El Arma de Ingenieros,
una de las más jóvenes de nuestro Ejército, no hace su aparición oficial y casi
definitiva dentro de la estructura orgánica de la fuerza, sino hasta el
estallido de la Guerra de la Triple Alianza, hacia 1865, en virtud de las necesidades
técnicas a que apremiaban las características geográficas e hidrológicas del
Teatro de Operaciones. Sin embargo, en forma de misiones, funciones y tareas,
aparece dentro del Arma de Artillería, desde los mismos albores de la
existencia de la Institución.
Culminando la Guerra de la Triple Alianza, y
habiendo quedado la República del Paraguay prácticamente devastada en su
totalidad, pudo apreciarse la forma en que este país vencido tenía organizado
su territorio, sobre la base de sólidas estructuras construidos ex profeso para
atender las necesidades de la defensa, basándose en las más modernas y últimas
experiencias bélicas europeas, particularmente, la Guerra de Crimea y en la
recién finalizada Guerra de Secesión, en los EE.UU.
Entre ellas, cabe subrayar que hacia 1854, el
presidente de la República, Carlos Antonio López, envió al Reino Unido a sus
hijos Francisco y Venancio López Carrillo, para formarse como ingenieros y
luego como consultores para la compra de materiales ferroviarios a los hermanos
John y Alfred Blyth del Reino Unido.
Desde entonces el
ferrocarril se identificó con los planes de crecimiento del Paraguay. Ese año
Carlos Antonio López contrató a ingenieros británicos para la construcción de
las primeras líneas. La dirección de la obra estuvo cargo del ingeniero George
Paddison, secundado por los ingenieros George Thompson, Evil P. Burnell y Henry
Valpy, quienes trabajaron con los planos e instrucciones impartidas por el
ingeniero John Whitehead, que fue contratado como jefe de los arsenales y era
el asesor técnico del gobierno de López, los que proyectaron el trazado
adoptando la trocha ancha (1,676 m).
Con esos técnicos británicos trabajaron en el
ferrocarril, cuadros y soldados de zapadores del Ejército Paraguayo, tales como
el teniente coronel José María Bruguez, el mayor Juan de la Cruz Estigarribia,
el teniente Elizardo Aquino y el capitán Francisco Fernández, entre otros
oficiales que anteriormente habían trabajado con gran eficiencia en las
fundiciones de Ybicuí. Éstos se encargaron de dirigir los trabajos de desmonte,
terraplenado y tendido de vías.
También prestaron servicio en los departamentos
de Talleres y Tracción, jóvenes paraguayos educados en Europa, entre los que se
destacaron Gregorio Almidón, Tomás Estigarraba, Juan Jiménez y Escolástico
Ramos, quienes se encargaron de las obras de arte. El proyecto original
decretado por Carlos A. López, establecía la construcción de una línea férrea
entre Asunción y Villarrica.
El 24 de marzo de 1856 se envió por barco al
Reino Unido la suma de 50.000 libras esterlinas, para que los Blyth puedan
comprar todo lo necesario para la construcción de una línea ferroviaria para el
tramo desde Asunción hasta Paraguarí. La operación incluía la adquisición de
vagones, rieles, planchas de acero, asientos, etc. Sobre la base de los modelos
incorporados y materiales locales, el Arsenal de Marina procedió al mismo
tiempo a construir coches, vagones y material accesorio para las estaciones.
Las obras comenzaron en 1857 y en junio de ese
año se habilitó un tramo de 415 metros que partía desde los arsenales hasta el
murallón de la ribera, en las cercanías del Puerto de Asunción y que en 1859
llegaba hasta la Plaza San Francisco, hoy Plaza Uruguaya, uniendo el muelle con
la aduana y transportando los materiales para la construcción del ferrocarril y
la Estación Central.
