lunes, 31 de enero de 2011

ANIVERSARIO DE LA MUERTE DEL CORONEL RUFINO ZADO RODRÍGUEZ


Nació en la provincia de Salta en el año 1792. Muy joven, en 1812, abandonó la carrera de las letras que había abrazado y se trasladó a Buenos Aires para incorporarse en el Regimiento de Granaderos a Caballo, en calidad de soldado raso.
Su primer campaña fue en el sitio de Montevideo, a donde marchó en mayo de 1813, en uno de los escuadrones de Granaderos, bajo el mando del comandante José Matías Zapiola, recibiendo su bautismo de fuego al pie de las murallas de aquella plaza. Perteneció a los que entraron vencedores en aquella ciudad, el 23 de junio del año 1814.
Tomó parte en la campaña llevada a cabo contra Artigas, hallándose en numerosos encuentros, en los que acreditó entre sus compañeros su arrojo e inteligencia, mereciendo sucesivamente los grados de cabo, sargento y alférez, este último con fecha 20 de noviembre de 1816.
En aquel entonces se organizaba en Mendoza el Ejército de los Andes, destinado a la empresa de libertar a Chile del yugo español. Allí se congregaron los cuatro escuadrones de Granaderos a Caballo, esto es, los dos que se encontraban en la Banda Oriental y los dos que estaban en el Ejército del Alto Perú. El alférez Zado marchó con ellos a aquel destino, a formar parte de las legiones del general San Martín.
En los dos años que Zado estuvo en el campamento del Plumerillo, perteneció a la compañía del teniente Juan Lavalle.
El 17 de enero de 1817 rompía la marcha el Ejército de los Andes, para atravesar la majestuosa cordillera, en cuya tarea se suceden algunos encuentros con los destacamentos españoles. Traspuesta aquella cadena montañosa, el 12 de febrero las armas de la Patria se coronaban de laureles en la Cuesta de Chacabuco. En esta batalla Lavalle y Zado, al frente de la 2ª Compañía del 4º Escuadrón, cargaron y acuchillaron a todo un batallón de infantería realista, persiguiéndolo hasta el centro de las fuerzas enemigas.
El alférez Zado formó parte de la división de las tres armas que a las órdenes del coronel Juan Gregorio de Las Heras marchó a combatir a los españoles al sur de Chile. Se halló en las acciones de Curapaligüe, el 4 de abril y del Cerrito del Gavilán, el 5 de mayo. A mediados de este mes, el general O’Higgins, que había asumido el comando de las fuerzas que operaban en las proximidades de Talcahuano, destacó de las fuerzas a sus órdenes una división volante de 300 hombres al mando del teniente coronel Ramón Freire, con la misión de ocupar la línea de fuertes de Arauco. En este destacamento marchó el alférez Zado, al frente de 50 granaderos escogidos. En el paso del río Carampangue se produce el ataque y rendición de las fortalezas de Santa Juana de los Angeles y Nacimiento. Zado hizo prodigios de valor a la cabeza de sus valientes Granaderos, siendo uno de los oficiales que más contribuyeron a la destrucción de los realistas en el sur de Chile. Tomo parte en una serie de encuentros que se produjeron en los alrededores de la plaza de Talcahuano, especialmente los días 7 de junio, en el camino de Penco a Concepción; el 2 de julio en las afueras de las murallas de Talcahuano, bajo el mando superior del coronel Las Heras; el día 5 de este mes, a las órdenes de Lavalle, en un combate contra un pelotón realista, al que derrotaron y quitaron los materiales que conducían; el 22 del mismo en la ofensiva contra la defensa de la plaza; en los combates de Arauco y Tubul, el 12 y el 25 de setiembre. Pero de todos estos encuentros, en el que más se distinguió el alférez Zado, fue en la recuperación de Arauco, mereciendo en el parte del comandante Freire, sobre el combate del 8 de julio, figurar en la forma siguiente:
“Tengo el honor…. a V.E. como hoy a las 6 de la mañana sorprendí al enemigo pasando con el piquete de Granaderos a Caballo al mando del teniente D. José María Boyl, y alguna infantería, a la grupa, por el vado mismo por donde él tenía sus trincheras a orillas del Carampangue. A pesar del vivo fuego de fusil y cañón que empezó a hacer desde ellas, les cargó sable en mano con la mayor bizarría dicho teniente hasta el extremo de desalojarlos, y tomarles las baterías, tanto que por su intrepidez lo hirieron gravemente con tres soldados más. La primera Compañía de la División de mi mando con su capitán, D. Francisco Xavier Molina, sostuvo el fuego, en tanto que los Granaderos cargaban y hasta que se reunieron las Compañías 2ª y 