El día 9 de marzo de 1812 llega al en la Rio de la Plata en fragata “George Canning”, procedente de Inglaterra el Teniente Coronel José de San Martin. Este oficial, que tiene aun frescos los laureles de Bailén (Batalla en las que su valor lo había hecho citaren la Orden del Día) encuentra enseguida un empleo: debía crear un Regimiento “Bajo los principios y maniobras de la nueva táctica de caballería francesa”.
San Martín, a quien se reconoció de inmediato su grado militar, estaba bien colocado, militarmente, para conocer la manera de operar de los jinetes que bajo las órdenes del bravo y altanero Mariscal Muart paseaban sus estandartes ensartados de águilas napoleónicas de unextremo a otro de Europa: en uno de esos extremos, precisamente, en España, los había combatido y vencido.
Sin embargo, el tipo de guerra que San Martín venía a hacer a América era distinta de la que habían opuesto a las guerrillas hispanas a las fuerzas regulares napoleónicas; San Martín crearía un ejército ordenado, disciplinado, que en sus maniobras y batallas perseguía Napoleón: la aniquilación del enemigo. Con San Martín ingresaba esta noción al pensamiento militar argentino, hasta entonces dominado por la idea de simple resistencia en los múltiples frentes. Con San Martín también, el pensamiento estratégico se elevaba de la inmediatez hasta niveles continentales.
Junto al Libertador venían a bordo el Alférez de Carabineros Reales don Carlos María de Alvear y Balbastro, con su esposa, el de igual clase Don José Matías Zapiola, el Subteniente de infantería don Antonio Orellano, el Capitán de infantería don Francisco Chilavert, el Capitán de Milicias don Francisco Vera y el Teniente de Guardias Valonas, Barón de Holmberg, que venían a ofrecer sus servicios a la Patria.
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