viernes, 28 de febrero de 2014

ANIVERSARIO DE LA CREACIÓN DEL REGIMIENTO DE CABALLERIA DE TANQUES NRO. 1 "CORONEL BRANDSEN"

Nos unimos a la celebración del nuevo aniversario del Regimiento de Caballería Tanques 1 "Coronel Brandsen", creado el 1 de marzo de 1822, y hacemos llegar nuestras felicitaciones a todos los integrantes de esa unidad y a sus familiares.

Historia de la Unidad.
El 23 de enero de 1826, asumió el mando de la unidad el Coronel Federico de Brandsen, a sus órdenes la unidad intervino en la guerra contra el Imperio del Brasil. 
En la Batalla de Ituzaingó, el 20 de febrero de 1827, el General Carlos María De Alvear, Jefe del Ejército patriota, ordenó al Coronel Brandsen cargar con su regimiento contra una fuerte defensa del enemigo. El Coronel Brandsen, consiente que el terreno no era apto para una carga de caballería pero, dando muestra de un gran sentido del deber, respaldado por una férrea subordinación hacía su jefe, inspirando valor, coraje y decisión frente a sus hombres, impartió su última orden: “1ro de Caballería, a la carga”. En ésta heroica gesta de nuestro regimiento, quedaron tendidos en el campo del honor gran parte de sus efectivos y como no podía ser de otra manera, encabezaba la lista de caídos su Jefe de Regimiento, el Coronel Federico De Brandsen. 
En honor a su Jefe muerto en combate el regimiento recibió su nombre el 12 de mayo del año 1931.
La unidad participó también en la Guerra de La Triple Alianza, en las campañas al desierto organizadas por los Generales Rosas y Roca, en la Campaña al Chaco y en numerosos combates llevados a cabo por la organización nacional. 
Durante la Guerra Contra la Subversión el regimiento cumplió misiones de seguridad y vigilancia.
En el año 1978, con motivo del conflicto con la república de Chile, el regimiento es movilizado a la Patagonia.
En 1982, con motivo del conflicto del Atlántico Sur, el regimiento es movilizado a la provincia de Santa Fe, destacando a las Islas Malvinas un apuntador de misil con su auxiliar y a un operador de equipos de comunicaciones.
A lo largo del país la unidad ocupó las guarniciones de Buenos Aires, Entre Ríos, Mendoza, San Juan, La Pampa y Chaco entre otras. 
El 8 de febrero de 1905, el regimiento es disuelto por su participación en un motín, siendo reorganizado el 10 de febrero de 1930 por decreto del entonces Presidente de la NACIÓN. 
Desde 1932 hasta 1944 la unidad estuvo en Campo de Los Andes, desde 1945 hasta 1965 permanece en Tandil, Provincia de Buenos Aires y tras un breve paso por Toay, Provincia de La Pampa, en diciembre de ese año, el Regimiento 14 de Caballería, con asiento en la ciudad de Villaguay, Provincia de Entre Ríos, se transforma en Regimiento 1 de Caballería, ocupando los viejos cuarteles que desde 1945 albergaron al Grupo de Artillería 2 y al Regimiento 14 de Caballería, los mismos que actualmente y desde 1992 comparte con el Regimiento de Infantería Mecanizado 5, conformando la Guarnición Ejército "Villaguay".
Gran parte de los efectivos del regimiento han participado en misiones militares de paz, destacadas por la Organización de las Naciones Unidas.
Siendo su actuación mas destacada reciente, como parte del BCA 12 (Haiti), donde participó con 70 hombres, incluido su propio Jefe de Regimiento.

Por su destacada actuación a lo largo de nuestra historia, el regimiento ha recibido las siguientes condecoraciones: 

-Escudo y Cordón de Ituzaingó. 
-Cordón de Tuyutí. 
-Medalla de Yatay.
-Medalla por la Campaña al Paraguay.
-Medalla por la Campaña al Río Negro. 
-Medalla por la Campaña de Los Andes.

Fuente: www. rctan1.ejercito.mil.ar

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ANIVERSARIO DE LA CREACIÓN DEL GRUPO DE ARTILLERIA BLINDADO 1 "CORONEL MARTINIANO CHILAVERT"

Por Superior Decreto del Poder Ejecutivo de fecha 28 de febrero de 1921 se crea el segundo Grupo de Artillería a Caballo. Con el correr del tiempo, en su evolución orgánica, se convertiría en el que hoy es el Grupo de Artillería Blindado 1.
En febrero de 1922, se encontraba ya organizado y con asiento de paz en la localidad de San Vicente, provincia de Córdoba, con material de cañones Krupp de 75 mm.
En los siguientes años la unidad recorrió varias guarniciones en diferentes provincias, tales como San Luis, Corrientes y Buenos Aires. Su denominación sufrió las siguientes modificaciones:
En el año 1943, pasó a llamarse “Regimiento 1 de Artillería a Caballo”, en 1948, “Regimiento 1 de Artillería Blindado”. Luego, en 1952, “Agrupación Blindada 3”. En 1954, “Grupo de Artillería Blindado”, y, en 1961, “Grupo de Artillería Blindado 1”.
En 1959 cambia su material por el obús 105 mm M2 A1 montado sobre la cureña del M7.
En noviembre de 1964, pasó a ocupar los cuarteles del "Regimiento 2 de Artillería Montado Reforzado", con asiento en la localidad de Azul, Provincia de Buenos Aires.
Entre los años 1970 y 1971 la unidad fue dotada de cañones 155 mm L33 F3 AMX y la línea de los vehículos de combate de acompañamiento similares.
En 1974 la Guarnición vive uno de sus momentos más críticos de su historia debido al intento de copamiento perpetrado por elementos subversivos, quienes el 19 de enero secuestraron al Jefe del Grupo de Artillería Blindado 1, Teniente Coronel Jorge Roberto Ibarzábal, hasta su muerte, 10 meses después. En el mismo hecho, fueron asesinados el Coronel de Caballería Camilo Gay, Jefe del Regimiento de Caballería 10 y Jefe de Guarnición, junto a su señora esposa.
En 1975 se honra al Grupo de Artillería Blindado 1 con la imposición del nombre histórico de "Coronel Martiniano Chilavert".
En cumplimiento de una de las misiones subsidiarias del Ejército, a partir del año 1992, personal de oficiales y suboficiales de la Unidad participaron en operaciones militares de mantenimiento de la paz, bajo el mandato de Naciones Unidas, en Croacia y Chipre, recibiendo elogiosos conceptos por su actuación.
Fuente: /www.artilleria.ejercito.mil.ar

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jueves, 27 de febrero de 2014

ANIVERSARIO DEL PRIMER IZAMIENTO DEL PABELLÓN NACIONAL

“Aquí está la bandera idolatrada,
la enseña que Belgrano nos legó,
cuando triste la Patria esclavizada
con valor sus vínculos rompió.”


El día 27 de febrero de 1812 el General Manuel Belgrano hace enarbolar por primera vez la bandera argentina. Al inaugurar dos baterías de artillería cerca de Rosario, Provincia de Santa Fe, construidas para bloquear la navegación por el Río Paraná a la flota española con base en Montevideo, hace enarbolar una bandera “celeste y blanca, conforme a los colores de la escarapela nacional” (que provenían de los colores Borbónicos de la casa de Fernando VII) y jurarla por las fuerzas allí presentes.

La primera vez que la bandera se izó en Buenos Aires fue el 23 de agosto de 1812, en la torre de la iglesia de San Nicolás de Bari, donde hoy se encuentra el Obelisco. La Asamblea de 1813 promovió en secreto su uso, pero no produjo normas escritas al respecto. El Gobierno no deseaba insistir en ese momento con símbolos independentistas.

Tras la declaración de independencia el 9 de julio de 1816, la bandera azul celeste y blanca fue adoptada como símbolo por el Congreso el 20 de julio de 1816; el Congreso le agregó el sol el 25 de febrero de 1818.

El 8 de junio de 1938, con aprobación del Congreso, el entonces Presidente de la Nación, Roberto M. Ortiz, promulgó la ley 12361. Esta dispone que el 20 de junio es el Día de la Bandera y lo declara feriado nacional, como homenaje a Manuel Belgrano (Fallecido el 20 de junio de 1820).

La Bandera Argentina está compuesta por tres franjas horizontales de igual tamaño, la superior y la inferior de color azul celeste, y la central blanca; en el centro, un sol amarillo oro.

Las medidas de la Bandera Oficial son 1,40 m de largo por 0,90 m de alto (Es decir, una proporción 9/14).

