El 10 de mayo de 1886, último año de la presidencia del General D. Julio Argentino Roca, éste se dirigía en carroza al Congreso para leer el mensaje de apertura. Apenas había recorrido unos pocos metros cuando salió de entre el numeroso público un hombre pobremente vestido que, consiguiendo eludir el cordón de tropas que cercaba la esquina de Balcarce y Victoria, se acercó corriendo al primer magistrado y lo hirió en la frente con una piedra, pero afortunadamente, la herida no impidió a Roca leer su brillante mensaje.
Capturado por la policía el agresor confesó llamarse Ignacio Monjes. Llevado su caso a la justicia le fueron impuestos veinte años de prisión.
En 1896 cuando el General Roca era candidato nuevamente para la presidencia de la Nación, consiguió el indulto de Monjes y lo hizo llamar.
Como el pobre hombre se quedara en el umbral de la puerta entre confuso y temeroso, le llamó diciéndole:
- Adelante amigo. Venga para acá. Lo he hecho indultar y le he conseguido un empleo, porque Vd. es un bravo que pudo atacarme a traición y lo hizo de frente, todo queda olvidado.
Fuente: “Anecdotario Histórico Militar” de Juan Román Sylveira.
Capturado por la policía el agresor confesó llamarse Ignacio Monjes. Llevado su caso a la justicia le fueron impuestos veinte años de prisión.
En 1896 cuando el General Roca era candidato nuevamente para la presidencia de la Nación, consiguió el indulto de Monjes y lo hizo llamar.
Como el pobre hombre se quedara en el umbral de la puerta entre confuso y temeroso, le llamó diciéndole:
- Adelante amigo. Venga para acá. Lo he hecho indultar y le he conseguido un empleo, porque Vd. es un bravo que pudo atacarme a traición y lo hizo de frente, todo queda olvidado.
Fuente: “Anecdotario Histórico Militar” de Juan Román Sylveira.
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