lunes, 31 de mayo de 2010

ANIVERSARIO DE LA MUERTE DEL TENIENTE CORONEL SEBASTIAN OLIVERA



Nació en Mendoza, en el año 1796, pasando a Buenos Aires en 1807 ó 1808, para estudiar bajo la tutela de Isidro Peralta. El 1º de julio de 1810 sentaba plaza como soldado en el Regimiento Nº 3 de Infantería, incitado por el sentimiento fervoroso patriótico que predominaba en toda la juventud de Buenos Aires en aquellos días memorables de la Revolución de Mayo. Tomó parte en la expedición auxiliar sobre Santa Fe en 1815, donde cayó prisionero. Después marchó con el Ejército Auxiliar y tomó parte en las acciones de guerra que éste libró, siendo ascendido a cabo 1º el 16 de agosto de 1810; a sargento 2º el 15 de abril de 1814; a sargento 1º el 1º de abril de 1816, y recién a subteniente de infantería, el 2 de abril de 1823. El 11 de este mes, por disposición del Ministerio de la Guerra, el subteniente Olivera fue destinado a la Comandancia Militar de Patagones, puesto que aún conservaba cuando estalló la guerra con el Brasil, revistando en la Plana Mayor del Ejército. Cuando aquel punto fue atacado por naves imperiales y fuerzas de desembarco brasileñas, el 6 y el 7 de marzo de 1827, el ayudante subteniente Olivera, se destacó en la defensa de la plaza. Ambrosio Mitre (padre de Bartolomé), actor en aquellos cálidos días, recordó la actuación de Olivera en los términos siguientes:
“Toda nuestra infantería estaba replegada en la fortaleza desde el 6 por la noche; y la caballería del vecindario hasta el número de 114 hombres, incluso los “Tragas”, se pusieron a las órdenes y dirección del ayudante subteniente D. Sebastián Olivera. Este digno oficial puso este pequeño cuerpo en el mejor orden posible; y a su actividad y celo se debe, tal vez y sin tal vez, la rendición de la fuerza terrestre”.
Tan valerosa actuación abrió la carrera militar a Olivera, que el 11 de abril era promovido a ayudante mayor de ejército “al que lo es de Patagones”, y meses después el 25 de enero de 1828, a capitán de la 1ª Compañía de Infantería de guarnición en Carmen de Patagones agregada al Batallón 4º de Cazadores. Desempeñó con mano de hierro la comandancia militar de este punto hasta el año 1834, en que se retiró. Basta citar un caso, para apreciar la inflexibilidad y rudeza con que este valiente soldado ejerció su cargo militar citado: un miliciano, Gregorio Ramírez, fue sumariado por ladrón de vacas; fue sentenciado por Olivera a la bárbara pena de 600 azotes y 4 años de presidio, caso que da una idea del sistema poco suave que empleó en el ejercicio de su cargo, pero esta pena quizá fuese suave con relación a otras que se aplicaban en la época. El 1º de octubre de 1828 recibió el grado de mayor y en enero de 1830 pasó a la P. M. I.
El 26 de febrero de 1830 fue ascendido a sargento mayor, y a teniente coronel el 3 de mayo de 1832, siendo relevado en el comando militar de Patagones, en febrero de 1835, por el coronel graduado Juan José Hernández, pasando Olivera a la Capital a revistar en la P. M. A. el 16 de abril del mismo, en ésta, donde falleció el 31 de mayo de 1845, en aquella situación de revista.
En 1831 le tocó al entonces mayor Olivera, rechazar la última invasión de indios, que se produjo durante su gobierno y en ella recibió una herida de lanza que le obligó a solicitar su relevo para asistirse en la Capital, relevo que no le fue concedido.
Era el teniente coronel Olivera de estatura mediana, cara pequeña y redonda, nariz afilada y labios delgados, finos, sombreado el superior por negro y escaso bigote, ojos negros, de mirada muy vivaz, cabello negro, encrespado, siempre cortado al rape, militarmente. Su aspecto era simpático pero poco marcial y se distinguía por su apego a la disciplina; su natural bondad en lo que no tenía atingencia con el servicio, en el cual era inflexible, y su proverbial sobriedad hasta el extremo de no conocer más que el mate y el cigarro, eran sus características dominantes. Emparentado con una familia de Patagones, donde formó su hogar, allí se recuerda su gesta gloriosa en la defensa de aquel pueblo, habiéndosele dado su nombre a una de sus calles más centrales, grabándolo también en la pirámide levantada en su plaza principal.
El Cerro de la Caballada
Desde su construcción, el Cerro de la Caballada ha simbolizado la histórica gesta del 7 de Marzo de 1827, donde un puñado de gauchos, vecinos y militares combatieron al invasor brasileño.
En ese lugar fue donde los gauchos de Molina y los milicianos del subteniente Olivera, acorralaron y vencieron a las tropas al mando del inglés James Shepherd. Hoy, de aquel entrevero que derivó en gesta gloriosa e histórica, el Cerro de la Caballada es un lugar cuasi abandonado, y sólo recordado cada 7 de marzo.
Dejando paso a la solemnidad en el recuerdo de los héroes de otros años, el cerro se convirtió en un lugar donde se firman convenios y actas de índole institucional y políticas.
Cabe preguntarse si una comunidad puede permitirse olvidar un lugar con semejante bagaje histórico, o si un Estado municipal, cualquiera que sea, puede prescindir de ese lugar al momento de proponer actividades en un proceso de revalorización patrimonial.
Tal vez pueda decirse que no está dada la infraestructura para realizar eventos de ningún tipo en un lugar así -y tal vez sea cierto-, pero vale recordar que años atrás el Casco Histórico maragato era sólo un puñado de casas antiguas y no el atractivo histórico de hoy; y más aún: el Patagones de 1827 tampoco tenía la infraestructura para resistir al invasor, y fue posible. El año 2007 hubo un fugaz intento de una reconstrucción del combate del 7 de Marzo en el cerro, pero todo quedó en la nada.
La revalorización del Cerro de la Caballada sería un atajo directo a la memoria colectiva y una oportunidad inmejorable de estar en el lugar donde pasó nuestra historia, lo que no es poco al momento de pensar y construir nuestra identidad.

En la imagen: Monolito ubicado en el campo de batalla en Carmen de Patagones.
Fuentes: El Cerro de la Caballada, un ícono popular e histórico poco tenido en cuenta – Radio 105.5 – Carmen de Patagones / www. revisionistas.com.ar / Yaben, Jacinto R. – Biografías argentinas y sudamericanas – Buenos Aires (1939).

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domingo, 30 de mayo de 2010

ANIVERSARIO DE LA MUERTE DEL CORONEL PEDRO ANTONIO CERVIÑO


Nació el 6 de setiembre de 1757 en Santa María de Moimenta, jurisdicción de Baños, Concello de Campo Lameiro, Galicia, España. Fueron sus padres, Ignacio Cerviño y Leonor Núñez, quienes contrajeron matrimonio el 3 de diciembre de 1753, en Los Baños, Pontevedra, España. Pedro Antonio Cerviño tuvo su bautismo infantil el 27 Octubre 1757 en Los Baños, Pontevedra, España (Parroquia Santa María de Moimenta). Educado en la Academia Naval de Ferrol, vino al Río de la Plata en calidad de ingeniero de la Comisión demarcadora de límites con Portugal, enviada por el Rey para la ejecución del convenio celebrado el 11 de octubre de 1777. Es posible que Cerviño haya llegado a Buenos Aires conjuntamente con Félix de Azara, de quien era amigo personal y al que acompañó para secundarlo en la comisión demarcadora que se confió a aquel erudito para fijar los límites de la provincia del Paraguay.

Pedro Antonio Cerviño ha sido uno de los españoles que han prestado mayores servicios y de los que más se han distinguido en el Virreinato del Río de la Plata, habiendo sido no sólo un inteligente colaborador de Azara en sus trabajos oficiales de demarcación, sino también un excelente naturalista y geógrafo. El 28 de diciembre de 1781 fue designado Geógrafo de la línea divisoria, nombramiento que fue confirmado por resoluciones del 24 de mayo y del 10 de julio del año siguiente. El 3 de noviembre de 1783 era destinado como ingeniero de la 3ª partida de la línea divisoria. En aquella época penetró en el Chaco, hacia el naciente de Santiago del Estero, con Miguel Rubín de Célis, oficial de la Real Armada, para reconocer el hierro meteorítico, que ha sido objeto de investigaciones ulteriores. A él se debe el croquis de la expedición y los dibujos del legendario “Mesón de Fierro”, meteorito extraviado desde 1783, en las planicies del sudoeste chaqueño.

Félix de Azara dio por terminada su comisión en 1792, la que fue constantemente obstruida por la infidencia de los representantes portugueses. Cerviño regresó entonces a Buenos Aires, donde se estableció definitivamente y continuó prestando servicios de importancia. Espíritu liberal y progresista, fue uno de los más decididos partidarios en el seno del Consulado, de las ideas y planes económicos del joven secretario Dr. Manuel Belgrano. Con este motivo, Cerviño presentó a aquel Tribunal una extensa exposición en la que desenvolvía sus propias ideas, apoyando las de Belgrano y desacreditando el monopolio. Por esta razón, el Prior pidió que se mandase recoger y quemar el borrador, por contener, entre otras, la siguiente proposición herética: “Nuestras embarcaciones irán a los puertos del Norte. Los españoles harán sus compras en las mismas fábricas”. Martín de Alzaga respondió a Cerviño, rebatiendo sus puntos de vista.

Una de las primeras obras que ideó el Consulado fue la construcción del muelle de Buenos Aires y para llevarla a cabo, encargó a los matemáticos Cerviño y Gundin levantar un plano del puerto, haciendo sondear el río. Y con la aprobación del Virrey se había iniciado la ejecución de la obra en 1799, cuando llegó la desaprobación de la Corte y fue necesario interrumpirla.

Más tarde, cuando gracias a los esfuerzos de Belgrano, el Rey consentía en la creación de una Escuela de Náutica, la que fue instalada el 26 de noviembre de 1799, el ingeniero geógrafo Pedro Cerviño y el agrimensor Juan Alsina, obtenían las cátedras por oposición, siendo Azara uno de los examinadores. Allí enseñó matemáticas, geometría e hidrografía, junto con el salteño Francisco Gavino Arias (1732-1808).

Con motivo de la distribución de premios en aquella Escuela, el 13 de marzo de 1802, Belgrano pronunció un discurso, en el que se expresó así: “Don Pedro Antonio Cerviño, a quien todos conocemos, es acreedor a estos títulos. Las pruebas que ha dado en servicio del Monarca y del Estado en obsequio de los particulares y de cuantos han ocupado sus talentos justificarían mi proposición, pero no hablo a esos, no, ya sabéis su desinterés, su sabiduría y su aplicación manifestadas en esta academia. Cerviño llevado sólo del deseo de propagar sus ideas y de ser útil al Estado, se presenta gustoso a la palestra, obtiene la victoria como un valeroso atleta, da a conocer sus talentos e instrucción y los examinadores a pública voz lo proclaman primer Director; defiere este Consulado al justo voto, le confiere la plaza y le posesiona de ella bajo la condición predicha”.

