domingo, 5 de noviembre de 2017

EL ORIGEN DEL NOMBRE DE NUESTRAS UNIDADES

Todos los que hemos revistado en el Ejército en cualquiera de sus Comandos, Institutos, Organismos, Unidades y Subunidades Independientes, muchas veces hemos pronunciado su nombre, para referirnos a ellas, saludando a su personal, arengándolo o simplemente, hablando de “nuestro” elemento, mencionando su nombre: Brigada, Regimiento, Batallón, Compañía, Escuadrón, Batería, etc. La mayoría lo hacemos desconociendo el origen de estos nombres. Veamos algunos de ellos:
Tal vez, el más antiguo sea el de “Compañía”. Su etimología es hispana, siendo su más primitiva acepción, la de “Compaña”. Proviene de los rincones más antiguos de la Edad Media y se refiere a la simple reunión, agregación o grupo elemental de “compañeros” de las primitivas huestes temporales de aquellos tiempos. La ancestral costumbre de estos “compañeros” o integrantes de las “compañas”, de identificarse con una divisa o bandera, llevó a que en los tiempos del Renacimiento, Compaña y Bandera, fueran sinónimos.
La Compaña o Bandera, tuvo por jefe al Capitán (voz derivada del latín Caput = Cabeza), con lo que la Compañía pasó también a ser llamada Capitanía. La reunión de varias Compañías, formó una “Colunela” o Columna, elemento equivalente en nuestros días, a un Batallón. Su nombre proviene también del latín (colonna), por pretender asemejar la solidez y cohesión de esta organización humana a la que tiene en arquitectura, la estructura que sostiene o es base de otra mayor. Estaba al mando de un Colunello, más tarde, Cabo de Colunela, (mismo origen del vocablo capitán = Caput = Cabeza) y del que, andando el tiempo, derivaría el cargo de Coronel y con él, el de Coronelía.
Las colunelas no eran cuerpos estables, como tampoco lo eran las compañías, ya que solamente se reunían en tiempos de guerra, para llevar a cabo una campaña. Asimismo, no era fijo el número de compañeros integrantes de una compañía ni el de compañías que formaban una columna o colunela, por lo que en ocasiones, estas organizaciones podían oscilar entre los ochocientos y los mil quinientos o dos mil hombres.
Cuando el número de hombres reunidos, superaba al que en forma práctica podía conducirse, se organizaba más de una coronelía, organización que se ponía a órdenes de un Coronel General, ya que asumía el mando de la generalidad (o totalidad) de las coronelías.
Con el tiempo, al tomar estado permanente, las organizaciones militares se fueron regularizando, los efectivos de las colunelas normalizándose en 3.000 hombres. Este número, muy probablemente, haya determinado el origen del nombre en el que derivaría el de Colunela o Columna: el Tercio. Esta organización, que se haría famosa con el tiempo en las ordenanzas españolas, perduró prácticamente hasta finales del siglo XVIII y principios del siguiente.
Su fama devendría de la forma en que se marcarían, rigurosa y detalladamente, las ordenanzas y reglamentaciones con que se organizaba, conducía, administraba, equipaba, vestía, pagaba y vivía el ejército. No existía nada en la vida del soldado que no estuviera contemplado en las ordenanzas, y era el Tercio su marco de fundamental observancia. Esto sucedía particularmente durante el reinado de Carlos III, impulsor de profundas y perdurables reformas militares. Esta época de gloria del Ejército Español vería su ocaso durante la invasión napoleónica de principios del siglo XIX y la consecuente guerra por la independencia.
Esta invasión no sería obstáculo para que la victoriosa maquinaria bélica francesa, influenciara notoriamente a los ejércitos de los países que vencía y dominaba. Esto sucedió también con el español, que adoptó gran cantidad de aspectos, usos y costumbres francesas. Entre otros, apareció el Regimiento como unidad táctica, integrado por dos o más batallones y estos por otras tantas compañías. El nombre de Regimiento, proviene de la forma en que dentro de la unidad o cuerpo, se llevan a cabo todas las actividades: regimentadas, es decir, marcadas por un régimen metódico, normas y reglamentos que, en líneas generales, son estrictos y rigurosos.
No difiere mucho esto de los conceptos observados antes en los Tercios españoles, pero lo cierto es que estos adoptaron la formalidad francesa de ser denominados como Regimientos y así han llegado hasta nuestros días, heredando nosotros también esta costumbre. Hemos definido al regimiento, mencionando su composición en batallones.
Su nombre proviene del descubrir que por estar organizado en números reducidos de compañías, resultaba un elemento de infantería muy maniobrero, flexible y eficaz para presentar batalla. Esto sucedía en las épocas en que, empleándose armas de avancarga, la transmisión de órdenes y el control de los movimientos de la maniobra, con grandes volúmenes humanos, resultaban lentos y complejos.
En cuanto al escuadrón, escuadra o escuadrilla, se trata de términos derivados todos de la misma raíz: escuadra. En el Ejército sólo usamos al primero de ellos, pero bueno es saber su origen. La escuadra era el menor agrupamiento de soldados, puestos a órdenes de un cabo o sargento, conocido por el grado de Cabo de Escuadra. Se corresponde con nuestro actual grupo (de tiradores o de las armas) tanto en número de hombres como en funciones, misiones y capacidades. En la caballería, el agrupamiento de un número inicialmente variable de escuadras, dio lugar al escuadrón. En términos navales, una escuadra siempre fue un número variable o determinado de buques de regular porte y una escuadrilla, uno menor o compuesto por embarcaciones menores.
