Al amanecer del 5 de enero de 1817, el Ejército de los Andes abandonó el
campamento del Plumerillo y se dirigió a la iglesia matriz en la Plaza
Mayor de la ciudad de Mendoza. En el lugar y en presencia de la imagen
de Nuestra Señora del Carmen, declarada patrona del Ejército de los
Andes, el capellán castrense Lorenzo Güiraldes bendijo la bandera del
Ejército y pronunció un discurso resaltando la solemnidad del hecho.
Tras una salva de saludo de 21 cañonazos, el general San Martín se
dirigió a un tablado construido frente a la plaza y al costado del
templo acompañado por el gobernador intendente de Cuyo y demás
autoridades. Tras salir la imagen y la bandera en procesión de la
iglesia, las tropas presentaron armas y batieron marcha de honor. El
general San Martín se acercó a la Virgen y colocó sobre el manto su
bastón de mando. Acto seguido, tomó la bandera y dirigiéndose a las
tropas formadas pronunció con voz vibrante: “¡SOLDADOS!, ¡ESTA ES LA
PRIMERA BANDERA INDEPENDIENTE QUE SE BENDICE EN AMÉRICA!”. La batió tres
veces y el Ejército junto al pueblo exclamaron: “¡VIVA LA PATRIA!”.
Agregó el general: “¡SOLDADOS!¡JURAD SOSTENERLA MURIENDO EN SU DEFENSA
COMO YO LO JURO!”. “¡LO JURAMOS!”, respondieron todos a una voz.
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