lunes, 30 de septiembre de 2013

DÍA DEL SERVICIO DE EDUCACIÓN FÍSICA “SAN MIGUEL ARCÁNGEL”

Nos unimos a la celebración de los integrantes del Servicio de Educación Física en el día de su patrono, San Miguel Arcángel, jefe de los ejércitos celestiales.


El Servicio de Educación Física

El deporte de alto rendimiento, sea militar u olímpico, las instituciones militares juegan hoy un papel fundamental en la estructura organizativa de dicho deporte.
Es por esta razón que el Ejército Argentino, ajustándose a los constantes cambios que se producen en la sociedad, está diseñando su política deportiva para los próximos 8 años. Esta política contempla la conformación de diferentes equipos representativos de la Fuerza tanto para los deportes olímpicos como para los no olímpicos y para los netamente militares.

En lo relativo al personal, el Ejército Argentino es uno de los pocos del mundo que cuenta, entre sus filas, con un Servicio de Educación Física en que se incorporan Profesores Nacionales de Educación Física egresados de diferentes institutos nacionales y universidades. Luego del curso de capacitación correspondiente, los profesores pasan a formar parte del cuadro de oficiales del cuerpo profesional, cuyos integrantes poseen gran trayectoria, tanto a nivel académico como a nivel de entrenamiento propiamente dicho.

Con motivo de la situación expuesta anteriormente, el Ejército Argentino desea explotar al máximo sus instalaciones para la práctica de deportes con equipos representativos ya constituidos y para la conformación de equipos, aún no incorporados en el ámbito militar, que puedan tener relación con la formación profesional de los cuadros.

Durante este año, se han conformado dentro de la Fuerza equipos representativos de:
* Pentatlón moderno
* Levantamiento olímpico de pesas
* Golf

Que se incorporan a la lista de los siguientes equipos preexistentes:
* Esquí
* Pentatlón militar
* Atletismo
* Esgrima
* Orientación
* Tiro
* Equitación
* Paracaidismo

La jefatura del Departamento de Educación Física del Estado Mayor General del Ejército aspira a incrementar la cantidad de equipos representativos para las competencias de nivel nacional e internacional en los diferentes deportes.
Fuente: www.ejercito.mil.ar


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domingo, 29 de septiembre de 2013

DIA DEL ARMA DE COMUNICACIONES "ARCANGEL SAN GABRIEL"

San Gabriel, el arcángel que trajo al mundo la noticia de la encarnación del Hijo de Dios, es el patrono de las comunicaciones y de los comunicadores. Hoy, 29 de septiembre, día de su santo patrono, saludamos a los integrantes del Arma de Comunicaciones, creada el 26 de octubre de 1944.


El arma de Comunicaciones es el arma del "Comando y Control", ésta nos nuestra hoy el resultado de la evolución constante de sus integrantes, técnicas y tecnologías y se muestra fiel a la premisa dada por su patrono, el Arcángel San Gabriel, y por grandes personajes que estuvieron en contacto con ella.
Es el arma de apoyo de combate organizada, equipada e instruida para proporcionar apoyo de teleinformática, facilitando la conducción de los elementos propios, y dificultando la conducción enemiga, en cualquier tiempo y lugar, mediante: el establecimiento, operación y mantenimiento del sistema único de comunicaciones de la Fuerza, conformado por los siguientes subsistemas y la elaboración de órdenes, procedimientos y normas que permitan el funcionamiento coordinado de todos los subsistemas, incluyendo la explotación del espectro electromagnético por parte de los sistemas de telecomunicaciones, sistemas de armas, operaciones MAE y CME y de toda otra forma de comunicaciones especiales (no comunicaciones).
El apoyo de teleinformática se brindará sobre la base del establecimiento de un sistema que posibilite y asegure al comandante de una fuerza: unidad de mando y libertad de acción en la conducción, rapidez y fidelidad en la transmisión de la información.
La aplicación de modernos sistemas permite transferir datos a los distintos niveles de conducción militar en forma rápida y absolutamente confiable.
Fuente: www. ejercito.mil.ar

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sábado, 28 de septiembre de 2013

ANIVERSARIO DE LA MUERTE DEL GENERAL ANGEL PACHECO

El 28 de septiembre de 1869, fallecía en Buenos Aires el general don Ángel Pacheco. Ante sus restos mortales, el general Bartolomé Mitre pronunció un elocuente discurso resaltando los eminentes servicios que había prestado a su país en su larga y fecunda carrera militar. Había nacido en Buenos Aires el 14 de julio de 1795. En 1811, se incorporó como cadete al Regimiento de Milicias Patricios de Buenos Aires. Desde entonces escaló posiciones y jerarquías en el Ejército de la patria hasta alcanzar los galones de general. Actuó junto al general San Martín, destacándose por su valor en Chacabuco y Maipú y años más tarde, durante la guerra contra el imperio del Brasil, en Ituzaingó. Arrastró su vida en Camacuá y en tantas otras importantes acciones guerreras. Su vida política puede ser discutida, pero no su desinterés y su sano patriotismo.
Según algunos historiadores nació en Buenos Aires el 13 de abril de 1793; otros, opinan que nació el 15 de junio de 1795. Fue hijo de Don Juan Pacheco Negrete, español, y de Doña Teresa Concha Darregrande, chilena. Recibió una educación esmerada y realizó estudios de filosofía en el Colegio de San Carlos.
En el año 1811 se incorporó como cadete al Regimiento de Milicias “Patricios de Buenos Aires”.El 22 de noviembre de 1812 pasó a formar parte del Regimiento de Granaderos a Caballo. En vista del Combate de San Lorenzo, se desempeñó como astuto observador sobre la escuadra realista. Y su actuación heroica en la contienda lo hizo acreedor del ascenso de Portaestandarte Alférez del primer escuadrón, el 26 de febrero de 1813. Con un piquete de cuarenta hombres permaneció en el Convento de San Carlos, rechazando un desembarque realista en las proximidades de Zárate.
En 1815 fue ascendido a Ayudante Mayor y, un año después, atravesó La Rioja con rumbo a Mendoza para incorporarse al Ejército de Los Andes. Intervino en el Encuentro de las Coimas y luego en la Batalla de Chacabuco. También luchó con coraje en la contienda de Cancha Rayada.Más tarde, en 1817, fue comisionado para traer a Buenos Aires los trofeos de la Batalla de Chacabuco y, el 10 de marzo de aquel año, Pueyrredón lo ascendió a Sargento Mayor. Participó en la Campaña de Talcahuano y más tarde en la decisiva Batalla de Maipú.Durante los años 1818 y 1819 prestó sus servicios en la campaña del sur de Chile, al mando del Coronel Manuel de Escalada.
En el año 1822, contrajo enlace con Dolores Reynoso. El matrimonio tuvo nueve hijos: Ángel, José Felipe, Julio, Román, María Elvira, María Dolores, Águeda, Eduardo y Pablo.Ya por aquel entonces Teniente Coronel, en 1825 se le confió el mando del reciente Regimiento III de Caballería. Con él, Pacheco abrió la Campaña contra el Imperio del Brasil.Dos años después combatió en las batallas de Ombú, Ituzaingó y Camacuá, en la cual el Ejército Argentino derrotó a los brasileros del General Barrito, y dejó libre a la República Oriental del Uruguay, de Brasil y de la Argentina.
De regreso a Buenos Aires, en 1830, sirvió en la frontera oeste y participó en la Campaña del Interior contra el General Paz.
En 1831, como parte del Ejército Confederado y a las órdenes del General Estanislao López, derrotó en Fraile Muerto a la vanguardia del General Paz, la que se encontraba a las órdenes del Coronel Pedernera. Como mérito por su actuación lo promueven a Coronel Mayor.En 1833 fue nombrado Mayor General en la Campaña del Desierto, comandado por Juan Manuel de Rosas. Al parecer fue uno de los militares más adictos al Brigadier General. Nombrado Jefe del Estado Mayor, ocupó el Río Negro y derrotó al Cacique Paylloven. Más tarde alcanzó la isla Choele Choel y por asalto tomó ese territorio, haciendo prisioneros a todos los indios.
El 6 de agosto de 1840 fue derrotado por Lavalle en el Combate de El Tala. El 20 de octubre, tras reorganizar sus fuerzas y junto al Comandante Herrado, derrotó a Lavalle en el combate de Muira.
En 1841 actuó como Jefe de la vanguardia de Oribe, y venció al General Videla del Ejército de Lavalle en el combate de San Calá. El 24 de septiembre derrotó al General Lamadrid en el Combate del Rodeo del Medio.
También participó en el sitio de Montevideo junto con el General Oribe, en 1843, donde fue destacada la actuación de las fuerzas del General Pacheco.
Durante el sitio de Montevideo (1844), al lograr salir el General Paz con el propósito de abrir una brecha, Oribe y Pacheco, luego de una cruenta batalla, rechazaron a Paz el 24 de Abril en el combate de Tres Cruces.
En 1845 asumió como Jefe de la Frontera del Centro, con asiento en Luján; organizó varios cuerpos y estableció los Fuertes de Bragado y Mulitas (hoy 25 de Mayo).
En 1850 fue elegido Diputado para la Legislatura de Buenos Aires.
En 1851, al levantarse Urquiza contra Rosas, fue nombrado Comandante en Jefe de las Fuerzas Federales.
En 1852, disgustado con Rosas (según algunos no consideraba oportuno enfrentar a Urquiza en aquel momento), se abstuvo de participar en la Batalla de Caseros y se retiró a su estancia El Talar. Los historiadores no se han puesto de acuerdo sobre ese distanciamiento, y algunos opinan que si el General Pacheco y sus fuerzas hubieran estado en la batalla, el resultado de Caseros habría sido otro.
Después de la Revolución del 11 de Septiembre se lo nombró sucesivamente: Comandante General de Armas de la Provincia, luego General en Jefe de las Fuerzas de la Capital, y finalmente Ministro de Guerra y Marina, cargo que desempeñó hasta Febrero de 1853.
El 28 de septiembre falleció en Buenos Aires. En el sepelio de sus restos hablaron, entre otros, el poeta Guido Spano y el General Mitre, quien había sido su adversario. En uno de sus párrafos dijo Mitre: “Los Generales de la República vienen a inclinarse con doloroso respeto sobre su cadáver. Ellos vienen a darle el último adiós a las puertas del sepulcro y le dirigen por mis labios estas palabras: General Pacheco, tus antiguos compañeros de armas y los que siguieron tus huellas cruzando los ásperos senderos de la guerra, desean goce en el lecho de la muerte; tanta paz como glorias alcanzasteis en la vida”.

