Padre de la Antártida
Casi centenario, el General Pujato dejó este mundo con la impronta de los grandes hombres de nuestra Patria. Dedicó gran parte de ese siglo a conocer y amar el Continente Blanco y sus confines. Con un grupo de pioneros, se adentró en las heladas tierras antárticas para afirmar la bandera celeste y blanca y los derechos soberanos de nuestro país sobre esos hielos eternos.
En 1949, el entonces coronel Hernán Pujato presentó al gobierno un detallado plan de acción para instalar bases científicas y poblacionales en la Antártida. Y además, los esbozos para crear un instituto científico destinado a esas tareas. No era un improvisado. Experto montañista y esquiador militar, cuando se desempeñó como agregado militar en Bolivia tuvo tiempo para empaparse sobre los planes de reconocimiento de las tierras del continente blanco aledañas a nuestro país. En ese sentido, el capitán Alberto Oddera, siete años antes, había dado el puntapié inicial con una expedición a esas latitudes extremas. Le siguieron otras. Sin embargo, los datos eran escasos sobre sus aspectos biológicos y geológicos y ni que decir de la cartografía. Por eso, la vehemencia de Pujato despertó el interés oficial en el proyecto y se lo destinó a los Estados Unidos y Groenlandia para experimentar en climas rigurosos.
La epopeya en marcha
Ya de regreso y con el visto bueno del presidente Juan Domingo Perón, comenzó a preparar la primera expedición científica a la Antártida continental argentina. La orden era sencilla: “penetrar costas adentro del continente blanco relevando su topografía hasta el polo, establecer bases, refugios y una población permanente”. El 12 de febrero de 1951 y a bordo del transporte patagónico Santa Micaela, propiedad de la familia Pérez Companc, al mando del capitán Santiago Farrell, Pujato y sus hombres zarparon desde el puerto de Buenos Aires para concretar su sueño blanco. El 21 de marzo, en Bahía Margarita, construyeron la base San Martín, primer asentamiento humano al sur del círculo polar antártico y primera base científica argentina. En trineo y cargados de equipos, recorrieron la zona registrando todo tipo de informaciones. El 29, iniciaron comunicaciones aéreas con el destacamento naval Melchior y en diciembre, las concretaron con el continente. Ese mismo año, Pujato fue ascendido a general de brigada y nombrado titular del Instituto Antártico Argentino, creado el 17 de abril de ese mismo año, sobre el que insistió, “no dependiese del las autoridades militares sino del ministerio de Asuntos Técnicos porque la tarea principal de las bases antárticas es la investigación”.
Labor titánica
A partir de entonces, las expediciones en trineo y vehículos de distintos tipo no se detuvieron. En 1954, pese a los informes desfavorables, promovió la compra de un rompehielos en Alemania, el ARA San Martín. El 20 de diciembre, en el debut de la nave, Pujato y sus hombres se hicieron a la mar para instalar la base antártica Belgrano. El 18 de enero de 1955, tras alcanzar la costa sur del Mar de Weddell, la fundaron en ese momento, como la más austral del mundo. Las tareas de exploración se llevaron a cabo por tierra y por aire, con dos monoplazas que alcanzaron los 83º 10' de latitud sur. El mismo piloteó muchos de los vuelos de reconocimiento.
Con el pase a retiro, permaneció activo en organismos internacionales y en 1967, en su honor se nombró como Cerro Pujato a la cumbre ubicada en 82°40′S 42°57′O / -82.667, -42.95. En 1981, al cumplirse 30 años del Ejército en la Antártida, se le entregó la Medalla del Ejército Argentino. El 26 de octubre de 1983, el Comandante en Jefe del Ejército lo designó Comandante Honorario del Comando Antártico del Ejército, por su prestigiosa carrera militar y su permanente preocupación por la actividad antártica Argentina. Había nacido el 5 de junio de 1904, en Diamante, Entre Ríos y murió, en Buenos Aires, el 7 de septiembre de 2003, a los 99 años.
Fuente: Texto Lauo Noro / Soldados Diario Digital 2012.