Por orden del Virrey Avilés, levantó un plano general de Buenos Aires y practicó estudios topográficos en la Ensenada de Barragán, y al miso tiempo que se ocupaba de estos trabajos de carácter local, Cerviño seguía el movimiento intelectual del viejo mundo, siendo su casa el centro de reunión de los pocos hombres de labor literaria y científica con que contaba por entonces la capital del Virreinato. Fue también colaborador del “El Telégrafo Mercantil”, dirigido por el coronel Cabello y Mesa, así como también, de “El Semanario de Agricultura y Comercio”, dirigido por Hipólito Vieytes.

Durante las invasiones inglesas combatió valerosamente al frente del Tercio de Gallegos, en calidad de comandante, cuerpo que sumaba 510 hombres y del cual recibió la confirmación de su cargo de teniente coronel por Real Orden expedida en Sevilla el 13 de enero de 1809. Durante los agitados días de mayo de 1810, sus ideas fueron así formuladas: “Que se forme una junta de Gobierno de vecinos buenos y honrados a elección del Excelentísimo Cabildo, que a nombre del Rey Nuestro Señor Don Fernando Séptimo, atienda a la Gobernación y Defensa de estos Dominios, cuyo presidente, puede ser el Excelentísimo Señor Virrey, convocado a las ciudades interiores para que también sus vocales vengan”. Aparte de algunos adherentes civiles, el único voto de militar que obtuvo esta propuesta fue el del comandante Terrada.

Establecida la Junta, Cerviño fue uno de los pocos peninsulares que se puso a su servicio. Cuando en 1812 el gobierno creó la Academia de matemáticas, Cerviño fue nombrado su director. En 1814 levantó un plano topográfico de la ciudad, muy curioso, que se conserva en el museo de San Fernando, el que fue grabado en Londres, en 1817.

Este ilustrado español que tantos servicios prestó a nuestro país, falleció en Buenos Aires, el 30 de mayo de 1816, siendo sepultado su cadáver en el convento de San Francisco. Se había casado con María Bárbara de Barquín y Velasco Tagle Bracho el 9 abril 1802 en Buenos Aires, en la iglesia de Nuestra Señora de la Merced.

Fuentes: Ayuntamiento de Campo Lameiro; A Lagoa. Praza da Provincia de Pontevedr www. revisionistas.com.ar / Genealogía de los Tagle – Personal Ancestral File / Turone, Oscar A. – Meteoritos – Historias caídas del cielo / Yaben, jacinto R. – Biografías argentinas y sudamericanas – Buenos Aires (1938).

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sábado, 29 de mayo de 2010

BICENTENARIO DEL EJERCITO ARGENTINO


DIA DEL EJERCITO ARGENTINO
El 29 de mayo de 1810 se produce la creación del Ejército Argentino. Por un decreto dado por la Primera Junta de Gobierno, se organizan las primeras unidades del ejército sobre la estructura del ejército virreinal. A partir de ello se ha instituido en la fecha el Día del Ejército. Entre las unidades creadas por la Primera Junta de Gobierno, estuvo el Regimiento 4 de Línea, formado sobre la base de las Milicias del Tercio de Cántabros Montañeses. Parte del regimiento participó en la Batalla de Suipacha. En 1812, integró el ejército que sitió a la ciudad de Montevideo, en poder de los realistas. El 31 de Diciembre de ese mismo año los 4 y 6 de Línea derrotaron en la Batalla del Cerrito a fuerzas realistas muy superiores que, bajo el mando del Mariscal Vigodet salieron de la plaza a intentar romper el sitio. En 1826, parte del Regimiento 4 se embarcó como infantería de marina en la escuadra argentina al mando del Almirante Guillermo Brown, que derrotó a la escuadra brasileña en las batallas de Los Pozos y de Juncal, ambas en el Río de la Plata, mientras otras partes del cuerpo guarnecían a la ciudad de Buenos Aires y a la isla de Martín García. En la Guerra del Paraguay el 4 de Línea se batió con determinación en las batallas de Yatay, Uruguayana, Tuyutí, Yatayty Corá, Curupayty y Lomas Valentinas hasta terminar su campaña con la ocupación de la ciudad de Asunción, capital del Paraguay. Hoy, el Regimiento de Infantería Mecanizada 4, de guarnición en Monte Caseros, provincia de Corrientes, ha servido de base para la organización en el año 2003, del DAC, Destacamento de Armas Combinadas "Duque de Caxias", adicionándose al Regimiento una sub-unidad por cada una de las otras cuatro armas del Ejército (Caballería, Artillería, Comunicaciones e Ingenieros).
En su día, saludamos a todos los integrantes de esta prestigiosa Fuerza y honramos la memoria de aquellos caídos en defensa de la Patria.
En tan distinguida fecha, ejercitonacional celebra por un lado, su segundo año de vida (respecto a su blog) y su tercer año (respecto al fotolog). Muchas gracias a todos los que participan y forman parte del mismo. Sin Vds. estos espacios no serían posibles. Los invitamos a unirse a Nuesta Pagina de Facebook donde intentaremos ir actualizando la informacion de nuestro ejercito.

Sigamos homenajeando a aquellos que forjaron y forjan dia a dia Nuestra Patria.
EJERCITO NACIONAL.
"Nació con la Patria en Mayo de 1810”

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viernes, 28 de mayo de 2010

A 130 AÑOS DEL DESEMBARCO EN BUENOS AIRES LOS RESTOS DEL GENERAL SAN MARTÍN


El día 28 de mayo de 1880, a las doce del día, fueron desembarcados del transporte de la armada nacional Villarino, que los condujo al país, desde Francia, los restos gloriosos del Gran Capitán de los Andes, General don José de San Martín
A tan solemne acto asistió el pueblo entero, que saludaba lleno de profunda emoción y respetuoso recogimiento a la vuelta a la patria de las cenizas de uno de sus hijos más preclaros, del que quizá mayores glorias le diera.
Era la una cuando tocaba tierra argentina la sagrada urna, saludada por los sones de los clarines y las salvas de las baterías de tierra y buques de la armada.
Colocósela en una artística angarilla, y, luego de cubierta con la bandera de los Andes, fue alzada en hombros por los veteranos previamente elegidos en cada cuerpo, y empezó el desfile, desde el muelle hasta la plaza del Retiro, en donde fue depositada sobre un severo catafalco construido al pie de la estatua del héroe.
Á las dos y media llegó al lugar de la ceremonia el presidente de la república, doctor don Nicolás Avellaneda, acompañado de todos sus ministros, pronunciando luego, uno de sus más bellos y vibrantes discursos.
Después, fueron alzados nuevamente los restos y colocados en un majestuoso carro enlutado que los trasladó a la Catedral, donde actualmente descansan en un mausoleo que coronan las estatuas de las tres repúblicas argentina, chilena y peruana.
Seguían detrás de la carroza fúnebre, el Gobierno Nacional, el Congreso, el Poder Ejecutivo de la Provincia de Buenos Aires, los representantes del Poder Judicial, la Universidad, altos empleados y un numeroso pueblo, que formaba una inmensa columna, a cuya cabeza marchaban, hondamente conmovidos, los pocos guerreros sobrevivientes a la Independencia.
En la capilla que encierra la sepultura de San Martín, han sido depositados, después, los restos de sus grandes colaboradores en sus empresas libertadoras de Chile y Perú, Generales Guido y Las Heras.
“Mármol y Bronce” de José Aubin. 1911 Ed. Estrada.-
Ejercito Nacional

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jueves, 27 de mayo de 2010

EL EJÉRCITO PRESENTE EN 200 AÑOS DE HISTORIA


Bajo este lema se celebrarán los 200 años del Ejército Argentino.

El Ejercito Argentino invita este sábado 29 de mayo a las 11 hs en el Colegio Militar de la Nación con entrada libre y gratuita, a la muestra por el día del Ejercito Argentino.
Esperemos todos puedan asistir.

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miércoles, 26 de mayo de 2010

ANIVERSARIO DE LA MUERTE DEL BRIGADIER GENERAL TOMAS DE IRIARTE


El día 26 de mayo de 1876 Fallece el Brigadier General Tomás de Iriarte. Había nacido en Buenos Aires el 7 de marzo de 1794. Fue enviado por sus padres a España para cursar estudios militares. En 1809, egresó de la Escuela Militar de Segovia como Subteniente de Artillería. Formó parte del Ejército Español hasta 1816, en que regresó a su patria sirviendo en diversas campañas. Escribió unas extensas Memorias.

Nació en Buenos Aires en marzo de 1794, hijo del coronel Félix Iriarte, jefe del Regimiento Fijo de Infanteria de Buenos Ayres. Fue enviado por sus padres a España en su niñez. En el viaje fue tomado prisionero por los ingleses y estuvo varios meses en Londres (en el mismo viaje en que también fue capturado Carlos Maria de Alvear). Estudió en la Academia Militar de Segovia y se unió al ejército español en 1808, participando en la Guerra de Independencia Española.
Se embarcó como Teniente Coronel hacia América en 1816 a las órdenes del General La Serna, que poco después sería nombrado Jefe del Ejército Realista del Alto Perú; fue el jefe de su división de artillería. Después del fracaso de una de las varias invasiones realistas a Salta, fingiendo un reconocimiento se pasó al ejército de Gauchos de Güemes. Sirvió en el Ejército del Norte a las órdenes del General Manuel Belgrano, quien lo nombró director de la escuela de artillería, y escribió su Instrucción para el Manejo de la Artillería.
Participó en varios de los hechos de la "anarquía del año 20" en Buenos Aires, en las filas de Alvear. Desterrado en Montevideo, regresó años más tarde a Buenos Aires, desde donde fue enviado como embajador a los Estados Unidos.
Volvió al Río de la Plata y fue ascendido al grado de Coronel y comandante de la artillería en la campaña contra el Imperio del Brasil. Tuvo una actuación destacada en la Batalla de Ituzaingó.
Vuelto a Buenos Aires, y durante el gobierno de Rosas, fue ascendido a General. Pero tras el fracaso en defender el gobierno de Balcarce, volvió a exiliarse en Montevideo en 1833. Allí comenzó a escribir sus monumentales Memorias.
De Montevideo pasó a Entre Ríos, a las órdenes de Lavalle, e hizo la campaña de éste por las provincias de Corrientes, Buenos Aires y Santa Fe. Comandó la captura de la ciudad de Santa Fe, derrotando al General Eugenio Garzón, quien se rindió a cambio de la garantía de que se le respetaría la vida.
Después de la derrota de Quebracho Herrado, se retiró con Lavalle hacia el norte, pero al poco tiempo se separó de su ejército, disconforme con la falta de disciplina. Pasó a Chile y regresó a Montevideo. Su principal actividad allí fue escribir varios tomos más de sus Memorias, aunque durante el sitio de Oribe dirigió la construcción de nuevas defensas para la ciudad.
Regresó a Buenos Aires en 1849, con permiso de Rosas, y se encerró en su casa a terminar los 8 tomos con 10.000 páginas de sus Memorias. Resultó un libro muy útil para los historiadores, a condición de que se tenga en cuenta su estado de ánimo, que lo incitaba a criticar a todos los personajes con los que se cruzó. En particular fue muy duro con la conducción de Alvear en la Guerra del Brasil.
Después de Caseros, escribió también "Colonización y arreglo de fronteras", una refutación de las memorias del General Jose Maria Paz llamadas "Ataque y defensa", y la "Biografía del General Jose Miguel Carrera", la primera en que alguien se animaba a defender a este ex gobernante chileno, de terrible trayectoria en la Argentina. Murió en mayo de 1876 en Buenos Aires.
En la Imagen: El Regimiento “Artilleros de Iriarte” nombre que lleva en homenaje a su Jefe.