Los argentinos llamamos simplemente celeste al tono claro de azul de nuestra bandera (en inglés, el adjetivo cerulean significa lo mismo, “color del cielo”). De modo que celeste y blanca es más frecuente que azul y blanca al referirnos a la bandera. Más allá de esta definición, se ha debatido desde siempre cuál sería el tono exacto de este celeste o azul claro.

Cuando la nueva bandera flameó frente al Paraná, Belgrano dijo a los soldados: "Esta será la divisa con que marcharán al combate los defensores de la patria".Recordemos Siempre nuestro Juramento a la Patria, de seguir constantemente su Bandera y defenderla hasta perder la vida.
Ejercito Nacional.

Dibujo de Héctor Ruben Arenales Solís


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miércoles, 26 de febrero de 2014

CREANDO LA BANDERA

El 26 de febrero de 1812, el Coronel del entonces Regimiento Nro. 5 de Infantería (que era el castigado por el “Motín de las Trenzas”) don Manuel Belgrano informó al gobierno que merced a la actividad y eficiencia del Teniente Coronel don Angel Monasterio llegaban a su conclusión los trabajos de las baterías del Rosario. Con relación al uso de las banderas necesarias, expresaba su preocupación pues hasta el momento se habían izado los mismos colores que el enemigo; “pero – agregaba Belgrano – ya que Vuestra Excelencia ha determinado la escarapela con que nos distinguimos de ellos y de todas las Naciones….”.Dejaba así planteado el problema al cual él mismo daría pronta solución.

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martes, 25 de febrero de 2014

ANIVERSARIO DEL NACIMIENTO DEL GENERAL JOSE DE SAN MARTIN

Rememoramos el nacimiento del Libertador de América, José Francisco de San Martín, acaecido el 25 de febrero de 1778 en Yapeyú (Corrientes).

Nació el 25 de febrero de 1778 en el pueblo de Yapeyú, situado a orillas del río Uruguay. Su padre, don Juan de San Martín, había nacido en España y se desempeñaba como teniente gobernador del departamento. Su madre, doña Gregoria Matorras. Se trasladó a España junto con sus padres en el año 1786 donde ingresó al Seminario de Nobles de Madrid. En 1789 comienza su carrera militar en el regimiento de Murcia.

En 1785, regresó a España con su familia y en el año 1789, ingresó como cadete en el Regimiento de Murcia. Su bautismo de fuego fue en el sitio de Orán, en el año 1791, y en 1793 ascendió a subteniente. Finalizada la guerra con Francia en 1795, y siendo esta aliada de España, tomó parte en la batalla que se libró en el cabo de San Vicente contra los ingleses.

Entre 1808 y 1812, ingresó en una sociedad masónica que existía en Cádiz y que defendía ideas de carácter constitucional y liberal. Por tomar parte, el 16 de mayo de 1811, en la batalla de Albuera, fue ascendido a comandante agregado, culminando así su carrera militar en España.Pasó a América, en enero de 1812, en la fragata «George Canning», que partió desde Londres, llegando a Buenos Aires el 9 de marzo para luchar por la independencia de Sudamérica. A los pocos días de su arribo, le fue reconocido el grado de teniente coronel y el Triunvirato le encomendó la creación de un escuadrón, que luego fue el célebre regimiento de Granaderos a Caballo. Durante el año 1812 se ocupó de instruir a la tropa en las modernas técnicas de combate que conocía por su extensa actuación europea contra los ejércitos de Napoleón.Además, se ocupó de organizar una sociedad secreta que se denominó la Logia de Lautaro —este era el nombre de un caudillo araucano que defendió la libertad de su pueblo a los comienzos de la conquista española—. La sociedad estaba formada como las logias masónicas de Cádiz y de Londres, similar a la que en Venezuela tenía como miembros a Miranda, Bolívar y Andrés Bello. Su objetivo era: "trabajar con sistema y plan en la independencia de la América y su felicidad"

El 8 de octubre de 1812 estalló la revolución capitaneada por San Martín, Alvear, Monteagudo y otros conspiradores en contra del Gobierno; esta revolución hizo posible la asamblea de 1813, repetición en muchas conclusiones de las Cortes de Cádiz, aunque aún no se declaró la independencia, ya que no era deseada por muchos ciudadanos.

El Triunvirato ordena al coronel San Martín que protegiese las costas del Paraná del desembarco realista. Los granaderos siguieron el avance de la flota enemiga que constaba de 11 naves y unos trescientos soldados. Las naves pasaron el pueblo de Rosario y fondearon frente al Monasterio de San Carlos, en San Lorenzo, aguas arriba. Los españoles bajaron a tierra, subieron las altas barrancas y se encontraron con los pacíficos frailes. Cuando despuntaba el sol del día 3 de febrero, las lanchas de la expedición realista tocaban tierra y subían el barranco en dos columnas dispuestos al combate. San Martín dividió a los granaderos también en dos columnas que, cuando sonó el clarín, cargaron desde cada lado del convento. En la primera carga, el caballo de San Martín fue derribado trabando una pierna del Coronel. El granadero Baigorria traspasa con una lanza a un soldado español que intentaba herir a San Martín. El soldado Juan Bautista Cabral echó pie a tierra y levantó el caballo permitiendo a su jefe incorporarse, entonces fue herido de muerte.

San Martín, a fines de 1813, ya con el grado de coronel de Caballería, sustituyó al general Belgrano en el mando del Ejército auxiliar, nombrándole, el director del Estado, gobernador intendente de la provincia argentina de Cuyo.San Martín influyó para que los diputados del Congreso de Tucumán declararan la independencia de las provincias unidas de América del Sur -aún no la actual Argentina- , pues su idea era formar unos Estados unidos de toda América Latina.El 1 de agosto de 1816 fue nombrado general en jefe del Ejército, y el 11 de febrero de 1817 se realizó una de las batallas más extraordinarias de la Historia, entre los independentistas y el Ejército español, siendo derrotado este en la cuesta de Chacabuco y entrando San Martín en Santiago (Chile). De aquí se partió para la conquista del Perú donde el 5 de abril de 1818 obtuvo la victoria de la batalla de Maipú, pasó decisivo para la independencia. San Martín comprendió que, para llegar a la liberación total, debía entablar contactos con Simón Bolívar, realizándose una entrevista en Guayaquil el 26 de julio de 1822. Se intentó el acuerdo de unir los dos Ejércitos para terminar cuanto antes con los españoles, pero Bolívar dijo que nada podía hacer sin la aprobación del Congreso del cual dependía.

San Martín se retiró de este tipo de vida en agosto de ese mismo año, debido a una promesa hecha un año antes. Regresó a Chile, más tarde a Mendoza, luego vino a España, para instalarse en Bruselas finalmente.

Pasó estrecheces económicas, ya que la pensión que le habían asignado en Perú no le llegaba con regularidad. San Martín tenía ideas monárquicas constitucionales que se volvieron republicanas al final de su vida. Fue contrario a la concepción estatal del dictador Rosas, que predicaba el caudillismo y la federación. Por hallarse este en la presidencia, siempe rehusó un nombramiento político y regresar a su tierra; sin embargo, mantenía correspondencia cordial con él.

El 3 de agosto de 1823 muere su esposa, Remedios de Escalada. Parte entonces para Buenos Aires donde se encarga de su hijita Mercedes. El 4 de diciembre llega a la ciudad y permanece hasta el 10 de febrero de 1824 cuando se embarca hacia Francia. Allí se ocupa de la educación de Mercedes donde escribe para ella las Máximas para su hija que son un resumen de su filosofía de vida. En 1829 regresa a Buenos Aires pero encuentra un clima hostil y permanece en Montevideo.En el año 1848 se trasladó a vivir a Boulogne-sur-Mer, hoy consulado de la Argentina; allí murió repentinamente, falleció el 17 de agosto de 1850 en la localidad de Boulogne-sur-Mer a la edad de 72 años siendo trasladado su cadáver a Buenos Aires, donde reposa en un mausoleo en la catedral metropolitana.
En la imagen: José de San Martín con su uniforme de Cadete de Infantería de Murcia.

