Héctor Elías Bonzo, quien fuera comandante del crucero General Belgrano durante la Guerra de Malvinas, falleció el pasado 22 de abril a los 76 años.
Bonzo pertenecía a la Armada Argentina desde 1947, cuando ingresó como Cadete del Escalafón Comando General. Como Comandante del General Belgrano, el 2 de mayo de 1982 recibió el ataque con torpedos del submarino HMS Conqueror del Ejército inglés. Los tres torpedos que impactaron en el crucero determinaron su hundimiento con la pérdida de 323 vidas, de los más de 1.000 tripulantes. El fue quien organizó el abandono de la nave. Estaba casado y tenía tres hijas. Totalizó en su vida naval unas 200.000 millas de navegación. Era Licenciado en Sistemas Navales y ejerció el profesorado en nivel terciario. Fue miembro fundador e integrante del Consejo Directivo de la Asociación Amigos del Crucero General Belgrano, institución civil creada en 1987. Bonzo siempre consideró el ataque como una "acción de guerra", pese a que en distintos ámbitos se lo definió como un "crimen". Y se encargó de calificar de "héroes" a los 323 marinos que dejaron su vida en las entrañas del crucero. Tras el conflicto bélico, Bonzo fue nombrado Jefe de Personal Superior de la Armada y más tarde, fue subsecretario General Naval. Con el retorno de la democracia, Bonzo pidió el pase a retiro voluntario, tras 37 años en la Armada. Pero más allá de su jubilación, mantuvo una firme decisión a la hora de mantener en pie el recuerdo de su buque y de sus marineros. Nacido en la Provincia de Buenos Aires, prestó servicios en los Cruceros "La Argentina" y "9 de Julio, en el Buque Escuela Fragata "Libertad", y en el Rompe hielos General San Martín", entre otros. En el curso de su carrera fue distinguido con la Medalla al Mérito Tamandaré, otorgada por el gobierno del Brasil. Bonzo tenía dos libros editados, "1093 Tripulantes" y "323 Héroes del Belgrano". El primero fue escrito por él mismo y editado en 1992 al cumplirse una década de la guerra de Malvinas, reflejando su testimonio en esa gesta y rindiendo homenaje a su dotación y seres queridos."323 Héroes del Belgrano" fue co-escrito y editado en 2001 junto a un grupo de supervivientes del crucero, reflejando éste las imágenes de los caídos en el hundimiento. Italiano en su carácter para la evocación.
Con motivo de conmemorarse un nuevo aniversario del hundimiento del Crucero A.R.A. Gral. Belgrano, he aquí nuestro mas sentido homenaje a su tripulación representada por su Capitán, por ser este ejemplo de valor, honor, humildad y Patriotismo.
El Crucero Gral. Belgrano, por Hector Bonzo.
El protagonismo y testimonio de importantes acontecimientos contemporáneos, como puede ser la campaña del Crucero ARA General Belgrano y su hundimiento, son irremplazables para una correcta y objetiva mirada de la historia. La justeza y concordancia en la narración de los hechos por todos los que fueron directos actores, nos permite arribar a una verdad transparente e irrefutable.
Los acontecimientos que llevaron a 1093 hombres de 17 a 50 años a vivir por la Patria, pero dispuestos a morir en ese empeño, nos muestran un sentimiento y un comportamiento humano de alto valor. De no haber sido así, se hubiera producido una tragedia mucho mayor que la ocurrida.
Conocer el porque del orgullo y la heroicidad de esa dotación, son buenas y objetivas razones para saber más y conocer mejor las trascendentes acciones que se vivieron en esa campaña, que se inscriben dentro de las gestas a destacar en el siglo XX y que dejan una luz no visible con los ojos, pero que se siente como un ejemplo que forma y perdura.
A medida que avanzaron los días de la campaña se fue obteniendo una respuesta tal de la tripulación, que le determinó absoluta confianza en ella Todos tenían profunda motivación y como consecuencia cada uno asumió su propia responsabilidad.