No podemos olvidar de citar otro término, muy asociado con nuestros artilleros: la Batería. Este sustantivo, está asociado al verbo batir y de allí que haya sido aplicado al conjunto de armas pesadas que ellos usan. Su agrupamiento en números definidos y concretos de piezas, es algo mucho más moderno que la cita que estamos haciendo, ya que con la evolución en el diseño de armas, pólvoras y proyectiles, así como el dominio de la balística, llevó a determinar cuál era el poder destructivo relativo de cada pieza y con ello, fijar el número más adecuado de las mismas para el apoyo de fuego a una fuerza superior.
El número de baterías también fue fijado en unidades mayores que alternativamente fueron el batallón y el regimiento, para ser adoptado, en nuestro ejército, el moderno término de Grupo, ya bien avanzada la mitad del presente siglo.
Otros términos como Brigada, División, Cuerpo, Grupo, etc., son más modernos, expresando todos distintos agrupamientos de cantidades progresivamente mayores de hombres. Tal vez el más antiguo de ellos sea el de Brigada, vocablo de origen francés, que indica una reunión considerable de hombres. Nos indican también el fraccionamiento que deben sufrir las organizaciones militares de gran magnitud (Gran Unidad de Batalla), a los efectos de obtener una mayor eficacia en la conducción: de allí, el Cuerpo de Ejército, en que se divide éste y las Divisiones, en las que se estructura el Cuerpo de Ejército. Por último, éstas se organizan en Brigadas.
El origen de este vocablo puede inferirse del antiquísimo término celta Briga, que indica población, villa, ciudad. Sea cual fuere el origen, convencionalmente dio su nombre a un conjunto de hombres, congregados en varios tercios o regimientos. De él se desprende el nombre de quien ejercía su conducción: el brigadier, y más tarde, el general de brigada.
En nuestros días, la adopción de nombres característicos de unidades para cada arma, tropa técnica o servicio, fue derivando en convencionalismos, reteniendo las armas más antiguas y el uso de los nombres también más añejos.
De esa suerte, tenemos que la Infantería y la Caballería denominan Regimientos a sus unidades tácticas. Dentro de ellas, la primera se divide en compañías, éstas en secciones y éstas últimas, en grupos de tiradores. En la segunda, los Regimientos se dividen en escuadrones y éstos en secciones de tanques.
La Artillería se organiza como dijimos, en baterías, divididas en secciones de piezas y otras especiales y particulares, dependiendo del tipo de batería y material de que esté dotada la unidad. A su vez, los Ingenieros y Comunicantes, se organizan en batallones, divididos en compañías, las que se estructuran en secciones y grupos como en la Infantería.
El origen del nombre de estas secciones, grupos y también, de los pelotones, en que dividimos los elementos de nivel subunidad, llevándolos al carácter y magnitud de fracciones, radica justamente en la acción de fraccionarla, o seccionarla, de donde proviene el nombre de las primeras. Si a éstas las dividimos en grupos, debemos considerarlos como los menores agrupamientos orgánicos ( 10 a 12 hombres), de los que vemos surgir su nombre.
También tenemos los pelotones, nombre con el que identificamos a los agrupamientos de personal sin organicidad alguna y que generalmente son empleados en actividades de orden interno.
Estos deben su nombre a los verbos españoles apelotonar o embrollar y justamente nos dan una imagen de grupo no uniforme ni orgánico, que realiza una actividad reunida. Lo paradójico del origen del nombre es que sirve para denominar a un agrupamiento normalmente organizado para tareas de orden interno.
Nos quedaría mencionar también a la casi desaparecida voz de piquete. Con ella se designaba, hasta hace unos cuantos años, a los agrupamientos temporarios e inorgánicos de personal, con lo que los podemos asemejar a los ya mencionados pelotones.
Por último, están los organismos administrativos, los comandos y los institutos, que normalmente tienen organizaciones muy semejantes a las civiles, estructurándose convencionalmente sobre la base de equipos de comando o conducción, de los que dependen direcciones, de éstos departamentos, luego divisiones y de éstas, secciones. Ocasionalmente, agregan elementos de nivel subunidad, como por ejemplo Compañías, cuando a la organización administrativa, se le agrega un elemento de apoyo, seguridad, etc.
Todos estos nombres, que resultan comunes para quienes tenemos el honor de servir en nuestro Ejército, serían mudas palabras carentes de sentido, sino conociéramos su origen y significado, aspectos que sumados a la vida y tradiciones que de suyo tiene cada unidad, adquieren un vibrante sonido al mencionárselas, nos movilizan cuando nos sabemos y sentimos pertenecientes a ellas y nos llenan de recuerdos cuando, pasado el tiempo, visitamos aquellas en las que hemos revistado
Fuente: Mayor Sergio O. H. Toyos para el periódico Soldados Digital, Noviembre 2009.
 
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