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lunes, 24 de febrero de 2014

UNO DE LOS HÉROES DE LA BATALLA DE ITUZAINGÓ: EL CORONEL BRANDSEN

Con ese mismo porte, el uniforme imperial francés y las medallas que obtuvo en el campo de batalla, enfrentó a la muerte

Hace 187 años, el 20 de febrero de 1827, tuvo lugar el decisivo enfrentamiento entre las fuerzas patriotas y el Imperio del Brasil con la victoria de las tropas comandadas por el general Carlos María de Alvear. Entre sus protagonistas, surgió el heroico sacrificio del coronel Federico Brandsen. Esta es su historia. 
Sabía que iba a morir. La orden que había recibido sonó a sentencia de muerte. Al escucharla, el comandante del Regimiento Nº 1 de Caballería, teniente coronel Charles Louis Frederic de Brandsen presintió amargamente ese final. La batalla estaba en ciernes y no le quedaba otra que llevar adelante el polémico cometido. No ocultó su fastidio. El entredicho con el general Carlos María de Alvear, jefe del ejército patriota y de quien emanó la consigna lo puso muy mal. Era una locura lo que le pedía. Lo sabía muy bien. 
-¡Usted comandará una carga contra la infantería brasileña!, le espetó. 
Frunció el ceño. Era una locura atacar de esa manera a una fuerza de 2000 mercenarios austríacos y alemanes. Se lo recalcó con crudeza.
-¡General, es un suicidio atacar a esa unidad de élite fortificada detrás de una profunda hondonada casi imposible de sortear!!!!
Alvear lo miró con severidad. No esperaba tal respuesta. Hizo caso omiso de sus argumentos y le gritó en la cara.
-¡Cuando el emperador Napoleón le daba una orden ¿usted dudaba en cumplirla?!
Brandsen sostuvo la mirada. Las palabras tocaron a su amor propio. Con una profunda crispación, dijo escuetamente.
-Está bien mi general, sé que voy a morir, pero cumpliré con lo que se me ordena. Saludó, dio media vuelta y se retiró.

Soldado napoleónico
En la carpa de campaña comenzó a vestirse con el uniforme del ejército imperial francés. Era el único que tenía. El resto de su equipaje lo había extraviado con el avance del ejército republicano. En eso estaba cuando sus pensamientos volaron lejos, muy lejos… Ya tenía 41 años. Había nacido en la Ciudad Luz el 28 de noviembre de 1875. Hijo de un médico holandés y luego de recibir educación en el Liceo Imperial de Francia, Brandsen ingresó en el ejército. Recordó que tras prestar servicios en la secretaría del Ministerio de Guerra, en 1811 se incorporó como subteniente de caballería en el Ejército del Reino de Italia, cuyo monarca era Napoleón Bonaparte y donde servían numerosos compatriotas. 
Suspiró largamente al memorizar aquellos tiempos. En 1813, estuvo en la campaña de Alemania, donde cayó herido tres veces. Fue ascendido a teniente y nombrado ayudante de campo del emperador. En Bautzen, a la cabeza de un destacamento, tomó una posición prusiana. Por esta acción recibió la condecoración Real Orden Italiana de la Corona de Hierro de manos del Gran Corzo y con ella, el grado de capitán de caballería. Tras la abdicación de Napoleón en 1814, Brandsen regresó a Francia. En 1815, intervino en la campaña de los Cien Días que culminó con la batalla de Waterloo donde resultó herido otra vez. 

Con San Martín
Finalmente, en 1817 pidió la baja del ejército. En ese ínterin y en París, conoció a Bernardino Rivadavia quien lo convenció para que se uniera a la causa de la independencia americana. No dudó. En Calais y a bordo del navío Celeste puso rumbo a Buenos Aires. El 19 de diciembre de ese año, el gobierno de las Provincias Unidas del Río de la Plata lo destinó al II Escuadrón del Regimiento de Granaderos a Caballo, como capitán de caballería en Las Tablas, cerca de Valparaíso, Chile y que combatía bajo las órdenes del general San Martín, Entre 1818 y 1819, Brandsen participó en la segunda campaña al sur del país trasandino que culminaría con la victoria de Bío Bío. Posteriormente, formó parte de la expedición libertadora al Perú. El 28 de abril de 1821, en Huaura, se casó con Rosa Jáuregui, nieta del virrey Agustín de Jáuregui y Aldecoa. Tuvieron tres hijos; uno en Lima y dos niñas en Santiago de Chile.
De pronto, volvió a la realidad. Con parsimonia ciñó su correaje, acomodó la espada y siguió recordando aquella acción de Nazca junto al mayor Juan Lavalle. Tampoco olvidó ese 8 de noviembre de 1820, en Chancay cuando con 36 Cazadores vencieron a una fuerza realista de casi 200 hombres. Así, ascendió a sargento mayor. San Martín lo puso al frente del regimiento de Húsares de la Legión Peruana de la Guardia con el grado de teniente coronel y con el que triunfó en Zepita. Luego, con la Caballería de la Vanguardia del Ejército del Perú intervino en Sica-Sica y en Ayo-Ayo donde contuvo la persecución enemiga para salvar los restos del ejército derrotado en esos encuentros. Entre 1822 y 1823 participó en otras operaciones contra los realistas. Encarcelado, desterrado y luego liberado por Simón Bolívar, el 5 de marzo de 1825 embarcó con su familia en el buque Livonia, a Santiago de Chile. Tras una breve permanencia en esa ciudad, regresó al Río de la Plata. El 23 de enero de 1826 el gobierno lo designó jefe del Regimiento 1 de Caballería con las jinetas de teniente coronel y se preparó parta luchar contra el Imperio del Brasil. Finalmente, llegó el 20 de febrero de 1827 y la fatídica orden. 

El desenlace
Salió de la tienda de campaña y montó a caballo. Al paso, cabalgó al frente de sus hombres con el pecho cubierto de medallas. Alvear lo seguía unos metros más atrás como esperando que cumpliese con su orden. El guerrero napoleónico lo vio y se le acercó.
-General, por favor, no me ofenda, le pidió.
Entonces, Alvear luego de excusarse, se alejó. Frente al 2º Escuadrón, Brandsen ordenó una carga escalonada. A su lado, lo acompañaba su edecán, Ignacio Lavalle, hermano del general.
Blandió su espada y gritó:
-¡Escuadrón… marche…al galope…a la carga…!
Tal como lo había previsto, el ataque fracasó y la metralla enemiga rápidamente terminó con su vida y la de varios de sus soldados. 
Sin embargo, luego de varios intentos, el empeño patriota dio resultados. Tras 5 y 6 horas de combate, las tropas imperiales tocaron a retirada. El triunfo de las fuerzas de la República es total. Las cargas encabezadas por Juan Lavalleja, Estanislao Soler, Lucio Mansilla y el general paz, entre otros, fueron decisivas. Finalizada las acciones, el propio Juan Lavalle recorrió la zona y encontró el cadáver de Brandsen entremezclado entre los cuerpos de sus hombres. Estaba completamente desnudo porque en su huída, los imperiales le habían quitado el uniforme y sus medallas. Metros más allá, yacía el cadáver de su hermano. El valiente guerrero fue promovido póstumamente a coronel y sus restos descansan en el cementerio de la Recoleta, en Buenos Aires. Su sepultura fue declarada Monumento Histórico Nacional. La ciudad y el partido homónimos de la provincia de Buenos Aires, llevan su nombre. En su honor, el Regimiento 1 de Caballería del Ejército Argentino, del que fuera primer comandante, se denomina Regimiento de Caballería de Tanques 1 “Coronel Brandsen”, con asiento en Villaguay, Entre Ríos.

La batalla
Ituzaingó o batalla del Paso de Rosa se desarrolló en lo que hoy es el centro-oeste del estado de Río Grande del Sur. Allí chocaron las tropas aliadas de los insurrectos orientales y el Ejército Argentino, por una parte contra las tropas del Imperio del Brasil por la otra, por el control de la Banda Oriental en manos brasileñas desde 1820. Fue una victoria táctica de los aliados. Contribuyó al nacimiento de la convención preliminar de paz firmada 1828 y que reconoció como estado libre, independiente y soberano al Uruguay. El imperio sufrió 200 muertos, entre ellos su jefe, el mariscal José de Abreu Mena Barreto, 150 prisioneros y 800 extraviados. Las Provincias Unidas tuvieron 139 bajas de caballería y 9 de los Cazadores de Infantería.

Hallazgo
Entre los pertrechos abandonados por el ejército imperial se encontraba un cofre con una partitura de una marcha entregada por el emperador brasileño al marqués de Barbacena para que la interpretase tras obtener la supuesta victoria. Sin embargo, los patriotas vencedores se apoderaron de ella y la bautizaron “Marcha de Ituzaingó”. Sus sones son escuchados cuando la bandera Argentina se traslada en actos oficiales y es uno de los tres atributos que ostenta el presidente de la República junto con el bastón de mando y la banda presidencial.
Fuente: Diario Soldados Digital 2014.