Es que defendían su Patria, su buque, sus familias, sus amigos, sus compatriotas, a ellos mismos... Nada ni nadie pasó a ser intrascendente. Los logros obtenidos en el adiestramiento de guerra, sirvieron para alentar buenas posibilidades en el posible enfrentamiento, el que se acercaba aceleradamente.El sábado 1° de mayo, se vivió como nunca la proximidad del enemigo. Ibamos con rumbo a la fuerza de tareas británica, estacionada al Este de las Islas Malvinas.
Pero una modificación de la situación general, hizo demorar la acción cuando estábamos en franco acercamiento Se nos ordenó permanecer en una estación de espera más al Oeste.
Estábamos en ese tránsito cuando a las 16.01 hs. del domingo 2 de mayo de 1982 , el Crucero fue violentamente sacudido por explosiones de torpedos en su casco, lanzados por un submarino nuclear inglés. Presencia y acción imposibles de contrarrestar. El olor acre que invadió instantáneamente los compartimentos nos hizo lagrimear de dolor y de impotencia y comenzaron los minutos más dramáticos de todo este testimonio
La dotación estaba preparada para el combate. tanto como para la tragedia y a mi me constaba su alta moral y la capacidad para vencer dificultades, valores incomparables en una emergencia.. Y ese momento había llegado. Emergió el siniestro sin arengas o proclamas, sin actitudes académicas, sin improvisaciones o a la espera de un milagro salvador. Solo servirían los hechos producidos por cada uno y los resultados obtenidos.
Con la inclinación de un grado por minuto, sobrevino un silencio total, el cese de todo tipo de fuerza excepto la humana, múltiples incendios, chorros de vapor y petróleo caliente por doquier, inundaciones, inutilidad de los sistemas alternativos, interrupción de las comunicaciones internas y externas y una onda explosiva que atravesó todas las cubiertas dejando en su paso la destrucción de hombres y máquinas. Fue en esos momentos en que se registraron los hechos más maravillosos y heroicos, en que la ayuda mutua se prestó sin importar la edad, el grado o el cargo y en el extremo de dar por esa actitud, hasta su propia vida. Ese cuadro de reacciones llegan a enaltecer la acción del conjunto, en medio de una circunstancia inédita en la historia naval argentina, por la sumatoria de magnitud y gravedad.
Después de comprobar que el buque no tenía salvación y permitir la evacuación de las cubiertas bajas, a los 20 minutos del torpedeamiento decidí dar la VOZ DE ABANDONO. cuando estaba cercana la vuelta campana del Crucero. Los tripulantes debieron arrojarse al mar y ocupar las balsas que los estaban esperando, en medio del temporal, el intenso frío y la tiniebla reinante. Durante ese lapso angustiante, nadie se arrojó al agua ni entró en pánico. No hubo “sálvese quien pueda” en medio de la crisis total. Es posible que todos tuviéramos miedo, pero la virtud estuvo en no demostrarlo. La ayuda sólo fue interrumpida por la muerte, tanto del Crucero como de los hombres.
A 17 hs. el buque se hundió definitivamente y nadie fuera de las balsas quedo con vida. La sensación térmica de 10°C bajo cero y el mar a 0°C fueron extremas condiciones que causaron dentro de las embarcaciones poco habitadas, la muerte por congelamiento de sus tripulantes, por falta de calor humano.La travesía en balsas constituyó un tremendo esfuerzo, una feroz lucha por sobrevivir y una voluntad a toda prueba, que merece un capítulo aparte.
A 13 hs del día siguiente nos encontró un avión Neptune de la Aviación Naval, cuando la fortaleza física estaba llegando al límite. A las tres horas vimos los mástiles de los buques de rescate, efectuándose un salvamento que fue sin duda, el mas difícil y exitoso de la historia de la navegación mundial, dadas las condiciones en que se debió realizar.