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Casi centenario, el General Pujato dejó este mundo con la impronta de los grandes hombres de nuestra Patria. Dedicó gran parte de ese siglo a conocer y amar el Continente Blanco y sus confines. Con un grupo de pioneros, se adentró en las heladas tierras antárticas para afirmar la bandera celeste y blanca y los derechos soberanos de nuestro país sobre esos hielos eternos.
En 1949, el entonces coronel Hernán Pujato presentó al gobierno un detallado plan de acción para instalar bases científicas y poblacionales en la Antártida. Y además, los esbozos para crear un instituto científico destinado a esas tareas. No era un improvisado. Experto montañista y esquiador militar, cuando se desempeñó como agregado militar en Bolivia tuvo tiempo para empaparse sobre los planes de reconocimiento de las tierras del continente blanco aledañas a nuestro país. En ese sentido, el capitán Alberto Oddera, siete años antes, había dado el puntapié inicial con una expedición a esas latitudes extremas. Le siguieron otras. Sin embargo, los datos eran escasos sobre sus aspectos biológicos y geológicos y ni que decir de la cartografía. Por eso, la vehemencia de Pujato despertó el interés oficial en el proyecto y se lo destinó a los Estados Unidos y Groenlandia para experimentar en climas rigurosos.
La epopeya en marcha
Ya de regreso y con el visto bueno del presidente Juan Domingo Perón, comenzó a preparar la primera expedición científica a la Antártida continental argentina. La orden era sencilla: “penetrar costas adentro del continente blanco relevando su topografía hasta el polo, establecer bases, refugios y una población permanente”. El 12 de febrero de 1951 y a bordo del transporte patagónico Santa Micaela, propiedad de la familia Pérez Companc, al mando del capitán Santiago Farrell, Pujato y sus hombres zarparon desde el puerto de Buenos Aires para concretar su sueño blanco. El 21 de marzo, en Bahía Margarita, construyeron la base San Martín, primer asentamiento humano al sur del círculo polar antártico y primera base científica argentina. En trineo y cargados de equipos, recorrieron la zona registrando todo tipo de informaciones. El 29, iniciaron comunicaciones aéreas con el destacamento naval Melchior y en diciembre, las concretaron con el continente. Ese mismo año, Pujato fue ascendido a general de brigada y nombrado titular del Instituto Antártico Argentino, creado el 17 de abril de ese mismo año, sobre el que insistió, “no dependiese del las autoridades militares sino del ministerio de Asuntos Técnicos porque la tarea principal de las bases antárticas es la investigación”.
Labor titánica
A partir de entonces, las expediciones en trineo y vehículos de distintos tipo no se detuvieron. En 1954, pese a los informes desfavorables, promovió la compra de un rompehielos en Alemania, el ARA San Martín. El 20 de diciembre, en el debut de la nave, Pujato y sus hombres se hicieron a la mar para instalar la base antártica Belgrano. El 18 de enero de 1955, tras alcanzar la costa sur del Mar de Weddell, la fundaron en ese momento, como la más austral del mundo. Las tareas de exploración se llevaron a cabo por tierra y por aire, con dos monoplazas que alcanzaron los 83º 10' de latitud sur. El mismo piloteó muchos de los vuelos de reconocimiento.
Con el pase a retiro, permaneció activo en organismos internacionales y en 1967, en su honor se nombró como Cerro Pujato a la cumbre ubicada en 82°40′S 42°57′O / -82.667, -42.95. En 1981, al cumplirse 30 años del Ejército en la Antártida, se le entregó la Medalla del Ejército Argentino. El 26 de octubre de 1983, el Comandante en Jefe del Ejército lo designó Comandante Honorario del Comando Antártico del Ejército, por su prestigiosa carrera militar y su permanente preocupación por la actividad antártica Argentina. Había nacido el 5 de junio de 1904, en Diamante, Entre Ríos y murió, en Buenos Aires, el 7 de septiembre de 2003, a los 99 años.
Fuente: Texto Lauo Noro / Soldados Diario Digital 2012.
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