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domingo, 23 de febrero de 2014

ANIVERSARIO DEL COMBATE DEL RÍO PUEBLO VIEJO

El 14 de febrero de 1975 se libró el primer combate en los montes tucumanos entre efectivos del Ejército Argentino y del “Ejército Revolucionario del Pueblo” (ERP).
El hecho tuvo lugar en el contexto de la “Operación Independencia”, un conjunto de acciones militares y cívicas ordenadas por la entonces presidente de la Nación María Estela Martínez de Perón para “neutralizar y/o aniquilar el accionar de los elementos subversivos”, tal el texto del Decreto firmado el 5 de febrero del mismo año.
El Ejército Revolucionario del Pueblo fue creado en 1970 por el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT), organización de carácter marxista leninista que pretendía la toma del poder y la instauración de la dictadura del proletariado en Argentina como parte de un plan más ambicioso que abarcaba toda la región latinoamericana.
El PRT, inspirado en el triunfo de la Revolución cubana, convencido, a la luz de lo que ocurría en la guerra de Vietnam, del inevitable triunfo del socialismo en el mundo, y entusiasmado por las consecuencias del “cordobazo” que significó el principio del fin del gobierno de facto del General Juan Carlos Onganía, entendió que las condiciones para el inicio de la guerra revolucionaria en Argentina estaban dadas. La creación del ERP fue una consecuencia lógica de ese pensamiento.
La llegada de un gobierno constitucional en mayo de 1973 no fue motivo para que el PRT-ERP abandonara la lucha armada. Solamente apreció una diferencia entre la presidencia de Héctor Cámpora que le resultaba propicia para el fortalecimiento de sus unidades y la de Juan Perón que le sería hostil.
Si bien la revolución cubana inspiraba a los jefes de la organización, la metodología revolucionaria empleada en Argentina fue diferente. En Cuba se aplicó la teoría “foquista”. Esto es un foco de insurrección armada cuyo centro era el ejército de Fidel Castro que desde sus inicios en Sierra Maestra se fue fortaleciendo para luego avanzar triunfante hasta La Habana. El PRT-ERP pensó que en Argentina los focos insurreccionales debían ser numerosos, combinando la agitación política con las acciones armadas tanto de pequeños grupos como de unidades militares más grandes. Las ciudades de Buenos Aires, La Plata, Rosario, Córdoba y Tucumán, y la franja industrial de la costa del Río de la Plata fueron los lugares de mayor actividad del accionar revolucionario.
Desde su creación y hasta el inicio de la Operación Independencia, el ERP ejecutó resonantes operaciones militares como fueron el copamiento del Batallón de Comunicaciones 141 en Córdoba; el ataque al Comando de Sanidad del Ejército en la ciudad de Buenos Aires; el ataque a los cuarteles de Azul, en la provincia de Buenos; la toma de la Fábrica Militar de Pólvora y Explosivos en Villa María, Córdoba y el intento de copamiento del Regimiento de Infantería Aerotransportado 17, en la ciudad de Catamarca, además de un sinnúmero de acciones consideradas menores como el copamiento de localidades, de dependencias policiales, robos, secuestros, asesinatos y atentados.
Pero si bien la organización aplicó en Argentina una metodología revolucionaria que puede considerarse original, la revolución cubana y la guerra de Vietnam siguieron ejerciendo su influjo al punto de intentar emularlas, salvando las distancias, con la apertura de un frente rural en la provincia de Tucumán. Había otra razón, El FRIP (Frente Revolucionario Indo Popular), una de las organizaciones que dio lugar a la formación del PRT, tuvo sus orígenes en las provincias de Santiago del Estero, de donde provenía Roberto Santucho, su jefe, y de Tucumán. El FRIP pensaba que la revolución debía nacer en esas zonas rurales. Posteriormente, con la creación del PRT y su tránsito ideológico al marxismo leninismo, se sostuvo que el sujeto de la revolución, su principal artífice, debía ser el proletario con conciencia de clase de las zonas industriales. No obstante ello, la idea de una guerrilla rural formaba parte de los deseos de no pocos dirigentes de ese partido. Nació de esa manera la “Compañía de Monte Ramón Rosa Jiménez”, una de las fracciones dependientes del ERP y que operó en la provincia de Tucumán, fundamentalmente al sudoeste de la ciudad de San Miguel de Tucumán, en una zona de cañaverales y monte que se extiende al oeste de la ruta 38 que conduce a Catamarca y sobre la cual se destacan las localidades de Famaillá, Monteros, Concepción y Villa Alberdi.
Esta “compañía” contó con el apoyo que le proporcionaban otros elementos del PRT-ERP que actuaban en la ciudad de Tucumán y con refuerzos que fueron llegando desde otros puntos del país, cuando se hizo necesario cubrir las bajas de combate.
En sus inicios, en febrero de 1974, la “Compañía de Monte” estuvo formada por unos 40 efectivos, cifra que aumentó rápidamente a 70, para llegar en alguna oportunidad a 200.
El primer contingente contó con fusiles FAL obtenidos del copamiento del Batallón de Comunicaciones de Córdoba, “casi un lujo para una guerrilla latinoamericana”.
Ante la presencia guerrillera en la zona, en 1974, el gobierno nacional montó un operativo con efectivos del Ejército y de la Policía Federal que no dio resultados porque el ERP, alertado, se retiró de la zona a marcha forzada. Tiempo después regresó para tomar la localidad de Acheral y dar a conocer al resto del país el comienzo de la guerrilla rural.
Tras la muerte de Perón, el PRT apreció un pronunciado deterioro del gobierno nacional muy favorable para el sobre dimensionamiento del ejército revolucionario. La tarea de reclutamiento y ejercitaciones militares prosiguieron durante el año 1974 pero se vieron afectadas por el fracaso del intento de copamientos del Regimiento de Infantería Aerotransportado 17 de Catamarca, en el mes de agosto. Los atacantes pertenecían a la “Compañía de Monte” y en el paraje de Capilla del Rosario sufrieron una decena de bajas lo que provocó su retirada a Tucumán.
No obstante las pérdidas, para febrero de 1975, los efectivos guerrilleros en el monte oscilaban entre los 70 hombres con algunas mujeres (combatientes), sin contar los elementos de apoyo existentes en las localidades próximas y en la ciudad de Tucumán.
La “Operación Independencia” comenzó el 9 de febrero y fue conducida por el General Acdel Vilas, Comandante de la Vta Brigada de Infantería. En su inicio tres Fuerzas de Tareas se asentaron en Lules, Santa Lucía y Los Sosa, tres localidades menores ubicadas sobre un eje paralelo al oeste de la ruta 38 en una zona mayormente de cañaverales, donde comienza el monte y el terreno empieza a elevarse. El puesto de comando de la Brigada se instaló en Famaillá.
En Los Sosa se ubicó la Fuerza de Tarea “Chañi” que contaba con dos Equipos de Combate (Unos 60 hombres cada uno) formados con efectivos del Grupo de Artillería de Montaña 5 (GAM 5) y del Regimiento de Infantería de Montaña 20 (RIM 20) respectivamente, ambas unidades provenientes de Jujuy.
A los cinco días de iniciada la operación se produjo el combate de Pueblo Viejo en el cual participé y del cual conservo hasta el día de hoy vivamente sus imágenes.
Los Sosa era un caserío -sin policía- ubicado al oeste de la localidad de Monteros, entre los ríos del mismo nombre y Pueblo Viejo que desde las sierras del Aconquija corren hacia el llano.
El 2 de noviembre de 1974, para “el día de las ánimas”, según la denominación que los pobladores daban al día de los difuntos, la “Compañía de Monte” había desfilado impunemente por el pueblo e izado la bandera del ERP (dos franjas horizontales celeste y blanca con una estrella roja en el medio) dejando en claro la existencia de una vasta “zona liberada” en la provincia.
Cuando la Fuerza de Tarea Chañi llegó a Los Sosa comenzó a hacer patrullajes diarios en los alrededores que tenían el doble propósito de reconocer el lugar y adaptar los soldados, muchos de ellos de la puna, a una nueva geografía.
Paralelamente se realizaron otras actividades como censar la población, controlar las existencias de alimentos imperecederos de los almacenes (probables lugar de aprovisionamiento de la guerrilla) y proporcionar asistencia sanitaria a los lugareños.
La Fuerza de Tarea tenía como Base la escuela del pueblo que resultó estrecha para albergar a sus dos Equipos de Combate e inapropiada desde el punto de vista táctico teniendo en cuenta un eventual ataque nocturno.
Por esa razón se decidió que el Equipo de Combate formado por efectivos del Grupo de Artillería 5 (los artilleros operaban como tropa de infantería) debía realizar un reconocimiento en una zona próxima al Río Pueblo Viejo a fin de establecer una segunda Base.
El día 14 de febrero el Equipo de Combate a órdenes del entonces Capitán Jones Tamayo inició una marcha en camiones por la ruta 38 hasta el sur del Río Pueblo Viejo y luego hacia el oeste hasta donde el terreno lo permitió. La marcha prosiguió a pié por una senda en el monte donde los hombres avanzaron encolumnados. Formaban el Equipo dos secciones de unos 30 hombres cada una al mando del Subteniente Arias y del Subteniente Martínez Segón respectivamente. Agregados íbamos el Teniente 1ro Cáceres y yo que éramos infantes y fuimos enviados desde Buenos Aires para completar los cuadros de la Brigada teniendo en cuenta nuestra experiencia en monte en el curso de “comandos”. También iba el Mayor Bidone, segundo jefe de la Fuerza de Tarea, para interiorizarse del lugar probable donde se instalaría la nueva Base.
El ERP fue insistente en el intento de mostrar a los oficiales del ejército como burgueses (en el sentido peyorativo del término) que mandaban los soldados al frente como “carne de cañón”. Una metodología de propaganda íntimamente relacionada con la guerra revolucionaria.
La circunstancia, agravada por que los soldados estaban en un ambiente y en una circunstancia desconocida hasta el momento, exigió una medida muy clara que desvirtuara la versión.
Se decidió que los oficiales y suboficiales entraran al monte a la cabeza de sus respectivas fracciones, es decir un poco más adelante de lo que marca la doctrina. La medida tenía una ventaja adicional; al estar el oficial muy adelante no era necesario dar ninguna orden verbal. Los soldados actuaban atentos a las señales o por simple imitación. En horas de marcha, el silencio fue casi total a pesar de que eran 60 los hombres que avanzaban por una senda del monte.
Pasado el medio día se llegó a las compuertas del Río Pueblo Viejo. El nombre del río hace alusión a las cercanas ruinas de Ibatín, el lugar de la primera fundación de la ciudad de Tucumán.
En las compuertas, Jones nos hizo saber que el camino de regreso sería distinto para evitar una posible emboscada en caso de que el enemigo nos hubiera visto pasar.
Regresamos en dirección oeste este por una senda que bordeaba el río, alejándose del mismo de a ratos, en una zona de monte.
Yo iba como jefe de la punta de infantería, la fracción más adelantada. No era el puesto para un Teniente sino para un Cabo o Cabo 1º pero formaba parte de la decisión que a la mañana se tomó respecto a la ubicación de los cuadros en el orden de marcha.
