla, rompió su propia marca e hizo el recorrido en sólo doce días.
Tras participar en la segunda campaña al sur de Chile, fue ascendido a Coronel y llegó a comandar el Regimiento de Granaderos antes de pedir su retiro en 1819. Su hermano también lo había pedido, por su mala salud.
En 1820, al saberse de la derrota de Cepeda, se puso al frente de un ejército con el que pensaba enfrentar al caudillo Francisco Ramirez, pero a los pocos días regresó a Buenos Aires. Participó en varios de los conflictos del año 20, y acompañó al gobernador Dorrego en su campaña a San Nicolas de los Arroyos y a la Provincia de Santa Fe.
Pasó algo más de un año en la guarnición de la capital, y pasó a retiro con la reforma militar de Bernardino Rivadavia.
Volvió a tomar las armas como oficial de caballería en 1825, en el Ejército de Observación destinado a la Guerra del Brasil. Estando en ese destino, representó al presidente Rivadavia ante el gobernador entreriano Juan Leon Solas, amenazado por el General Ricardo Lopez Jordan (padre), y le ayudó a conservar el poder, pasando luego el gobierno aVicente Zapata.
Cuando en 1826 se hizo cargo del ejército el general Alvear, pidió la baja y se trasladó a Buenos Aires antes de recibir la respuesta, ya que lo consideraba su enemigo personal. Alvear lo declaró desertor, pero sin consecuencias.
Dos años más tarde fue enviado a ayudar a Fructuoso Rivera a defender las Misiones Orientales, que acababa de reconquistar. Ambos debieron retirarse a los pocos meses, porque la provincia volvió a manos del Imperio del Brasil por el tratado de paz. Ayudó a Rivera a regresar al Uruguay, junto con la mayor parte de los indios guaranies que quedaban.
A fines de 1828 participó en la revolución unitaria del General Juan Galo de Lavalle contra el gobernador Dorrego. Se dijo que fue uno de los oficiales que aconsejó su fusilamiento a Lavalle, y fue su ministro de guerra.
Tras la caída de Lavalle, a diferencia de los demás oficiales, no se exilió, ya que su fortuna lo ponía a cubierto de los ataques de sus enemigos. Fue también ministro de guerra del gobernador Juan Jose Viamonte. Su presencia en ese gobierno hizo que los partidarios de Rosas desconfiaran de Viamonte, a pesar de haber sido ellos quienes lo colocaron en el gobierno. Durante el segundo gobierno de Viamonte y el de Manuel Vicente Maza, fue comandante general de marina de la provincia.
Durante el gobierno de Rosas no participó en política y se retiró a una estancia. Sin embargo, participó de las habituales manifestaciones de la alta sociedad en apoyo del Restaurador. Su hermano Mariano no tuvo tanta suerte: se vio comprometido en el complot de Ramon Maza para derrocar a Rosas y fue arrestado en 1841. Liberado al poco tiempo, murió ese mismo año; era un año menor que Manuel.
Después de la Batalla de Caseros fue ministro de guerra del gobernador Vicente López y Planes. Organizó la Guardia Nacional; pronto se unió al partido unitario y fue nuevamente ministro de Guerra y Marina del gobierno de Pastor Obligado hasta 1857.
Ese año fue ascendido a General y asumió el mando de la frontera del sur; firmó un tratado con el Cacique Cipriano Catriel. Como el Cacique Cachul, amigo de éste, no reconociera el tratado, hizo una campaña hasta las tolderías, para obligarlo a aceptar la paz.[ ]Este tratado fue una de las causas que lo enfrentaron a Bartolome Mitre.
Abandonó Buenos Aires en 1858 y se trasladó a Parana. Allí fue elegido senador nacional. Participó en la campaña de Cepeda del lado de la Confederacion, aunque logró autorización de Urquiza, para no tomar parte en la batalla.
Después del Pacto de San Jose de Flores pasó definitivamente a retiro. Permaneció en Buenos Aires, donde su primo, el obispo de la ciudad, le aseguró que no sería molestado por su alianza con Urquiza. Quedó ciego hacia 1865. Falleció en Buenos Aires en diciembre de 1871.