La emblemática unidad cumplió 188 años. Bajo la égida de su jefe, general Martín Miguel de Güemes, se cubrió de gloria en los campos de batalla. Hoy, sus herederos son custodios de los laureles que aquellos hombres “supieron conseguir”… Y además, con una destacada labor subsidiaria en favor de la comunidad.
El palmarés de su pendón está tachonado por un sinfín de nombres y lugares donde lo pasearon altivo y victorioso. Desde las invasiones inglesas, Tupiza, Cotagaita, Suipacha, Huaqui, Salta, la Campaña del Desierto (en Azul, Chapaleufú, Guardia del Salto, Sierra de la Ventana y Las Manzanas), en Camacúa contra el Imperio del Brasil hasta la Vuelta de Obligado, Punta Acevedo, San Lorenzo, El Quebracho, Las Vizcacheras, Puente de Márquez, Cepeda, Pavón, Santa Rosa, San Carlos, Espinillo y Don Gonzalo. Todo comenzó en 1806, durante la Reconquista por las Invasiones Inglesas, como Húsares de Pueyrredón al lado de Santiago de Liniers y un año después, contra el al mismo enemigo como Húsares del Rey. Durante la Revolución de Mayo se lo conoció con el nombre de Regimiento Húsares de la Patria para escoltar a la Primera Junta. Más tarde, en 1813 y como un sino de su futuro, parte de sus efectivos fue enviado a enfrentar a los realistas en la Batalla de Salta al mando del coronel Martín Rodríguez. De ahí en más, pasó a custodiar las fronteras del sur del país de los ataques de los indios y en 1821, dejó su huella en Entre Ríos en las acciones contra el caudillo Francisco Ramírez.
Hechos históricos
Pero fue precisamente, el 10 de julio de 1826, por decreto del presidente Bernardino Rivadavia, que recibió la denominación de Regimiento 5º de Caballería de Línea. Y como tal, participó por segunda vez en la campaña contra los indios en el sur de la provincia de Buenos Aires. Una tarea que repitió (hasta 1867), en medio de la Guerra con el Brasil, para defender la frontera interior de Buenos Aires de los malones que la azotaban y en la Campaña del Desierto encabezada por Juan Manuel de Rosas, primero y Adolfo Alsina y el general Julio A. Roca, después. En 1846 estuvo en la Vuelta de Obligado y luego en Cepeda y Pavón y en 1870, en sofocar el levantamiento de López Jordán. En 1886, fue trasladado al Chaco Austral y en noviembre de ese año llegó a Metán, Salta, para asentarse definitivamente en 1913, en la capital de esa provincia norteña. Seis años después, en 1919 y instancias de su jefe, coronel Osvaldo Amieva, se lo conoció como Regimiento de Caballería 5 “General Güemes”. Sin embargo, fue rebautizado como Destacamento de Exploración de Caballería de Montaña 141 (C5) “General Güemes” y en 1989, como Regimiento 5 de Caballería Blindado “General Güemes”. A principios de 1993 recibió su actual denominación y hoy, bajo el mando del teniente coronel José María Protti.
Cabe destacar que más allá de sus tareas específicas, entre las que se destaca su participación en el Operativo Fortín II, en la frontera norte del país, apoya a la comunidad frente a incendios, inundaciones, evacuaciones y catástrofes. Cabe destacar también, la entrega de material didáctico y a pedido de establecimientos educacionales e instituciones, participa con la Banda Militar Coronel Bonifacio Ruiz de los Llanos y Sección de Infernales con sus uniformes históricos en diferentes celebraciones y conmemoraciones.
Los Infernales
La llamada División Infernal de Gauchos de Línea del Regimiento, fue un ejército compuesto por gauchos de Salta, Tarija y Jujuy conducidos por Martín Miguel de Güemes. Tuvo como es sabido, un papel fundamental en la lucha por la Independencia. Los propios españoles así los llamaron porque convirtieron en un “infierno” su paso por aquellas tierras. Pero además, el nombre provino del color rojo granate de sus vestimentas y en contraposición del batallón enemigo “Los angélicos” que fuera una verdadera pesadilla para los patriotas. Formaban una red de milicias en unidades de 20 a 30 hombres, al mando de jefes locales llamados “capitanes de Güemes”, que cubría Humahuaca, Potosí, Jujuy, la ciudad de Salta, el valle de Lerma, el Chaco salteño y el Valle Calchaquí. Eran pastores, labriegos, arrieros y artesanos, entre 15 y 45 años. Conocían muy bien el terreno y eran diestros jinetes y hábiles con el lazo. La División contaba con dos jefes, 16 oficiales, 32 cabos, 16 músicos y 336 infernales. Vestían ropa de gaucho norteño; es decir, chambergo de alas anchas, poncho teñido de rojo o colorado con listas y guardas negras y guardamontes para proteger las piernas cuando montaban. Eran especialistas en el tiro de lazo y en disparar desde los caballos en movimiento y en cambios rápidos de formación. Pero no solo lucharon ellos. Las mujeres, ancianos y niños lo hicieron como espías y mensajeros. Y cuando los godos se acercaban a un pueblo sus habitantes huían con víveres, ganado y todo lo que pudiese serles de utilidad.
Fuente: Diario Soldados Digital 2014.
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