Mandé como hombre punta al Cabo 1º Orellana, un catamarqueño al que conocía de la Brigada de paracaidistas en Córdoba tres años antes. Aparentaba tener menor edad y parecía que recién hubiera salido de la Escuela de Suboficiales, pero yo confiaba en él y no me defraudó.
La senda seguía serpenteando; el río se veía crecido por las tormentas del verano. El calor de febrero, y más aún la prudencia, exigían una marcha lenta.
Tuve unos momentos de aprensión al entrar a uno de esos pequeños lugares con que el monte sorprende. A la derecha de la senda encontré como un arco natural hecho de vegetación que entraba a un pequeño espacio, una especie de habitación formada por una cortina de árboles y maleza que cubrían también el “techo”. Había menos luz y el suelo estaba muy húmedo. Puse la rodilla en el suelo, apresté más aún el fusil y empecé a recorrer lentamente con la vista el lugar esperando no tener ninguna sorpresa. No la hubo y proseguimos la marcha hacia el este, hacia la ruta 38.
La senda se bifurcó en otras dos paralelas. Eran las cinco de la tarde aproximadamente.
Orellana tomó la derecha y yo la izquierda, más cerca del río. Marchaba con el fusil tomado con las dos manos, como tantas veces se insiste, cuando de repente, a unos 20 metros, vi parado sobre la senda a un guerrillero. La sorpresa fue mutua, pude ver la de él en su rostro. Abrí el fuego y él escapó por unos matorrales. Avancé tirando sobre los mismos a la altura de la cintura y más abajo, buscándolo. Sobrepasé a alguien que me disparó con una escopeta. Sentí un fuerte golpe y un dolor en la espalda y caí. El fusil cayó de mis manos. Hubo una pausa, un silencio, e inmediatamente empezaron los disparos de uno y otro lado.
Orellana también había caído en la otra senda. Un disparo de FAL le hizo un surco en la espalda pero sin penetrarlo. Un guerrillero se levantó para rematarlo pero se le trabó el arma y volvió a su posición. Cuando volvió a asomarse Orellana disparó.
Desde el suelo grité ¡Cáceres, estoy herido! Cáceres fue uno de mis instructores en el curso de “comandos”. En ese momento no nos llevábamos muy bien y lo tenía como un hombre de carácter difícil. No obstante, durante los pocos días que estuvimos en Los Sosa, salíamos juntos de patrulla y fue naciendo una mutua confianza.
Pensé que me rescatarían cuando el ataque progresara pero Cáceres se lanzó solo al lugar donde estaba caído, en un pequeño claro en el monte. A pesar del egoísmo de cualquier herido que desea una pronta atención, me pareció que estaba arriesgando demasiado.
Cuando le pregunté ¡¿qué está haciendo?!, me contestó ¡quedate tranquilo que ya te saco! En ese momento nos dispararon con un FAL, Cáceres profirió un corto quejido y quedó inmóvil. Después supe que la bala penetró por el hombro, se desvió en el omóplato y siguió directo al corazón.
No podía moverme y no sentía las piernas. Vi un guerrillero adelante que me observó pero no me tiró seguramente para no delatar su posición teniendo en cuenta que en ese momento no era un peligro para él. Estaba más atento a lo que ocurría detrás de mí.
El Subteniente Arias estaba desplegando como podía, en la espesura, su sección y comenzaba a avanzar. Martínez Segón y sus hombres se tiroteaban a través del rió con una fracción guerrillera más numerosa.
Pensé ¿y si quiere rematarme? No podía tomar el fusil sin que se diera cuenta. Lentamente saqué la granada y luego de activarla se la arrojé. Explotó muy cerca de él pero ya estaba muerto. Varios disparos de FAL le llegaron antes, eso creo. Vi como la sección de Arias me sobrepasaba abriendo fuego desde la cadera. Fugazmente pensé: ¡los soldados andan bien! Pero volví inmediatamente a mi realidad. Estaba inmovilizado, me dolía mucho la espalda y me salía sangre de la boca. No sé cuánto tiempo pasó; los disparos proseguían sin interrupción. Fui llevado a un puesto de reunión de heridos. Allí vi a Arias. Estaba parado inmóvil y le salía sangre del cuello. Un disparo de escopeta Itaka lo alcanzó pero tuvo la suerte que ningún perdigón penetrara demasiado. Todavía alcanzó a hacer unos disparos sobre un guerrillero. También estaba Orellana, sentado y algo encorvado. Se veía el dolor en su rostro.
El Capitán Jones estaba a nuestro lado tratando de comunicarse con dos helicópteros que se aproximaban. Si no me sacan en helicóptero no llego, le dije.
En la radio de Jones, que un disparo de la guerrilla le había cortado la antena y que recibía pero no transmitía, se escuchó nítida la voz de un helicopterista que dijo: “¡Si no hay identificación voy a disparar sobre los que están al sur del río!”. Los que estábamos al sur éramos nosotros. La masa del contingente guerrillero estaba al norte, salvo la fracción adelantada que había cruzado y luego de enfrentarse con muestra punta estaba en retirada con bajas.
Jones no pudo comunicarse y el piloto, Capitán Grandinetti, nos disparó dos cohetes. El segundo explotó cerca en el mismo instante en que Jones lograba comunicarse. Sentí nuevamente los disparos del helicóptero pero esta vez sobre el lado norte del río.
Jones se veía relativamente calmo dando órdenes a pesar de la presión que se ejercía sobre él. Grandinetti le había tirado dos cohetes; de sus dos Secciones, que seguían combatiendo, llegaban informes y además los heridos lo mirábamos casi permanentemente esperando alguna señal sobre nuestra evacuación.
Solucionada la comunicación con las aeronaves y en retirada el enemigo, se organizó el rescate de los heridos. Previamente el Mayor Bidone y el Subteniente Martínez Segón con un grupo de soldados, lograron cruzar el río pero luego de que la correntada los arrastrara muchos metros.
El único lugar donde podía bajar un helicóptero era en el río que, aunque crecido, mostraba un pequeño islote de piedras. Los guerrilleros que estaban en la margen norte se habían retirado pero no existía la certeza de que el área estuviera totalmente despejada. Un solo guerrillero que hubiera quedado en la otra orilla podría haber dado cuenta de la máquina. Pero Grandinetti bajó lo mismo y nos rescató.
En ese momento no lo supimos pero nos habíamos enfrentado a la totalidad de la “Compañía de Monte” que se estaba yendo de la zona para que el Ejército cayera en el vacío. Marchando ellos de norte a sur y nosotros de oeste a este, las posibilidades de que nos encontráramos al mismo tiempo en el cruce de los caminos de marcha eran muy escasas y sin embargo se dio; con tal sorpresa que durante mucho tiempo ambos bandos creyeron que habían sido emboscados por el oponente.
La Compañía de Monte” estaba al mando de Hugo Irurzún, nombre de guerra “Capitán Santiago”.
Posteriormente fue herido en el combate de Manchalá, en mayo, y como no tuvo una buena recuperación tuvo que bajar del monte y fue reemplazado.
Irurzún decidió replegarse rápidamente siguiendo la doctrina de que la guerrilla no debe empeñarse en un combate que no ha elegido previamente en tiempo y lugar. No obstante no se fue muy lejos.
Para mí, al llegar al Hospital Militar de la ciudad de Tucumán, el combate de Pueblo Viejo había terminado. Pero no terminó para el Equipo de Combate. Tiempo después los oficiales me relataron lo que sucedió después de la evacuación de los heridos y los tres muertos (el Teniente 1ro Cáceres y dos guerrilleros cuyos nombre eran Laser y Toledo).
Un helicóptero regresó trayendo al Teniente Iglesias, del RIM 20, que se agregó como reemplazo del Subteniente Arias.
En el lugar del combate se recogieron dos fusiles FAL y un cargador de una pistola ametralladora PAM, arma que habría pertenecido a un tercer guerrillero muerto, conocido como “Carlos”, que cayó herido al río y la correntada se llevó su cuerpo.
Luego del combate un tercio de la munición estaba consumida. Jones ordenó desarmar las cintas de de las ametralladoras pesadas (MAG) y entregar cinco proyectiles a cada soldado.
Aprestados nuevamente los efectivos, se inició la marcha de regreso. Estaba oscureciendo cuando en un claro de monte el Subteniente Martínez Segón que se desempeñaba como “punta de infantería” detectó el dispositivo de una emboscada enemiga. Inmediatamente se batió la zona con disparos reunidos de FAL que los oficiales marcaron con munición “trazante”. Descubierta la emboscada esta perdió su gran efectividad: la sorpresa. Los guerrilleros se dieron a la fuga.
El Equipo de Combate continuó la marcha y llegó a la zona donde había dejado los vehículos, a las 23 horas.
Para llegar a Los Sosa la columna de camiones pasó por Monteros, la localidad que está sobre la ruta 38. Era carnaval. Los hombres pudieron observar los bailes y escuchar la música. El mundo seguía andando ajeno a los hechos de violencia y muerte ocurridos no muy lejos de allí.
Al llegar a la Base el Equipo de Combate formó en cuadro a la luz de la luna. Se rezó por las almas del Teniente 1ro Cáceres y de los otros muertos, y se pidió a Dios por la recuperación de los heridos.
La formación concluyó con un ¡¡Viva la Patria!!
Al día siguiente el Equipo de Combate volvió al monte donde permanecería hasta el mes de julio de 1980. La Fuerza de Tarea Chañi cambió de nombre y pasó a llamarse “Capitán Cáceres”.
Pero ¿Qué pasó con la “Compañía de Monte”? Probablemente esa noche se reorganizó y prosiguió su marcha hacia el sur, afuera de la zona de operaciones del ejército para que éste “cayera en el vacío”.
Pero el plan del ejército en 1975 era distinto al de 1974. No tenía previsto retirarse de sus objetivos independientemente de la presencia o no de guerrilleros.
La “Compañía de Monte” no podía estar indefinidamente fuera de la zona donde se estuvo preparando tanto tiempo y que era cara a sus sentimientos revolucionarios. Volvió y en el transcurso de ese año y el siguiente se produjeron unos cien enfrentamientos, pequeños la mayoría de ellos salvo los de Manchalá y Acheral.
Para fines de 1975 la actividad de la compañía guerrillera era escasa y un año después casi había desaparecido.
El Combate del Río Pueblo Viejo no tuvo una importancia que llegara a modificar la marcha de las operaciones para ninguno de los bandos. Sí incidió en lo que hace al aspecto espiritual de la aptitud para el combate de los soldados. La propaganda del ERP fue desvirtuada. Ningún soldado murió o fue herido en ese enfrentamiento. Confiando en sus superiores se adaptaron rápidamente al terreno y combatieron con determinación.
El ejército perdió un brillante oficial pero su muerte heroica no fue olvidada y ha quedado como ejemplo de valor y camaradería. Tucumán también lo recuerda dando su nombre a un pueblo que el ejército construyó en las proximidades del lugar al año siguiente.
En lo estrictamente personal tuve una enseñanza de vida. El hombre de carácter difícil con el que alguna vez tuve un roce y que alguna vez también despertó mi desconfianza murió en el intento de salvarme.
Él constituye también un pequeño rincón, ignorado para muchos, inolvidable para unos pocos, de la historia argentina.
Autor: Teniente Coronel (R) Rodolfo Richter