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martes, 25 de mayo de 2010

BICENTENARIO DE LA REVOLUCION DE MAYO


El 25 de mayo de 1810 se produce la formación del primer gobierno patrio. Ante la renuncia del virrey e imponiendo su voluntad al Cabildo de Buenos Aires que había asumido momentáneamente la autoridad suprema del estado, se crea la Junta Provisoria Gubernativa del Río de la Plata, integrada por Cornelio de Saavedra como presidente; Juan J. Castelli; Manuel Belgrano; Miguel de Azcuénaga; Manuel Alberti; Domingo Matheu y Juan Larrea como vocales y Juan J. Paso y Mariano Moreno como secretarios. La Junta entre sus primeras medidas, desconoció la autoridad del Consejo de Regencia español y anunció el envío de fuerzas militares al interior para mantener el orden.

Era ya de noche el 24 de mayo, cuando se tuvo la certeza de que habría de citarse un nuevo Cabildo popular, y la posibilidad de una nueva elección a la mañana siguiente, de acuerdo con los derechos y deseos del pueblo. Pero, ¿Quiénes serian los candidatos de la Nueva Junta? Ninguno de los asociados se prestaba a ocupar puestos públicos. Se confeccionaron varias listas, pero las mismas quedaban siempre incompletas debido al número que se había previsto para integrarla.
En momentos cruciales, el, en ese momento Sargento Mayor de Patricios, Don Manuel Belgrano, que se hallaba en la sala contigua y escuchaba la discusión, observando la indecisión de sus camaradas se puso al fin de pie y con paso acelerado y con el rostro encendido por el fuego de su sangre guerrera, entró en la amplia habitación y lanzando una mirada a su alrededor, exclamó al mismo tiempo que ponía su mano derecha sobre la empuñadura del sable:
“¡Juro por la Patria y a mis compañeros, que si a las tres de la tarde del día inmediato el Virrey no ha sido derrocado, a fe de caballero, yo lo derribare con sus armas!”
Profunda impresión causo tan valiente, sincera y firme resolución en los circunstantes, que cerraron las vibrantes palabras del futuro creador de la Bandera y Vocal de la Junta con un fervoroso aplauso.
Estos forjaron la Patria. Rindámosles el homenaje que merecen haciendo de esta, una Patria mejor.
¡FELIZ DIA DE LA PATRIA! ¡FELIZ 25 DE MAYO PARA TODOS!
EJERCITO NACIONAL. "Nació con la Patria en mayo de 1810"

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lunes, 24 de mayo de 2010

ANIVERSARIO DE LA BATALLA DE TUYUTÍ


En las pantanosas márgenes de la orilla paraguaya del Paraná emerge el campo de Tuyutí a la manera de una isla entre un mar de esteros y pantanos. Solano López, al concentrar sus fuerzas al norte –en Paso Pucú- se lo brindaba a Mitre, porque su plan estaba en encerrar allí a los ejércitos aliados para vencerlos en una batalla definitiva. Grave error, pues teniendo frente suyo a un general como Mitre, no debió emplearse en una sola batalla, siempre aleatoria, sino desgastar al adversario en una lucha larga. Pero Solano López aún no sabía quién era Mitre.
Su plan consistía en encerrar a los aliados en la ratonera de Tuyutí y batirlos por los cuatro puntos cardinales. El teniente coronel José Eduvigis Díaz (futuro general y héroe de Curupaity) simuló en Estero Bellaco, con 5.000 hombres, una defensa de la entrada de Tuyutí (2 de Mayo): por sorpresa cayó sobre las avanzadas aliadas, tomándoles cuatro cañones a los brasileños, que arrastraría en triunfo al campamento de Paso-Pucú. Ese movimiento engañó a Mitre, que ordenó la ocupación de Tuyutí (20 de Marzo). Debió ser lo esperado por López que cuatro días después ordena descolgarse en Tuyutí por el norte, sur, este y oeste, a todos los efectivos del ejército.
López buscaba en una sola batalla la decisión de la guerra. Con 25.000 hombres se lanzó contra 39.000 aliados (21.000 brasileños, 16.000 argentinos y 2.000 orientales). Pero, el movimiento no fue bien coordinado, y el retardo de la derecha paraguaya mandada por el general Barrios, cuya misión era envolver a los aliados por retaguardia, malogró la sorpresa. No obstante, los paraguayos estuvieron al borde de una victoria que hubiera sido desastrosa para los aliados; pero finalmente debieron replegarse por los estragos que les hizo la artillería brasileña. Se fueron dejando un número impresionante de caídos: 5.000 muertos según el parte paraguayo, 7.000 en el aliado; y una cantidad igual de heridos. La suma de muertos y heridos aliados fueron: 4.000 según ellos, 8.000 para los paraguayos.
Tuyutí fue la batalla más sangrienta habida hasta ese momento en América del Sud; entre 13.000 y 15.000 muertos en sus cinco horas de combate. “Nos salvó de la derrota –se ve obligado a confesar Mitre- la sabia providencia del general Osorio (jefe de la división brasileña), que mandó colocar en una posición estratégica a la artillería imperial del coronel Emilio Luis Mallet”. Allí se hundió toda la posibilidad de triunfo paraguayo. Pero el desconcierto de Mitre impedirá a los aliados aprovechar el triunfo. Si ese 24 de Mayo Mitre hubiera tenido conciencia de una victoria, habría ordenado la inmediata marcha hacia Paso-Pucú: López que se había jugado el todo por el todo, no estaba en condiciones de oponerle resistencia. Pero Mitre no sabía –como en Pavón- si había ganado o perdido, y resolvió quedarse en Tuyutí hasta esperar lo que hiciera López. Esa demora habría de pagarse cara: fue un triunfo malogrado –“la victoria sin cabeza”- que engendraría la molicie y la indisciplina entre los triunfadores. Nadie mejor que el argentino Francisco Seeber ha descrito la situación difícil del campamento después del triunfo:
“Hay una anarquía descomunal; cada cuerpo maniobra según el capricho y la inteligencia de su jefe. El coronel Chenault dice que somos una montonera con música y podría agregar también que con mala música. A los paraguayos prisioneros los hacemos pelear en nuestras filas; yo mismo tengo uno como asistente”.
Las costumbres bélicas contraídas en Uruguayana no se habían perdido: prisionero que caía en poder de los aliados, o iba a sus filas como “voluntario de la libertad” o a los cafetales como esclavo.
La guerra estaba ganada, pero se tardaría cuatro años en acabarla. Los brasileños, que atribuían el triunfo a Osorio, se quejaban de que Mitre retardase las operaciones. Después de Tuyutí no quiso dejar el campamento, hasta que el 2º Ejército brasileño al mando de Marquéz de Souza, fuerte de 12.000 hombres, que se preparaba a entrar en Paraguay por la frontera brasileña, no viniera a reunírsele en su campo. Pero después, tampoco quiso salir esperando más refuerzos. Marqués de Souza y Osorio se opusieron a Mitre (ambos proponían marchar contra Paso-Pucú y de allí a Asunción), pero el General en Jefe era el General en Jefe. Osorio acabó por pedir su reemplazo; el mariscal Polidoro da Fonseca Quintanilla Sordao lo sucedió. Mucho nombre y mucho grado.
No solamente quedó inmovilizado el ejército aliado en Tuyutí, pese a la victoria. Tampoco la escuadra brasileña, no obstante su triunfo en Riachuelo, avanzaba por el río Paraguay hacia su objetivo preciso de Humaitá. Una picardía paraguaya detenía a los buques del intrépido Tamandaré: una hilera de damajuanas tendidas de costa a costa, que el almirante suponía que eran minas.

Fuentes: www. revisionistas.com.ar / Rosa, José María – La Guerra del Paraguay y las Montoneras Argentinas