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viernes, 27 de septiembre de 2013

ANIVERSARIO DE LA MUERTE DEL CORONEL BONIFACIO RUIZ DE LOS LLANOS

Nació en la ciudad de Salta el 15 de junio de 1791. Principió a servir el 15 de setiembre de 1811 en calidad de sargento 2º de la compañía de “Patricios de Infantería de Salta”, a las órdenes del entonces teniente 1º Rudecindo Alvarado. En octubre del mismo año marchó de Salta con su compañía hasta Humahuaca y de este punto hasta Orán, escoltando los caudales que conducía de la ciudad de Potosí, el coronel Juan martín de Pueyrredón, regresando nuevamente a Salta. En noviembre del mismo año se incorporó con su compañía a la vanguardia del Ejército Auxiliar que se hallaba en la provincia de Jujuy, habiendo sido ascendido a sargento primero, el día 1º de aquel mismo mes. El 12 de enero de 1812 se halló en la acción de Nazareno a las órdenes del coronel Días Vélez, después de la cual el Ejército se retiró hasta Yatasto, donde en el mes de marzo, el general Manuel Belgrano se recibió del comando en jefe.En la nueva organización que dio este General al Ejército Auxiliar, la compañía de Ruiz de los Llanos quedó refundida en los demás cuerpos del ejército, continuando sus servicios en la 2ª compañía del Regimiento Nº 6 de Infantería, que mandaba el capitán Francisco Antonio Sempol. De este cuerpo pasó a la Artillería a las órdenes del Barón de Holmberg, Jefe de Estado Mayor y comandante de aquella arma en el ejército, asistiendo en tal carácter a la batalla de Tucumán, el 24 de setiembre de 1812, volviendo en diciembre a incorporarse al Regimiento 6 de Infantería, por orden del general Belgrano, con el cual se batió en la gloriosa jornada de Salta, ya con el empleo de subteniente efectivo que le había sido conferido el 1º de febrero de 1813. El 1º de junio del mismo año fue promovido a teniente, con cuya jerarquía asistió a la acción de Vilcapugio, el 1º de octubre, y el 14 de noviembre a la de Ayohuma, retirándose después de esta derrota, a Tucumán, con los restos del ejército.
El 20 de mayo de 1814 obtuvo su baja por hallarse enfermo, pero apenas restablecido, se presentó a las avanzadas del Ejército Patriota, mandado por el sargento mayor José Apolinario Saravia, situadas en Guachipas, a las que fue incorporado el 1º de marzo de 1815, sirviendo en ellas hasta que fue desalojado de Salta el ejército español. Al incorporarse a las avanzadas de Apolinario Saravia, Ruiz de los Llanos fue reconocido como teniente 1º.
En 1815 se creó en Salta el cuerpo de “Infernales” a las órdenes del coronel Miguel Martín de Güemes, del que formó parte Ruiz de los Llanos, en clase de ayudante mayor desde el 1º de noviembre de aquel año, hasta el 16 del mismo mes, en que obtuvo su baja.
El 1º de marzo de 1816 volvió al servicio, incorporándose en clase de capitán al Regimiento “Páramo del Orden”, sirviendo a las órdenes del coronel mayor Juan José Fernández Campero, el famoso Marqués de Yaví, el cual tenía a su mando directo una división de 800 hombres, de la cual era segundo jefe el teniente coronel Juan José Quesada y comandante de la caballería; desempeñando el capitán Ruiz de los Llanos el cargo de jefe de las avanzadas. Participó del combate de Colpayo, el 14 de setiembre de aquel año. En Yaví, el 12 de noviembre de 1816, las avanzadas de Ruiz de los Llanos tuvieron un fuerte choque con los realistas del coronel Marquiegui, que se apoderó de sus caballadas y tomó prisioneros al jefe y 2º de aquella, y 300 hombres de tropa, después de matarle muchos individuos.
Ruiz de los Llanos después de este tremendo contraste, en el que cedió a Fernández Campero su caballo para que se salvara, sin lograrlo, se retiró al valle de Cachí. En enero de 1817 fue nombrado 2º comandante de las milicias de dicho valle, con las que bajó a la ciudad de Salta a hostilizar al enemigo que ocupaba toda la provincia, hasta que después de los violentos combates librados desde el 17 de abril al 1º de mayo, en las regiones de Cerrillos y de El Bañado, La Serna inició el repliegue sobre Jujuy, el día 4 de este último mes. Ruiz de los Llanos, por orden de Güemes había ocupado la pampa del Rosario. El día 13 de mayo de 1817, La Serna, intensamente hostilizado por sus flancos y su retaguardia por las partidas de Infernales, emprendía la retirada de Jujuy, a los seis meses de iniciada la invasión. En el parte de Güemes a Belgrano del 25 de abril de este año recomienda la conducta y valor militar de Ruiz de los Llanos, 2º de la división del Valle por el último triunfo que acababa de obtener.
En 1818 marchó a la Puna, a las órdenes del teniente coronel José Gregorio López, de 2º jefe hasta el año 1819; habiéndose distinguido en los diferentes encuentros que tuvieron con los enemigos, entre ellos, el de Acoyte, el 11 de febrero de 1818, en que tomó 40 prisioneros, haciéndose acreedor, Ruiz de los Llanos, por su conducta militar, al honroso timbre de Intrépido, con que lo califica su jefe superior en los partes publicados en aquella época. El 1º de enero de 1819 recibió la jerarquía de teniente coronel, y el 27 de agosto del mismo año fue nombrado comandante del 2º Escuadrón de Gauchos del Valle de Cachí. El general Güemes, en su carácter de general en jefe del “Ejército de Observación del Perú”, le otorgó el 15 de agosto de 1820, despachos de coronel graduado.
Continuó como Jefe de las Milicias del valle de Cachí, y como tal, asistió a los diferentes combates que tuvieron lugar los en los años 1810 y 21, para rechazar las nuevas invasiones realistas de entonces; continuando en aquel cargo hasta la terminación de la guerra de la Independencia. El 12 de julio de 1826 fue coronel efectivo.
Los gobiernos que se sucedieron conservaron a Ruiz de los Llanos en esos destinos. Actuó en las luchas contra la Coalición del Norte, formando parte de las tropas federales que respondían a Rosas. En marzo de 1841, siendo comandante General de los Valles fue tomado preso por el ejercito unitario y reemplazado el 11 de abril por el coronel Fiorentín Santos.
Continuó después desempeñando ese y otros cargos análogos hasta el año 1855, en que el Gobierno de la Confederación lo incorporó al Estado Mayor, Sección Salta, en Disponibilidad, mandándole extender el despacho de Coronel que había obtenido en el Ejército de la Provincia. Permaneció en aquella situación de revista hasta el 12 de diciembre de 1862, fecha en la cual el Gobierno de la República Argentina dispuso revistara en la Pasiva, en la que se hallaba a su fallecimiento ocurrido el 28 de setiembre de 1870, en Payagasta. Estaba casado con Buenaventura San Roque, hija del capitán Francisco Nicolás García de San Roque (dueño en 1795 de la estancia Payogasta en el Valle Calchaquí ) y de Polonia Solaligue y Plaza.Los restos de Ruiz de los Llanos y su esposa se hallan en la iglesia de PayogastaEn la actualidad, la Banda Militar del Regimiento de Caballería Ligero 5 lleva el nombre “Coronel Bonifacio Ruiz de los Llanos”. 
Fuente: Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado - Yaben, Jacinto R. – Biografías argentinas y sudamericanas – Buenos Aires (1939).

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jueves, 26 de septiembre de 2013

ANIVERSARIO DEL NACIMIENTO DEL CIRJUANO MAYOR DR. COSME MARIANO ARGERICH

Nace en Buenos Aires el 26 de septiembre de 1758, era hijo del coronel y cirujano de los ejércitos del rey, D. Francisco Argerich y Batalla, llegado en 1755 al Río de la Plata con el Virrey Cevallos. Enviado a España, Cosme Argerich cursa sus estudios en la renombrada Escuela de Ciencias Médicas de Cervera, en Cataluña, regresando al suelo nativo a la edad de 26 años, casado y con un hijo, Francisco Cosme. Éste, con el tiempo habría de secundar a su padre en el ejercicio de la profesión, iniciándose a su vez como médico militar en el combate de San Lorenzo.
Durante el Virreinato de D. Juan José de Vértiz y Salcedo (1770-1784) se funda en Buenos Aires el Protomedicato con la finalidad del mantenimiento de la higiene de la ciudad, el Dr. Cosme Argerich compartió ese alto Tribunal. La fundación de dicho organismo tuvo significativa influencia en tanto se lo consideró "la primera expresión de alta cultura en Buenos Aires y punto de partida de la ciencia argentina".
El Dr. Cosme Argerich fue el primer maestro de estudios médicos que actuó en nuestro medio, no obstante haberse confiado al Dr. Fabre en 1801 la cátedra de anatomía y cirugía.
Argerich comenzó a impartir la enseñanza en la Escuela de Medicina en 1802, dando termino al primer curso en 1806. Dictó clases de anatomía, fisiología, cirugía, química, terapéutica y filosofía, que dicto con autoridad y prestigio.
En 1804 se funda la Junta de Sanidad integrada por los doctores Miguel Gorman y Cosme Mariano Argerich, destinada "no a conservar la vida de los habitantes, sino a precaver los males de que puede ser asaltada".
Dado por una parte el hecho de que a causa de las múltiples funciones del tribunal de Protomedicato le era dificultoso cumplir con la misión de enseñar que venia ejerciendo, y por la otra necesidad imperiosa de médicos, fue creada la Escuela de Medicina y Cirugía en 1811, confiándose su dirección al doctor Cosme Mariano Argerich. En 1813 se cambió la denominación de aquella por la de Instituto Médico Militar, primera disposición orgánica, del 16 de junio de 1816, referente al Cuerpo de Sanidad Militar, suprimido en 1821 tras el fallecimiento de su fundador y director en 1820. Por otra parte, en 1822 desapareció también el Protomedicato.
Su vida estuvo dedicada a la ciencia, que cultivó como un apostolado. Argerich realizó trabajos de organización y difusión que asombran aún hoy en día. A ello se debe que Rivadavia se propusiese honrar su memoria, cosa que no se materializó entonces a causa de los acontecimientos políticos de 1821. Varias décadas después, en 1886, su retrato fue colocado en la Facultad que él fundara, cumpliéndose así un acto de justiciera recordación. En el primer centenario de su muerte fue descubierto en la Facultad de Medicina de Buenos Aires un busto del doctor Cosme Mariano Argerich que perpetúa el nombre del ilustre fundador.
Honra su memoria el Hospital Municipal "Dr. Cosme Argerich" que lleva su nombre, en la calle Almirante Brown. Así también el Ejército Argentino lo ha recordado dando su nombre al Hospital Militar Central.

