El Regimiento de Granaderos a Caballo ha sido el cuerpo que formo en sus filas al mayor número de Generales, y de el salieron cientos de oficiales y suboficiales que dieron muchas horas de gloria a la Patria.
Su historia es una áurea cadena de hechos heroicos que hablan por si solos del espíritu que animo a sus componentes, fieles reflejos del ilustre Jefe que hizo de cada uno de sus hombres, un bravo digno de ser moldeado en bronce.
No hablemos de la brillante oficialidad, cuyos nombres son un toque de clarín en cada una de las etapas de nuestra nacionalidad. Hablemos de su tropa, cuyos miembros eran elegidos uno por uno y de la cual salieron estupendos Coroneles como José Félix Bogado, Rufino Zado, Carlos Baunes, Rufino Martínez o Paulino Rojas, y un Teniente General de la talla de D. Juan Esteban Pedernera.
La honrosa anécdota que vamos a relatar, pertenece a un modesto sargento que se llamo Maximiliano Toro.
En las postrimerías de la batalla de Chacabuco, librada el 12 de febrero de 1817, e iniciada la tenaz persecución de los vencidos realistas, el Sargento Toro capturo a un oficial español que le ofreció un bolsillo lleno, cuyo contenido no era menos de sesenta onzas de oro, en pago de su libertad. Sonrió el valiente con ironía y devolviéndoselo cortésmente, le dijo con arrogancia:- Señor, yo no necesito oro, he venido a cumplir con mi deber, de manera que me lo llevo prisionero, y ya sabe para otra vez, los argentinos no nos vendemos, porque no tenemos precio.
Fuente: “Anecdotario Histórico Militar” de Juan Román Sylveira. Ediciones Argentinas Brunetti.
Su historia es una áurea cadena de hechos heroicos que hablan por si solos del espíritu que animo a sus componentes, fieles reflejos del ilustre Jefe que hizo de cada uno de sus hombres, un bravo digno de ser moldeado en bronce.
No hablemos de la brillante oficialidad, cuyos nombres son un toque de clarín en cada una de las etapas de nuestra nacionalidad. Hablemos de su tropa, cuyos miembros eran elegidos uno por uno y de la cual salieron estupendos Coroneles como José Félix Bogado, Rufino Zado, Carlos Baunes, Rufino Martínez o Paulino Rojas, y un Teniente General de la talla de D. Juan Esteban Pedernera.
La honrosa anécdota que vamos a relatar, pertenece a un modesto sargento que se llamo Maximiliano Toro.
En las postrimerías de la batalla de Chacabuco, librada el 12 de febrero de 1817, e iniciada la tenaz persecución de los vencidos realistas, el Sargento Toro capturo a un oficial español que le ofreció un bolsillo lleno, cuyo contenido no era menos de sesenta onzas de oro, en pago de su libertad. Sonrió el valiente con ironía y devolviéndoselo cortésmente, le dijo con arrogancia:- Señor, yo no necesito oro, he venido a cumplir con mi deber, de manera que me lo llevo prisionero, y ya sabe para otra vez, los argentinos no nos vendemos, porque no tenemos precio.
Fuente: “Anecdotario Histórico Militar” de Juan Román Sylveira. Ediciones Argentinas Brunetti.
1 comentario:
No solos lso nombrados salieron del RGC, tambien lo hicieron hombres como el Grl. Juan Galo de Lavalle, y muchos otros, que recibieron la formación sanmartiniana directamente del padre de la patria
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