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domingo, 23 de mayo de 2010

ANIVERSARIO DE LA MUERTE DEL TENIENTE CORONEL MANUEL VIRTO


Nació en Madrid, España, en el año 1778, siendo sus padres Baltasar Virto y Clara Vera. No se tienen noticias de su juventud y es de presumirse que se haya incorporado a las filas patriotas después de haber servido en los ejércitos reales, como tantos otros soldados que ilustraron su nombre luchando por la libertad de la América Española.
Manuel Virto se incorporó a los escuadrones gauchos de Salta en el año 1816, después del desastre de Sipe-Sipe, según afirma el Guerrero de la Independencia Zacarías Yanzi Oro, en un informe existente en el expediente promovido por la viuda de Virto para solicitar pensión al Gobierno de Buenos Aires; siendo ascendido a ayudante mayor en junio de 1817 en el Escuadrón de Rosario de Cerrillos, que comandaba el coronel Luis Burela, uno de los más esforzados jefes de aquella falange de héroes, que por espacio de 7 años mantuvo el suelo de la Patria libre de enemigos. Burela encargó al ayudante Virto la organización y arreglo de su escuadrón, teniendo después este último el honor de ser destinado a dos expediciones a la Quebrada del Toro, en los años 1817 y 1819, ambas a las órdenes de Burela. En el rechazo de la invasión de mayo-junio de 1820, del ejército real mandado por el general Rodríguez Orozco se hizo acreedor al grado de capitán, pero a pesar de esto siguió reteniendo la ayudantía de su Escuadrón, “por la necesidad que tenía el cuerpo, por sus conocimientos y buena voluntad”, continuando así hasta el año 1824, en que por la reorganización de las fuerzas, Virto fue colocado como sargento mayor en el mismo Escuadrón del Rosario de Cerrillos, mandado ahora por el coronel Jorge Torino, recibiendo la efectividad de aquel empleo, el 25 de febrero de 1825; cuerpo con el cual hizo la campaña al Alto Perú, en marzo de este mismo año, para combatir al general Pedro Antonio Olañeta, que mantenía el pendón real en aquella región, campaña que terminó con la muerte de ese General en la acción de Tumusla, el 1º de abril de igual año, combatiendo contra una parte de sus antiguos soldados, que se le habían rebelado encabezados por el coronel Carlos Medinacelli. Después de entrar en contacto los expedicionarios con las fuerzas de Colombia, que a las órdenes de Sucre habían descendido hasta aquella región, los salteños regresaron con su gobernador, el general Juan Antonio Alvarez de Arenales, en el mes de agosto de 1825.
El día 23 de agosto, el mayor Virto solicitó al Gobierno de Salta la concesión de su carta de ciudadanía. En el expediente originado con ese motivo, su antiguo jefe, el coronel Luis Burela, informó con fecha 24 de agosto de 1825: “Que el sargento mayor Manuel Virto se ha desempeñado con la mayor exactitud y honor, dando las mejores pruebas de su adhesión a la causa general de nuestra América, y de igual modo ha sido útil en el desempeño de cuanta comisión se le confió, por su inteligencia y aptitud en el manejo de papeles”. El coronel Jorge Torino, en un informe fechado el día 25 del mismo mes, dice: “El sargento mayor D. Manuel Virto, desempeñando las funciones de sus empleos con aptitud y honrado celo, en todas las ocasiones en que se le ha ocupado en defensa de la causa de América contra el enemigo común y el orden de la Provincia, últimamente en la expedición al Perú con el Sr. General Arenales, en las que ha desempeñado sus funciones con la mayor honradez y puntualidad, por lo que ha sido acreedor a la consideración de sus jefes”. En esta campaña Virto sirvió con su escuadrón en la 1º División de Caballería.
El gobernador de Salta, general Arenales, ordenó el 29 de octubre del mismo año se le expidiese carta de ciudadanía, la que le fue extendida en aquella capital, el 10 de diciembre de 1825, después de habérsele tomado el juramento de práctica el día anterior. A las órdenes del general Paz, actuó en la batalla de Oncativo o de Laguna Larga, el 25 de febrero de 1830, ya con la jerarquía de teniente coronel. En junio de 1830 desempeñaba las funciones de jefe de la Frontera Sur de Mendoza, con asiento en el Fuerte de San Carlos, rechazando algunas invasiones de indios.
Virto siguió sirviendo en el ejército salteño hasta 1837, en que con el empleo de teniente coronel, se incorporó al Ejército de la Confederación Argentina, que a las órdenes del general Alejandro Heredia, hizo la campaña contra el general Andrés Santa Cruz. Con motivo de esta guerra, el 9 de abril de 1839, el coronel Manuel Solá, gobernador de Salta, autorizó a Virto “para personarse en la ciudad de Tucumán, exigir y dar todos los pasos precisos para que por la Comisaría General del Ejército Confederado se formen los ajustes hasta el 31 de diciembre último, a los Jefes, Oficiales y Tropa del contingente de esta Provincia, en el expresado Ejército, sujetándose a las instrucciones que recibe”.
A raíz de este cobro de sueldos, Virto fue llamado por el Gobierno de Buenos Aires para pagarle aquéllos, y estando ya en esta ciudad con los pasaportes para regresar a Salta, fue demorado con sus compañeros por orden de Rosas y destinado a servir en el Batallón “Norte”, a órdenes del general Mansila.
Con aquel cuerpo, Virto continuó sirviendo en la zona Norte de Buenos Aires y mandándolo en jefe, participó en el combate de la Vuelta de Obligado, el 20 de noviembre de 1845, mereciendo en el parte de Mansilla con los demás jefes, el párrafo: “son dignos del renombre de intrépidos y serenos guerreros”.
El 10 de febrero de 1846, desde el Puerto de Acevedo, el teniente coronel Virto hostilizó dos vapores anglo-franceses; y en el mismo día, el buque inglés “Gorgon” bombardeó el campo del Tonelero. Virto asistió, igualmente, a las demás acciones que tuvieron lugar en la costa del Paraná con motivo del pasaje de los buques aliados en dirección a Corrientes y de regreso de aquella provincia, especialmente en la del 4 de junio de 1846, en la que mandó el costado derecho. Estando a su cargo una batería y piquetes del batallón de San Nicolás y Patricios de Buenos Aires.
El 12 de enero de 1840 fue dado de alta en las listas de revista de la Plana Mayor del Ejército de la Provincia de Buenos Aires como teniente coronel de caballería, por orden de Juan Manuel de Rosas y a contar del 1º del mismo mes, “por haber combatido contra el tirano Santa Cruz”; figurando en la “División Norte”, hasta enero de 1852.
El teniente coronel Virto siguió prestando servicios a las órdenes del general Mansilla hasta la batalla de Caseros; retirándose después de esta acción, a San Nicolás de los Arroyos. Cuando estalló la rebelión del coronel Hilario Lagos, el 1º de diciembre de 1852, fue invitado a servir contra el Gobierno de Buenos Aires, pero de ningún modo quiso hacerlo, a pesar de que se le ofrecía nombrarlo Jefe de Estado Mayor y se le hacían otras proposiciones de importancia por parte de su íntimo amigo, el coronel Dr. Marcos Paz. Visto revistó como Jefe del 1º y 2º “Batallón Norte” hasta comienzos de 1852.
Falleció en San Nicolás de los Arroyos, siendo sepultado su cadáver en el cementerio de dicha localidad, el 23 de mayo de 1853, produciéndose su deceso en forma repentina, a la edad de 75 años. El historiador Miguel Angel Vergara, en su obra titulada “Jujuy bajo el signo federal”, dice que Virto era nervioso y locuaz.
Contrajo enlace en Rosario de los Cerrillos, provincia de Salta, el 25 de diciembre de 1817, con Trinidad Reyes, natural de aquel punto, hija de Fernando Reyes y Luisa Fernández, ambos salteños. La viuda de Virto le sobrevivió hasta el 7 de junio de 1876, en cuya fecha falleció en Córdoba.

Fuentes: www. Revisionistas.com.ar / Yaben, Jacinto R. – Biografías argentinas y sudamericanas – Buenos Aires (1939).

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sábado, 22 de mayo de 2010

OFICIAL DE ESTADO MAYOR


Su creación fue iniciativa del Primer Triunvirato el 16 de noviembre de 1811.
La misión inicial del Estado Mayor Militar, como se denominó, fue la de coordinar el reemplazo de personal, transporte y abastecimiento de ganado y material con destino a los Ejércitos de los distintos teatros operacionales, y la de elevar propuestas de carácter profesional.
El cargo de primer jefe de Estado Mayor fue ejercido por el Coronel Francisco Javier de Viana.
Por decreto del 11 de septiembre de 1813 se estableció el tipo de uniforme que se reproduce
Fuente: Uniformes de la Patria del Comando en Jefe del Ejercito – Circulo Militar.

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viernes, 21 de mayo de 2010

RELEVO DE LA GUARDIA DEL CABILDO DE BUENOS AIRES



El próximo sábado 22 a las 19 hs, en el marco de los festejos por el Bicentenario, se realizará el relevo simbólico de la Guardia de Honor del Cabildo de Buenos Aires.
Ese mismo día se cumple un nuevo aniversario del Cabildo Abierto de 1810, germen de la emancipación nacional.
El Ejército Argentino convoca al público en general a compartir el acto.
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jueves, 20 de mayo de 2010

GUERRA CONTRA LA CONFEDERACIÓN PERÚ-BOLIVIA


El 19 de mayo de 1837 el entonces encargado del manejo de las relaciones exteriores de la Confederación Argentina, Juan Manuel de Rosas declaró la guerra a la Confederación Peruano-Boliviana, comenzando el conflicto con dicha confederación. Se trató de una reacción originada como consecuencia de las agresiones que el Mariscal Santa Cruz, dictador de Perú y Bolivia, venía ejerciendo sobre nuestro país.

Terminada la guerra de independencia Bolivia se separó del Perú y se proclamó como república independiente en 1825. A este hecho siguió, en ambos Estados, un período de guerras civiles entre diferentes grupos que se disputaban el poder. Tras una larga lucha en 1836 el Mariscal Andrés de Santa Cruz, viejo guerrero del ejército de Bolívar y dictador de Bolivia, tomó el control del Perú decretando la unión entre ambas repúblicas. Nació así la Confederación Peruano-Boliviana que fue reconocida por la mayoría de los gobiernos de Europa y América.
Andrés de Santa Cruz buscaba la formación de una confederación de repúblicas americanas y continuó su proceso de expansión hacia el sur, comenzando sus fuerzas a incursionar sobre el norte de Argentina y Chile lo que motivó las protestas de ambos gobiernos a pesar de lo cual continuaron las incursiones. A su vez estableció contactos con Fructuoso Rivera, presidente de la Banda Oriental y enemigo de Rosas. Su plan consistía en fomentar el desorden en las provincias del norte a la vez que Rivera lo hacía en las de la Mesopotamia, tras lo cual – bajo el pretexto de razones de orden y humanidad – colocarían estas provincias bajo su protección. Santa Cruz también dio amplio apoyo a los emigrados unitarios que desde el territorio boliviano realizaban ataques a los gobernadores federales de las provincias del norte lo que motivó nuevamente las protestas de la Confederación Argentina.
Ya en 1834 Santa Cruz había prestado auxilios a una incursión del coronel unitario Javier López sobre el norte que culminó con su derrota de Chiflón. En 1835 se produjo otro ataque de López desde Bolivia pero fue nuevamente derrotado, en este caso en la batalla de Monte Grande. Ese mismo año Felipe Figueroa con fuerzas organizadas en Bolivia invadió la provincia de Catamarca. Al año siguiente Mariano Vásquez atacó con fuerzas bolivianas los poblados de Talina, Tupiza y La Puna. También dio apoyo a una expedición organizada en Perú al mando del general Freyre que se proponía derrocar al gobierno de Chile pero fue interceptada por una incursión de naves chilenas sobre el puerto de El Callao. Al reiterarse las agresiones, los gobiernos de Argentina y Chile comenzaron los contactos para el establecimiento de una alianza en contra de Santa Cruz. Esta nunca llegó a materializarse por escrito pero sí de palabra. El 11 de noviembre de 1836 Chile declaró la guerra a la Confederación Peruano-Boliviana. Argentina hizo lo propio el 19 de mayo del año siguiente.

La Confederación Argentina
He tomado el año de 1838 como base para describir el estado de las fuerzas opuestas ya que fue el momento álgido de la campaña, pero se debe tener en cuenta que la composición de las mismas fue variando con el paso del tiempo.
Rosas nombró como comandante del ejército nacional en el norte al general Alejandro Heredia, caudillo de Tucumán y una de las figuras de mayor influencia en la zona tras la muerte de Facundo Quiroga. Las fuerzas a cargo de Heredia eran muy limitadas por lo que debió comenzar a organizarlas por su propia cuenta. Ante la carencia de medios solicitó auxilios a Buenos Aires. Rosas envió importantes cantidades de pertrechos entre los que se contaban: 500 tercerolas y carabinas, 900 fusiles, 700 sables, 3.500 piedras de fusil y unos 54.500 cartuchos. A su vez las provincias del norte y el litoral aportaron más armas y soldados con lo que se logró poner en pie una fuerza de unos 3.500 hombres que para 1838 quedó organizada en tres divisiones.
La primera a cargo del gobernador de Salta, General Pablo Alemán. Estaba compuesta de la siguiente manera: 2 regimientos y dos escuadrones de caballería, los primeros eran el “Coraceros de la Confederación Argentina” y “Lanceros de Salta” y los segundos el “Dragones de Jujuy” y el “Restaurador de Aguilar” y 5 regimientos de infantería, el 1 y 2 de milicias de Jujuy y el 6, 9 y 10 de milicias de Salta. En total unos 1.000 hombres.
La segunda división era mandada por el General Manuel Virto y la formaban: 2 regimientos y 4 escuadrones de caballería los primeros eran el “Restauradores” y el 3 de milicias y los segundos eran el “Coraceros de la Guardia”, el de granaderos, el de guías y el de lanceros. A estas unidades se sumaban dos batallones de infantería, el “Libertad” y el de “Cazadores”. En total unos 1.500 hombres.