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miércoles, 25 de septiembre de 2013

FALLECIÓ EL ÚLTIMO SOBREVIVIENTE DE LA PRIMERA CAMPAÑA DEL EJÉRCITO EN LA ANTÁRTIDA

El día 14 de septiembre, falleció, en Estados Unidos, a la edad de 91 años, el Teniente Coronel Jorge Julio Casimiro Mottet, último héroe sobreviviente de la Primera Expedición Científica Argentina a la Antártida Continental comandada por el General Pujato.

El Teniente Coronel Jorge Julio Casimiro Mottet, de 91 años, falleció este mes en Estados Unidos. No era un hombre cualquiera. Fue el último héroe sobreviviente de la Primera Expedición Científica Argentina a la Antártida Continental, y uno de los fundadores de la Base de Ejército “San Martín”, en el año 1951.
En la década del 50 el Presidente Juan Domingo Perón le había dado directivas y apoyo decisivo al proyecto estratégico del entonces Coronel Hernán Pujato, para incursionar costas adentro del continente blanco, relevando su topografía hasta el Polo Sur. Así se podrían establecer bases, refugios y una población de familias, lo que se hizo realidad años después en la Base Esperanza.
El 12 de febrero 1951 zarpó del Puerto de Buenos Aires la Expedición, a bordo del Santa Micaela. Luego de una travesía en la que estuvieron muy cerca de naufragar, arribaron a Bahía Margarita, debajo del Círculo Polar Antártico. Ahí se erigió, en el Islote Barry, la Base de Ejército “ San Martín”. Fue luego de 12 días de ardua tarea que, asistido por conscriptos voluntarios, en presencia de las tripulaciones de la Armada Argentina “Sanavirón” y del “Santa Micaela”, el Coronel Pujato inauguró la Base.
Las personas que conformaban el grupo de invernada supieron superar diferencias y adversidades, conformando un grupo invencible. Lo componían el Coronel Hernán Pujato (Jefe), el Capitán Jorge julio Casimiro Mottet (2do Jefe), el Capitán Luis Roberto Fontana (Oficial de apoyo, quien por un accidente debió regresar) el Sargento Ayudante Juan Heraldo Riella (radiotelegrafista), el Sargento Hernán Sergio González Supery (radiotelegrafista), el Sargento Lucas Serrano (entrenador de perros), el Dr (médico) Ernesto Gómez, el Sr Ángel María Abregu Delgado (meteorologista) y el Sr Antonio Moro (cocinero e intendente de la base).
Cumplía así el entonces Capitán Mottet el sueño que desde hacía años lo obsesionaba; ir a la Antártida. Aquello que a la distancia de medio siglo parece casi sencillo, fue una verdadera hazaña, debido a los rudimentarios medios con que contaban.
El mismo dijo en una entrevista: “nosotros no fuimos los mejores porque en la vida siempre hay alguien que es mejor que uno, pero fuimos los primeros y eso nadie nos lo puede disputar”.
A su regreso sirvió cinco años como secretario del Instituto Antártico Argentino y tuvo a su cargo la coordinación de las primeras campañas científicas a la Antártida. Luego de su retiro del Ejército, dejó el país y se radicó en los Estados Unidos.
Se graduó con honores y obtuvo su doctorado en Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales en Claremont Graduate University. Comenzó una nueva vida en un país que no era el suyo y con un idioma que hasta entonces desconocía. Fue declarado “Ciudadano Honorario de la Ciudad de Upland”, California, por su actividad docente, profesión que continuó ejerciendo a lo largo de los años en numerosas instituciones en los Estado Unidos y en Europa. Fue profesor y decano de estudios Internacionales de la Universidad Lock Haven, de Pennsylvania, donde se lo distinguió como profesor emérito. Fue también profesor visitante en la Universidad Marie Curie de Lublin, Polonia. También ha sido conferenciante en varios otros países.
Partió con el orgullo de haber sentido que en algún momento de la historia, fueron los únicos seres humanos que habitaron en la parte más austral de nuestro planeta, totalmente desconectados de la civilización, y que no había nadie entre ellos y el vértice del mundo. Hoy, el conocimiento del más remoto continente continúa creciendo, gracias al legado que él y sus compañeros dejaron.

Fuente: Diario Soldados Digital 2013.


martes, 24 de septiembre de 2013

ANIVERSARIO DE LA BATALLA DE TUCUMAN

Decidido el general Belgrano a detener su retirada hacia Córdoba prepara sus fuerzas con el entusiasta apoyo de la población tucumana, a fin de detener el avance del general español Pío Tristán. El 24 de septiembre, ambas fuerzas chocan al sudoeste de la ciudad de Tucumán. Tras un primer momento de zozobra ante la derrota de parte de las fuerzas patriotas, la decidida acción de Díaz Velez al mando de toda la infantería y la artillería frenó el ímpetu del ataque realista. Acudiendo Belgrano con 500 hombres en apoyo de Díaz Velez, que se había hecho fuerte en la ciudad, intimó a la rendición al jefe español. Este rechazó la misma y durante la noche se replegó a Salta dejando el triunfo a las armas patriotas. Tras la victoria, el general Belgrano se dirigió al Superior Gobierno de las Provincias Unidas remitiéndole el parte que decía: “La Patria puede gloriarse de la completa victoria que han obtenido sus armas el 24 del corriente día de Ntra. Sra. De las Mercedes, bajo cuya protección nos pusimos: 7 cañones, 3 banderas, y un estandarte: 50 oficiales, 4 capellanes, 2 curas, 600 prisioneros; 400 muertos, las municiones de cañón y de fusil, todos los bagajes, y aún la mayor parte de sus equipajes, son el resultado de ella. Desde el último individuo de ejército, hasta el de mayor graduación se han comportado con el mayor honor y valor”.
El ejército del Norte se retira lentamente, hostigada su retaguardia por dos columnas españolas envalentonadas por la facilidad de la maniobra. Belgrano se afirma ya en la idea de hacer frente al enemigo en Tucumán. Pero las órdenes que recibe del gobierno son terminantes: destruir todo lo que pueda ser útil al enemigo y continuar retirándose hacia Córdoba. El 3 de setiembre un combate de retaguardia sobre el río Las Piedras, demuestra el temple de los soldados que intervienen en él e infunde esperanzas a todos.
En las proximidades de la ciudad de Tucumán recibe Belgrano a una comisión que le ofrece los hombres y las armas disponibles para hacer frente a los realistas y, lo que es más, la decisión de vender caras sus vidas. Belgrano se decide; desobedecerá al gobierno para luchar al lado de este pueblo heroico. Pone a la ciudad en estado de defensa y forma sus tropas al norte de la misma, de espaldas a ella. Los españoles, confiados en su mayor experiencia, suponen el triunfo fácil. Flanquean por la izquierda la línea patriota para cortarles la retirada del sur, visiblemente, sin enmascarar sus movimientos, tan seguros están de la victoria. Belgrano cambia su frente hacia el oeste y el choque se produce. Es el 24 de setiembre de 1812: son las 8 de la mañana. Pronto la batalla se hace confusa, de difícil conducción. Los ejércitos se dividen, se fragmentan en grupos que pelean interpolados, medio ocultos por el humo hurente de los pajonales incendiados, mientras sobre el campo de las Carreras se abate una espesa manga de langostas que aumenta la confusión.
Recién al anochecer -ha sido toda una larga jornada de heroísmos individuales - Belgrano logra reunir a sus huestes vencedoras. Los realistas dejan en el campo de batalla 450 muertos y 700 prisioneros, 7 cañones, banderas y estandartes y, sobre todo, jirones de su petulancia de la víspera.
Be!grano no ha logrado, empero, la decisión total. Tristán tiene tiempo de reunir los restos de su ejército y, sin ser molestado, se dirige hacia Salta.
La victoria tuvo gran repercusión en todo el país. Tucumán, "cuna de la libertad y sepulcro de la tiranía", la celebra jubilosa. El 27 de octubre se realizó una misa en acción de gracias. Por la tarde, cuando la procesión portaba en las andas a Nuestra Señora de las Mercedes, en medio de la conmoción universal, Belgrano puso el bastón que llevaba entre los cordones del atuendo de la imagen.

lunes, 23 de septiembre de 2013

ANIVERSARIO DE LA MUERTE DEL CORONEL MANUEL ROSETI

Nació en Buenos Aires en 1832, oriundo de una distinguida familia porteña. Inició su carrera militar en el sitio de esta capital, en diciembre de 1852, en las filas de la Guardia Nacional, ingresando poco después como subteniente del batallón 1º de línea, que mandaba el coronel Conesa, cuerpo en el que sirvió el resto del sitio, hasta el 13 de julio de 1853.

