El 27 de diciembre de 1868 se produce la batalla de Itá-Ibaté. El
ejército aliado a las órdenes del General brasileño Duque de Caxias
ataca a unos 2.000 paraguayos en Itá-Ibaté. Las fuerzas argentinas
estaban comandadas por el General Juan A. Gelly y Obes. Estas fuerzas
fueron las primeras en iniciar el asalto y ocupar la plaza, haciendo
flamear la bandera celeste y blanca en las defensas. La resistencia
paraguaya fue como siempre, dura y sin querer rendirse. El Mariscal
López, presidente vitalicio y dictador del Paraguay, se escapó en
dirección a Cerro León con unos 100 hombres. Después de esta batalla el
poder de López comenzó su desmoronamiento.
A las 6 de la mañana del 27 de diciembre se reinició el bombardeo y se
inició el asalto definitivo, esta vez llevado a cabo por las fuerzas
argentinas que cruzaron el Pykysyry y arrollaron la primera línea de
defensa lanzándose luego sobre las posiciones de Itá-Ybaté. El ataque
era encabezado por el batallón Córdoba a cargo del Coronel Agustin
Olmedo, seguido del batallón 1° de Santa Fe a cagro del Teniente Coronel
Enrique Spika.
El fuego de los defensores causó numerosas bajas en las fuerzas
atacantes, resultando herido el jefe de estado mayor del primer Cuerpo
coronel Gordillo, especialmente en el batallón Buenos Aires, que a
bayoneta calada se sumaba a la lucha.
Tropas de los batallones Córdoba al mando del capitán Máximo Ibáñez y
del Santa Fe al mando del teniente Avellaneda quedaron por momentos
aislados en vanguardia y fueron rodeados por fuerzas superiores.
Formando en círculo resistieron el ataque hasta que los del Buenos Aires
y el batallón Rosario consiguieron estabilizar el frente.
El ataque penetró finalmente las trincheras paraguayas, mientras que un
ataque de la caballería conseguía envolver la posición y deshacer a un
escuadrón paraguayo que opuso resistencia.
Las fuerzas del 4° de línea a cargo del Teniente Coronel Florencio
Romero y del 5° a Cargo de Nicoás Levalle dejaron la línea y se lanzaron
al ataque rompiendo la línea defensiva pero sólo para quedar aislados.
Ante las órdenes del Coronel Luis Maria Campos para que retrocedieran,
Levalle respondió "Coronel, el batallón 5° de línea no sabe dar media
vuelta frente al enemigo!" y comenzó a retroceder al paso y al son del
tambor dando frente a las fuerzas paraguayas y bajo el fuego a
quemarropa de sus fusileros.
Cuando el avance en línea de la infantería argentina reforzada con
algunas piezas de artillería ligera llegó a una cuadra del cuartel
general, López se retiró con su estado mayor por el camino del Potrero
Mármol a la vista de sus enemigos, sin que se desprendiera fuerza alguna
para interceptarlo
Incluso autores brasileros consideran que la huida de López permitida
"por excesiva prudencia de Caxias o por razones inconfesables del
comando brasilero" fue "uno de los grandes, sino el mayor, misterio de
la guerra"[]
Caballero permanecía en el campo con una pequeña fuerza de caballería.
Viendo que el batallón 4° de línea argentino se dirigía al Potrero
Mármol, lo emboscó. En el ataque el 4° sufrió numerosas bajas,
incluyendo al coronel Florencio Romero que marchaba al frente de su
unidad. Al ser herido, Romero se puso de pie, penetró en el cuadro de su
batallón y tras decir a su segundo el mayor Fernández "Compañero, que
me vengan a relevar", murió.
Caballero marchó entonces contra el batallón 5°, tras lo cual se replegó
en desorden con escasos sobrevivientes. La caballería aliada persiguió
débilmente hasta el arroyo Yukyry a los paraguayos que de replegaban a
Cerro León.
El general Garmendia en su Campaña de Piky-syry afirma que "cuando el
Mariscal tuvo conocimiento que los aliados habían penetrado a su
recinto, abandonó como un pusilánime el campo sonde sus soldados se
batían heroicamente y morían".
Tambien el Coronel inglés al servicio del Paraguay George Thompson
afirmaría que al retirarse López había incumplido la promesa que había
hecho repetidas veces a sus tropas de permanecer y vencer o de perecer
con ellos en aquel lugar.
Tras Lomas Valentinas, "El ejército paraguayo quedó liquidado; al
mariscal López lo rodeaban apenas cien sobrevivientes (de 9000 soldados
que habían luchado contra 25000 brasileños). Pero este puñado quedó
dueño de la situación y las fuerzas brasileñas se sintieron alcanzadas
por una colosal derrota". Según el historiador paraguayo Juan E. O`Leary
"En esta batalla debió terminar la guerra. Un regimiento de caballería
hubiera bastado para rodear a aquellos curiosos vencedores. Pero si no
teníamos más que noventa hombres sanos, aún nos quedaba una fuerza moral
tan grande que ante el sólo recuerdo de lo que habíamos sido, el
enemigo se sentía abrumado y miraba con terror esas lomas pobladas de
muertos".
López quien ya "No tenía soldados, no tenía proyectiles, no tenía que
comer. Solo noventa fantasmas le rodeaban en la cumbre de la trágica
colina, aguardando sus palabra para corre a la muerte" se retiró al
interior y pronto logró reunir "dos mil combatientes de inválidos y
niños a quienes hubo que poner barbas postizas para quitarles su aspecto
infantil".
Por su parte, la Angostura, defendida por unos 740 combatientes y 16
cañones, pero que despues del 21 de diciembre había quedado cercada por
tierra y agua y carecía ya de víveres y municiones, y había recibido
numerosos heridos después del combate, se rindió el día 30 de diciembre
tras una negociación con los aliados que prometieron respetar las vidas,
jerarquías y honor de los vencidos. La campaña del Pykysyry había
terminado.
En la Imagen: Batalla de Itá-Ibaté. La primera división Buenos Aires
toma por la derecha los atrincheramientos de López. Dibujo de A
Methfessel.
http://www.fotolog.com/ejercitonacional
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