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sábado, 22 de febrero de 2014

DÍA DE LA ANTÁRTIDA

Celebramos el día de la reafirmación de nuestros derechos en el sector antártico y, a la vez, rendimos homenaje a todos aquellos que, con su sacrificio y esfuerzo, hicieron permanente la presencia del país en ese continente
El 22 de febrero, se conmemora el Día de la Antártida Argentina y se cumplen 105 años de la permanencia ininterrumpida de los argentinos en ese sector. A partir de 1904, con la inauguración de la lra Estación Meteorológica, flamea la Bandera Argentina en la isla Laurie del grupo de Islas Orcadas.
Desde el 21 de marzo de 1951, cuando el entonces Coronel Hernán Pujato fundó la Base Antártica "San Martín", el Ejército Argentino destaca personal en el Continente Antártico. Hoy en día, hombres y mujeres del Comando Antártico de Ejército están desplegados en las bases "Esperanza", "San Martín", "Belgrano 2", "Primavera" y "Jubany".
Esta nueva conmemoración encuentra a las dotaciones de la actual campaña antártica realizando, además de las habituales tareas de mantenimiento y apoyo logístico a la actividad científica, importantes obras de infraestructura, entre otras, la construcción de nuevos edificios para una escuela, casas habitación y un laboratorio.
También se llevan a cabo tareas relacionadas con el Proyecto Viento Hidrógeno (aplicación de tecnologías de energías alternativas), en el que participan la DIDEP, CITEFA, EST, INVAP, PEHPC (Planta Experimental de Hidrógeno de Pico Truncado) y el ITBA (Instituto Tecnológico de Buenos Aires).
Fuente: www.ejercito.mil.ar

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viernes, 21 de febrero de 2014

ANIVERSARIO DEL COMBATE DE CUCHA-CUCHA

El 22 de febrero de 1814 se produce el Combate de Cucha-Cucha. El cuerpo de infantería argentina denominado Auxiliares de Chile, comandado por el entonces Teniente Coronel Juan Gregorio de Las Heras combate y derrota a un numeroso contingente de fuerzas realistas. Los Auxiliares habían sido enviados por el gobierno de Buenos Aires en socorro del primer gobierno independiente chileno, constituido a partir de la revolución del 18 de septiembre de 1810. Gregorio de Las Heras, su oficialidad y sus soldados recibieron un escudo de honor que decía: “La Patria a los valerosos de Cucha-Cucha, auxiliares de Chile, año 1814”

Luego de que Bernardo O'Higgins se hizo cargo de la jefatura del ejército independentista chileno, destinó a Mackenna con una pequeña división del ejército patriota chileno en febrero de 1814 para situarse cerca de Chillán, mientras él pensaba en intentar recuperar la línea del río Biobío estableciendo su cuartel general en en Concepción. Los auxiliares argentinos, acantonados en Quirihue al noroeste de Chillán, se integraron en la división de Mackenna y marcharon con éste hacia el Río Itata. La división de Mackenna en el fundo Membrillar se componía de 800 infantes, 100 dragones y 16 piezas de artillería, siendo nombrado el coronel Marcos Balcarce (jefe de los auxiliares argentinos) como jefe del estado mayor. Los realistas controlaban Chillán y sus fuerzas móviles, compuestas de guerrillas y huasos leales a España, mantuvieron a Mackenna asediado en Membrillar, en donde se había fortificado.
La situación de los patriotas de esta división empeoró por la escasez de víveres y Mackenna despachó destacamentos para proveerse de ganado. Supo también que Luis Urréjola estaba reuniendo tropas en su hacienda de Cucha Cucha para aumentar las fuerzas de su división que se hallaban en Caimaco, a tres leguas del campamento de Mackenna y al otro lado del río Itata, con el fin de atacarlo, por lo que decidió dirigirse a Cucha Cucha con un destacamento para batirlo y apoderarse del ganado de la hacienda. Esa hacienda se hallaba a tres leguas del campamento de Membrillar, en las cercanías del río Ñuble.