El 21 de septiembre de 1861 se inauguró el tramo
desde la estación Central hasta Ybyraty-Trinidad, donde hoy se encuentra el
Jardín Botánico Moisés Bertoni. El 25 de diciembre de 1861 se inauguró el tramo
hasta la estación Luque y a principios de 1862 alcanzó Areguá. El 27 de marzo
de 1862 alcanzó Guazú Vira (Yparacaí) y el 2 de agosto de 1864 se inauguró el
tramo entre Pirayú a Cerro León. El 6 de octubre de 1864 llegó a Paraguarí. Al
finalizar la Guerra de la Triple Alianza el ferrocarril fue vendido para saldar
deudas con Brasil, pero en 1886 fue nuevamente recuperado por el estado
paraguayo, prosiguiéndose el ramal hasta Villarrica.
Mientras tanto, los ferrocarriles en la
Argentina, estaban muy poco atrás de estos notables avances de la industria y
la construcción de infraestructura que se operaba aceleradamente en el vecino
Paraguay. El 30 de agosto de 1857 se inauguró la línea inicial del ferrocarril
del oeste, que fue la primera extensión ferroviaria que conoció este país. El
22 de febrero de 1862 se iniciaron los trabajos para una línea entre Buenos
Aires y la Ensenada, cuyo contratista fue el ingeniero Wheelwright, quien
personalmente dio los primeros golpes de azada.
Fue el mismo ingeniero quien dirigiría la
construcción del ferrocarril Central Argentino destinado a unir Rosario con
Córdoba, cuyos trabajos inaugurales fueron solemnizados con grandes
festividades el 20 de abril de 1863. Los materiales empleados y el
asesoramiento técnico y de ingeniería solicitados, eran íntegramente de origen
británico, país que para ese entonces, ya contaba con una vasta experiencia,
encontrándose en pleno desarrollo su segunda Revolución Industrial, empleando
al vapor, como medio primordial de motorización de las industrias de la época.
Durante el transcurso de la Guerra de la Triple
Alianza, nacería la primera unidad orgánica del Arma de Ingenieros, organizada
y comandada por el coronel húngaro Don Juan Czetz, a la sazón, emigrado de su
país natal, afincado en el nuestro e integrante del Ejército Nacional a
comienzos del conflicto. Su experiencia en el campo de la ingeniería militar en
los campos de batalla europeos, sería de inapreciable valor para estructurar
definitivamente al Arma, en el tramo final del siglo XIX y comienzos del
siguiente.
Marco histórico
En esta situación,
y luego de finalizado el conflicto de la triple Alianza, la Argentina, terminó
su proceso de consolidación nacional, emprendiéndose otros planes, cuales eran
la expansión colonizadora hacia el Sur, y apaciguar las fronteras interiores
con el indio. Se aproximaba el final del siglo XIX y en los umbrales del siglo
XX, se avizoraba una nueva Nación.
A principios del Siglo XX, se llevó a cabo una
gran modernización de las Fuerzas Armadas. El Ejército y la Armada, comenzaron
a prepararse para nuevos tipos de conflictos, organizándose y armándose, de
acuerdo a una visión extraordinaria y transparente de quienes en aquel momento
gobernaban y dirigían los pasos hacia el futuro de nuestro país.
El Presidente, teniente general Roca y el
Ministro de Guerra, general Riccheri, dando un espaldarazo definitivo a las
acciones tendientes a estabilizar y consolidar la organización nacional,
lanzarían una serie de directivas y ordenanzas que regirían al Ejército del
nuevo país, considerando definitivamente la inclusión de unidades de
Ingenieros, que contemplaban dentro de su estructura y misiones, la existencia
de una unidad de ferrocarrileros.
Durante el siglo XX, se crearon seis unidades de
ingenieros, que incluían las especialidades de Zapadores Pontoneros,
Telegrafistas y Ferrocarrileros.
