El 30 de julio de 1868 se produce un combate cuerpo a cuerpo entre tropas argentinas y paraguayas en Laguna Vera, Paraguay. Las fuerzas paraguayas fueron aniquiladas.
Frente a Humaitá, el río forma una gran península baja y anegadiza, cortada por la Laguna Verá, que desde poca distancia del río se extiende hasta cerca del arroyo Timbó.
El punto de desembarco de los evacuados estaba al norte de Humaita, en la llamada Isla Poí, siendo en realidad una lengua de tierra montuosa que se interna en Laguna Verá. La primera disposición de Martínez fue cruzar al otro lado de la laguna a mujeres, niños y enfermos, en embarcaciones y a través de un canal abierto ex profeso. En principio no hubo dificultades, pero advertido el movimiento por los aliados, el general Rivas, con elementos que disponía más 14 batallones de infantería y 2 batería de artillería que le envió Caxias, mandó extender un cerco infranqueable frente a los paraguayos, contando además con una escuadrilla de botes y canoas, cuatro e ellos artillados en la proa, haciendo imposible el paso hacia Timbó.
Acosados por el hambre y el continuo bombardeo aliado, que en una semana arrojó 10.000 bombas, la situación de los paraguayos no podía ser peor. Ni bien oscurecía, los paraguayos avanzaban embarcados, y a poco andar se topaban con las canoas aliadas, produciéndose desesperados combates en las sombras de la noche, amaneciendo el día la laguna teñida de sangre. La última tentativa tuvo lugar el 30 de julio, en que unas 400 personas, entre ellas mujeres y niños, intentaron abrirse paso a través del cerco infranqueable. Las canoas quedaron llenas de muertos, y los aliados no pudieron soportar el espanto de la escena:
“Al traer las canoas al puerto –le escribe Gelly y Obes a Mitre- fue cuando todos quedaron espantados de lo que veían pues que al remover los cuerpos, para saber si había heridos, se encontraron con varias mujeres muertas, que venían con camiseta de soldado, y con éstas varias criaturas, también muertas”.
El mismo Obes dice que, con motivo del combate, fue a verlo a Rivas y “lo encontré todavía afectado por el espantoso cuadro que había presenciado”
Quedaban aún en Isla-Poi, 1.800 paraguayos permanentemente bombardeados y diezmados por el hambre, muriendo algunos de inanición ante el agotamiento completo de provisiones.
Conmovido por la situación, envía Rivas parlamentarios en tres oportunidades con proposiciones de capitulación, que son sucesivamente rechazadas por Martínez. Intervienen inclusive religiosos, que portando una cruz llegaron hasta los sitiados, hasta que finalmente Martínez acepta conferenciar con la condición de que los paraguayos no sean incorporados al ejército aliado y obligados a pelear contra su Patria, como había sucedido en el transcurso de la guerra. No solo a esto accedió Rivas, sino que además prometió que los jefes y oficiales conservarían sus espadas.
Según el parte de Rivas, cayeron en su poder 4 jefes, 95 oficiales, 300 heridos y enfermos, y 900 soldados.
Pocos días después, el general Bernardino Caballero recibe la órden de evacuar Timbó, trasladando a Monte Lindo la artillería, y pasando de aquí a incorporarse al ejército, detrás del Tebicuary.
Fuentes: Juan E. O’Leary – Historia de la guerra de la Triple Alianza. / La Gazeta Federal.
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