El Combate
A la medianoche del 22 de febrero Mackenna partió de su campamento llevando como segundo al coronel Andrés Alcázar, con 300 fusileros, 40 dragones, 2 piezas de artillería y varios oficiales de milicias, dejando a Balcarce al mando del campamento. Cuando después del amanecer del día 23 arribaron a la hacienda, la encontraron desierta, pues las fuerzas realistas habían cruzado el río Ñuble, por lo que Mackenna ordenó que dos piquetes saliesen un busca del ganado de la hacienda. Al observar esos movimientos desde la orilla opuesta del río, una fuerza de aproximadamente 150 realistas fue destacada para repasarlo y atacar a los piquetes de Mackenna, pero fue contenida por los soldados del teniente coronel Bueras haciendo que se dirigieran a unas alturas inmediatas desde donde se desprendían partidas de tiradores. Estas fuerzas fueron perseguidas por las tropas de Bueras y por los voluntarios al mando del alférez Allende, pero debido a que los realistas tenían caballos y los independentistas eran mayormente infantes, no pudieron alcanzarlas. Allende se alejó del resto de la división y quedó en retaguardia.
Luego de reunir ganado, Mackenna ordenó el regreso a su campamento, siendo atacada su retaguardia por una fuerza de más de medio millar de realistas, pudiendo solo auxiliarlos el piquete de caballería al mando de Bueras y 100 auxiliares argentinos al mando del sargento mayor Juan Gregorio de Las Heras, quienes protegían la retirada, pues el resto de las tropas se hallaba en avanzada retirada:
"Viendo á las diez del dia que el enemigo no atacaba ni que se le podia alcanzar por la bondad de sus caballos la división se puso en retirada para restituirse ál campo, lo que hizo sin novedad hasta la mitad del camino: quando el enemigo habiendo recibido fuerzas considerables de la división de Urrejola, (y creo también de Chillan, que solo dista de 4 á 5 leguas de Chuca,) intento cortar la guerrilla del Teniente Coronel Bueras; pero este con su acostumbrada intrepidez hizo frente por todas partes, hasta que auxiliado por las demás Tropas, en particular por el valeroso Sargento Mayor de Auxiliares de Buenos Aires D. Juan Gregorio de las Heras, quién con 100 hombres de su cuerpo, y bien sostenido por el Capitán Varga del mismo, avanzo en el mayor orden sobre el enemigo, y le obligo con perdida considerable a replegarse a una altura inmediata que dominaba la posición que ocupaba nuestra Tropa por cuyo motivo, y por haberse inutilizado las dos piezas de Artillería habiéndose roto el exe de la cureña de una, y quedado atascada la lanada en el ánima cónico de la otra determiné variar de posición y tomar una altura que franqueaba la del enemigo. La maniobra se hizo en el mayor orden; y desde el nuevo punto se desafiaba al enemigo que sin embargo de tener de 500 á 600 hombres solo trato de recoger sus muertos y heridos y retirarse; lo que verificó en orden no siéndonos a nosotros posible atacarlo por la falta de Caballería."  Parte de Mackenna a su gobierno
Las Heras logró rechazar tres cargas de tres divisiones realistas, en la última impidió que la partida de Bueras fuera destrozada, cargando a bayoneta y haciendo retroceder a los atacantes hacia una altura, quedando en posesión del campo de batalla durante el tiempo suficiente para proteger la retirada de las tropas, tras lo cual se retiró sin ser molestada su fuerza hacia el campamento de Membrillar.


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jueves, 20 de febrero de 2014

ANIVERSARIO DE LA BATALLA DE SALTA

A principios de enero de 1813 el ejército se pone en marcha hacia el norte. Ya para el 11 de febrero el grueso de las tropas había cruzado el río Pasaje. Allí decide Belgrano que las tropas presten el juramento de fidelidad a la Asamblea General Constituyente que, con ; gran pompa, ha inaugurado sus sesiones en Buenos Aires el 31 de enero.Por tercera vez despliega la bandera celeste y blanca ante el ejército formado. "Éste será el color de la nueva divisa con que marcharán al combate los nuevos campeones de la patria", les dice. Y luego, personalmente, y en forma individual, toma juramento a los soldados. Sobre una margen del río se yergue un árbol eminente y frondoso. Cuando los ecos de la marcha de1 ejército se pierden a lo lejos, sobre el gigante vegetal, mudo testigo de la emocionante ceremonia, queda prendido en su tronco, una tablilla, grabada a punta de cuchillo, donde se lee Río del Juramento.En momentos en que el ejército comandado por el general Belgrano avanzaba hacia Salta con intención de vencer a las fuerzas españolas que bajo el mando del general Pío Tristán se encontraban a la sazón, acantonados en la ciudad de Salta; se encontró con un fuerte impedimento: la desmesurada fortificación que había realizado el general español del único paso de acceso a la ciudad, el portezuelo; lo que planteaba a su jefe una disyuntiva de hierro: entablar un combate en circunstancias desventajosísimas o desistir del propósito y retroceder. En tales circunstancias, el 17 de febrero de 1813, el capitán Apolinario Saravia, ayudante del Gral. Belgrano comenta el General Paz en sus memorias- "se ofreció para conducir al ejército y salvarlo, avisando al General que, como salteño y habitante de por allí, tenía conocimiento de una senda extraviada y así por nadie conocida que, pasando por el escabroso laberinto de las montañas, pues los cerros se suceden unos a espaldas de otros, y poblada de vegetación, conducía en su prolongación hacia el norte, por cosa de dos leguas entre el seno de los montes, hasta dar con una pequeña quebrada llamada de chachapoyas que desembocaba en la estanzuela de castañares, que estaba precisamente en el campo norte y lindero con la tablada de Salta, al opuesto lado de la sierra".El general Belgrano tras recorrer pormenorizadamente el itinerario propuesto dió órdenes de como proceder para que el ejército avancen por él. Esa noche, azotados por una lluvia espantosa, se inició la marcha de las fuerzas patriotas a través del fracturado terreno cubierto de espeso malezal, portando cincuenta carretas con pertrechos y doce piezas de artillería. La estrechez del camino y lo torrencial de la caída de las aguas por las laderas circundantes, agudizaban las dificultades que la quebrada presentaba de por si para semejante tránsito, más, la decisión, el fervor, el Ansia de libertad que todos y cada uno de los componentes de la fuerza llevaban en su corazón, los impulsaba para que la suma de dificultades no los arredraran en su empeño e hicieran que en el amanecer del día 18 arribaran a la finca de castañares donde permanecieron hasta las 11 de la mañana del día 19, cuando iniciaron su marcha a la chacras de Gallinato.El general Belgrano pernoctó el día 18 en una de las habitaciones de la casa de campo del Coronel Saravia, progenitor del capitán, su ayudante, que tan acertadamente había servido de guía.Haciendo uso eficaz del color tostado de su piel, este leal oficial a quien llamaban "Chocolate Saravia", ansioso por conocer la cantidad y calidad de las fuerzas de Tristán, tanto como las posiciones que ocupaban; vistiendo ropas similares a la de los aborígenes, arreando una recua de burros cargados de leñas marcha hacia la casa de sus padres sita en la calle Buenos Aires de la ciudad de Salta. Su disfraz le posibilitó cruzar frente al ejército realista y llegar a destino, donde entregó la carga de leña y regresar después a castañares para informar al General y posteriormente combatir junto a él.El ataque comenzó el día 19, a las 11 de la mañana, en la pampa de Castañares con el ataque a la posición realista por la retaguardia. Belgrano, seriamente enfermo, había preparado un carro para efectuar en él los desplazamientos, pero a último momento pudo reponerse y montó a caballo. LA BATALLA.A las nueve de la mañana del día 20 se desplazó el Ejército Nacional cubriendo todo el ancho de la planicie que en leve plano inclinado lleva a la ciudad. Marchaba compacto sobre el centro con la caballería e infantería, separada por sectores, reserva plegada y dos columnas de caballería en ambos flancos. Tristán lo esperaba fortaleciendo el lado izquierdo de su formación, pues el flanco derecho se apoyaba sobe el cerro San Bernardo, donde había distribuido una columna de tiradores que obstaculizaran las cargas sobre ese sector. Precisamente esta disposición posibilitó al español controlar los ataques porque además de prevalecer en el llano rechazaba los avances sobre el flanco derecho por la eficaz acción de los tiradores del cerro y porque el terreno dificultaba las operaciones de caballería.Al promediar el combate Belgrano cambió su táctica inapropiada. Movilizó la reserva, dotando de más efectivos de infantería y caballería y ordenó a Martín Dorrego, que había reemplazado al segundo jefe Díaz Vélez, gravemente herido, atacar vigorosamente ("... lléveselos por delante..."). Dispuso cargar simultáneamente con artillería y, luego de cruzar el campo, condujo él mismo la avanzada contra las barricadas del cerro.Al mediodía la situación varió. La furibunda carga de Dorrego arrasó el flanco izquierdo junto a las columnas de Zelaya, Pico, Forest y Superí (compartieron el honor de ser los primeros oficiales triunfantes de la ciudad) sostenían la persecución de las calles. En tanto el centro y el ala izquierda patriota fue quebrando inexorablemente la resistencia.Con la retirada cortada, los realistas vencidos retrocedieron desordenadamente quedando entrampados en el corral que circunda la ciudad, denominado Tagarete del Tineo, donde fueron diezmados por los criollos. El tramo final de la lucha se concentró alrededor de la Plaza Mayor, mientras el desbande y la persecución eran confusos y cruentos.La calma llegó cuando desde la iglesia de La Merced doblaron campanas por la patria anunciando la rendición incondicional del invasor.Queda acordado que al día siguiente los soldados realistas salgan de la ciudad con los honores de la guerra, a tambor batiente y con las banderas desplegadas, y que a las tres cuadras rindan las armas y entreguen los pertrechos de guerra, quedando obligados por juramento, desde el general hasta el último tambor, a no volver a tomar las armas contra la Provincias Unidas hasta los límites del Desaguadero. Belgrano devolverá todos los prisioneros, a cambio de igual actitud por parte de los realistas, quienes deberán entregar los prisioneros patriotas que tiene Goyeneche en el Alto Perú.Así desfilan 2.786 hombres. La caballería echa pie a tierra y rinde sus sables y carabinas; la artillería entrega sus cañones, carros y municiones. Belgrano dispensa al general Tristán de la humillación de entregarle personalmente la espada, y lo abraza ante todos los presentes.Tres banderas son los trofeos de esta victoria. Diecisiete jefes y oficiales fueron hechos prisioneros en el campo de batalla; hubo 481 muertos, 114 heridos, 2.776 rendidos. En total, 3.398 hombres que componían el ejército de Tristán, sin escapar uno solo. Además, diez piezas de artillería, 2.188 fusiles, 200 espadas, pistolas y carabinas y todo el parque y la maestranza.Luego de enterrar a los héroes del 20 de febrero de 1813, el General Manuel Belgrano colocó una humilde cruz de madera en la fosa común de los 600 guerreros muertos de ambos lados. El Gobernador Feliciano Antonio Chiclana la reemplazó, a pedido del mismo Belgrano, por otra cruz pintada de verde, con laleyenda cristiana ``A los Vencedores y Vencidos''. Las capitulaciones firmadas con Tristán, permitían a los realistas volver a sus casas, previo el juramento de no tomar nuevamente las armas contra las Provincias Unidas. Esta lenidad en las condiciones, desató, contra Belgrano, las críticas de los partidarios de una acción enérgica. "Siempre se divierten - le escribía a Chiclana: los que están lejos de las balas y no ven la sangre de sus hermanos... También son esos los que critican las determinaciones de los jefes. Por fortuna dan conmigo que me río de ellos, y hago lo que me dicta la razón, la justicia y la prudencia y no busco glorias sino la unión de los americanos y la prosperidad de la patria. . . ".La Asamblea Constituyente. con fecha 8 de marzo, dispuso premiar a Belgrano con 4~0.000 pesos y un sable con guarnición de oro por el brillante triunfo obtenido.Generosamente declinó el obsequio Manuel Belgrano. Y al hacerlo, comprometió para siempre la gratitud de Tarija, Jujuy, Tucumán y Salta, para quienes dispuso, con ese dinero, la creación de cuatro escuelas. "Que renunciar, es poseer".
Fuente: http://www.camdipsalta.gov.ar