Así, tras sucesivas
reorganizaciones, contando como antecedente, la creación el 10 de abril de 1888
del Batallón de Ingenieros Militares, que incluía una compañía de la
especialidad; luego, la creación hacia el 13 de junio de 1892 de dos compañías
de ferrocarrileros, una de campaña y otra de montaña; la unificación de estas
subunidades en una brigada de ferrocarrileros a dos compañías con la
denominación anterior; la reorganización posterior (1904) del Batallón de
Ferrocarrileros, llevando el N° 2 del Arma; una posterior disolución transformó
el Batallón en Regimiento, y por último, hacia el 24 de febrero de 1905, como
batallón pasó a ostentar el N° 6 del Arma, con la especialidad ferroviaria, y
adscripto a la 1ra Región Militar. Sus cuarteles fueron a estrenar el
recientemente adquirido Campo de Mayo, estando ubicados hacia lo que luego con
el correr del tiempo, constituiría la Comandancia de IIMM con los cambios
estructurales y de organización por todos conocidos, hasta nuestros días.
Campo de Mayo
En 1889 se creó el
Partido de General Sarmiento y esos parajes formaron parte del Cuartel V
(división en delegaciones de los Partidos de la provincia de Buenos Aires). Por
aquel entonces los terrenos ya habían sido divididos y había instaladas
pequeñas estancias que tenían entre sus propietarios a los Morales Maldonado,
los Navarro y los Villamayor.
Hacia 1900, lo que se conoce como Campo de Mayo,
era parte del paisaje pampeano, con una inmensa llanura ondulada, con muy pocos
árboles, animales sueltos y poco tránsito de personas o vehículos. En la época
de la colonia, los Valdivia habían sido propietarios de aquellos terrenos
recostados sobre el río de las Conchas, luego río de la Reconquista.
Comienzos
1901, la Cámara de
Diputados recibió un mensaje firmado por el presidente de la Nación, Julio A.
Roca, y su ministro de Guerra, general Pablo Riccheri. En la misiva se
manifestaba que era imprescindible la adquisición de un campo para que
ofreciera a las tropas “el medio de desarrollar con la amplitud necesaria la
instrucción práctica de las mismas, familiarizándolos con la aplicación sobre
el terreno de los reglamentos y la implantación de la enseñanza táctica en
operaciones de las armas combinadas, así como para el ejercicio y desarrollo de
aptitudes de Jefes y Oficiales”. En la misma carta ambos anticipan que ya
habían dialogado con propietarios de general Sarmiento adquiriendo algunas
tierras con dineros reservados y ahorrados del presupuesto aprobado para el
ministerio de Guerra. También se elevó un proyecto de ley para la creación de
un campo de maniobras militares.
El 24 de julio del mismo año los diputados
trataron y aprobaron el proyecto, y tres días más tarde lo recibió la Cámara de
Senadores. El 1º de agosto se trató el proyecto con media sanción, siendo los
oradores el ministro de Guerra, Pablo Riccheri, y los senadores Domingo Morón,
Miguel Cané, Cátulo Aparicio y Carlos Pellegrini. La aprobación final se votó
el 6 de agosto, y el 8 de agosto el presidente Roca y el ministro Riccheri
suscribieron la ley 4.005, que en el artículo 1º dice: “Apruébase las
negociaciones hechas por el P.E. para la adquisición de terrenos destinados al
establecimiento de un campo de maniobras del Ejército, sobre el río de las
Conchas, a inmediaciones de la Capital Federal el cual queda designado con el
nombre de ‘Campo de Mayo’”.
La ley mencionaba una superficie aproximada de
cien hectáreas, pero leyes posteriores ampliaron el área del campo. En 1910 se
permitió la expropiación de 60.000 m² a Eugenio Mattaldi, en las inmediaciones
de la estación Bella Vista, “a fin de construir un ramal que uniera esta
estación con el polígono del batallón de Ferrocarrileros acantonado en el Campo
de Mayo”.
