Luego de la reunión con Martín Rodríguez, Pezuela permaneció inactivo a la espera de ver cómo evolucionaba la situación. En general, la tregua le posibilitaría traer refuerzos y lograr que algunas de sus unidades empeñadas en misiones secundarias pusiera término a las mismas. Olañeta siguió en Yaví, manteniendo en observación a 300 hombres de caballería en Puesto del Marqués En conocimiento Rondeau, por una comunicación de Pezuela de la liberación de Rodríguez, se adelantó desde Humahuaca para recibirlo. Tal cosa sucedió el 10 a la mañana, a un cuarto de legua al Norte de la población. Cambiados los saludos de estilo, Rondeau recriminó a su subordinado por los acuerdos que hizo con el jefe realista sin consultarlo, argumentando Rodríguez que estaba dentro de la política del gobierno central, lo cual era exacto. Llegados al alojamiento Rondeau llamó a una reunión de comandos, donde descartó toda negociación de paz y pidiendo, por el contrario, se analizaran las posibilidades para un ataque inmediato. En esta reunión se hallaba, entre otros jefes, Martín Güemes, que discutió violentamente con Hilarión de la Quintana sobre la forma de conducir las operaciones, lo que derivó en una toma de posiciones por parte de los comandos presentes. Como resultado de esta verdadera “Junta de Guerra” se decidió avanzar hacia el Norte, previo un ataque por sorpresa a las unidades españolas que ocupaban Puesto del Marqués, fijando al amanecer del día siguiente para la iniciación de la acción. Para ello se organizó una fuerza compuesta por: el Batallón de Infantería (Cazadores) a las órdenes de Rudecindo Alvarado, la Caballería (granaderos y dragones) y unos milicianos de Güemes en número de 600 jinetes, todos bajo la supervisión del coronel Francisco Fernández de la Cruz. Existen diversas versiones de cómo se desarrolló el ataque al Puesto, una de ellas menciona que fue obra de todas las fuerzas, y otra que sólo participaron en el combate las milicias salteñas, que sin otra intervención decidieron favorablemente la acción. Por razones comprensibles recordaremos sólo dos de ellas; la de Dámaso Uriburu y la del general Paz. Alistado el contingente, marchó aprovechando la oscuridad para velar el movimiento y obtener la sorpresa. Los “gauchos salteños” conocedores de la región, con Güemes a la cabeza guiaron a la columna, siguiéndolos los “granaderos y dragones”, que llevaban en sus grupas a los infantes del Batallón de Cazadores. Dámaso Uriburu reconstruyó el episodio del siguiente modo: Güemes, que iba a la vanguardia de la agrupación se adelantó imprudentemente, y ya sea llevado por su temperamento vehemente o por la poca confianza que le merecían las tropas regulares que lo acompañaban, se lanzó por propia decisión al ataque sin esperar órdenes, convencido de que con sus gauchos resolvería el problema. Para el combate fraccionó sus huestes en dos mitades: una bajo el mando del comandante Luis Burela para caer por la retaguardia y la otra a su cargo para el asalto desde el Sur. La operación fue rápida y los gauchos saltando pircas y entre pedregales acometieron a los realistas, consumando una despiadada carnicería. Quedaron en el terreno 4 oficiales y 105 soldados y prisioneros, todo el armamento, equipaje y municiones, salvándose el comandante Antonio Vigil, un capitán y 12 soldados que pudieron escapar hacia Cangrejos. La versión del general Paz es parecida en cuanto a los resultados, pero de ninguna manera adjudica a Güemes la paternidad del triunfo. El ataque, según Paz, fue ejecutado por la infantería –los cazadores- encuadrados entre los granaderos y los dragones, citando muy al pasar la presencia de Güemes. De acuerdo con este relato, que coincide con el del general español García Camba, quedaron en el campo de combate 157 realistas entre muertos y heridos, esparcidos a lo largo de unas tres leguas entre el Puesto del Marqués y Cangrejos. El descalabro sufrido por Vigil produjo una considerable alarma en el Cuartel General