El día 7 de noviembre de 1810 se produce la Batalla de Suipacha. Las
fuerzas patriotas, comandadas por el Mayor General Antonio González
Balcarce, derrotan a las realistas a las órdenes del Capitán de Fragata
José de Córdoba. Más tarde el ejército patriota avanzó hasta el Río
Desaguadero -cuyas aguas surgen del Lago Titicaca-, límite entre los
virreinatos de las Provincias del Río de la Plata y del Perú, acampando
allí. Después de este triunfo, el primero de las armas argentinas, las
cuatro intendencias del Alto Perú que dependían de Buenos Aires, se
declararon a favor de la emancipación americana.
Después del desfavorable combate de Cotagaita ocurrido el 27 de octubre,
las fuerzas revolucionarias se vieron obligadas a retirarse en
dirección a Tupiza sin ser perseguidas por los realistas. El 5 de
noviembre las fuerzas realistas comenzaron la marcha hacia Tupiza, luego
de recibir a Nieto con 100 veteranos de los Granaderos provenientes de
Chuquisaca y a Basagoytía con 350 hombres de las milicias de Puno y de
Arequipa, por lo que al día siguiente Balcarce desalojó ese pueblo, que
fue ocupado al día siguiente por 1.200 realistas, y se situó en Nazareno
el 6 de noviembre, ubicado sobre el río Suipacha frente a la población
de Suipacha, en donde recibió por la noche un refuerzo de 200 hombres
provenientes de Jujuy con dos piezas de artillería, junto con municiones
y la paga de las tropas. Córdoba había recibido informes falsos sobre
la moral combativa de las fuerzas de González Balcarce, convenciéndose
de que marchaban descontentos y mal armados y por lo tanto sería
relativamente fácil dispersarlos, tampoco se había enterado de la
llegada de refuerzos con municiones y cañones.El Ejército del Norte
tenía inferioridad numérica, 800 realistas con 4 cañones contra 600
patriotas con 2 cañones. Formaban parte del ejército realista de
observación los veteranos del Real Borbón y del Cuerpo de Voluntarios
del Rey, éste al mando del capitán José Fernando de Fontaneda, que
habían partido de Buenos Aires en 1809 para reprimir las sublevaciones
del Alto Perú y que luego formaron el Batallón Fernando VII.
La Batalla
Cuando el 7 de noviembre la vanguardia realista tomó contacto visual con
las tropas de Balcarce, éste había ocultado gran parte de su infantería
y artillería entre los cerros y quebradas vecinas.
Situados frente a frente sin atacarse hasta las 3 de la tarde, González
Balcarce se impacientó e ideó un plan para forzar a Córdoba a atacarlo,
para eso hizo adelantar 200 hombres sobre la playa del río y con dos
cañones abrió fuego, lo que dio inicio al enfrentamiento cuando Córdoba
destacó algunas fuerzas de guerrilla. González Balcarce desplegó más
tropas y Córdoba envió batallones para reforzar a sus guerrillas
abandonando sus posiciones seguras. González Balcarce ordenó simular una
retirada en aparente desorden, haciendo caer en la trampa a Córdoba,
quien dio la orden de perseguirlos con todas sus tropas hasta las
proximidades de la quebrada de Choroya. Allí las fuerzas de González
Balcarce que en apariencia huían, giraron para enfrentarlos, mientras
las tropas de infantería y la artillería que estaban ocultas entre los
cerros aparecieron brúscamente, emboscando a los realistas, quienes se
dieron a la fuga arrojando banderas, armas y municiones, siendo
perseguidos por tres leguas.La batalla duró media hora y concluyó con
una fácil victoria para los revolucionarios ya que los realistas
abandonaron el campo de batalla en fuga, dejando la artillería. Fueron
tomados 150 prisioneros realistas. La aparición de indígenas para
observar la batalla desde los cerros hizo pensar a Nieto que se trataban
de fuerzas de refuerzo y se precipitó en fuga sin esperar el resultado
de la batalla.
En la batalla, junto con las tropas provenientes de Buenos Aires (275
combatientes), participaron, salteños, jujeños, oraneses, tarijeños,
cinteños y la Caballeria chilena de Tupiza, comandada por el Coronel
Pedro Arraya. Martín Miguel de Güemes, quien estaba al frente de los
salteños fue posteriormente a la batalla (ya en Potosí) despojado de su
rango militar por desavenencias con Castelli y devuelto a Salta,
mientras que sus tropas fueron incorporadas al Ejército del Norte. Las
evidencias históricas señalan a Güemes como el ejecutante de las
acciones de Suipacha, sin embargo Castelli no lo menciona en el parte de
batalla.
Consecuencias
El ejército realista que luchó en Suipacha sufrió una completa derrota,
perdió sus 4 cañones, sus tiendas de campaña, armas, municiones, 10.000
pesos en plata, víveres y se desintegró por completo.
El triunfo de Suipacha tuvo un fuerte efecto moral, los jefes realistas
del Alto Perú perdieron todo su prestigio, que se vio reflejado en el
pronunciamiento de las ciudades de Potosí el 10 de noviembre apresando a
su gobernador Paula Sanz,Chuquisaca,La Paz y Cochabamba (en donde
Esteban Arze consiguió el triunfo de Aroma el 14 de noviembre) en favor
de la Junta de Buenos Aires, ciudad en donde produjo una euforia
generalizada.
En el momento de la batalla Juan Jose Castelli se hallaba en Yavi, desde
donde el 8 de noviembre informó a la Junta sobre la victoria,
redactando dos días después en Tupiza el parte completo, llevado a
Buenos Aires por el mayor de patricios Roque Tollo.
En La Gazeta del 3 de diciembre, parafraseando al virrey del Perú José Fernando de Abascal y Sousa, se pudo leer:
“(...) que el americano nacido para vegetar y vivir en la oscuridad,
(...) [excedía a los militares de España], donde por virtud del nuevo
gobierno, se ha enseñado la táctica de fugar, manchando la memoria de
nuestros abuelos y héroes de la milicia que ahora nosotros queremos
renacer (...)”
Una de las dos banderas tomadas fue enviada a Buenos Aires con una nota de Castelli que decía:
“A fin de que V. E. la destine a la sala del rey D. Fernando, con las
que adornan su retrato.”La Junta autorizó a todos los comandantes
victoriosos en Suipacha, a llevar en el brazo derecho un distintivo con
la inscripción:
La patria a los vencedores de Tupiza.
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