Misión y actividades
Este elemento,
recibió la misión de construir varias líneas férreas, que servirían para la
instrucción del personal y simultáneamente: unir la Guarnición Militar del
Campo de Mayo, con la capital, cumpliendo así con una valiosísima herramienta
en lo concerniente a la rápida movilización eventual de las tropas allí
acantonadas.
El material con el que se equipó a los ferrocarrileros
fue suministrado en préstamo por las autoridades ferroviarias del antiguo FCBAP
(Ferrocarril Bueno Aires al Pacífico), actual línea Grl. San Martín, de trocha
ancha, capitales ingleses y material rodante, de tracción y de infraestructura
ferroviaria, de variado tipo. Se contaba también con material decauville (0,75
M. de ancho) y puentes de paneles Eiffel, comprados en Francia por la exitosa
comisión de adquisición de armamento y equipo presidida por el Grl Riccheri. El
puente Eiffel, era de características similares a los posteriores materiales
Algrain y Bailey, éste último adquirido en grandes cantidades a Inglaterra,
luego de la 2da Guerra Mundial.
Dentro del material de tracción, se contaba,
entre otras, con una locomotora de origen francés, de trocha ancha, construida
en las usinas y fábricas Schneider & Cía, de Creusot, Francia, hacia 1888,
pero arribada al país en 1896, tomándose erróneamente a ésta como fecha de la
fabricación. Era una máquina de dos ejes acoplados por un sistema de bielas, unidos
a dos pistones de gran cilindrada que recibían el vapor de una caldera de
tubos, que llevaba el agua para calentar en dos tanques acostados sobre el
chasis, en forma paralela a la caldera. En términos técnicos ferroviarios,
sería una 0-2-2-0-T (esto indica la inexistencia de un eje estabilizador
delantero o pony, dos ejes motrices y ausencia de un eje debajo de la cabina de
conducción, más la configuración “Tanque”, al llevar los depósitos de agua que
alimentaban la caldera y luego el combustible, cuando se la pasó de leña a fuel
oil). Conllevaba también la inexistencia de un ténder, o el clásico vagón que
carga combustible y agua, en las grandes locomotoras a vapor. Tenía una alta
chimenea y dos domos entre ésta y la cabina de mando y boca de la caldera. Uno
de ellos contenía válvulas de alivio de presión y los silbatos y el otro,
albergaba un depósito de arena, que en ocasión de patinar al romper el momento
de inercia en el arranque o cuando subía pendientes fuertes, descargaba arena
seca y caliente por sendos tubos hacia la parte inferior de las ruedas,
aumentando el poder de fricción y tracción entre estas y los rieles. Con el
tiempo y tras sucesivas reformas y reparaciones se le suprimiría un domo.
La cabina, muy abierta daba escasa protección
para el maquinista y el foguista, indicando su carácter de “switcher” o
locomotora de maniobras, para tránsito en distancias cortas. Completaban su
estructura un sólido chasis, con paragolpes tipo botella y enganches
típicamente ingleses de gancho y tornillo, que todavía continúan siendo usados
en nuestros ferrocarriles de trocha ancha y media.
Esa locomotora, por causas que desconocemos,
llegó hasta nuestros días, salvándose del soplete del desguace que siguió al
progresivo reemplazo de las máquinas de vapor por las de tracción con motores
diesel eléctricos como las que hoy que conocemos y que vemos a diario. Su
alimentación original era a leña, pero posteriormente parecería haber sido
transformada para quemar fuel oil, aspecto que no pude constatar consultando
las fichas técnicas que obran en el Museo Nacional ferroviario. Tampoco parece
haber tenido miriñaque delantero. Curiosamente, lo único que se conserva de
documentos de este hoy monumento nacional, es una escueta información
mencionando que estuvo cumpliendo funciones en el Ejército, con el Batallón de
Ferrocarrileros y su actuación en el FCO y FCP.