En agosto de 1854 ascendió a teniente 2º y el 16 de febrero de 1855, a teniente 1º, recibiendo los galones de ayudante mayor, el 12 de febrero de 1856. En este intervalo de tiempo se halló en varias expediciones que se llevaron a cabo al interior de la provincia de Buenos Aires, a consecuencia de las invasiones realizadas por fuerzas de la Confederación. A fines de 1856 marchó a la frontera con su batallón, hallándose en los combates que tuvieron lugar con los indios en diciembre de 1857 y posteriormente, en aquellos que se dieron en el Sol de Mayo, los días 16 y 17 de febrero de 1858, en el Arroyo de Pigué. El 15 de diciembre de 1857 fue promovido a capitán, pasando a mandar la 2ª compañía de su batallón.
En 1859 regresó con su cuerpo a Buenos Aires, siendo destacado de inmediato a la Isla de Martín García, donde permaneció hasta el mes de octubre, incorporándose a principios de éste, al ejercicio del general Mitre, con el cual se aprestaba a rechazar la invasión de las fuerzas de la Confederación, formando parte Roseti del 1º de Línea, a cargo de la 2ª compañía. En la batalla de Cepeda, el capitán Roseti se batió bravamente a las órdenes del general Conesa, recibiendo un balazo en un hombro, y asistió, a pesar de estar herido, a la famosa retirada sobre San Nicolás, y al regresar con el ejército embarcado en la escuadra, tomó parte en el combate naval sostenido frente a aquella ciudad, así como también, al corto sitio que le fue impuesto a la capital por las fuerzas de Urquiza, hasta el acuerdo del 11 de noviembre.
En enero de 1860 ascendió a sargento mayor graduado y el 14 de junio del mismo año alcanzó la efectividad. En la campaña de 1861 se halló al frente del batallón 1º de Línea, batiéndose con su bravura acostumbrada, en Pavón, el 17 de setiembre, participando en el avance del ejército vencedor hacia la provincia de Santa Fe, en persecución de las fuerzas de la Confederación, obteniendo Roseti en diciembre del mismo año, el grado de teniente coronel. Después de la expedición, marchó a la frontera Oeste de la provincia de Buenos Aires, a las órdenes del coronel Julio de Vedia, siendo uno de los fundadores del pueblo “9 de Julio”. Recibió la efectividad de teniente coronel el 28 de febrero de 1863, y confirmado en el mando del 1º de Línea. Asistió este último año a la campaña de Córdoba contra el Chacho, a las órdenes de Paunero. Nombrado por el coronel Vedia, el 18 de octubre de 1864, jefe de la Frontera del Oeste, fue confirmado por el Gobierno el 24 del mismo mes.
Provocada la guerra del Paraguay, marchó con el general Paunero, formando parte del 1er Cuerpo del Ejército: el 25 de mayo de 1865 desembarcaba en Corrientes y en el asalto a la ciudad ocupada por las fuerzas paraguayas, Roseti al mando de dos compañías del 1º de Línea, se batió aquel día con una intrepidez y serenidad admirables, destacando su hermosa figura de soldado y dejando imperecedero recuerdo en las fuerzas beligerantes.
Se halló en la batalla de Yatay, el 17 de agosto; en la toma de Uruguayaza, el 18 de setiembre del mismo año; pasaje del río Paraná, el 16 de abril de 1866; combate de Estero Bellaco, el 2 de mayo; gran batalla de Tuyutí, el día 24 del mismo mes, en la que actuó como jefe de la brigada formada por el 1º de Línea y el batallón San Nicolás. En esta acción Roseti reveló pericia y buen golpe de vista táctico, prestando oportuna ayuda a otros cuerpos que se habían comprometido imprudentemente en la vanguardia, distinguiéndose el 1º de Línea por una carga a la bayoneta dada oportunamente a una fuerza paraguaya.
En Yataytí-Corá demostró temple de acero, resistiendo con su batallón contra fuerzas superiores, perdiendo 11 jefes y oficiales, entre ellos el mayor Echegaray. Se halló igualmente en el Boquerón, el 18 de julio de 1866.
En el furioso asalto de Curupaytí, el 22 de setiembre de aquel año, al frente de su brigada, Roseti destacó su figura enérgica entre los soldados: en el transcurso del ataque es herido y sus oficiales lo rodean pidiéndole que se retire; “no es nada”, les dice, y levantando su espada, grita “¡Adelante!”, y más enardecido que nunca, marcha desafiando aquel granizo de plomo y de metralla; es una fuerza misteriosa que le impele a cumplir el glorioso compromiso de su muerte; herido por segunda vez, cae desfallecido. Algunos de sus compañeros intentan salvarlo, pero el plomo enemigo ocasiona nuevas víctimas, y al pronunciarse el retroceso de los atacantes, el valiente coronel Roseti queda en poder de los enemigos, entre el montón de cadáveres. Su agonía debió ser dantesca, viendo aproximarse aquellos demonios paraguayos con sus uniformes rojos, poseídos del vértigo de sangre y sin ninguna clemencia para los rendidos o heridos. Así perdió la Patria uno de sus más valerosos servidores.
En la Imagen: El coronel Manuel Roseti rodeado por dos tenientes del 1º de Línea.
Fuentes: Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado / Yaben, Jacinto R. – Biografías argentinas y sudamericanas – Buenos Aires (1938).

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domingo, 22 de septiembre de 2013

ANIVERSARIO DE LA BATALLA DE CURUPAYTÍ

El 22 de septiembre de 1866, Bartolomé Mitre, general en jefe de la Triple Alianza, ordenó el asalto a la formidable posición fortificada enemiga de Curupaytí con 9.000 soldados argentinos y 8.000 brasileños, la flor y nata del ejército, el apoyo del cañoneo de la escuadra imperial y la cooperación de las fuerzas orientales de Venancio Flores. De toda la guerra del Paraguay ésta es la primera batalla planeada por Mitre y también la primera (y única) dirigida directamente por él

El mariscal Francisco Solano López destinó a su mejor hombre de guerra, el general Díaz, vencedor de Estero Bellaco y Boquerón, que preparó en poco tiempo la defensa del campo, cortando árboles (abatíes) dispuestos por sus enormes raíces para dentro, ocultando unas 50 bocas de fuego.
El ataque al frente terrestre de Curupaytí se iniciaría con un bombardeo de la escuadra de modo de inutilizar sus defensas y ahuyentar las fuerzas de la trinchera. Los aliados calculaban que esto se conseguiría en dos horas de fuego. Después seguiría el ataque de las fuerzas de tierra.
El ataque estaba previsto para la madrugada del día 17 de setiembre de 1866, pero se postergó por el mal tiempo reinante. Se realizó recién el día 22. A las 7 de la mañana de ese día, la escuadra brasileña se movió para tomar la colocación dispuesta por el almirante Tamandaré a fin de iniciar el bombardeo. Entre los navíos había cuatro nuevos acorazados a vapor. El fuego de la escuadra se prolongó hasta el mediodía sin resultados apreciables. Las cubiertas del terreno impedían a los artilleros efectuar correctamente sus tiros. El duelo de artillería duró cuatro horas. Los paraguayos contestaban al fuego de la escuadra logrando mantener a los buques alejados de las fortificaciones.
Más o menos al mediodía, el almirante Tamandaré suspendió el fuego contra la fortificación del frente terrestre y se concentró sobre el frente fluvial. Comenzó entonces el ataque terrestre cuya dirección estaba a cargo del general Mitre.
Las dos columnas centrales, encargadas del ataque principal sufrieron desde el primer momento un fuego intensísimo de la artillería paraguaya mientras su marcha se veía entorpecida por el terreno fangoso y las malezas. Lograron salvar los obstáculos mediante el uso de fajinas y escalas que llevaban para tal fin y se lanzaron al asalto de la trinchera principal, pero se encontraron con una laguna y una inabordable barrera de malezales que les hizo imposible continuar su avanzada. En esta marcha, sufrieron pérdidas enormes.
La tercera columna, al mando del coronel Rivas siguió avanzando a pesar de los obstáculos, pero su ataque fracasó y los pocos hombres que lograron penetrar en la posición fueron ultimados. La cuarta columna, al mando del coronel Martínez, también fue detenida al borde de la laguna y la línea de malezales.
El combate se sostenía tenazmente sin que los asaltantes lograran el menor éxito sobre las tropas paraguayas. Se acordó entonces hacer replegar simultáneamente todas las tropas comprometidas en el ataque. La retirada se efectuó en orden y a las 17hs el ejército aliado estaba de regreso en Curuzú. Una vez que se retiró el ejército, la armada hizo lo propio.
Los paraguayos salieron entonces de sus trincheras para recoger el botín abandonado por el asaltante, desnudar a los muertos y ultimar a los heridos graves.
El desastre táctico de Curupaytí reconoce como causa esencial el desconocimiento de la situación del enemigo en su posición y de las características principales del terreno, cuyas ya de por sí magníficas condiciones naturales, fueron aumentadas aún más por las lluvias y las excelentes obras defensivas que realizaron los paraguayos.
La orden de ataque se había demorado por una torrencial lluvia de varios días que dejó el terreno convertido en un pantano. Lo cierto es que cuando se lanzaron los 17.000 aliados a la carga a bayoneta sobre las fortificaciones, en avance franco y a pecho descubierto, los cañones paraguayos ocultos entre los abatíes hicieron estragos. Los infantes chapoteando barro resultaron un blanco servido para el fuego a boca de jarro de los paraguayos que ellos no veían. Cuando inexplicablemente tarde se dio el toque de retirada, el campo de batalla hecho un fangal frente a Curupaytí quedó sembrado con 5.000 cadáveres argentinos y brasileños tendidos. Las bajas paraguayas fueron 92.
El emperador debió gestionar amistosamente que Mitre volviese a su país porque en las provincias del Oeste se habían levantado nuevamente las montoneras. Nunca se supo si la insinuación de la licencia fue nada más que por alejarlo de los campos de batalla. Porque efectivamente por los llanos de La Rioja se volvía a galopar como en los tiempos de Facundo o los más recientes del Chacho Peñaloza: Felipe Varela, el Quijote de los Andes, había enarbolado su proclama revolucionaria.
En la sangrienta batalla de Curupaytí el impacto de un casco de granada le destrozó la mano derecha a un ciudadano argentino alistado hacía unos meses como voluntario. Evacuado a Corrientes, la amenaza de la gangrena obligó a amputarle el brazo por encima del codo. Se trataba de un joven dibujante y cronista de 26 años, teniente segundo del ejército, que se llamaba Cándido López. Menos de un año después cumplió su promesa de enviarle al médico que le amputó el brazo un óleo suyo fruto de una prodigiosa reeducación de su mano izquierda. El sería, a través de sus cuadros, el documentalista histórico de la Guerra de la Triple Alianza.
También, en Curupaytí perdió la vida Dominguito, hijo adoptivo de Domingo F. Sarmiento.

Curupaytí
(autor: Cayetano Silva)
Saludemos la enseña sacrosanta
Que en cien combates flameó triunfal
Cobijando los héroes inmortales
De Tuyutí, Bellaco y Humaitá.

Saludemos la enseña inmaculada
Que heroica tremoló en Curupaytí,
Cuyos campos bañaron con su sangre
Rivas Díaz, Charlone y otros mil.

Saludemos la enseña victoriosa
Que en Corrientes, Yatay y Boquerón
Nuevos lauros de gloria inmarcesible
Para el pueblo de Mayo conquistó.

