jueves, 1 de octubre de 2009

ANIVERSARIO DE LA BATALLA DE VILCAPUGIO

En mayo de 1813 las fuerzas patriotas no habían podido avanzar de Jujuy. El 12 de este mes el general Belgrano explicaba al Gobierno que se hallaban desprovistas de armamento, vestuario y cabalgaduras; la infantería “casi sin calzados”. Agregaba: “Apenas se halla aquí el Nº 1 para custodiar el gran armamento que tenemos, el parque y la maestranza, y los hospitales de sangre y enfermedades”.
Superando dificultades, en setiembre los 3.600 hombres que componían el Ejército patrio se movieron hacia la llanura de Vilcapugio, entre Potosí y Cochabamba. El 1º de Octubre allí chocaron con el Ejército Real del Perú, mandado por el general Joaquín de la Pezuela.
Nuevamente Belgrano logró vencer en el centro y en la derecha; mientras en el costado izquierdo se combatía con gran ardimiento. En sus memorias el entonces capitán José María Paz indica: “Nuestra ala derecha y la mayor parte del centro habían triunfado del enemigo que tenían al frente, poniéndolo en completa derrota y tomándole su artillería. El mismo Pezuela dando por perdida la batalla, había fugado hasta Condo-Condo, de donde lo hicieron volver las noticias que le llevaron de su ala derecha”. ¿Qué sucedía allí? Una carta del capitán José María Somalo escrita tres días después explicó: “El señor General tuvo ganada la acción, pues logró con el Nº 6, Cazadores y Pardos, destrozar al enemigo, pero la reserva de éste cargó sobre el Nº 8 y a éste fue a auxiliarlo el Nº 1, que no desplegó bien: de aquí resultó la confusión, con lo que se retiraron a un cerro los nuestros”.

En efecto: el batallón 8 –de nueva creación-, compuesto en su mayor parte por reclutas, se desordenó ante el empuje realista; y al acudir en su apoyo el Regimiento 1 para restablecer el combate, quedó envuelto en su dispersión: vaciló y comenzó a replegarse.
La derecha y el centro acompañaron este movimiento: un funesto toque de “retirada” –que nunca pudo establecerse de dónde partió- hizo que la infantería y la caballería triunfantes retrocedieran, mientras Belgrano intentaba reunir a los dispersos agitando la bandera desde una pequeña elevación. Fueron inútiles sus esfuerzos y se pronunció la derrota, aunque Pezuela no la aprovechó pues no hubo persecución.


La ya citada carta de Somalo refiere: “Según mi cálculo a pesar de lo que hemos padecido no hay cuidado”, “ha sido mucha la dispersión del enemigo”. Pudo salvarse la mitad de la artillería, y el Ejército se retiró a Potosí. Aquí Belgrano procedió a reorganizarlo.

Una revista de sus fuerzas, efectuada en Macha el 30 de octubre, daba un total disponible de 1.883 hombres. Según la misma formaban el Regimiento 1, 10 capitanes, 8 tenientes y 15 subtenientes, 21 sargentos y 34 cabos, 14 tambores y 325 soldados, haciendo un total de 394 efectivos. Similar el Nº 6 con 346 hombres, la escolta 354, y Pardos 196. En la caballería, 211 Dragones y 219 Cazadores. La compañía de Socaba contaba 76 miembros.

Fuente: De Marco, Miguel A. y Ruiz Moreno, Isidoro J. - Patricios de Buenos Aires.


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1 comentario:

Jorge dijo...

Hola: en el artículo sobre la batalla de Pehuajó, se dice que Carlos Keen murió por un disparo al corazón en batalla. Tengo entendido que cayó herido, pero que fallece finalmente en San José de Flores a causa de la fiebre amarilla el día 11/04/1871. Aquí un fragmento de "Cartas sobre la guerra del Paraguay" de Francisco Seeber:

La guardia nacional de Buenos Aires ha tenido
un buen bautismo de sangre, que cuesta algunos
sacrificios lamentables, pero que demuestra que los
soldados de la guardia nacional, una vez foguedos,
podrán ponerse á la altura de los batallones de
línea. Han muerto heroicamente los Mayores Se-
rrano y Márquez, y están mal heridos Miguel Mar-
tínez de Hoz, Carlos Keen y José Antonio Lagos.
Dardo Rocha ha salido ileso y se ha portado bien
al mando del 5°, después de caer Keen, dando car-
gas á la bayoneta, después de agotadas las mu-
niciones.

"...Cuando volvimos al Campamento, ya no podía
tenerme en pie y me metí á la cama, sin probar
bocado. De pronto llegó Juan Cobo á mi carpa y
me invitó á ir á visitar á nuestros amigos Martí-
nez de Hoz y Keen; hice un esfuerzo, subí en an-
cas de su caballo y nos dirigimos al hospital. Mi-
guel Martínez estaba en una ambulancia con dos
grandes heridas..."
".... En seguida pasamos á ver á Keen, á quien
atormentaban los dolores de su herida, sin articu-
lar una sola palabra. Sería una desgracia que per-
diéramos á un hombre de tanta importancia; tú
que le conoces sabes que es un hombre de primera
fila de nuestra generación: ilustrado, con mucho
talento, enérgico, modesto y de carácter inquebrantable, está destinado á figurar de una manera
prominente en los destinos del país. No obstante
el estado grave en que se encontraba, pudo pre-
guntarme que es lo que lo tenía, pues me encon-
traba muy demudado..."