Cuando fue recibida por esta unidad, debía
trasladársela desde la zona de Bella Vista, donde se encontraba en un galpón,
hasta el Campo de Mayo… lugar hasta el cual, no había línea férrea alguna. Y
aquí es cuando encontramos un recorte de la vieja revista Caras & Caretas,
mostrando los ímprobos esfuerzos del batallón, arrastrando por improvisadas
vías y a campo traviesa, la locomotora desde su asiento hasta el cuartel del
Batallón. El procedimiento empleado para esta ciclópea tarea, consistía en
tender tramos de vía con sus durmientes fijados y trasladados por medio de ejes
con ruedas de rayos, desde un tramo similar donde se apoyó a la locomotora,
hasta el extremo del tramo inicial. Esta maniobra se hacía con tiros de
caballos y las vías firmemente sujetas a sus durmientes. Luego se colocaba este
nuevo tramo delante de la máquina, se colocaban las eclisas para unir las
puntas de rieles y se hacía rodar la máquina hasta el extremo del nuevo trecho
recién colocado. Repitiendo esta maniobra cientos de veces, se completó el
traslado del primer material de tracción hasta los galpones y mesa tornavía
construidos en el cuartel del Batallón, cruzando terrenos completamente
desnivelados, cursos de agua y terrenos anegadizos. ¡Toda una proeza técnica y
un esfuerzo monumental para la tracción a sangre de hombres y ganado!
Esta información, en forma del artículo
mencionado, fue alcanzado por un camarada y amigo, militar e historiador, el
Cap (R) D Eloy Martín, perteneciente al Arma de Artillería y a la Especialidad
de Aviación de Ejército. En forma escueta y sin mencionar la fecha de su
edición, relataba este acontecimiento, aguijoneándome la curiosidad y necesidad
de bucear en qué época se había publicado. Gracias a la mención de algunos
nombres de oficiales, particularmente del jefe de batallón, deduje, comparando
estos datos con el Libro Histórico (muy completo por cierto), que de esta
unidad se encuentra en el Servicio Histórico del Ejército y los dos primeros
tomos de la Historia del Arma de Ingenieros del Ejército Argentino, publicados
en 1975, que correspondía al año de 1910.
El artículo reza lo siguiente: “Hace medio año,
aproximadamente, el Batallón N° 6 de Ingenieros Ferrocarrileros, dejó las
marchas y contramarchas de Infantería a que se dedicaba por carecer de
elementos propios, para iniciar la construcción de un ferrocarril militar.
Comenzaron por recibir una vieja locomotora que transportaron desde la estación
Bella Vista al Campo de Mayo, pasando por terrenos fangosos, acequias y montes,
labor dura que les llevó muchos días. Luego armaron vagones y galpones
utilizando el material que para ese objeto se hallaba a la intemperie o
conservado entre tierra hacía años. Después se entregaron a la obra esencial y
en ella trabajan con paciencia y entusiasmo los aspirantes a suboficiales de la
reserva en número no mayor de 40, bajo la inmediata dirección de los
Ingenieros, Teniente Jarén y Subtenientes Felípez y Thorne; éstos, a su vez,
dirigidos por el jefe del batallón, Teniente Coronel Carlos Spika. Han
construido Km. y medio de los 8 que medirá la vía desde el cuartel de
Ingenieros hasta empalmar con las vías del FCP, en la estación El Palomar. El
costo de la vía férrea que pasará a pocos metros de cada uno de los cuarteles
del Campo de Mayo, a fin de movilizar rápida y económicamente las tropas hacia
cualquier punto del territorio, no excederá de $ 260.000, cantidad votada
últimamente por el Congreso, incluyendo los 5 puentes ubicados en diversos
parajes y las 3 estaciones que se construirán en el Campo de Mayo una, otra en
Hurlingham y la última en El Palomar. Esta es la primera obra que en armonía
con su nombre, lleva a cabo el Batallón de Ferrocarrileros, creado hace no
muchos años”…
Así, con esta imprecisión, pero con valioso
material fotográfico de la época, obtuvimos una demostración de las actividades
de esta singular unidad. Pero no finalizarían allí sus actividades. Veamos cómo
se perpetuó en el tiempo y cómo uno de sus pocos materiales, llegaron hasta
nuestros días: la locomotora “Patria”, hoy conservada en el Museo Nacional
Ferroviario, ya lamentablemente en incapacidad de funcionar a vapor, pero sí de
remolcarse y en buen estado de conservación y presentación.
