martes, 6 de abril de 2010

ALGUNOS TÉRMINOS MILITARES MUY EMPLEADOS, DE ORIGEN POCO CONOCIDO


Prácticamente todos los que profesamos la carrera de las armas, solemos utilizar la palabra “castrense”, cuando nos referimos a algunos de los aspectos que tienen relación con ella. Pero, ¿sabemos realmente cuál es el origen de este término y cuál es su significado?
Podríamos afirmar, y sin mucho esfuerzo, que es muy remoto, ya que averiguando prolijamente en sus antecedentes y etimología, descubrimos que deriva del término latino castrum. Este era el campo atrincherado y fortificado en el que las legiones romanas pasaban al descanso luego de las jornadas de marcha o de combate. Muchos de ellos, con el tiempo se convirtieron en pueblos, tal como nuestros fortines de la frontera con el indio constituyeron mojones de civilización.
Así pues, castrense, sería un adjetivo que en general puede aplicarse a todo lo que pertenece a campamentos, campos, militar, guerra y a todo lo que con estos términos y conceptos se encuentra relacionado.
La versión castellana del término latino, sería la de castro, vocablo que aparte de constituir un apellido de netas reminiscencias militares, resulta muy empleado en España, ya que viene a ser el nombre genérico con que se denominan determinados cerros y alturas desde las cuales pueden dominarse los valles y en los que, muchas veces y debido a las necesidades, se construyeron fortificaciones de importancia.
Éstos normalmente se encuentran seguidos de alguna terminación, por ejemplo Castrobol, Castro Cóntrigo, Castro del Rey, Castro del Río, Castro Gonzalo, Castrogeriz, Castromocho, Castro Nuño, etc, nombres todos hoy de pequeñas localidades o aldehuelas en los antiguos reinos de Asturias, Galicia y León.
Los estudios arqueológicos e históricos que podrían hacerse de estos sitios mostrarían la conjugación de los sistemas estratégicos practicados primero por las antiguas legiones romanas y seguido posteriormente por los señores feudales, durante la Edad Media. Este sistema tenía por objeto montar una guarnición militar en un punto dominante del terreno y a los pies de éste, para extender a sus pies los campos de cultivo y lugares de vivienda de los siervos de la gleba que servían al señor del lugar.
Particularmente en Galicia se conservan notorios vestigios de trabajos de minería, fortificación y primitivos asentamientos poblacionales, lo que denota que los romanos nunca dejaban de fortificarse. Cabe agregar también, que Castro ha devenido en convertirse en un típico apellido gallego. Como curiosidad, en un antiguo diccionario geográfico español, conocido por el apellido de su autor, Madoz, se define al Castro como una colina [...] una colina, a media legua de Ponferrada, de bastante altura, cuya cúspide se ha allanado artificialmente, rodeándola con un foso y construyendo con la tierra sacada de él, un parapeto o trinchera; en el centro hay vestigios de un foso o cisterna y en el parapeto, hay señales de haber habido una sola entrada. En el día está cubierta de madroños y otros arbustos y al arrancarlos suele encontrarse alguna moneda romana, espuelas, etc.
El curioso que viaje desde Astorga a Santiago puede observar la serie no interrumpida de estas fortificaciones con que se tenía a raya el país con pocos destacamentos, que fácilmente se auxiliaban y entendían por señales: en todas partes conservan el nombre de Castro.

Con la misma descripción, añade el mismo diccionario que estos sitios habrían sido usados como lugares de oración y ritos religiosos por parte de los antiguos druidas o sacerdotes celtas. Posteriormente, el pasaje del tiempo, les habría cambiado de ocupantes pero no de función, ya que habrían sido utilizados por los moros y luego por los señores feudales, para las funciones defensivas ya descriptas, todo lo cual remarca la importancia de la fortificación militar advertida tan remotamente y tan continuamente aprovechada.
Castros, recintos, fortalezas, fortines, cuarteles… lugares tan comunes para quienes profesan la milicia, hacen a veces cotidiano y muy usado el término, pero esconden su verdadero significado. Esos oteros, parapetos y lugares protegidos, ubicados en alturas, que servían para avizorar el horizonte, proteger del taimado y sorpresivo enemigo, tienen su origen en aquellas lejanas legiones romanas que marcaron caminos, senderos, puentes, acueductos y fortificaciones a toda la vieja Europa, dejando para la posteridad, un nombre que usaríamos hasta nuestros días, indicando la presencia de un lugar donde está presente el espíritu y la acción de la Milicia.
Fuente: Diario Soldados Digital 2010.

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