En Ushuaia esperaba un gran operativo de recuperación y en ese lugar recién viví la alegría por la recuperación de 770 hombres con vida y la terrible perdida de 323 Héroes.. Nunca dejé de sentir orgullo por mis hombres y así se los hice saber a ellos y a los familiares de nuestros Héroes. Todos merecen mi más fervorosa consideración no solo por haber transitado por esa tragedia, sino por abrazar con vocación, coraje y sacrificio la decisión de un destino que los puso a prueba. ¡Y nada pidieron a cambio!
http://www.fotolog.com/ejercitonacional
Bonzo pertenecía a la Armada Argentina desde 1947, cuando ingresó como Cadete del Escalafón Comando General. Como Comandante del General Belgrano, el 2 de mayo de 1982 recibió el ataque con torpedos del submarino HMS Conqueror del Ejército inglés. Los tres torpedos que impactaron en el crucero determinaron su hundimiento con la pérdida de 323 vidas, de los más de 1.000 tripulantes. El fue quien organizó el abandono de la nave. Estaba casado y tenía tres hijas. Totalizó en su vida naval unas 200.000 millas de navegación. Era Licenciado en Sistemas Navales y ejerció el profesorado en nivel terciario. Fue miembro fundador e integrante del Consejo Directivo de la Asociación Amigos del Crucero General Belgrano, institución civil creada en 1987. Bonzo siempre consideró el ataque como una "acción de guerra", pese a que en distintos ámbitos se lo definió como un "crimen". Y se encargó de calificar de "héroes" a los 323 marinos que dejaron su vida en las entrañas del crucero. Tras el conflicto bélico, Bonzo fue nombrado Jefe de Personal Superior de la Armada y más tarde, fue subsecretario General Naval. Con el retorno de la democracia, Bonzo pidió el pase a retiro voluntario, tras 37 años en la Armada. Pero más allá de su jubilación, mantuvo una firme decisión a la hora de mantener en pie el recuerdo de su buque y de sus marineros. Nacido en la Provincia de Buenos Aires, prestó servicios en los Cruceros "La Argentina" y "9 de Julio, en el Buque Escuela Fragata "Libertad", y en el Rompe hielos General San Martín", entre otros. En el curso de su carrera fue distinguido con la Medalla al Mérito Tamandaré, otorgada por el gobierno del Brasil. Bonzo tenía dos libros editados, "1093 Tripulantes" y "323 Héroes del Belgrano". El primero fue escrito por él mismo y editado en 1992 al cumplirse una década de la guerra de Malvinas, reflejando su testimonio en esa gesta y rindiendo homenaje a su dotación y seres queridos."323 Héroes del Belgrano" fue co-escrito y editado en 2001 junto a un grupo de supervivientes del crucero, reflejando éste las imágenes de los caídos en el hundimiento. Italiano en su carácter para la evocación.
Con motivo de conmemorarse un nuevo aniversario del hundimiento del Crucero A.R.A. Gral. Belgrano, he aquí nuestro mas sentido homenaje a su tripulación representada por su Capitán, por ser este ejemplo de valor, honor, humildad y Patriotismo.
El Crucero Gral. Belgrano, por Hector Bonzo.
El protagonismo y testimonio de importantes acontecimientos contemporáneos, como puede ser la campaña del Crucero ARA General Belgrano y su hundimiento, son irremplazables para una correcta y objetiva mirada de la historia. La justeza y concordancia en la narración de los hechos por todos los que fueron directos actores, nos permite arribar a una verdad transparente e irrefutable.
Los acontecimientos que llevaron a 1093 hombres de 17 a 50 años a vivir por la Patria, pero dispuestos a morir en ese empeño, nos muestran un sentimiento y un comportamiento humano de alto valor. De no haber sido así, se hubiera producido una tragedia mucho mayor que la ocurrida.
Conocer el porque del orgullo y la heroicidad de esa dotación, son buenas y objetivas razones para saber más y conocer mejor las trascendentes acciones que se vivieron en esa campaña, que se inscriben dentro de las gestas a destacar en el siglo XX y que dejan una luz no visible con los ojos, pero que se siente como un ejemplo que forma y perdura.
A medida que avanzaron los días de la campaña se fue obteniendo una respuesta tal de la tripulación, que le determinó absoluta confianza en ella Todos tenían profunda motivación y como consecuencia cada uno asumió su propia responsabilidad.