Fue completamente reacondicionada para los
festejos del bicentenario, llevándosela en un carretón con sus más de 30 Tn. de
peso bruto, a exponerla sobre un trozo de vía, en la Avenida 9 de Julio.
Actualmente, reposa detrás de las instalaciones del mencionado museo,
encabezando una pequeña formación de antiguos vagones presidenciales.
Decíamos que la unidad en sus comienzos, luego
de equiparse y construir sus propias instalaciones que incluían un “polígono de
construcciones ferroviarias” (ubicado en la zona que posteriormente se
conocería como Plaza de Aguas, limitada por el Río Reconquista, las vías de los
FFCC Urquiza y San Martín y una importante calle vecinal. Hoy, centro
recreativo y polideportivo de la municipalidad de Bella Vista), construyó la línea
férrea entre Campo de Mayo, Hurlingham y El Palomar. La unidad tuvo que hacer
grandes movimientos de tierra, terraplenando la mayoría del tendido, en zonas
de terrenos inundables y construyendo una pequeña pero compleja playa de
maniobras, las obras de arte intermedias y las estaciones. Con el tiempo esta
línea dejaría de tener empleo práctico, levantándosela, pero quedando el
terraplén como camino de tierra. Lo realizado sirvió de gran experiencia. La
misma que llevaría a la recepción de la orden de proceder a construir una red
interna de la Guarnición de Campo de Mayo, aprovechando los materiales
levantados en el ramal levantado. Su objeto era impedir que las unidades
distrajeran personal, ganado y vehículos para retirar las cargas que venían
consignadas a ellas y que debían retirarse en la estación Bella Vista (hoy, Tte
Grl Riccheri). El proyecto logró concretarse y el tendido de rieles partía del
cuartel de Ferrocarrileros (actual sede del Comando de la Guarnición), pasaba
por detrás de la desaparecida Escuela de Tiro, del cuartel del Regimiento 2 de
Caballería, Regimiento 2 de Artillería, la Escuela de Suboficiales (actual
antiguo cuartel de la Escuela de Comunicaciones) y volvía en un circuito
cerrado a la estación de origen. La explotación de la línea se hacía con el
material de tracción y rodante del Batallón y en general, se reducía al
transporte de materiales de un cuartel a otro.
El andar del Batallón continuó sin mayores
altibajos, hasta que entre 1921 y 1922, participó en las ciclópeas obras de la
construcción del ramal C14 del actual Ferrocarril Belgrano, más conocido como
el Tren a las Nubes, uniendo las localidades de Rosario de Lerma en Salta, con
Socompa, en la frontera con Chile, adentrándose en el territorio del país
hermano, con servicio de trenes prestado por ese país. Hasta Socompa, lo da la
actual empresa del Belgrano y por el momento, sólo de carácter turístico. Para
la época de la construcción, significaba una obra de dimensiones y esfuerzos
colosales, al tiempo que el despliegue de un ingenio sin par. Desde la altura
de Salta, debían alcanzarse los 4475 m.s.n.m., siendo una de las obras
ferroviarias más altas y complejas del planeta. Hablar de la complejidad,
implica sólo mencionar la cantidad de desmontes que hubo de hacerse empleando
explosivos, para establecer a nivel, el lecho de la vía a cotas rigurosamente
reguladas, en función de los grandes desniveles que debían superarse. Se eligió
para ello, el sistema de zigzag, en lugar del empleo de cremallera y entre
otras grandes obras construidas, cabe mencionar el montaje de 33 puentes que
suman 730 Mts. de longitud, 13 viaductos con una luz en su conjunto de 1255
Mts., llegando algunos a salvar luces de 63 Mts., como el de La Polvorilla,
construido en curva y la excavación de 21 túneles.