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miércoles, 19 de febrero de 2014

ANIVERSARIO DE LA BATALLA DE ITUZAINGÓ

El 20 de febrero de1827 se produce la Batalla de Ituzaingó. El ejército argentino, bajo el mando del General Carlos M. de Alvear, derrotó al brasileño, conducido por el Marqués de Barbacena, en una jornada con un alto protagonismo para la caballería republicana. Los dos ejércitos se enfrentaron cerca del arroyo Ituzaingó, en la provincia brasileña de Río Grande del Sur. Las tropas derrotadas abandonaro su campamento y entre los bagajes se encontró la partitura de esta marcha, que considerada botín de guerra, fue nominada Ituzaingó e incorporada desde entonces al acervo musical argentino.
Siete días después del triunfo del General Juan Galo de Lavalle frente a las fuerzas del General Benito Manuel en la Batalla de Bacacay, y cuatro después del triunfo del General Lucio Norberto Mansilla en la Batalla del Ombú; que dispersó con 350 hombres a caballo y 1.800 efectivos de infantería a la caballería de Bento Manuel, elite de la tropa imperial. Carlos de Alvearatrajo al grueso de las fuerzas imperiales, mandadas por el marqués de Barbacena, a un enfrentamiento en la vera del río Santa María.
La acción fue una total sorpresa para las tropas brasileñas, que hasta el día anterior perseguían a las fuerzas conjuntas argentino-orientales. El Santa María separaba el territorio montañoso (donde las caballadas aliadas poco valor táctico tenían) de los terrenos más llanos con buenos pastizales al sur del río. El ejército aliado buscaba campos con forrajeadecuado, mas la imposibilidad de vadear el río por estar crecido obligó a efectuar una contramarcha de veinte kilómetros en la noche previa a la batalla recorriendo un camino ascendente que permitía posicionar al ejército aliado en igualdad de condiciones con el oponente.
Como los brasileños estimaron erróneamente que los aliados habían cruzado el río en la tarde anterior su marcha fue descuidada y desprolija. Barbacena envió el grueso de su infantería en tres columnas a atacar el primer cuerpo del ejército aliado, comandado porLavalleja, que estaba ubicado con la artillería en el centro del campo de batalla. Una vez próximos a éste, Alvear ordenó la carga de lacaballería, hasta entonces oculta, sobre el flanco izquierdo de los brasileños. Posicionados sorpresivamente frente a un ejército bien formado y dispuesto para la batalla, los voluntarios que componían este flanco, al mando del Mariscal José de Abreu Mena Barreto, se desbandaron. El flanco derecho imperial se replegó también, cruzando el río por el vado, y dejando sólo a la columna central, entre los que se contaban 2.000 mercenarios experimentados de origen austíaco y prusiano, para resistir las sucesivas cargas dirigidas por el Teniente Coronel Federico Brandsen, ascendido póstumamente a Coronel, tras caer en batalla, el General Juan Galo de Lavalle y el General José Maria Paz, que fueron decisivas. Luego de intentar pasar la línea defensiva argentina durante 6 horas sin éxito, y siendo bombardeado por la artillería, el ejército imperial se retiró para no ser atacado por la infantería que todavía no había intervenido y para no ser rodeado
A pesar de la victoria los republicanos no tenían capacidad ni medios para hacer más. El ejército imperial sufrió 200 muertos, entre ellos el mariscal Abreu y 150 prisioneros. Las Provincias Unidas sufrieron 139 bajas de caballería y 9 de los Cazadores de Infantería. Entre los pertrechos abandonados por el Ejército Imperial se encontraba un cofre conteniendo una partitura entregada por el Emperador al Marqués de Barbacena para ser interpretada tras la primera victoria del Imperio del Brasil; el ejército aliado se apoderó de ella y bautizada comoMarcha de Ituzaingó se interpreta en conmemoración del hecho de armas cuando la bandera Argentina se traslada en actos oficiales. Es uno de los tres atributos que ostenta el Presidente de la República Argentina: bastón de mando, banda presidencial y marcha de Ituzaingó.
En Brasil el 4º Regimento Passo do Rosário (el nombre de la batalla en Brasil es Batalla del Passo do Rosário), localizado en Rosário do Sul, Rio Grande do Sul, es el mantenedor de las tradiciones de la batalla. Y la memoria de los soldados que han luchado también es mantenida en Brasilia, todos los años, tanto por el Regimento de Cavalarias de Guarda como por los Dragões da Independência.
Esta batalla importante que dio una victoria trascendental a las fuerzas de la República Argentina no terminó generando políticamente los resultados esperados. Los duros conflictos internos en la República Argentina y el mal manejo de los poderes públicos por parte del Presidente Rivadavia, no hicieron posible poder sacar mayor provecho a la victoria de Ituzaingo por parte de los argentinos.

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