Es que defendían su Patria, su buque, sus familias, sus amigos, sus compatriotas, a ellos mismos... Nada ni nadie pasó a ser intrascendente. Los logros obtenidos en el adiestramiento de guerra, sirvieron para alentar buenas posibilidades en el posible enfrentamiento, el que se acercaba aceleradamente.El sábado 1° de mayo, se vivió como nunca la proximidad del enemigo. Ibamos con rumbo a la fuerza de tareas británica, estacionada al Este de las Islas Malvinas.
Pero una modificación de la situación general, hizo demorar la acción cuando estábamos en franco acercamiento Se nos ordenó permanecer en una estación de espera más al Oeste.
Estábamos en ese tránsito cuando a las 16.01 hs. del domingo 2 de mayo de 1982 , el Crucero fue violentamente sacudido por explosiones de torpedos en su casco, lanzados por un submarino nuclear inglés. Presencia y acción imposibles de contrarrestar. El olor acre que invadió instantáneamente los compartimentos nos hizo lagrimear de dolor y de impotencia y comenzaron los minutos más dramáticos de todo este testimonio
La dotación estaba preparada para el combate. tanto como para la tragedia y a mi me constaba su alta moral y la capacidad para vencer dificultades, valores incomparables en una emergencia.. Y ese momento había llegado. Emergió el siniestro sin arengas o proclamas, sin actitudes académicas, sin improvisaciones o a la espera de un milagro salvador. Solo servirían los hechos producidos por cada uno y los resultados obtenidos.
Con la inclinación de un grado por minuto, sobrevino un silencio total, el cese de todo tipo de fuerza excepto la humana, múltiples incendios, chorros de vapor y petróleo caliente por doquier, inundaciones, inutilidad de los sistemas alternativos, interrupción de las comunicaciones internas y externas y una onda explosiva que atravesó todas las cubiertas dejando en su paso la destrucción de hombres y máquinas. Fue en esos momentos en que se registraron los hechos más maravillosos y heroicos, en que la ayuda mutua se prestó sin importar la edad, el grado o el cargo y en el extremo de dar por esa actitud, hasta su propia vida. Ese cuadro de reacciones llegan a enaltecer la acción del conjunto, en medio de una circunstancia inédita en la historia naval argentina, por la sumatoria de magnitud y gravedad.
Después de comprobar que el buque no tenía salvación y permitir la evacuación de las cubiertas bajas, a los 20 minutos del torpedeamiento decidí dar la VOZ DE ABANDONO. cuando estaba cercana la vuelta campana del Crucero. Los tripulantes debieron arrojarse al mar y ocupar las balsas que los estaban esperando, en medio del temporal, el intenso frío y la tiniebla reinante. Durante ese lapso angustiante, nadie se arrojó al agua ni entró en pánico. No hubo “sálvese quien pueda” en medio de la crisis total. Es posible que todos tuviéramos miedo, pero la virtud estuvo en no demostrarlo. La ayuda sólo fue interrumpida por la muerte, tanto del Crucero como de los hombres.
A 17 hs. el buque se hundió definitivamente y nadie fuera de las balsas quedo con vida. La sensación térmica de 10°C bajo cero y el mar a 0°C fueron extremas condiciones que causaron dentro de las embarcaciones poco habitadas, la muerte por congelamiento de sus tripulantes, por falta de calor humano.La travesía en balsas constituyó un tremendo esfuerzo, una feroz lucha por sobrevivir y una voluntad a toda prueba, que merece un capítulo aparte.
A 13 hs del día siguiente nos encontró un avión Neptune de la Aviación Naval, cuando la fortaleza física estaba llegando al límite. A las tres horas vimos los mástiles de los buques de rescate, efectuándose un salvamento que fue sin duda, el mas difícil y exitoso de la historia de la navegación mundial, dadas las condiciones en que se debió realizar.
En Ushuaia esperaba un gran operativo de recuperación y en ese lugar recién viví la alegría por la recuperación de 770 hombres con vida y la terrible perdida de 323 Héroes.. Nunca dejé de sentir orgullo por mis hombres y así se los hice saber a ellos y a los familiares de nuestros Héroes. Todos merecen mi más fervorosa consideración no solo por haber transitado por esa tragedia, sino por abrazar con vocación, coraje y sacrificio la decisión de un destino que los puso a prueba. ¡Y nada pidieron a cambio!
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