Cabe mencionar que la obra estaba siendo
construida por la empresa que administraba esa línea ferroviaria, empleando una
variopinta mano de obra, procedente en la mayoría de los casos de gente
proveniente de la Europa de la primera postguerra. Se tenía que manejar con
mano férrea a ese conjunto de hombres que con herramientas rudimentarias y en
condiciones climatológicas totalmente adversas, generaban frecuentemente graves
incidentes, aspecto que motivó a las autoridades a enviar al Batallón Ferrocarrilero
a impulsar drásticamente los trabajos. La leyenda popular menciona que entre
los frecuentes revoltosos se hallaba un personaje que haría historia
posteriormente, durante la II Guerra Mundial, en la conformación de la
República de Yugoslavia, Josip Broz (a) “Tito”. Este aspecto, nunca pudo ser
corroborado fehacientemente, aunque sí se tiene conocimiento de que antes de su
regreso a Europa, vivió bastante tiempo en Sudamérica y particularmente, en
nuestro país.
Otro personaje diametralmente opuesto, tendría
un breve pasaje para la misma época, por la unidad: el Mayor Francisco Romero,
que pasaría a la posteridad como una luminaria de la filosofía vernácula. El
año transcurrido en tan fantástica obra, llevó el orden y la continuidad en los
trabajos, por lo que se le encomendaron a esta unidad nuevas misiones. Esta
vez, en un marco geográfico totalmente distinto: el litoral.
Así es como a fines de 1923 se trasladó la
unidad a Villa Federal, (Entre Ríos), con la misión de unirla con la localidad
de Concordia. El proyecto y plan de obra había sido realizado tiempo atrás por
técnicos de la Administración General de Ferrocarriles, debiéndose construir un
trazado de 100 Km., en trocha media (1,435 Mts., la misma que tiene en nuestros
días toda la Mesopotamia).
Se contrataron 150
obreros, que sumados a los efectivos del batallón, sumaban unos 500 hombres y
se agregaron a los cuadros, personal de técnicos calificados como ingenieros y
agrimensores, pertenecientes a los Ferrocarriles del Estado.
Como equipamiento, se contaba con 30 Km. de vías
de trocha Decauville, una máquina de vapor con un arrastre de 3 toneladas, 100
vagonetas volquete, carretillas de mano, azadones, picos, palas de diversos
tipos y el herramental específico para el tendido y ajuste de vías. A pesar de
contar con estos elementos y la cantidad de personal mencionada, el tendido de
la línea exigió atravesar una zona densamente arbolada, con vegetación
selvática y permanente presencia de animales peligrosos, que convertían en
sumamente riesgosa la labor de los operarios. Éstos, hacían el trabajo más
pesado, que es el movimiento de tierra para instalar el terraplén, descargando
cada uno diariamente, unos 8 m3 de tierra, recibiendo una bonificación de 20
centavos por metro excavado y volcado.
Hubo que salvar cursos de agua, para lo cual, se
contó con apoyo técnico de una empresa alemana, en la construcción de un puente
fijo sobre el río Gualeguay. Los trabajos se terminaron hacia 1933, pudiéndose
efectuar el recorrido completo, en una hora y 45 minutos. Anteriormente a esta
obra, los viajes eran por caminos de tierra, muchas veces inundados y de
dificultoso tránsito, atravesándose el río mencionado en balsas. Por ello es
que al final de obra, se le brindó una notoria ayuda a poblaciones como Concordia,
La Paz, San José de Feliciano, San Jaime, Villa Federal y zonas de influencia.
Mientras tanto, el batallón tuvo que
desprenderse de parte de su personal y medios, para construir un tendido que
uniera Concordia con la Base Aérea Militar Paraná, tareas que finalizaron con
todo éxito.
