GENERAL JOSÉ MARÍA PAZ
El día 22 de octubre de 1854 fallece en Buenos Aires el General José M. Paz. Había nacido en la ciudad de Córdoba el 9 de septiembre de 1791. Estudiaba derecho cuando en 1810 se incorporó a un cuerpo de milicianos. Peleó en las batallas de Las Piedras, Tucumán, Salta, Vilcapugio, Ayohuma, Puesto del Marqués, Venta y Media y La Herradura, siendo ascendido en varias oportunidades por su arrojo y su don de mando. Peleó contra el Imperio del Brasil y en la Batalla de Ituzaingó fue ascendido a General en el campo. En esa campaña también participó en los combates de Camacuá y de Potrero del Padre Filiberto. Vuelto a la Argentina, se incorporó al ejército del General Juan G. de Lavalle. Destinado al interior, sostuvo encuentros contra los caudillos Juan B. Bustos y Juan F. Quiroga en Pilar, La Tablada, Oncativo, Fraile Muerto y Los Calcines. Después de haber vencido a este caudillaje, fue tomado prisionero cerca del Río Primero, Córdoba, mientras hacía un reconocimiento. Estuvo varios años encarcelado en la Aduana de Santa Fe y en el Cabildo de Luján. Al recuperar su libertad emigró a Montevideo el 3 de abril de 1840. Al año siguiente formó un ejército en Corrientes y derrotó en Caaguazú al General Echagüe, invadió Entre Ríos y se apoderó de la ciudad de Paraná. Disuelto su ejército, volvió a Montevideo donde fue nombrado General en Jefe de la ciudad sitiada. Después se trasladó al Brasil, regresando a Buenos Aires después de la caída de Rosas. Fue un gran táctico. Escribió un libro que tituló Memorias, donde narró lo que había visto y hecho, así como lo que sentía y pensaba. Esta obra se convirtió en texto de estudio en varias academias militares por la calidad y detalle de sus consideraciones estratégicas.
En una salida hecha por el coronel Giuseppe Garibaldi, que prestaba servicios en las tropas sitiadas en Montevideo, apresó aun lanchón enemigo a cuyo bordo se encontraron comunicaciones para Oribe con importantes informes de la plaza y que estaban firmadas con el seudónimo de “El Firme”.
Hechas las averiguaciones se comprobó que el infidente era un fuerte comerciante de la ciudad llamado Luis Baena, hombre que gozaba buena posición social.Tomado preso el culpable por la policía, el gobierno se hizo cargar de su persona y el Ministro de Guerra del Uruguay, Coronel Melchor Pacheco y Obes, queriendo aplicar con todo su rigor la ley que regía en esos casos y para evitar la repetición de tan grave delito, lo remitió al General José María Paz con la orden verbal de que lo hiciera pasar por las armas inmediatamente.
-Diga Vd. al señor Ministro – dijo el vencedor de Caá-Guazú al oficialo que había conducido al reo – que soy un General de orden y no un asesino. Hay un tribunal militar encargado de juzgar a esos criminales. Si de la sentencia que este tribunal pronuncie, Baena resulta culpable, lo haré ejecutar al tenor del fallo; pero si no existe tal crimen, pongo a disposición del gobierno dos batallones para que Vds. lo hagan matar.
Llevada la respuesta al Ministro, éste se trasladó furioso al cuartel general e increpó a Paz sus palabras recordandole que, como jefe, debía dar ejemplo de obediencia y respeto al gobierno pues, de otra manera, sólo conseguiría que el desorden y la indisciplina cundieran entre las tropas.
El héroe de Ituzaingó, se irguió con arrogancia y, señalando con su diestra al campo del enemigo, replicó con energía a Pacheco y Obes:
- ¡Allí, señor Ministro, es donde se fusila sin formación de causa!
Vencido el Coronel, reflexionó unos momentos y palmeando a su interlocutor, le dijo sonriente pero con ansiedad:
- De acuerdo, pero júzguele Vd. de una vez General.