Gloria eterna bandera azul y blanca
Gloria eterna a los héroes que por ti
Inmolaron sus vidas en los campos
De Tuyutí, Humaitá y Curupaytí.


Fuentes: Agenda de Reflexión Nº 221, Año III, Buenos Aires, 22 de septiembre de 2004 / Efemérides – Agrupación Patricios Reservistas / Patricios de Vuelta de Obligado.

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sábado, 21 de septiembre de 2013

DÍA DE LA ESPECIALIDAD DE INTENDENCIA

DÍA DE LA ESPECIALIDAD DE INTENDENCIA Y DE SU SANTO PATRONO,MATEO APOSTOL.

Se conmemora el 21 de septiembre el día de la Especialidad de Intendencia por ser esta la fecha en que se celebra la fiesta de su santo patrono y protector, San Mateo Apóstol.
La Especialidad de Intendencia administra el servicio logístico encargado del abastecimiento de los efectos relativos a la alimentación del personal,vestuario, equipo, materiales para alojamiento, muebles, material aerolanzable, combustibles, lubricantes y efectos afines destinados a mantener la aptitud operacional del Ejército.
En el campo de las finanzas la Especialidad entiende en el gobierno y administración de los recursos económicos financieros en las áreas específicas:
Administración financiera: planeamiento financiero, gestión presupuestaria, planificación y análisis contractual y control de la gestión presupuestaria - contractual.
Administración contable: registro contable de la ejecución presupuestaria y del patrimonio, gestión del movimiento de fondos y valores, gestión contractual y control de la administración contable.

Su Historia.
Los Reyes Católicos de España fueron los primeros en crear con carácter militar a los comisarios de guerra Controladores que con el respaldo de distintas ordenanzas llevaban a cabo el control de efectivos, requisiciones y provisión de víveres, vestuario, acopio en depósitos, pagos de sueldos, etc.
El Virrey Cevallos nombra al primer Comisario de Guerra e Intendente del Ejército y la Real Hacienda a Manuel Fernández (1776-1778).Durante las invasiones inglesas Liniers designa comisario General de Víveres a Antonio Antonini, quién creó la primera ración de combate compuesta por onzas de carne, pan, ají, sal, azúcar, tabaco y yerba.
La Primera Junta de Gobierno nombra a Antonio del Pino como Primer " Comisario de Guerra ". Nuestro ilustre Comisario del Ejército Don Gregorio Lemos participó en la logística para el cruce de los Andes, en la libertad a Chile y Perú. El Servicio de Intendencia continuó participando en su apoyo en las guerras contra el Imperio del Brasil, contra el Paraguay, Campaña al Desierto y Organización del País. En el año 1895 el Pte Uriburu aprueba la ley 3305 ( Ley de Intendencia militares de suministro para el Ejército y la Marina). El primer Director fue el Cnl Acosta y en 1897 se crea la Sastrería Militar. En 1916 se crea la Dirección General de Administración, hoy Contaduría General del Ejército.
En 1946 se crea la Dirección General de Intendencia para funciones logísticas y la DGA pasa a cumplir funciones contables. En 1960 se crea el Comando de Intendencia.En 1991 se disuelven las Compañías de Intendencia. En 1992 se modifica el nombre de Comando por el de Dirección de Intendencia, que consta de cuatro Departamentos (Ab y Mant, Adm Fin, Insp y Téc), cuatro Div (Planes, Inf, As Jur DICCyL) y una Comisión (CRE).
Fuente: www. intendencia.ejercito.mil.ar

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viernes, 20 de septiembre de 2013

ANIVERSARIO DE LAS PROCLAMAS DEL GENERAL SAN MARTIN

El día 20 de septiembre de 1821, se produce el nombramiento del General José de San Martín como Capitán General del Ejército de Chile. El Director Supremo de Chile, General Bernardo O'Higgins, lo honra con esa jerarquía.
Asimismo, exactamente un año después de esto, el día 20 de septiembre de 1822 el General José de San Martín efectua la solemne dimisión como Protector del Perú. Ante el Congreso Constituyente peruano se despoja de la banda bicolor roja y blanca, símbolo de su autoridad, declarando: "Al deponer la insignia que caracteriza al jefe supremo del Perú no hago más sino cumplir con mis deberes y con los votos de mi corazón". A continuación abandonó el recinto. Partió luego rumbo a Chile donde permaneció hasta enero de 1823. Cruzó por última vez los Andes, estuvo unos días en Mendoza y pidió autorización para entrar en Buenos Aires para poder ver a su esposa, que estaba gravemente enferma. Rivadavia, ministro de gobierno del gobernador Martín Rodríguez, le negó el permiso argumentando que no estaban dadas las condiciones de seguridad para que San Martín entrara a la ciudad.
En un principio el general se había negado a aceptar el cargo, pero el clamor popular y los consejos de su amigo y secretario, Bernardo de Monteagudo, le hicieron recordar que el peligro realista no había desaparecido, que las fuerzas del virrey se estaban reorganizando en los cuatro puntos cardinales del Perú y que por lo tanto su presencia se hacía imprescindible para terminar definitivamente con el dominio español.
San Martín abolió la esclavitud y los servicios personales (mita y yanaconazgo), garantizó la libertad de imprenta y de culto, creó escuelas y la biblioteca pública de Lima. Debió enfrentar graves dificultades financieras, lo que creó entre la población un creciente descontento. Pese a las dificultades San Martín pudo controlar la situación y lograr la rendición de los realistas del Sur y del Centro del Perú.
Mientras San Martín llevaba adelante su campaña desde el Sur, Bolívar, lo venía haciendo desde el Norte. El general Sucre, lugarteniente de Bolívar, solicitó ayuda a San Martín para su campaña en Ecuador. El general argentino le envió 1600 soldados que participaron victoriosamente en los combates de Riobamba y Pichincha que garantizaron la rendición de Quito. Finalmente los dos libertadores decidieron reunirse. La famosa entrevista de Guayaquil, en Ecuador, se realizó entre los días 26 y 27 de julio de 1822. Había entre ellos diferencias políticas y militares. Mientras San Martín era partidario de que cada pueblo liberado decidiera con libertad su futuro, Bolívar estaba interesado en controlar personalmente la evolución políticas de las nuevas repúblicas. El otro tema polémico fue quién conduciría el nuevo ejército libertador que resultaría de la unión de las tropas comandadas por ambos. San Martín propuso que lo dirigiera Bolívar pero éste dijo que nunca podría tener a un general de la calidad y capacidad de San Martín como subordinado. El general argentino tomó entonces una drástica decisión: retirarse de todos sus cargos, dejarle sus tropas a Bolívar y regresar a su país.
En la imagen, el único retrato que existe del General José de San Martín con el uniforme de Protector del Perú con su respectiva banda bicolor. Al fondo de la pintura se ve la entrada y la ciudad de Lima.
Este óleo se encuentra actualmente en el Museo del Regimiento de Granaderos a Caballo General San Martín.

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jueves, 19 de septiembre de 2013

BAQUEANO DEL EJÉRCITO - EL MAPA VIVIENTE

La experiencia y conocimiento de ciertos ambientes geográficos de nuestro vasto territorio testimonian su idoneidad y le confieren al soldado baqueano la aptitud para servir de guía a nuestras tropas. Es única e insustituible para las de montaña y también para las del monte, nacidos del Proyecto de Integración Guaraní.
Hace 60 años, el 18 de agosto de 1953, en Laguna del Diamante, en el Departamento de San Carlos, distrito Pareditas, a 220km. de la ciudad de Mendoza, se produjo una tragedia militar por la que en 1966, sería instituido el Día del Baqueano bajo la protección de su patrono, San Francisco Solano. Los hechos se sucedieron cuando horas antes del luctuoso hecho, una comisión militar de 35 soldados del Ejército y algunos gendarmes, inició el reconocimiento de hitos limítrofes con ascensiones a las montañas circundantes. Pese a las advertencias de que el calor reinante presagiaba un temporal, el oficial al mando hizo continuar la marcha. Como se preveía, la tormenta de nieve y viento se desató y encontró a la comisión separada en tres patrullas. En el intento por replegarse en peligrosas condiciones, murieron 21 soldados y 2 gendarmes por el frío y el agotamiento. Varios baqueanos, entre ellos.

Historia de héroes
El baqueano conocía los caminos y atajos de un terreno, sus características físicas y el idioma y costumbres de su población. Su tarea es la más antigua del Ejército Argentino, desde aquellos viejos rastreadores. Tanto es así que hasta el propio General San Martín confió en su estrategia de campaña el uso de baqueanos y chasquis para sincronizar el cruce de la Cordillera de los Andes. En el libro “Facundo o Civilización y Barbarie en las pampas argentinas”, de 1845 y en el capítulo Originalidad y Caracteres Argentinos, Sarmiento lo describe como a un “personaje eminente y que tiene en sus manos la suerte de los particulares y de las provincias. Es un gaucho grave y reservado que conoce a palmos veinte mil leguas cuadradas de llanuras, bosques y montañas. Es el topógrafo más completo, es el único mapa que lleva un general para dirigir los movimientos de su campaña. El baqueano va siempre a su lado. Modesto y reservado como una tapia, está en todos los secretos de la campaña; la suerte del ejército, el éxito de una batalla, la conquista de una provincia, todo depende de él”.
“En lo más oscuro de la noche, en medio de los bosques o en las llanuras sin límites, perdidos sus compañeros, extraviados, da una vuelta en círculo de ellos, observa los árboles; si no los hay, se desmonta, se inclina a tierra, examina algunos matorrales y se orienta de la altura en que se halla, monta en seguida, y les dice, para asegurarlos: «Estamos en dereceras de tal lugar, a tantas leguas de las habitaciones; el camino ha de ir al Sur»; y se dirige hacia el mundo que señala tranquilo, sin prisa de encontrarlo y sin responder a las objeciones que el temor o la fascinación sugiere a los otros. Si aún esto no basta, o si se encuentra en la pampa y la oscuridad es impenetrable, entonces arranca pastos de varios puntos, huele la raíz y la tierra, las masca y, después de repetir este procedimiento varias veces, se cerciora de la proximidad de algún lago, o arroyo salado, o de agua dulce, y sale en su busca para orientarse fijamente”.
“El baqueano anuncia también la proximidad del enemigo, esto es, diez leguas, y el rumbo por donde se acerca, por medio del movimiento de los avestruces, de los gamos y guanacos que huyen en cierta dirección. Cuando se aproxima, observa los polvos y por su espesor cuenta la fuerza: «Son dos mil hombres» -dice-, «quinientos», «doscientos», y el jefe obra bajo este dato, que casi siempre es infalible. Si los cóndores y cuervos revolotean en un círculo del cielo, él sabrá decir si hay gente escondida, o es un campamento recién abandonado, o un simple animal muerto. El baqueano conoce la distancia que hay de un lugar a otro; los días y las horas necesarias para llegar a él, y a más, una senda extraviada e ignorada, por donde se puede llegar de sorpresa y en la mitad del tiempo…”