La tercera división la formaban 1.000 hombres con 2 piezas de artillería, agrupados en las siguientes unidades: 4 regimientos y 2 escuadrones de caballería, los “Coraceros de la Muerte”, “De Rifles”, “Coraceros Argentinos”, 11 de milicias, 4 de milicias y “Granaderos de Santa Bárbara”. A ellos se sumaban dos batallones de infantería, el “Defensores” y el “Voltígeros”. La división estaba a cargo del General Gregorio Paz.
El armamento lo componían fusiles de chispa de 16mm con bayoneta con un alcance eficaz de 200 metros y máximo de entre 400 y 500 metros. Se sumaban las carabinas con un alcance algo menor al de los fusiles, sables, pistolas y lanzas. La artillería fue muy poco usada debido a que se operaba en un terreno que en general era montañoso por lo que no convenía el cargar con pesadas piezas, a lo sumo se llevaban culebrinas o morteros. En esta época de nuestra historia la caballería se organizaba en regimientos compuestos de cuatro escuadrones cada uno, aunque en la guerra contra la Confederación formada por Perú y Bolivia tenían solamente dos.
La infantería argentina solía organizarse en regimientos compuestos a su vez por dos o más batallones divididos en compañías. El número de hombres variaba según la disponibilidad de efectivos. A su vez solía dividirse a la infantería en las unidades de línea (combatían en orden cerrado) y en las de ligera que combatían en orden disperso, lo que se llama comúnmente a manera de “guerrillas”.

La Confederación Peruano-Boliviana
En ese caso lamentablemente es menor la información de la que se dispone. El grueso del ejército de la Confederación, unos 5.000 hombres, se encontraba en el propio territorio del Perú presto a enfrentar el ataque de las fuerzas chilenas que desembarcarían allí. A esta fuerza se la conoció como “fuerza norte”. Sobre la frontera con nuestro país Santa Cruz ubicó a unos 2.000 – 4.000 hombres (las cifras son muy variables) al mando del General Felipe Braun con el objetivo de mantener a raya a las fuerzas argentinas hasta que el grueso del ejército derrotara a las unidades chilenas.
Para 1838 las fuerzas de Santa Cruz se componían de 4 batallones de infantería, los 2, 5, 6 y 8 con 300, 380, 700 y 600 hombres respectivamente; 4 escuadrones de caballería 2 de ellos de cazadores, 1 de coraceros y 1 de guías y una brigada de artillería con 4 piezas al mando del comandante García. El armamento de estas unidades era muy similar al de las argentinas.
En lo que se refiere al entrenamiento hay que destacar que era mejor el de las unidades ubicadas en Bolivia que el de las nacionales. Santa Cruz se había preocupado desde el principio de su gestión de fortalecer al ejército para utilizarlo como principal argumento de su proyecto de expansión. Santa Cruz contó con una gran ventaja a nivel militar con respecto a nuestro país durante la guerra, mientras él pudo concentrar todas sus fuerzas contra Chile y Argentina, las fuerzas de la Confederación Argentina no pudieron hacer lo mismo. Esto se debió a que a la vez que se producía la guerra con Bolivia y Perú la Argentina debió enfrentarse al bloqueo y los ataques de Francia, a la campaña de las fuerzas unitarias en el litoral y a la revolución de los hacendados del sur de Buenos Aires por lo que no se pudo emplear el ejército nacional en su totalidad en el norte.

Situación inicial
Para 1837 Alejandro Heredia se encontraba en Tucumán preparando el grueso del ejército para comenzar las operaciones sobre la frontera. Heredia había encargado al general Pablo Alemán la cobertura de la frontera mientras él completaba el entrenamiento de las fuerzas argentinas. Alemán apenas desplegó unos 380 hombres dispersos en diversas localidades de la frontera que quedó en un estado de suma vulnerabilidad. Por otra parte la preparación del ejército se demoró demasiado por lo que la iniciativa de la guerra quedó inicialmente en manos de los bolivianos.
El general Felipe Braun había recibido órdenes de Santa Cruz de mantenerse a la defensiva hasta que él pudiera derrotar a las fuerzas chilenas, pero al ver la inactividad de las fuerzas argentinas decidió atacar la frontera argentina. Braun intentaría hacer retroceder a las fuerzas argentinas hacia el sur con el objetivo de asegurar la frontera.
La posición de Braun se vio favorecida por la demora en el inicio de la invasión chilena al Perú. Dicha demora se debió al alzamiento de las tropas del coronel Vidaurre, en Quillota, y el asesinato de Diego Portales, ministro chileno.

La invasión de Braun al norte argentino
Aprovechando la inactividad de las fuerzas argentinas el general Felipe Braun concentró sus fuerzas en Tupiza y a fines de agosto de 1837 avanzó hacia el sur para invadir el norte argentino entrando por Jujuy. El 28 de agosto de 1837 una columna compuesta por unos 100 hombres ingresó por La Quiaca al poblado de Cochinoca reduciendo a las autoridades de La Puna y al destacamento de la zona. La segunda de las columnas, ubicada al oeste de la primera, tomó los poblados de Santa Victoria e Iruya tras rendir a las fuerzas de dudosa lealtad al mando del coronel Manuel Sevilla. De esta manera quedó el camino abierto hacia Jujuy. Ambas columnas se reunieron en la quebrada de Humahuaca el 11 de septiembre.
Alejandro Heredia recién había tenido noticia de estos movimientos el día 9 de septiembre por lo que tardó en reaccionar. Envió a su hermano Felipe con la vanguardia del ejército compuesta por un escuadrón del regimiento “Restauradores a Caballo”, otro del “Cristinos de la Guardia”, un escuadrón de milicia y una compañía de tiradores como refuerzo, en total 400 hombres. El 12 de septiembre la vanguardia nacional llegó a unos 500 metros al sur del poblado de Humahuaca y fue recibida por los disparos de una avanzada boliviana a la que dispersó rápidamente, comenzando de esta manera el combate de Humahuaca. Por las características del terreno, montañoso, las fuerzas de Heredia no pudieron flanquear a los bolivianos por lo que las atacaron frontalmente. Tras varias cargas retrocedieron siendo perseguidos por los soldados argentinos. La persecución se detuvo por el descubrimiento de una considerable fuerza enemiga ubicada más al norte. Se trataba de una columna dirigida por el teniente coronel Campero y que había sido mandada por Braun para permitir la retirada de sus fuerzas ya que en ese momento creyó erróneamente que las fuerzas argentinas eran el ejército completo y no como en realidad ocurría simplemente la reducida fuerza de vanguardia.
Felipe Heredia continuó el avance al día siguiente y el 13 de septiembre se encontró nuevamente con las fuerzas de Braun que se habían atrincherado en las alturas de Santa Bárbara. Para atacar la posición Heredia dividió a sus tropas en dos columnas, la derecha quedó formada por un escuadrón del “Cristinos de la Guardia”, otro del de milicias y la compañía de tiradores. La columna de la izquierda se formó con un escuadrón del “Restauradores”. Sorpresivamente el teniente coronel Benito Macías, comandante del “Restauradores”, ordenó a su escuadrón cargar sin recibir orden previa de Heredia. Viendo esta situación Felipe Heredia ordenó al escuadrón del “Cristinos de la Guardia” cargar inmediatamente. Este escuadrón fracasó en su carga, pero las fuerzas argentinas se reorganizaron y volvieron a cargar logrando hacer retroceder a los bolivianos que se retiraron hacia el norte. Ante la proximidad de nuevas fuerzas enemigas Heredia no continuó la persecución.
El 11 de diciembre un destacamento de soldados argentinos al mando del capitán Aramayo sorprendió a una fuera boliviana al mando del comandante Calqui en Tres Cruces tomando varios prisioneros, armas y ganado. Las acciones a menor escala continuaron y el 2 de febrero de 1838 un destacamento nacional al mando del capitán Gutiérrez tomó prisioneros a 10 soldados bolivianos en la zona de Rincón de las Casillas, al sur de Negra Muerta. El destacamento argentino se encaminó a Negra Muerta para esperar la llegada de una columna enviada por Braun y emboscarla. Allí mediante un brillante ardid Gutiérrez logró que en medio de la obscuridad dos destacamentos bolivianos se confundieran y, creyendo que se trataba del enemigo, abrieron fuego uno sobre el otro, prolongándose el enfrentamiento hasta que se dieron cuenta del error cometido. A pesar de las victorias obtenidas, Alejandro Heredia no pudo emplear a las fuerzas argentinas en una invasión a Bolivia debido a una serie de sublevaciones producidas en las provincias del norte.

Derrota chilena y retirada argentina
Mientras se desarrollaban estos enfrentamientos en el norte argentino Chile lanzó una expedición sobre la costa del Perú a las órdenes del Almirante Blanco Encalada.
Los chilenos desembarcaron y establecieron un gobierno provisional en Arequipa tras lo cual avanzaron al norte por terreno desértico, las enfermedades, la sed y las epidemias mermaron mucho a los 4.000 hombres de esta expedición. Santa Cruz lo sabía y con el grueso del ejército de la Confederación Peruano-Boliviana marchó para enfrentar a Blanco Encalada. El almirante chileno viéndose en una completa inferioridad de condiciones se rindió firmando la paz de Paucarpata por la cual Chile quedó momentáneamente fuera de la guerra. Heredia se enteró de este hecho en enero de 1838 y comprendió la gravedad de la situación ya que ahora se presentaba el peligro de que Santa Cruz decidiera avanzar con todo su ejército sobre el norte argentino. Aprovechando esto Braun volvió a avanzar sobre el norte argentino y a su vez Heredia retrocedió concentrado al ejército en Itaimari y Hornillos.
Las fuerzas argentinas a pesar de la peligrosa situación emprendieron algunas acciones menores contra los bolivianos. El coronel Paz logró tomar San Antonio de los Cobres, el coronel Mateo Ríos avanzó desde Orán hacia Iruya y el teniente coronel Baca hostilizó a los bolivianos, la acción combinada de estas fuerzas obligó a Braun a retroceder. La situación nuevamente se tornó favorable a las fuerzas argentinas ya que el gobierno chileno rechazó el acuerdo de Paucarpata y comenzó a preparan una nueva expedición sobre el Perú por lo que Santa Cruz no pudo mandar al grueso de sus tropas contra la Confederación Argentina. El general Heredia no se mostraba demasiado activo lo que motivó los reclamos de Chile. Heredia ofreció su renuncia pero fue rechazada por Rosas y le ordenó la preparación de una expedición para atacar a los bolivianos.

