Las marchas a pie o a caballo eran agotadoras tanto para el personal como para el ganado. Las condiciones atmosféricas adversas actuaban como efectos multiplicadores y hacían indispensable realizar altos de marcha periódicos. En ellos, se aprovechaba para echar pie a tierra, tras la clásica orden heredada de las costumbres del hombre de campo: "Acaricien y desmonten". Era el momento en que el ganado y personal aflojaban las tensiones y los músculos y se aprovechaba para hacer las rondas de mate.
Fuente: Soldados 1848-1927 de Editorial Soldados.
Fotografía tomada por la revista Caras y Caretas en 1927.
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