Los más conocidos
Podemos hablar de varios que pasaron a la inmortalidad. José Luis Molina es uno de ellos. Capataz en la estancia de Francisco Ramos Mejía, cuando el gobernador Martín Rodríguez detuvo a su patrón, dispersó y mató a muchos de los indios que vivían en la hacienda, huyó a las tolderías y se puso al frente de los indígenas. Sin embargo, escapó de ellos acusado de traición y pese a sus antecedentes y por su utilidad en los cuarteles, fue indultado por el gobierno y obtuvo el grado capitán de baqueanos en las expediciones de 1826 y 1827, del coronel Federico Rauch a la Sierra de la Ventana. Luego, sirvió bajo las órdenes de Juan Manuel de Rosas. El otro, se llamó Juan Rosas, uno de los Treinta y Tres Orientales de la Banda Oriental, quien luchó contra el Imperio del Brasil y en las guerras civiles de su país.
Sin embargo, José Alejandro Ferreyra está considerado como el más celebre de todos. Conocido como quichua Alicu o Alico, nació alrededor de 1770 en La Banda, provincia de Santiago del Estero. Ofreció sus servicios en la batalla de Cotagaita y Suipacha por el extraordinario conocimiento del territorio norteño. Desempeñó similares tareas contra Rosas, Facundo Quiroga y el general José María Paz. En 1840, en la derrota de Famaillá salvó al general Juan Lavalle de caer en manos de Manuel Oribe al hacerlo escapar por un desconocido atajo. Tras su muerte, guió a la partida que condujo sus restos por la Quebrada de Humahuca hacia Potosí. Murió en el destierro el 9 de octubre de 1855 y en esa misma ciudad donde una calle lleva su nombre. En la obra “El Pampa Ferreira, baqueano y lenguaraz”, de Juan Mario Raone, está descripto como de baja estatura, algo grueso, trigueño y de cabello canoso, de una honradez a toda prueba.
Texto: Lauro Noro para Diario Soldados Digital 2013.




miércoles, 18 de septiembre de 2013

ANIVERSARIO DE LA CREACIÓN DEL REGIMIENTO CÍVICO DE PARDOS Y MORENOS LIBRES

El gobierno del Primer Triunvirato suscribió, el 18 de septiembre de 1812, un decreto por el cual se ordenaba la constitución de un cuerpo de milicias con el nombre de “Regimiento Cívico de Pardos y Morenos Libres”, que debía componerse de los individuos de ésta condición residentes en la ciudad de Buenos Aires, para que concurriendo a los servicios de armas consagrasen su valor, disciplina y amor a la justa causa y a la defensa de la capital en caso de ser invadida por los enemigos.
Inmediatamente después de la Revolucion de Mayo, el 29 de mayo de 1810 la Primera Junta de Gobierno de las nacientes Provincias Unidas del Río de la Plata organizó por decreto las unidades militares de Buenos Aires, elevando a regimientos veteranos de 1.116 plazas a los batallones de milicias urbanas de infantería a sueldo existentes. El Batallón de Castas su también elevado a Regimiento de Castas, pero mantuvo su condición miliciana.
El 8 de junio de 1810, la Junta dispuso por decreto que las compañías de naturales indígenas que integraban el Batallón de Castas se integrasen a los regimientos N° 2 Patricios y N° 3 Arribeños, bajo sus mismos oficiales, por lo que el Regimiento de Castas pasó a ser conocido como Regimiento de Pardos y Morenos. El 19 de junio de 1810 la Junta otorgó el despacho de teniente coronel del regimiento a Martin Galain y de sargento mayor a Miguel Estanislao Soler.
Un decreto del 10 de febrero de 1811 renombró la unidad a Regimiento de Pardos y Morenos Patricios de Buenos Aires y otro decreto, del 4 de octubre de 1811, le otorgó la categoría de fuerza veterana.
El 14 de junio la Junta ordenó al vocal Juan Jose Castelli que reuniera tropas para efectivizar la Expedicion MIlitar a las provincias del interior del virreinato, cumpliendo así el acta del Cabildo de Buenos Aires del 25 de mayo, formándose un ejército de 1.150 hombres. Integraron la expedición 2 compañías del Regimiento de Pardos y Morenos. Este ejército fue conocido en su época como Ejército del Perú o Ejército Auxiliador de las Provincias Interiores, pero actualmente es más conocido como Ejercito del Norte. Las 2 compañías castas avanzaron con el ejército por el norte argentino y el Alto Perú hasta el límite con el Virreynato del Perú, en donde participaron el 20 de junio de 1811 en la Batalla de Huaqui.
Luego de la derrota de Huaqui las compañías de pardos y morenos retrocedieron con el ejército hasta Jujuy, en donde éste fue reoganizado por el nuevo comandante General Manuel Belgrano en 1812.
El 23 de septiembre de 1810 se reunió en el campamento de San Nicolas de los Arroyos una fuerza de 200 hombres de 5 compañías de infantería de la guarnición de Buenos Aires entre las que se hallaba una pardos. Esta fuerza fue el núcleo de la Expedición Libertadora al Paraguay que comandara el General Belgrano.
Durante el avance por la Mesopotamia Argentina la Compañía de Pardos viajaba en la 2° División, bandera azul. Luego de cruzar el Río Paraná en las Misiones, la compañía marchó en la división de vanguardia participando en la Batalla de Paraguarí el 19 de enero de 1811 y en Batalla de Tacuarí el 9 de marzo de 1811. Luego de esta derrota, Belgrano repasó el río Paraná estableciendo su cuartel general en Candelaria, donde el 21 de marzo de 1811 dio un estado detallado de sus fuerzas, teniendo la Compañía de Pardos un capitán, un teniente, 3 cabos y 33 soldados.
En febrero de 1811, 441 soldados pardos y morenos enviados desde Buenos Aires a las órdenes del teniente coronel Martín Galain, Jefe el Regimiento de Pardos y Morenos, se situaron en Entre Ríos, en la margen occidental del Río Uruguay, con la misión de proteger la retirada de Belgrano desde el Paraguay y conmover a la Banda Oriental. Esas fuerzas se hallaban en Santa Fe el 9 de enero de 1811.
El 28 de febrero de 1811 los criollos de la Banda Oriental se insurreccionaron contra el virrey, hecho conocido como Grito de Asencio. Belgrano ordenó a Galain que cruzara el río Uruguay y se posesionara de Mercedes y Santo Domingo Soriano, que se habían pronunciado por la Junta, por lo que éste envió a Soler con 50 soldados pardos y morenos a situarse en esa villa. Una escuadrilla realista al mando de Juan Angel Michelena ingresó en el Río Negro con 800 soldados e intimó la rendición a Soler. El 4 de abril de 1811 se produjo el Combate de Soriano, que culminó con el triunfo de Soler.
El ejército revolucionario al mando de Belgrano que regresaba de la Independencia del Paraguay y las Misiones atravesó la Mesopotamia y cruzó en Entre Ríos el río Uruguay hacia la Banda Oriental, en donde en abril de 1811 estableció su cuartel general en Mercedes: Allí las tropas de Belgrano se reunieron con las milicias orientales y las fuerzas comandadas por Rondeau.
El ejército avanzó hacia Montevideo y en la Segunda División comandada por el teniente Coronel Agustín Sosa iban 450 hombres del Regimiento de Pardos y Morenos. A fines de abril Belgrano fue reemplazado por Rondeau. Tras el triunfo de José Artigas en la Batalla de las Piedras, se inició el Primer Sitio de Montevideo el 21 de mayo de 1811, llegando Rondeau con el grueso de las tropas el 1 de junio (incluso los pardos y morenos). El 15 de julio de 1811 algunos soldados del regimiento participaron como voluntarios en el Asalto de la Isla de las Ratas.
Producida la invasión portuguesa de julio de 1811, el 12 de octubre se levantó el sitio a Montevideo y el 21 de octubre se firmó un armisticio con el Virrey Francisco Javier de Elío. Cumpliendo lo pactado, las tropas porteñas evacuaron suelo oriental en diciembre de ese año y regresaron a Buenos Aires, mientras que otras fuerzas cruzaron el río Uruguay, acampando en Entre Ríos, lo mismo que gran parte del pueblo que realizó el Éxodo Oriental.
Al no haberse retirado los portugueses de la Banda Oriental, y reiniciado las hostilidades con los Realistas de Montevideo, en abril de 1812 el Primer Triunvirato exigió el inmediato retiro portugués bajo amenaza de guerra. El Triunvirato envió a Artigas 20.000 pesos conducidos por Ventura Vázquez y el Regimiento N° 6 de Pardos y Morenos al mando de Soler y lo hizo jefe de las operaciones. El Regimiento de Pardos y Morenos había tomado el N° 6 el 6 de enero de 1812, perteneciendo antes este número a un regimiento que participó de la expedición al Alto Perú y fue rebajado a batallón.
El 7 de abril Artigas cruzó el río Uruguay retornando a la Banda Oriental junto con el Regimiento de Pardos y Morenos destacando partidas hacia los río Cuareim, Negro y Tacuarembó. El 13 de abril se produjo el Combate de Itapebí Grande contra los portugueses, en el que participaron 400 infantes del Regimiento de Pardos y Morenos al mando de Soler. Un nuevo ataque portugués obligó a las fuerzas de Artigas a repasar el río Uruguay hacia Entre Ríos.
En abril de 1812 el Triunvirato envió a uno de sus miembros, Manuel de Sarratea, a ponerse al mando del ejército instalado en Entre Ríos, agudizándose las desavenencias con Artigas. Entre las fuerzas que Sarratea separó del campamento de Artigas a fines de 1812 se hallaba el Regimiento N° 6 de Pardos y Morenos. Cuando Sarratea se dirigió a Concepción del Uruguay, Soler permaneció por un tiempo en el Salto Chico con su regimiento.
En septiembre de 1812 la vanguardia del ejército de Sarratea, comandada por Rondeau, cruzó el río Uruguay e inició la marcha sobre Montevideo, incluyendo al regimiento Regimiento N° 6 con 600 hombres. El 20 de octubre de 1812 el ejército patriota inició el Segundo Sitio de Montevideo. El Regimiento N° 6 participó de manera destacada en la Batalla del Cerrito el 31 de diciembre de 1812, teniendo 43 muertos y 65 heridos. Por este triunfo, el 21 de abril de 1813 Soler recibió los despachos de coronel del Regimiento N° 6 de Pardos y Morenos.
El 17 de marzo de 1814 23 soldados del regimiento comandados por el subteniente Luis Antonio Frutos, participaron en la toma de la Isla Martín García. El regimiento permaneció sitiando a Montevideo hasta la caída de la plaza el 23 de mayo de 1814 a manos de Carlos María de Alvear, siendo el primero en entrar en la Ciudadela. En febrero de 1815 parte de las tropas directoriales evacuaron Montevideo, incluso los pardos y morenos, siendo Soler nombrado gobernador de esa plaza el 25 de agosto de 1814, reteniendo la jefatura del regimiento. Ejerció entre agosto de 1814 al 25 de febrero de 1815, cuando las tropas de las Provincias Unidas abandonaron Montevideo, que quedó en manos de las milicias orientales de Artigas. En Buenos Aires el regimiento quedó al mando del teniente Coronel Mariano Diaz. El 5 de septiembre de 1816 el Brigadier Soler fue nombrado cuartel maestre y mayor general del Ejercito de los Andes.
Al tomar Belgrano el mando del Ejército del Norte en abril de 1812 se hallaba en él el Cuerpo de Pardos y Morenos al mando del Teniente Coronel José Superí, con 305 combatientes. El 10 de diciembre de 1812 fueron recibidos refuerzos desde Buenos Aires, entre ellos 70 u 80 pardos y morenos que engrosaron el Cuerpo de Castas, pasando a ser Batallón de Castas, al mando de Superí.
El batallón participó en el Combate de las Piedras el 3 de septiembre de 1812, con 100 hombres, y en la Batalla de Tucuman el 24 de septiembre de 1812, comandando Superí una de las columnas de infantería. Participó también en la Batalla de Salta el 20 de septiembre de 1813.
Luego de la derrota de Vilcapugio del 1 de octubre de 1813, Belgrano estableció su campamento en Macha, intentando reorganizar el ejército, que incluyó 198 pardos y morenos al mando de Superí, pero fue derrotado en la Batalla de Ayohuma el 14 de noviembre de 1813, debiendo retrogradar hasta Jujuy.
El 27 de agosto de 1814 el Regimiento N° 6 (junto al N° 2 y al N° 9) fue destinado a incorporarse al Ejército Auxiliar del Perú, continuando al mando de Díaz desde el nombramiento de Soler como gobernador de Montevideo. Los dos batallones del regimiento viajaron en 8 buques desde el puerto de San Pedro, arribando a Santa Fe en la segunda semana de septiembre de 1814. El 21 de septiembre partieron de Santa Fe, pero en el camino desertaron 126 hombres, llevándose 42 fusiles. Llegaron a San Miguel de Tucuman el 21 de noviembre, disminuidos a 549 soldados y oficiales. En los primeros días de enero de 1815 el regimiento se trasladó hasta Huacalera en la quebrada de Humahuaca, a donde llegó el 16 de enero, permaneciendo hasta el 20 de marzo de 1815, cuando se dirigió a San Miguel de Chapaca. Llegando a Potosí el 18 de mayo, continuó el 15 de junio hacia Yocava y el 16 de agosto las fuerzas quedaron en los pueblos de Leñas, Culta y Sopollo, para partir hacia Ayohuma el 17 de septiembre.
El 2 de octubre de 1815 Rondeau ordenó que el Regimiento N° 6 se dirigiera a Chayanta. El 27 de noviembre se halló en Sipe Sipe, en donde el Ejército Auxiliar fue derrotado el 29 de noviembre de 1815 en la Batalla de Viluma. El Regimiento N° 6 se hallaba en la reserva, pero se vio envuelto en la fuga de la infantería argentina luego de la derrota, quedando muchos prisioneros y muchos otros dispersos.
Los dispersos se reunieron con las demás tropas en Yotala, retrocediendo hacia Tupiza y luego hacia Huacalera en la quebrada de Humahuaca, para posteriormente continuar hasta Tucumán. El 7 de agosto de 1816, en Trancas, Rondeau fue desplazado y reemplazado por Manuel Belgrano al frente del Ejército del Norte. El ejército se estableció en la Ciudadela de Tucumán, a donde llegó el 28 de agosto. Belgrano distribuyó los restos del Regimiento N° 6 entre los regimientos N° 3 y N° 9, disolviéndolo.