Campaña de Alejandro Heredia
Con sus fuerzas ya reorganizadas el general Alejandro Heredia se dispuso a tomar la ofensiva contra las tropas de Braun. A tal fin organizó al ejército del norte en tres divisiones. La primera de ellas quedó al mando del coronel Manuel Virto con unos 1.200-1.500 hombres y tenía como misión el avanzar hacia las montañas de Iruya para atacar al grueso del ejército boliviano por la retaguardia e impedir su retirada. La segunda división estaba compuesta por 1.000 hombres al mando del general Gregorio Paz y debía ocupar la frontera con Tarija y amenazar la ciudad de Chuquisaca.
La tercera división al mando Pablo Alemán permanecería a retaguardia de las otras divisiones para actuar como reserva. La vanguardia de la división del general Gregorio Paz inició la marcha el 27 de mayo de 1838 con el coronel Mateo Ríos al frente. A los dos días atacó a una avanzada boliviana que se había ubicado en el pueblo de Carapari. El comandante de la guarnición, Cuellas, se mostró dispuesto a rendirse pero explicó que debía convencer a sus oficiales que se encontraban acampados en Zapatera. Estos no accedieron a rendirse por lo que Paz decidió atacarlos. A tal efecto dividió a sus fuerzas en dos columnas. La primera de ellas al mando del coronel Mateo Ríos avanzó por el camino de Itau, la segunda al mando de Paz lo hizo por el camino de Saladillo.
La vanguardia boliviana fue atacada por una compañía de tiradores y 15 hombres del regimiento “Coraceros Argentinos” por lo que comenzó a retirarse, fue entonces cuando el teniente coronel Bárcena avanzó con una compañía de tiradores y la mitad del escuadrón “Granaderos de Santa Bárbara” para cortarles el paso. Mientras se producía la persecución, que se prolongó unos 20 km., un escuadrón al mando del comandante Cuellas desertó y se unió a las fuerzas nacionales. La columna del general Paz siguió avanzando y el 8 de junio de 1838 derrotó a una avanzada boliviana en San Diego. En esta acción participaron la segunda compañía de granaderos, 15 tiradores del regimiento “Coraceros Argentinos” y una compañía del batallón “Defensores”.
Cerca de la localidad de El Pajonal el general Gregorio Paz destacó al teniente coronel Ubiens con 200 hombres para que se ubicara a retaguardia del enemigo y cortara su retirada pero los bolivianos dando cuenta de la maniobra se retiraron y lograron eludir el cerco. La división continuó el avance llegando a las proximidades de Tarija pero al aproximarse nota la presencia de una fuerza enemiga de considerable tamaño por lo que Paz decidió retroceder el 24 de junio. Durante la retirada las fuerzas nacionales fueron derrotadas en Cuesta de Cayambuyo y continuamente hostilizadas por los bolivianos sufriendo fuertes pérdidas. A la vez que se desarrollaban estas acciones la columna del coronel Virto también participaba en las operaciones. Esta columna había partido el 5 de junio de 1838 de San Andrés con rumbo a Abra de Zenta. En el camino se reunieron con las tropas enviadas desde Jujuy al mando del coronel Iriarte.
El 11 de junio la división se encontraba cerca de la población de Iruya donde las tropas de Braun se habían atrincherado fuertemente. Al frente de la vanguardia marchaba el coronel Rivas para tomar las alturas ocupadas por el enemigo. La compañía de “Voltígeros” del capitán Lorenzo Alvarez atacó la población con gran determinación pero fracasó. Virto mandó en repetidas oportunidades sus fuerzas contra el dispositivo boliviano pero no logró doblegarlo. Como último intento mandó la reserva pero aún así no pudo seguir avanzando por lo que debió retroceder.
El 22 de agosto de 1838 el general Heredia ordenó la retirada de las fuerzas nacionales tras haber fracasado las columnas en cumplir con los objetivos asignados.
El 12 de noviembre de 1838 estalló en el noroeste argentino la rebelión dando comienzo a lo que se llamó la “Coalición del Norte”. Ese día el general Alejandro Heredia fue asesinado por una partida de rebeldes por lo que las acciones se vieron nuevamente detenidas.

El fin de la guerra
El 20 de enero de 1839 las fuerzas chilenas desembarcadas en el Perú al mando del general Manuel Bulnes se enfrentaron al ejército del general Andrés de Santa Cruz en Yungay, tras cinco horas de duros combates las fuerzas de la Confederación Peruano-Boliviana fueron completamente derrotadas. Tras la batalla la confederación se disolvió. El general Velasco fue elegido como nuevo presidente de Bolivia. Las nuevas autoridades mostraron buena voluntad con respecto al problema originado años antes con nuestro país por la disputa en torno a la posesión de la provincia de Tarija. El gobierno argentino podría haber aprovechado la situación de encontrarse como vencedor para ocupar la disputada provincia, pero no lo hizo. Juan Manuel de Rosas consideró que lo correcto era que la cuestión debía ser decidida por los habitantes de la zona. Se realizó una consulta y Tarija se incorporó a Bolivia.
El 26 de abril de 1839 el gobierno argentino dio oficialmente por terminada la guerra.
Como balance de la misma se puede decir que si bien la Argentina no logró victorias decisivas durante su desarrollo sí se logró algo que fue fundamental para la Nación. Se pudieron desbaratar los planes de Santa Cruz de anexar a la Confederación Peruano-Boliviana las provincias del noroeste por lo que se logró mantener la integridad territorial y la soberanía de la Argentina, esto es más destacable si tenemos en cuenta que por esos días la Confederación Argentina debió enfrentarse también con otra agresión desde el exterior, el bloqueo de Francia. Este fue apoyado por numerosos movimientos internos encabezados por los unitarios que no mostraron el menor escrúpulo –salvo gloriosas excepciones como el caso de Martiniano Chilavert- a la hora de intentar derrocar a Rosas, aunque fuera con armas y dinero francés y que ello implicara la disgregación de la integridad territorial de nuestra Patria.
Sirva este trabajo a manera de sencillo y humilde homenaje a los valientes que dieron la vida en esta contienda por preservar la soberanía Argentina en esos momentos decisivos para la nación.

Fuentes: www. revisionistas.com.ar / Mirand, Lic. Sebastián – La Guerra Contra la Confederación Peruano – Boliviana (1837-1839).

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miércoles, 19 de mayo de 2010

DIA NACIONAL DE LA ESCARAPELA


Se celebra el 18 de mayo, el Día de la Escarapela, instituido en 1935 por resolución del Consejo Nacional de Educación.
El origen de los colores de la escarapela y las razones por las que fueron elegidos para simbolizar a la Patria no pueden establecerse con precisión.
Entre muchas versiones, una afirma que los colores blanco y celeste fueron adoptados por primera vez durante las invasiones inglesas (1806-1807) por los Patricios, el primer cuerpo de milicia urbana del Río de la Plata y que luego empezaron a popularizarse entre los nativos. Se dice también que la escarapela argentina fue utilizada por primera vez por un grupo de damas de Buenos Aires al presentarse a una entrevista con el entonces coronel Cornelio de Saavedra, jefe del Regimiento de Patricios, el 19 de mayo de 1810.
Lo cierto es que el 13 de febrero de 1812 Manuel Belgrano -mediante una nota- solicitó al Triunvirato que se fije el uso de la escarapela nacional. Belgrano no vio el cielo celeste y las nubes blancas, y en esto se inspiró para crear la bandera nacional.
Se fundaba en que los cuerpos del ejército usaban escarapelas de distintos colores y que era necesario uniformarlos a todos, puesto que defendían la misma causa. El 18 de febrero de ese año, el Gobierno resolvió reconocer la Escarapela Nacional de las Provincias Unidas del Río de la Plata con los colores blanco y azul celeste.
Entusiasmado con la medida, Belgrano diseñó una bandera con los mismos colores y la hizo jurar el 27 de febrero. Ese mismo día, el Triunvirato ordenó a Belgrano hacerse cargo del Ejército del Norte, desmoralizado después de la derrota de Huaqui. El general emprendió la marcha al norte de inmediato y, por esta razón, no se enteró del rotundo rechazo del gobierno a la nueva bandera.
Ese 27 de febrero de 1812 Belgrano inauguró las baterías Libertad e Independencia e informó al Gobierno: “Siendo preciso enarbolar la bandera, y no teniéndola, la mandé hacer celeste y blanca, conforme a los colores de la escarapela nacional”.
Los colores nacionales se usaron en la Argentina desde 1811, en la escarapela famosa erróneamente atribuida a la distribución de French y Beruti del año anterior. Provenían de los colores borbónicos, de la casa de Fernando VII (rey ausente de España). La escarapela blanca y celeste ya había sido utilizada por Pueyrredón y otros camaradas durante las Invasiones Inglesas. La escarapela es creada por decreto el 18 de febrero de 1812.

Institución del Día de la Escarapela Nacional

La fiesta de la escarapela fue autorizada por el Consejo Nacional de Educación con fecha 13 de mayo de 1935 (Expte. 9602-9º-935), sobre una iniciativa de la directora de la entonces Esc. 4 del C. E. 9º, profesora Carmen Cabrera, y los profesores Benito A. Favre y Antonio Ardissono, director y vicedirector, respectivamente, de la Esc. 11 del mismo Distrito, quienes, con el asesoramiento de la Inspección de Labores, resolvieron constituirse en comisión para celebrar la fiesta de la escarapela el día 20 de mayo. El C. N. de Educación autorizó la celebración de la fiesta, pero, si establecer razones, el día 18 en lugar del día 20. Por resolución del 4 de abril de 1941 (Expte. 33193-1º-940) instituyó el 18 como Día de la escarapela, estableciendo, además, que el acto debía realizarse en una de las escuelas de cada distrito con concurrencia de delegaciones de 4º y 6º grados y 4ª y 5ª secciones.

Por el “Calendario Escolar” del año 1951 (Res. del Ministerio de Educación, 8 de enero de 1951, Expte. 294282/950), se fijó el 19 de mayo como Día de la Escarapela. Esta disposición se fundó en las consideraciones (episodio de los rebozos celestes ribeteados con cintas blancas con que, en ese día, se adornaron las damas porteñas) formuladas por la Comisión de Antecedentes de los Símbolos Nacionales, publicadas en el folleto “French y la divisa de Mayo”, editado por el Círculo Militar de 1941. Pero esta celebración se limitaba a una anotación en la Cartelera de Efemérides (Forma IV). Desde entonces la celebración ha experimentado diversas alternativas.
El Consejo Nacional de Educación, por resolución del 12 de mayo de 1960 (Expte. 12515/960), resolvió restituir la celebración según los términos de la disposición del 4 de abril de 1941.

Resoluciones del Consejo Nacional de Educación
Fiesta de la escarapela. Autorización para celebrar la fiesta de la escarapela el día 18, según iniciativa de las Escuelas 4 y 11 del C. E. 9º (Res. 13-5-1935, Expte. 9602-9º-935).
Día de la escarapela. Institúyese el 18 de mayo como día de la escarapela. Forma de realizarse el acto (Res. 4-4-1941, Expte. 33193-1º-940).
Fíjase el 19 de mayo como día de la escarapela. Fijación establecida por el Calendario Escolar de 1951 (Res. 8-1-1951, Expte. 294282/950).
Restitúyese forma de celebración según Res. 4-4-1941. Restitúyese la forma de celebrar el día de la escarapela según los términos de la Resolución del 4-4-1941, con algunas variantes (Res. 12-5-1960, Expte. 12515/960).

Fuentes: Cagliani, Martín A. – La Página del Conocimiento / www. revisionistas.com.ar /Fernández, Belisario y Castagnino, Eduardo H. – Guión de los Símbolos Patrios (1962).