de Pezuela en Cotagaita, que lo obligó a efectuar un movimiento retrógrado para situarse en Challapata. A partir del 21 de abril, el Ejército Español marchó por el camino del Despoblado, atravesando la nevada cordillera del Fraile hasta alcanzar su objetivo. En el nuevo dispositivo vigilaba la transitada ruta a Potosí y cubría los accesos a las provincias de Cochabamba, Oruro y La Paz. Además, con el fin de reunir la mayor cantidad de fuerzas, retiró las guarniciones de Potosí, Chuquisaca y Oruro y dispuso que se le incorporara la División que había puesto término a la insurrección de Pumakahua. Una de las consecuencias inmediatas del combate de Puesto del Marqués, fue el retiro de Güemes del Ejército. Las causas que dieron origen a esta actitud no aparecen explícitas, pero probablemente se hayan derivado de sus continuos disentimientos con Rondeau y de su preocupación por la situación política imperante en su provincia. El historiador salteño Atilio Cornejo expresó sobre este particular: “Influyeron en el ánimo de Güemes para tomar esta actitud, las razones siguientes: 1) La misión secreta del coronel Vázquez ante Pezuela; 2) Las sospechas respecto de algunos jefes del Ejército; 3) El estado deplorable en que se encontraba el Ejército y su inacción; 4) La falta de energía de Rondeau para con los oficiales insubordinados; 5) La situación política de Salta después de la segregación de Tucumán”. El coronel Vázquez que menciona Cornejo, era un jefe adicto a Alvear, que llegó al Norte para asumir el mando de la unidad más fuerte del Ejército, el Regimiento Nº 1 de Infantería (Patricios) a cargo hasta entonces del teniente coronel Carlos Forest. Posiblemente traía una misión de Alvear para cumplir ante Pezuela que, al trascender, provocó su relevo y que se dijese de él “que había insultado el decoro y heroicidad del ejército…”. Los acontecimientos políticos que se vivieron en Buenos Aires durante los últimos meses descolocando a Alvear y a sus amigos, permitieron a Rondeau efectuar una serie de cambios en los comandos de las unidades facilitando el desplazamiento de los elementos adictos a aquella fracción. El Regimiento Nº 2 de Infantería que, en forma honoraria mandaba Alvear, fue disuelto y su tropa agregada al Nº 9 del coronel Pagola, decidido partidario de Rondeau; el Batallón de Cazadores fue entregado al coronel Zelaya; el Nº 1 quedó en manos de Carlos Forest ascendido por Alvarez Thomas a coronel; el Nº 6, en las del comandante Zelada; el Nº 7, que mandaba Luzuriaga –partidario de Alvear- quedó a las órdenes del comandante Vidal; y los granaderos y dragones bajo la dirección del comandante Juan Manuel Rojas y del coronel Martín Rodríguez, respectivamente. En su marcha hacia el Norte, que en ningún momento se vio perturbada por el enemigo, el Ejército Auxiliar del Norte alcanzó La Quiaca, desde donde se adelantó a la caballería. En Moraya se vivaqueó dos días con el fin de que se recuperaran algunos enfermos. Para entonces –mes de mayo- las temperaturas eran muy bajas, sobre todo durante las noches, lo que afectaba en especial a la tropa dificultando sus desplazamientos. Tupiza fue el siguiente lugar abordado por el Ejército. Allí se recibió la información de que los españoles habían evacuado Potosí. Ello hizo que Rondeau dispusiera el adelanto de un destacamento comandado por el coronel Fernández de la Cruz, formado por un batallón de infantería y la caballería con la misión de apoderarse de Potosí y esperar la llegada del grueso de las fuerzas. Logrado el objetivo, las tropas de Fernández de la Cruz, demostrando absoluta falta de disciplina, cometieron toda clase de desmanes, sorprendiendo a la población que los había recibido con enorme alegría.
Fuente: Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado / Serrano, Mario Arturo – Arequito, ¿Por qué se sublevó el Ejército del Norte? – Círculo Militar – Buenos Aires (1996) / www. revisionistas.com.ar
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