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martes, 17 de septiembre de 2013

ANIVERSARIO DE LA RENDICION DE URUGUAYANA

El día 17 de septiembre de 1865 se produce la rendición paraguaya en Uruguayana. El jefe de las fuerzas paraguayas que ocupaban la ciudad brasileña de Uruguayana, se rinde al General Bartolomé Mitre, comandante en jefe de las fuerzas aliadas argentinas, brasileñas y uruguayas y al General Cabral, ayudante de campo del emperador del Brasil, en lo que se conoce como la Guerra del Paraguay.
En la imagen: La rendición de Uruguayana. Grabado de Janet Lange, publicado en "El Correo de Ultramar", París.


lunes, 16 de septiembre de 2013

UN HÉROE, TODOS LOS HÉROES

Varios relatos británicos mencionan a un heroico soldado argentino del que casi nada se sabe, que fue ultimado poco antes de la caída de Puerto Argentino, tras negarse a rendirse, cuando su sección ya lo había hecho. En 1983, fue hallado un cuerpo en la zona de ese combate y se lo enterró como NN en Darwin. Con los años, varios estudios empezaron a relacionar una cosa con otra dando origen a "la leyenda del soldado Pedro", un héroe anónimo al que todavía sus ex compañeros de batalla siguen tratando de identificar.
La noche del 13 de junio de 1982, cubierto por la nevisca reinante, el Segundo Batallón de Guardias Escoceses asaltó las posiciones argentinas en Tumbledown, un monte de 228 metros de altura que dominaba la última línea defensiva de las tropas nacionales alrededor de Puerto Argentino, capital de las islas Malvinas. Tras ocho horas de combate -reconocido por ambos bandos como el más duro de la campaña- y un último y desesperado contraataque, los argentinos se vieron forzados a retirarse. Detrás dejaban la última chance de detener el asalto enemigo hasta la llegada del invierno y evitar así la derrota total, que llegaría pocas horas más tarde. Pero su resistencia y entrega dejaban algo más entre los británicos: una leyenda. Ya en la madrugada del 14 de junio, cuando las posiciones argentinas iban cayendo, un soldado criollo habría decidido seguir peleando, quizá para permitir la retirada de sus compañeros o tal vez por no aceptar la inminente derrota.
Algunos relatos británicos dicen que resistió una hora, otros sostienen que aguantó aunque todos coinciden en que este muchacho cambió de posición constantemente e hizo fuego contra los Guardias, negándose a rendirse; incluso cuando un oficial argentino capturado le ordenó hacerlo. Hasta que fue abatido por una combinación de cohetes antitanque y un último y fatal disparo en la frente. Cayó en la ladera este del monte, denominada La Terraza, en un despeñadero tan inaccesible que su cuerpo recién pudo ser recuperado en enero de 1983.
Los Royal Pioneers y los enterradores civiles que rescataron el cadáver desconocían el nombre de este joven, como el de la mayoría de los 649 argentinos que murieron en las islas. Sólo sabían que había sido un héroe, que de haber sido uno de ellos, hubiera recibido los más altos honores. Su recuerdo perduró, y con el tiempo lo apodaron Pedro. ¿Por qué Pedro? Probablemente, porque para los británicos es un nombre apropiado para un latino desconocido, como John podría serlo para un británico desconocido. Sea como fuere, recién varios años después se empezó a profundizar en el tema.
"Pedro podría haber esquivado la batalla, pero en cambio peleó solo y a muerte, y es triste que su nombre no sea conocido y honrado como merece", afirma el historiador británico-estadounidense Hugh Bicheno en su libro Razon´s edge, que aunque con algunas críticas, es considerado el más serio de los que alude al personaje. Cuando se dio con el cuerpo, todos los argentinos caídos en Malvinas ya estaban enterrados en Darwin, en tumbas anónimas. A Pedro le correspondió la B-1-15, y con eso pasó a ser un "soldado desconocido" más.
¿Cómo develar entonces quién fue este heroico conscripto? Hay una primera respuesta bastante imprecisa, aunque cierta: Pedro fue uno de los cerca de 30 argentinos que murieron en Tumbledown.