El día 22 de octubre de 1854 fallece en Buenos Aires el General José M. Paz. Había nacido en la ciudad de Córdoba el 9 de septiembre de 1791. Estudiaba derecho cuando en 1810 se incorporó a un cuerpo de milicianos. Peleó en las batallas de Las Piedras, Tucumán, Salta, Vilcapugio, Ayohuma, Puesto del Marqués, Venta y Media y La Herradura, siendo ascendido en varias oportunidades por su arrojo y su don de mando. Peleó contra el Imperio del Brasil y en la Batalla de Ituzaingó fue ascendido a General en el campo. En esa campaña también participó en los combates de Camacuá y de Potrero del Padre Filiberto. Vuelto a la Argentina, se incorporó al ejército del General Juan G. de Lavalle. Destinado al interior, sostuvo encuentros contra los caudillos Juan B. Bustos y Juan F. Quiroga en Pilar, La Tablada, Oncativo, Fraile Muerto y Los Calcines. Después de haber vencido a este caudillaje, fue tomado prisionero cerca del Río Primero, Córdoba, mientras hacía un reconocimiento. Estuvo varios años encarcelado en la Aduana de Santa Fe y en el Cabildo de Luján. Al recuperar su libertad emigró a Montevideo el 3 de abril de 1840. Al año siguiente formó un ejército en Corrientes y derrotó en Caaguazú al General Echagüe, invadió Entre Ríos y se apoderó de la ciudad de Paraná. Disuelto su ejército, volvió a Montevideo donde fue nombrado General en Jefe de la ciudad sitiada. Después se trasladó al Brasil, regresando a Buenos Aires después de la caída de Rosas. Fue un gran táctico. Escribió un libro que tituló Memorias, donde narró lo que había visto y hecho, así como lo que sentía y pensaba. Esta obra se convirtió en texto de estudio en varias academias militares por la calidad y detalle de sus consideraciones estratégicas.
En una salida hecha por el coronel Giuseppe Garibaldi, que prestaba servicios en las tropas sitiadas en Montevideo, apresó aun lanchón enemigo a cuyo bordo se encontraron comunicaciones para Oribe con importantes informes de la plaza y que estaban firmadas con el seudónimo de “El Firme”.
Hechas las averiguaciones se comprobó que el infidente era un fuerte comerciante de la ciudad llamado Luis Baena, hombre que gozaba buena posición social.Tomado preso el culpable por la policía, el gobierno se hizo cargar de su persona y el Ministro de Guerra del Uruguay, Coronel Melchor Pacheco y Obes, queriendo aplicar con todo su rigor la ley que regía en esos casos y para evitar la repetición de tan grave delito, lo remitió al General José María Paz con la orden verbal de que lo hiciera pasar por las armas inmediatamente.
-Diga Vd. al señor Ministro – dijo el vencedor de Caá-Guazú al oficialo que había conducido al reo – que soy un General de orden y no un asesino. Hay un tribunal militar encargado de juzgar a esos criminales. Si de la sentencia que este tribunal pronuncie, Baena resulta culpable, lo haré ejecutar al tenor del fallo; pero si no existe tal crimen, pongo a disposición del gobierno dos batallones para que Vds. lo hagan matar.
Llevada la respuesta al Ministro, éste se trasladó furioso al cuartel general e increpó a Paz sus palabras recordandole que, como jefe, debía dar ejemplo de obediencia y respeto al gobierno pues, de otra manera, sólo conseguiría que el desorden y la indisciplina cundieran entre las tropas.
El héroe de Ituzaingó, se irguió con arrogancia y, señalando con su diestra al campo del enemigo, replicó con energía a Pacheco y Obes:
- ¡Allí, señor Ministro, es donde se fusila sin formación de causa!
Vencido el Coronel, reflexionó unos momentos y palmeando a su interlocutor, le dijo sonriente pero con ansiedad:
- De acuerdo, pero júzguele Vd. de una vez General.
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