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martes, 18 de mayo de 2010

DÍA DE LA ARMADA ARGENTINA


Saludamos a nuestros camaradas de la Armada en el día en que se conmemora la fecha de creación de su institución, una de las fundacionales de nuestra nacionalidad.
El 17 de mayo se celebra el "Día de la Armada Argentina" fecha gloriosa en los fastos de la República, por corresponder a la consolidación de los principios de la Revolución de Mayo con la terminante victoria naval de Montevideo, obtenida por nuestra escuadra al mando del Almirante Brown sobre la flota de la Real Armada Española que tenía su apostadero en aquel puerto.
Al efecto se sancionó el Decreto Nº 5304 del 12 de mayo de 1960 suscripto por el entonces Presidente de la Nación Dr. Arturo Frondizi.
La fecha es evocada para recordar la victoria que permitió alejar el peligro que representaba el poder naval realista en aguas del Río de la Plata, y contribuyó además a llevar a feliz término las campañas libertadoras de Chile y Perú.
El ejército argentino a órdenes del General Rondeau sitiaba Montevideo desde octubre de 1812.
En 1814, Montevideo continuaba resistiendo el asedio. La razón de ello fue el continuo flujo de aprovisionamientos que los sitiados recibían a través de su puerto, transportado por naves españolas. El Almirante Brown, que había sido designado Comandante de nuestra escuadra, sostuvo ante las autoridades nacionales que de no establecerse un bloqueo al pueblo de la plaza sitiada, ésta podría resistir por mucho tiempo el cerco de nuestras fuerzas.
Era imperioso que Montevideo cayese en nuestro poder, pues de lo contrario la corona española podía utilizar esa ciudad para lanzar un ataque sobre Buenos Aires. Para llevar a cabo el plan de Brown se dispuso el envío de una fuerza naval integrada por 9 naves armadas con 147 cañones. La flota española estaba compuesta por 11 buques que montaban 155 cañones.
El 14 de mayo la flota realista zarpa de Montevideo para hacer frente a nuestra fuerza. En tales momentos Brown concibe el plan de combate. Simulará que se retira mar afuera para que los realistas vayan en su persecuci6n, luego efectuará un cambio de rumbo para interponerse entre la fuerza española y Montevideo y por último les presentará batalla.
Las acciones del combate naval se sucedieron entre los días 15 y 17. Este último día la fragata "Hércules", buque insignia del Almirante Brown, penetró en aguas de Montevideo persiguiendo a los buques enemigos. Dos de ellos buscaron refugio al amparo de la Fortaleza del Cerro y otras tres naves se ubicaron bajo los muros de la ciudad. La fuerza naval española había abandonado la lucha y Brown impuso desde entonces un cerrado bloqueo a aquel puerto que derivó en la rendición de la Plaza de Montevideo a manos del ejército sitiador patrio que en esos momentos estaba a órdenes del General Carlos M. de Alvear. Ello ocurría el 23 de junio de 1814.
Buenos Aires conoció la buena nueva del triunfo de Montevideo por intermedio del Teniente Lázaro Roncayo, oficial de la sumaca "Itatí" que Brown comisionó para enviar el parte de rigor. El pueblo manifestó su profundo júbilo llevando al marino de la escuadra vencedora en andas hasta el Fuerte.
Tras la victoria de Montevideo y una vez consolidada nuestra Independencia en 1816, la Armada Argentina comenzó a desarrollar su misión que fundamentalmente consiste en la defensa de nuestra soberanía en el Mar Argentino. La Armada Argentina, desde los días iniciales de la Patria, está profundamente comprometida con la libertad y la dignidad soberana de su pueblo. En el triunfo o en la adversidad, el honor de la República siempre estuvo, en lo más alto de los mástiles y en el coraz6n de todos y cada uno de sus hombres.

Misión Principal:
“Contribuir a la defensa nacional actuando en forma disuasiva o empleando los medios en forma efectiva, a fin de proteger y garantizar de modo permanente los intereses vitales de la Nación frente a las agresiones de origen externo”

Misión Complementaria:
* Participación en operaciones de paz y/o coaliciones multinacionales bajo mandato de Organismos Internacionales.
* Tareas marítimas, fluviales y de seguridad náutica.
* Búsqueda y salvamento marítimos.
* Apoyo a la actividad en la Antártida.
* Asistencia humanitaria.
* Apoyo a la comunidad.
* Contribución a la preservación del medio ambiente.
* Participación en el desarrollo de medidas de cooperación militar, de fomento de la confianza mutua y otras en el marco regional internacional para la prevención de situaciones de conflicto.
* Participación en operaciones de seguridad interior en los términos que prescribe la Ley 24.059.
* Otras competencias asignadas por el Estado

Capacidades:
Para cumplir con eficiencia y eficacia las misiones, la Armada ha desarrollado las siguientes capacidades navales:
* Comando, Control, Comunicaciones, Informática e Inteligencia
* Superficie
* Anfibia
* Aeronaval
* Submarina
* Logística móvil

Fuente: www.ara.mil.ar

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lunes, 17 de mayo de 2010

MARCHA MILITAR “BICENTENARIO ARGENTINO”


Compuesta por el Licenciado en Composición Teniente Coronel (R) Emilio José Chaín, egresado de la Universidad Católica Argentina, "Bicentenario Argentino" fue la ganadora del concurso que se realizó durante el año 2009.
La marcha se presentó en todo el país durante los actos por el Día del Himno, el pasado 11 de mayo y fue ejecutada por la Banda Militar “Tambor de Tacuarí”, del Regimiento de Infantería 1 “Patricios”.
Aquí les ofrecemos un link directo para que puedan conocer la nueva marcha.

http://www.soldadosdigital.com/novedades/Marcha%20del%20Bicentenario%20Argentino.mp3

Fuente: www.soldadosdigital.com


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domingo, 16 de mayo de 2010

DESFILE MILITAR DEL BICENTENARIO EN LA AVENIDA 9 DE JULIO


El desfile se organizará en 2 columnas, una a pie y otra montada, que marcharán a lo largo del Paseo representando a cada una de las Fuerzas Armadas y de Seguridad.
Por parte de Ejército desfilarán los Institutos de enseñanza (Colegio Militar de la Nación y Escuela de Suboficiales Sargento Cabral), Unidades Históricas vistiendo trajes de época, agrupaciones de Malvinas, representantes de los Cascos Azules y del Comando Antártico. La columna montada contará con la presencia del Regimiento de Granaderos a Caballo. Por otro lado, la Fuerza Aérea Argentina realizará un pasaje aéreo.

Asimismo, el martes 25 –con horario y lugar a confirmar- se realizará una representación histórica en la que participarán, además de personal de la Fuerza, actores y artistas integrantes de la agrupación Fuerza Bruta.
Distintos regimientos representarán la Vuelta de Obligado, el Cruce de los Andes y la Gesta de Malvinas, entre otros acontecimientos históricos que forjaron nuestra patria.
Fuente: www.soldadosdigital.com

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sábado, 15 de mayo de 2010

ANIVERSARIO DE LA BATALLA DE MALBARCO.


El 15 de mayo de 1879 se llevó a cabo esta batalla en el Valle de Epulauquen, del departamento Minas, situado al noroeste de la provincia del Neuquén. Según informe del coronel Olascoaga, el establecimiento del señor Enrique Price (que por error derivado de su distinta pronunciación fue tomado por su fonético de “Pray”) -sitio de la contienda- estaba junto a la laguna de Epulauquen, cuyo significado en mapuche es dos lagos (o lagunas). Los contendientes eran, por un aldo, las Guardias Nacionales de la Colonia Malbarco, reclutadas por el comandante Patrocinio Recabarren, y por el otro, los indios de Udalmán, dirigidos por el renegado Ramón Sosa.
El Parte Oficial dice lo siguiente: “El comandante militar y civil de Mal barco – Campamento en los Mallines de Charramica (sic: es Chararuca), Costa del Neuquén, mayo 16 de 1879 – Al señor comandante en jefe de la 4ª División del Ejército, teniente coronel don Napoleón Uriburu. – Cumplo con el deber de dar parte a V. S. que a las dos de la madrugada del día de ayer tuve aviso en este campamento que una partida de indios de los de Udalman, al mando del bandido Ramón Sosa, asaltaban la estancia del señor Pray, como también algunas casas de los inquilinos de este establecimiento, cometiendo todo género de tropelías.
Inmediatamente armé una partida de Guardias Nacionales a mis órdenes y mandé los persiguieran hasta darles alcance, lo que se verificó a las 12 del día de ayer, y trabándose un combate dio por resultado la muerte de cuatro indios y nueve prisioneros, incluso el cabecilla; escapándose sólo dos.
Se les ha tomado veinticinco caballos que habían robado a los vecinos de este paraje, los que han sido devueltos a sus respectivos dueños. También se las ha tomado cuatro lanzas, una escopeta, una carabina, un revólver y algunas otras armas insignificantes.
Una vez que los prisioneros llegaron a este campamento, se reconoció a Ramón Sosa, cabecilla de esta partida y asesino del malogrado capitán Brú; este bandido tenía todavía en su poder el recortado que el capitán Brú tenía de su uso particular. Sosa murió de las heridas que recibió en la pelea.
Los ocho prisioneros que quedan en mi poder los remitiré oportunamente al teniente coronel don Luis Tejedor. Entre los ocho prisioneros viene un indio llamado Miguel Yauca, que se le fugó al comandante Ortega en uno de sus mejores caballos.
Sin otro motivo, tengo el gusto de felicitar a V. S. por este pequeño encuentro que ha dado buen resultado, saludándolo con la consideración especial de mi distinguido aprecio. Dios guarde a V. S. – P. Recabarren”.
Este parte dio lugar a que Napoleón Uriburu cursara el siguiente telegrama: “Campamento en las juntas del arroyo Cobun-có con el Neuquén, junio 5 de 1879 – Excmo. Señor Ministro de Guerra. – Oficial – El comandante Recabarren batió el 15 ppdo., en las cercanías de Mal Barco, una partida de indios del cacique Udalman, que capitaneada por el bandido Ramón Sosa (cristiano) invadió la estancia de un señor Pray de aquel punto, resultando de este encuentro 2 indios muertos, 9 prisioneros, entre éstos el cabecilla, escapando sólo dos. Dejaron en el campo algunas armas y 25 caballos que ya habían robado y que fueron devueltos a sus dueños. El bandido Sosa, matador del capitán Brú en enero de este año, murió de las heridas que recibió.
La Guarnición de Mal Barco habrá mandado ya a las fuerzas situadas en Curre-Leuvú y Neuquén, un regular número de chusma que estaba juntando, habiéndose fugado a Chile 4 ó 6 indios viejos, que el comandante Recabarren indultó.


Fuentes: Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado / www. Revisionistas.com.ar / Raone, Juan Mario, Fortines del desierto, Biblioteca del Suboficial Nº 143.


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viernes, 14 de mayo de 2010

EL CAPITAN LAVALLE Y EL TENIENTE ZADO


Luego de la jornada victoriosa del 5 de abril de 1818 en el valle del Maipo, entre los tomados prisioneros por los dos oficiales Patriotas, Capitán Juan Lavalle y Teniente Rufino Zado, se encontraba nada menos que el valiente Coronel Morgado, al cual el General Primo de Rivera había puesto al frente de la Caballería Realista la que acababa de ser derrotada por la Patriota. Este (Morgado) creyó que Zado era el jefe de la compañía, pues tenía más edad que Lavalle, quien solo contaba con veinte años; se le acercó e hizo ademán de entregarle su reluciente espada. “A mi no coronel, (le dijo el teniente con una sonrisa, al comprender el error del vencido) al Capitán Lavalle”. Se volvió entonces el pundonoroso realista y al contemplar a ese guerrero admirable exclamó hondamente impresionado: “¡Tan joven y tan valiente! ¡Digno hijo, a fe mía, de una raza de leones! Yo vencedor en múltiples combates de los veteranos del Imperio Napoleónico, me siento menos desgraciado teniendo que entregar mi espada de vencido a unos soldados tan nobles y tan valientes”. El no menos conmovido oficial respondió: “Agradezco sus palabras Coronel y no recibo su espada que está en muy buenas manos”.