Tras un manto de misterio
El notable desempeño de Pedro no fue la excepción en Tumbledown. La noche del 13 al 14, el grueso de los argentinos que permanecía allí pertenecía al Batallón de Infantería de Marina Nº 5, Compañía Nácar, con base en Tierra del Fuego en tiempo de paz. Los hombres del BIM-5 estaban acostumbrados al frío y al viento, y su duro entrenamiento de dos años los había preparado mejor que a la mayoría del Ejército. Estaban bien equipados y contaban con amplio entrenamiento en cartografía y combate nocturno, algo fundamental en Malvinas, donde la mayoría de los ataques británicos fueron por la noche.
Los tropas enemigas consideraban al BIM-5 de lo mejor de la Argentina. Y la unidad hizo justicia a su fama: sobre dos secciones de la Compañía Nácar cayó la furia de la Compañía Left Flank de los Guardias Escoceses, pero los infantes contuvieron a esa fuerza muy superior en número alrededor de seis horas. Para desalojarlos, los británicos tuvieron que asaltar una a una sus posiciones, recurriendo a la artillería terrestre y naval, los misiles antitanque, las granadas, y el combate cuerpo a cuerpo. Teniendo en cuenta que Pedro luchó con tanta garra, no sería de extrañar que hubiera pertenecido a este grupo. Salvo por un dato: el BIM-5 batalló, en general, en la parte oeste de Tumbledown, lejos de donde hallaron a Pedro.
Sin embargo, por mucho tiempo no se descartó que Pedro pudiera ser un infante de marina que escapó de la derrota inicial y se replegó para seguir peleando. Aunque algunos indicios permitirían desechar esa posibilidad: "Pedro vestía como los del Ejército. Si hubiese tenido el uniforme del BIM-5, los que recuperaron su cadáver lo habrían comentado. Los británicos pensaban erróneamente que el vestuario de los infantes de marina era distintivo de los comandos argentinos".
Dado que no es lo mismo combatir con una fuerza de élite que con conscriptos, si Pedro hubiese vestido como un integrante del BIM-5, los británicos no se hubieran privado de destacarlo. Eso es lo que hicieron en las batallas donde enfrentaron a grupos comandos porque les enorgullecía haberlos vencido. Así las cosas, si Pedro era del Ejército, ¿a qué unidad pudo pertenecer?
En Tumbledown participaron varias unidades del Ejército: 48 hombres de la 3ª sección de la Compañía B del Regimiento de Infantería Motorizada 6, de Mercedes, Buenos Aires; 12 de la compañía B del Regimiento del Infantería 12 de Mercedes, Corrientes, a cargo del subteniente Celestino Mosteirín y que sufrió la baja del conscripto Ramón García, y otra sección aún más disminuida (cinco hombres) del Regimiento de Infantería 4, con asiento en Monte Caseros, Corrientes, a cargo del subteniente Oscar Silva, que murió junto a sus cuatro muchachos. La mayoría procedía de Dos Hermanas, enclave perdido la noche anterior.
Oscar Teves, autor del libro Pradera del Ganso y próximo a escribir otro sobre Tumbledown, no descarta a ninguno de estos grupos. Ni siquiera al BIM-5: "En verdad, no sé si La Terraza es el lugar donde cayó Pedro. Es más, recorrí la zona y no vi lugares inaccesibles como el que describe Bicheno".
En cambio, para el hoy coronel y por entonces subteniente de 19 años de la 3ª B/RIM6, Esteban Vilgré La Madrid, las líneas de investigación siempre fueron dos: "Hasta saber lo del uniforme de Pedro, siempre pensé que era un infante de marina desprendido de la sección del teniente de corbeta Carlos Vázquez -la última del BIM-5 en resistir- o uno de mi sección, que luchó en el lado este de Tumbledown, donde abatieron a Pedro. Aparentemente, este joven cayó a 400 metros del sitio inicial donde estaba yo, pero eso no significa que no perteneciera a mi grupo porque no estábamos todos juntos".
Vilgré La Madrid descarta a los muchachos del subteniente Silva, ya que se encontraban en el sector oeste del monte. También al soldado García, del RI-12. "Me lo aseguró el subteniente Mosteirín", acota.
Los conscriptos muertos del RIM-6 en Tumbledown cayeron durante un contraataque lanzado sobre el final, una vez doblegada la sección del teniente Vázquez. El RIM-6 estaba bien entrenado por su jefe, el teniente coronel Oscar Jaimet, antiguo comando que había instruido a sus hombres en combate nocturno. Pese a no estar tan aclimatados como los fueguinos del BIM-5, los muchachos del RIM-6 eran en general peones de Lobos, Mercedes, Luján y zonas aledañas, que sabían de heladas e intemperie. Y coraje no les faltaba: Oscar Poltronieri, el soldado más condecorado del Ejército en su historia era uno de sus dos ametralladores.
La historia de Poltronieri tiene varios puntos en común con la de Pedro: Poltronieri cambió constantemente de posición y se rezagó durante la retirada, aletargando el ataque británico. Y también fue dado por muerto, aunque en realidad logró escapar.
¿Es posible que la leyenda británica mezclara varias historias? No se puede descartar. De hecho, en batallas anteriores también aparecieron relatos de francotiradores o ametralladores argentinos deteniendo ataques durante horas. Hay un cierto patrón en la psique británica, más dispuesta a creer en historias de "súperargentinos" que en la resistencia organizada de varios grupos oponiéndoseles al mismo tiempo. Es más, como en el caso de Pedro, en los relatos sobre el combate del 28 de mayo en Pradera de Ganso, se habla de criollos negándose a rendirse ante el pedido de oficiales capturados.
No es lo único. Ya que hay diferentes versiones de la leyenda de Pedro: en una, el joven dispara contra los helicópteros británicos de evacuación médica. En otra, son dos los que lo hacen, y se encuentran al otro lado del monte. Esto tiene su lógica. La batalla de Tumbledow no sólo fue de noche sino que nevaba, por lo que la visibilidad era muy mala. Y los militares británicos estaban librando una durísima pelea, bajo fuego enemigo. Relatos de ambos bandos cuentan que el monte literalmente temblaba por los impactos de sendas artillerías, que saltaban esquirlas cortantes de roca y que el ruido era tan ensordecedor que apenas se escuchaban las órdenes y se tenía conciencia de lo que sucedía a pocos metros. Es factible entonces que bajo tanto estrés, los británicos mezclaran situaciones diferentes con distintos soldados argentinos (entre ellos, el valiente soldado Poltronieri).
Además de los relatos que ya habían escuchado y lo que esperaban de sus enemigos. Por eso no hay que desechar que haya habido más de un Pedro. Uno de ellos, el hallado en enero de 1983.

Las bajas del RIM-6
Pero dándoles crédito a los dichos de Bicheno, ¿de quién era el cuerpo recuperado en el despeñadero? Las alternativas se reducen a los soldados del RIM-6 que cayeron en combate. En 2010, para el bicentenario de ese regimiento, Enfoques viajó a su nuevo cuartel, en Toay, La Pampa, donde hay una placa en homenaje al conscripto Juan Horisberger, que dice que el enemigo lo apodó Pedro por su valentía. Sin embargo, más allá de su coraje, sólo se trataría de una iniciativa ligada a la buena voluntad de algunas personas. Asimismo, testimonios de varios de sus compañeros indican sin duda que Horisberger fue el primero en morir, de un tiro en el pecho.
Otros tres soldados, Horacio Balvidares, Horacio Echave y Héctor Guanes, murieron en posiciones conocidas. Los dos primeros habían caído cerca de Sapper Hill y Guanes, en Dos Hermanas. Sobre Ricardo Luna surgieron dudas, pero para La Madrid, su deceso no coincide con el momento en que habría caído Pedro. También hubo interrogantes en torno a Juan Rodríguez, aunque según La Madrid, el tirador de la sección David Torres fue testigo de su muerte, cerca del fin del combate de Tumbledown, en la madrugada del 14 de junio. La última baja del RIM-6 fue Sergio Azcárate, que murió cuando la sección se encaminaba a Puerto Argentino, alcanzado por fuego enemigo.
Así, quedan sólo dos: Luis Jorge Bordón, de Lobos, y Walter Ignacio Becerra, que en 1982 vivía en el barrio Zarza de Moreno, Buenos Aires. Ambos integraban el primer grupo de tiradores. "A mí me suena más la chance de Becerra. Primero, porque Bordón no estaba tan cerca del lugar descripto, aunque tampoco lo descarto. Y además, por su forma de ser: un tipo muy astuto, vivaracho. El relato sobre un muchacho cambiando de posiciones para despistar al enemigo cuadraría con él, con su personalidad. Y también por el arma que usaba, un FAP, versión ametralladora del FAL normal, con mucha cadencia de fuego, que hubiera llamado poderosamente la atención de los británicos, por sonar distinto al grueso de las armas propias y ajenas", señala La Madrid.
Una forma de saber si Pedro y Becerra fueron la misma persona era averiguar quién fue el militar argentino que lo habría intimado a rendirse. Según relatos británicos, ese oficial podía ser Vázquez. No obstante, en ese momento el teniente del BIM-5 estaba siendo "interrogado" por sus captores del otro lado del monte porque lo confundieron con un francotirador que les había matado varios hombres. Vázquez no habla mucho sobre Malvinas, aunque por intermedio del investigador Teves se pudo confirmar que él no fue quien habría intentado disuadir a Pedro. Tampoco lo fue el subteniente Mosteirín, que cayó preso junto al teniente de corbeta. Por lo que la leyenda de Pedro sigue reservándose algunos misterios.
El Ejército no se pronunció oficialmente sobre esta historia. Por ende, se descarta que se haya pensado en recurrir a análisis de ADN para conocer la verdadera identidad de Pedro. Además, en cuanto a Becerra sería imposible hasta que no se logre dar con su familia. "En los casos de Becerra y Guanes, nunca pudimos establecer contacto; con el resto, sí. Al principio, cuando llamábamos, muchos estaban muy enojados, eran padres que habían perdido a sus hijos en la guerra. Pero cuando les explicábamos que lo hacíamos para invitarlos a homenajes que rendíamos a sus hijos, cambiaban de actitud", explica el teniente coronel Marcelo Pollicino, responsable de algunas de esas búsquedas, como de actividades relacionadas con el estrés postraumático de veteranos de guerra y familiares y entusiasta seguidor de la historia de Pedro. "Hacer estudios de ADN conllevaría una decisión política, cuestiones diplomáticas, fondos. Además, debería ser para todas las familias que tienen un hijo sepultado como NN en Malvinas", añade.
El último intento para localizar a la familia de Becerra fue en 2004, en la dirección y teléfono de su madre, en el barrio porteño de Parque Patricios. Enfoques retomó la búsqueda mediante la Unidad de Atención y Asistencia al Veterano de Malvinas de la ANSES, aportándole nombre completo y DNI del fallecido, aunque al cierre de esta edición no se había obtenido respuesta, lo que impidió saber si alguien cobra una pensión en su nombre e intentar contactarlo. Como Pedro habría muerto en soledad y nadie pudo certificar que se tratara de Becerra, esta investigación sigue abierta. Sólo un testimonio clave que este trabajo tal vez no halló o un ADN al cuerpo enterrado en la tumba B-1-15 de Darwin podría quizá desentrañar el interrogante. Pero no cabe duda de que, sea quien fuere, Pedro encarna el valor de muchos jóvenes que ofrendaron o estuvieron dispuestos a dar su vida por la Patria. Muchos de los cuales hoy caminan por las calles, anónima y humildemente, a pesar de haber actuado como verdaderos héroes.
Por Sergio Núñez y Ernesto Castillo - LA NACIÓN - Domingo 03 de abril de 2011.