Avanzando el tiempo y continuando con obras de
mantenimiento, se arribó al mes de junio de 1948, en que a un ya disminuido
Batallón de Ferrocarrileros, se le ordenó disolverse y distribuir su personal y
medios entre otras unidades del Arma de Ingenieros. Cabe mencionar que desde
1939 a 1944, la unidad había sido disminuida hasta la casi disolución,
permaneciendo desde 1945 una plana mayor de la especialidad, integrada en su
mayor parte por oficiales que habían estado destinados en la unidad y que
habían participado de sus obras. Por fin, tres años más tarde, se disolvió la
unidad, desapareciendo una especialidad de vieja data dentro del Arma de
Ingenieros que realizara importantes servicios a la Nación.
Y cabe preguntar qué pasó con la locomotora
“Patria”, que perteneciera a la unidad y que tan valiosos servicios prestara…
Pues, sin contarse en el Libro Histórico de la unidad con datos de detalle ni
tampoco fichas o historiales específicos en el Museo Ferroviario de la Nación, pude
rastrear que volvió a circular en trabajos de movimiento de playa en el
Ferrocarril Sarmiento (ex Oeste), en el ocaso del vapor y ya cansada de
trajinar por tantos teatros de andanzas, hasta ser radiada de servicio, hacia
1940. Afortunadamente, las autoridades ferroviarias de turno, se apiadaron de
la máquina y observando la forma cuidada en que se conservaba, se resolvió no
pasarla a disposición final, salvándose del soplete en forma milagrosa. Fue
restaurada e incorporada con otras locomotoras mucho más jóvenes, al patrimonio
del Museo Nacional Ferroviario, pudiéndose hoy en día observarla en éste mismo,
o saliendo en tren desde Retiro, ya sea hacia José León Suárez, Mitre o Tigre,
cuando los baqueteados vagones Toshiba del FCBM que atiende TBA, avanzan
traqueteando en su lento despegar de la inercia iniciando sus recorridos, hacia
la izquierda, no bien se sale de la terminal Retiro, reposando de sus
largamente sobrepasados 100 años de servicios, buena parte de los cuales, a
órdenes del Arma de Ingenieros. Cuidemos nuestro Patrimonio, visitémosla y
comparemos los tiempos idos con los actuales.
FUENTE: Mayor (R) Museólogo, Sergio Oscar Toyos para Diario Soldados Digital 2012.
http://www.fotolog.com/ejercitonacional
3 comentarios:
Buenos dias.Quisiera hacer una consulta, la locomotora que está en Campo de Mayo en el arma de Ingenieros, es de que tipo de trocha?
Mi padre era ferroviario del Belgrano y en ocasiones prstaba servicio en el ramal Don Torcuato a laultima estacion en Campo de Mayo, que no recuerdo como se llamaba. Esa máquina era la que hacía ese servicio?
gracias
Victor Gallardo
arqvgallardo@gmail.com
Buenos dias.Quisiera hacer una consulta, la locomotora que está en Campo de Mayo en el arma de Ingenieros, es de que tipo de trocha?
Mi padre era ferroviario del Belgrano y en ocasiones prstaba servicio en el ramal Don Torcuato a laultima estacion en Campo de Mayo, que no recuerdo como se llamaba. Esa máquina era la que hacía ese servicio?
gracias
Victor Gallardo
arqvgallardo@gmail.com
Buenos dias.Quisiera hacer una consulta, la locomotora que está en Campo de Mayo en el arma de Ingenieros, es de que tipo de trocha?
Mi padre era ferroviario del Belgrano y en ocasiones prstaba servicio en el ramal Don Torcuato a laultima estacion en Campo de Mayo, que no recuerdo como se llamaba. Esa máquina era la que hacía ese servicio?
gracias
Victor Gallardo
arqvgallardo@gmail.com
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