En la imagen: Escena de la batalla de Maipo (o Maipú)

Fuente: “Anecdotario Histórico Militar” de Juan Román Sylveira

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jueves, 13 de mayo de 2010

DÍA DEL MUSEO HISTÓRICO DEL EJÉRCITO ARGENTINO


En esta fecha, celebramos la creación del Museo Histórico del Ejército. Esta reciente dependencia del Ejército tiene por misión rescatar, mantener y difundir el patrimonio histórico de la Fuerza. Anualmente, es visitado por centenares de turistas y miles de argentinos que descubren en sus salas una parte importante de nuestra historia y del aporte del Ejército a la nación.

Reseña Histórica
Las tierras donde se erige el Museo formaron parte de una extensión entregada en tiempos de Juan de Garay y Hernandarias a la Compañía de Jesús. En la época virreinal, tras la expulsión de los jesuitas, aquellas fueron entregadas al Real Colegio de San Carlos, pasando a los establecimientos sucesores del mismo, hasta llegar al Colegio Nacional de Buenos Aires conformando el campo de verano del mismo, conocido como la "Chacarita de los Colegiales. Posteriormente los terrenos pasaron al Estado Nacional (Ministerio de Guerra) a fin de construir cuarteles. Por Decreto del 30 de abril de 1897, del Presidente José, Evaristo Uriburu, dio sustento legal a la ejecución de las obras, terminadas en 1902.Los muros exteriores, con torres y almenas, daban a los nuevos cuarteles la apariencia de una fortaleza antigua o CIUDADELA, surgiendo de allí, el nombre que posteriormente se dio la localidad circundante. También eran conocidos como los "CUARTELES DE LINIERS", como surge del epígrafe de una fotografía de la época existente en el Archivo General de la Nación. Inicialmente sus instalaciones albergaron al Regimiento 8 de Caballería de Línea, Escolta Presidencial y núcleo del Primer Escuadrón de la Recreación del Regimiento de Granaderos a Caballo. Al mismo tiempo fue asiento del “Regimiento 2 de Artillería”. Posteriormente y durante muchos años, el cuartel alojó al "1 de Artillería", primero como unidad montada y más tarde, motorizada y al Grupo de Artillería de Defensa Aérea 101 “Tte Grl D Pablo Ricchieri”.

Reconocimientos Obtenidos


Sitio de Interés Histórico Nacional
Decreto Nº 974 del 20 de Agosto de 1996-Poder Ejecutivo Nacional.

Sitio de Interés Turístico Nacional
Resolución Nº 93 del 10 de Julio de 2003-Secretaría de Turismo y Deporte de la Nación.

Sitio Histórico Cultural Municipal
Ordenanza Nº 2415 del 02 de Septiembre de 1993-Municipalidad de 3 de Febrero.

Sitio de Interés Educativo
Disposición Nº 6 del 02 de Marzo de 2005- Consejo Escolar de Morón.

Mas Información en: www.dahe.ejercito.mil.ar

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miércoles, 12 de mayo de 2010

BATALLON NRO. 8 DE INFANTERIA


Creado el 13 de julio de 1815, sobre la base del Batallón Nro. 2 del Perú, que había sido formado por Manuel Belgrano, aunque tuvo vida efímera.
Se recreó el 3 de febrero de 1814 con esclavos rescatados, a ordenes del Teniente Coronel Matías Balbastro.
Participó en el segundo sitio de la Plaza de Montevideo, incorporándose luego al Ejército de los Andes.
Se refundió en 1822 en el Regimiento Río de la Plata.
El uniforme presentado es el acordado por decreto de creación, cinco días mas tarde, el 8 de febrero de 1814.
Fuente: Uniformes de la Patria del Comando en Jefe del Ejercito – Circulo Militar.

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martes, 11 de mayo de 2010

ANIVERSARIO DE LA APROBACIÓN DEL HIMNO NACIONAL ARGENTINO


El Triunvirato entendió que debía darle al pueblo un canto nacional de mayor importancia que el que hasta entonces se entonaba. En un oficio del 22 de julio de 1812, dirigido al Cabildo, sugería a éste que mandase a componer “la marcha de la patria”, para ser ejecutada al principio de las funciones teatrales, debiendo el público escucharla de pie y descubierto, así como en las escuelas al finalizar diariamente las clases.
Luego de un tiempo, el 6 de marzo de 1813, la Asamblea mandó a componer la letra del Himno Nacional, la cual fue aprobada el 11 de mayo de 1813.
El título de nuestra máxima canción sufrió algunas alteraciones y cambios. En 1813 se lo llamó “Marcha Patriótica”, luego “Canción Patriótica Nacional”, y más tarde se lo conoció como “Canción Patriótica”. Una copia de 1847 lo tituló como “Himno Nacional Argentino”, denominación que recibe en la actualidad.
La letra del Himno Nacional estuvo a cargo de Vicente López y Planes y la música fue compuesta por Blas Parera, quien escribió la música entre el 12 y el 28 de Mayo del año 1813. A partir de entonces sufrió diversas modificaciones, hasta que en 1860 el maestro Juan P. Esnaola presentó su segunda versión, basada en el original de Blas Parera, la que es aceptada como versión Oficial por decreto del Gobierno Nacional de fecha 24 de Abril de 1944.
Se estima que se entonó por primera vez antes del 25 de mayo de 1813, ya que el 28 de ese mismo mes, se cantó en un teatro, durante la función patriótica efectuada por la noche.

Himno Nacional Argentino
(Letra Original)

Coro

Sean eternos los laureles
que supimos conseguir:
Coronados de gloria vivamos
O juremos con gloria morir.

Oíd ¡mortales! el grito sagrado:
¡Libertad, libertad, libertad!
Oíd el ruido de rotas cadenas:
Ved en trono a la noble Igualdad.
Se levanta a la faz de la tierra
Una nueva y gloriosa Nación:
Coronada su sien de laureles
Y a su planta rendido un León

Coro, etc.. etc.

De los nuevos campeones los rostros
Marte mismo parece animar;
La grandeza se anida en sus pechos,
A su marcha todo hacen temblar.
Se conmueven del Inca las tumbas
Y en sus huesos revive el ardor,
Lo que ve renovado a sus hijos
De la Patria el antiguo esplendor.

Coro, etc.. etc.

Pero sierras y muros se sienten
Retumbar con horrible fragor:
Todo el país se conturba con gritos
de venganza, de guerra y furor.
En los fieros tiranos la envidia
Escupió su pestífera hiel
Su estandarte sangriento levantan
Provocando a la lid más cruel.

Coro, etc.. etc.

¿No los veis sobre Méjico y Quito
Arrojarse con saña tenaz.
Y cual lloran bañados en sangre
Potosí, Cochabamba y la Paz?
¿No los veis sobre el triste Caracas
Luto llanto y muerte esparcir?
¿No los veis devorando cual fieras
todo pueblo que logran rendir?

Coro, etc.. etc.

A vosotros se atreve ¡Argentinos!
El orgullo del vil invasor,
Vuestros campos ya pisa contando
Tantas glorias hollar vencedor.
Mas los bravos que unidos juraron
Su feliz libertad sostener.
A esos tigres sedientos de sangre
Fuertes pechos sabrán oponer.

Coro, etc.. etc.

El valiente argentino a las armas
Corre ardiendo con brío y valor,
El clarín de la guerra cual trueno
En los campos del Sud resonó;
Buenos Aires se pone a la frente
De los pueblos de la ínclita Unión,
Y con brazos robustos desgarran
Al ibérico altivo León

Coro, etc.. etc.

San José, San Lorenzo, Suipacha,
Ambas Piedras, Salta y Tucumán,
La Colonia y las mismas murallas
Del tirano en la Banda Oriental;
Son letreros eternos que dicen:
Aquí el brazo argentino triunfó.
Aquí el fiero opresor de la patria
Su cerviz orgullosa dobló.

Coro, etc.. etc.

La victoria al guerrero argentino
Con sus alas brillantes cubrió,
Y azorado a su vista el tirano
Con infamia a la fuga se dio;
Sus banderas, sus armas se rinden
Por trofeos a la Libertad.
Y sobre alas de gloria alza el pueblo
Trono digno a su gran majestad.

Coro, etc.. etc.

Desde un polo hasta el otro resuena
De la fama el sonoro clarín.
Y de América el nombre enseñado,
Les repite ¡mortales! Oid:
¡Ya su trono dignísimo abrieron
las provincias unidas del Sud!
Y los libres del mundo responden:
¡Al Gran Pueblo Argentino, Salud!

Modificación del Himno Nacional Argentino para ser cantado

Tenido por himno nacional la Canción Patriótica de López; a través de un largo período de la nacionalidad fue interpretado de acuerdo con el texto original; mas desaparecido el furor de la contienda con España, en aras de un sentimiento legítimo de acercamiento y comprensión con la madre patria, la canción nacional sufrió en su enunciado una modificación de forma en lo relativo a aquella parte que pudiera tener en el presente un concepto peyorativo, ya sin objeto para la soberanía del Estado.
Durante la presidencia del general Roca en el año 1900 fue sancionado un decreto refrendado con la firma del Presidente de la Nación y de los ministros: Felipe Yofre, Luis M. Campos, José María Rosa, Martín Rivadavia, Martín García Merou y Emilio Civit, disponía:
“Que, sin producir alteraciones en el texto del Himno Nacional, hay en él estrofas que responden perfectamente al concepto que universalmente tienen las naciones respecto de sus himnos en tiempo de paz y que armonizan con la tranquilidad y la dignidad de millares de españoles que comparten nuestra existencia, las que pueden y deben preferirse para ser cantadas en las festividades oficiales, por cuanto respetan las tradiciones y la ley sin ofensa de nadie, el presidente de la República, en acuerdo de ministros decreta:
Artículo 1°. En las fiestas oficiales o públicas, así como en los colegios y escuelas del Estado, sólo se cantarán la primera y la última cuarteta y coro de la canción nacional sancionada por la Asamblea General el 11 de marzo de 1813″.

Himno Nacional Argentino
(Estrofas que se cantan en la actualidad)

Oíd mortales el grito sagrado
Libertad, Libertad, Libertad,
oíd el ruido de rotas cadenas
ved en trono a la noble igualdad.

Ya su trono dignísimo abrieron
las Provincias unidas del Sud,
y los libres del mundo responden
al gran Pueblo Argentino Salud.

Sean eternos los laureles
que supimos conseguir
coronados de gloria vivamos,
o juremos con gloria morir.

Fuentes: Corvalán Mendilaharsu, Dardo - Los Símbolos Patrios / www .revisionistas.com.ar /Cánepa, Luis – Historia de los símbolos nacionales argentinos.

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