3ª al mando de sus comandantes Rencoret y Tenorio, que por mi orden habían quedado a la banda del Norte, haciendo fuego para proteger el tránsito de la demás tropa. La acción fue entonces más animada; por la gravedad de las heridas de Boyl, siguieron la carga con igual valentía el teniente D. Pedro Ramos y el alférez D. Rufino Zado del mismo Regimiento de Granaderos, hasta destrozar al enemigo y perderlos en los caminos extraviados que van hacia Valdivia. Se nos unieron entonces 48 hombres de los que se le dispersaron a Cienfuegos, que muchos días ha se hallaban ocultos en el monte. Constaba la fuerza enemiga de 40 a 50 fusileros e innumerables indios armados de lanza”.
Se halló en el memorable asalto de Talcahuano, en la madrugada del 6 de diciembre de 1817, acción en la que fue derribado su caballo por un casco de metralla, distinguiéndose al lado de su compañero de proezas, el capitán Lavalle. Reconcentrado el Ejército Unido en Chimbarongo, el 12 de marzo de 1818, Zado se halló en la sorpresa de Cancha Rayada, donde conjuntamente con Lavalle, lograron sacar intacta su compañía de Granaderos, la que se incorporó al día siguiente a la división del coronel Las Heras, salvada del desastre.
En los llanos de Maipo, los Granaderos a Caballo hicieron prodigios y a la compañía que mandaba el capitán Lavalle, de la que formaba parte Zado, correspondió el honor de tomar prisionero al coronel Morgado, uno de los jefes más distinguidos del ejército español, el que quiso entregar su espada al teniente Zado, que por ser de más edad que Lavalle, creyó ser el jefe; pero aquél le indicó que tal honor correspondía a su superior jerárquico. Por su actuación, el general San Martín lo propuso para teniente graduado, lo que se le otorgó con fecha 13 de mayo de 1818, pero con antigüedad del 15 de abril. El 14 de diciembre del mismo año obtenía su baja y absoluta separación del servicio, pasando a prestar servicios al ejército de Chile. El 16 de julio del mismo año había obtenido la efectividad de teniente de Granaderos a Caballo. A las órdenes del general Balcarce actuó en el sur de Chile y se halló en la batalla de Bío-Bío, en enero de 1819.
No compartió con Lavalle la lucha de la independencia del Perú, pues Zado marchó con el 4º Escuadrón de Granaderos a la frontera, en calidad de capitán, cuando el resto del famoso cuerpo se dirigió al Norte. En los años sucesivos, Zado figuró siempre en primera línea al lado del esforzado general Ramón Freire, hasta que elevado al rango de comandante, dirigió 500 hombres de caballería cuando en 1824 los patriotas iban a terminar por fin la cruzada emancipadora, despedazando en los alrededores de la ciudad de Talca a los últimos realistas que aún pisaban el territorio de los araucanos.
En esta acción, el comandante Zado tuvo su caballo derribado por el plomo enemigo en lo más recio del combate, quedando tendido en medio de las infanterías realistas, dislocada su columna vertebral y su cuerpo horrorosamente mutilado.
Pocas horas después fue recogido por sus compañeros vencedores y saludado coronel sobre el campo de batalla. Con posterioridad, durante el gobierno de Rosas, por Orden Superior se dispuso su alta en la Plana Mayor Activa del Ejército de la Provincia de Buenos Aires en las listas de diciembre de 1841 con anterioridad al 27 de diciembre de 1840, en las que revistó durante el resto del gobierno rosista.
Largos años estuvo radicado en el pueblo de San Fernando, en Chile. Posteriormente pasó a Buenos Aires, donde solicitó el 19 de noviembre de 1857 pasar al Cuerpo de Inválidos, lo que le fue concedido el 22 de enero de 1858 con medio sueldo de teniente coronel. Aquí le sorprendió la muerte el 31 de enero de 1871. Fue alcalde, juez de paz y comandante del Batallón Cívico de San Fernando.
El 19 de noviembre de 1857 revistaba como coronel graduado de infantería de línea en el Ejército de la Provincia de Buenos Aires, en la Plana Mayor Inactiva. El 3 de noviembre de 1868 fue reconocido como “Guerrero de la Independencia”, en cumplimiento a la ley del 24 de setiembre de aquel año. En 1818 había contraído enlace en San Fernando (Chile) con Ana Josefa Munita, hija de Martín José de Munita y de María Manuela Quesada; la que falleció el 8 de marzo de 1853, en aquel pueblo.
Fuentes: www. revisionistas.com.ar / Yaben, Jacinto R. – Biografías argentinas y sudamericanas – Buenos Aires (1939).


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