martes, 2 de febrero de 2016

ANIVERSARIO DE LA MUERTE DEL GENERAL MARIANO BENITO ROLÓN

Nació en Buenos Aires en 1790, siendo sus padres Lucas Rolón y María Rita Nel de Laviña. Lucas Rolón descendía de una antigua y principal familia de Corrientes, donde su progenitor José Ponciano Rolón, entre otros cargos, desempeñó los de alcalde del 1º y 2º voto del Cabildo, teniente gobernador, comandante de armas y subdelegado de la Real Hacienda, administrador de correos, juez conservador del Gran Chaco en una de las expediciones que en él se internaron, coronel de caballería y sargento mayor de plaza de la ciudad de Corrientes. José Ponciano Rolón era hijo de Agustín Rolón, natural de Santa Fe, y de Micaela Chaves; el que casó con Ana Perna, hija de Manuel de la Perna, oficial Real de Santa Fe y tesorero de Corrientes, y de Bárbara Pérez. María Rita Nel de Laviña era hija de Francisco Nel y Laviña, y de Catalina Drotel. Hermanos del general Mariano Bento Rolón fueron: Josefa Rafaela, casada con el Dr. José Gerónimo Salguero de Cabrera, abogado de la Real Audiencia; y Ana María Rolón, casada con Juan Manuel Beruti, del comercio de Buenos Aires.
Mariano Benito Rolón realizó sus estudios en esta ciudad y muy joven se incorporó al servicio público en clase de meritorio del Tribunal Mayor y Real Audiencia de Cuentas, pero sin sueldo, cargo para el cual fue designado el 23 de noviembre de 1803, en virtud de la Providencia del Visitador general Diego de la Vega; y destinado como auxiliar en el Despacho de la “Mesa de Razón”, la que estaba a cargo del Contador ordenador Manuel Moreno. En el ejercicio de este puesto, el joven Rolón manifestó esmero, aplicación y buena conducta durante los nueve meses que lo desempeñó; así como también, al frente de la mencionada Mesa, que debió dirigir por espacio de 9 días, por hallarse enfermo el contador Moreno, el que falleció dentro de este último plazo.
Con motivo de la primera invasión inglesa, en circunstancias en que el capitán de navío Santiago de Liniers alistaba la columna expedicionaria para reconquistar la Capital, Rolón se presentó a aquel conduciendo 36 fusiles, 10 pistolas, 22 espadas y dos hombres montados y equipados a su costa. Asistió a la gloriosa Reconquista de Buenos Aires, el 12 de agosto de 1806, comportándose en forma destacada en aquella memorable jornada.
Después de estos sucesos fue nombrado subteniente del Cuerpo de Patricios Voluntarios, el 6 de setiembre de aquel año; cuerpo que estuvo a las órdenes del teniente coronel Prudencio Murguiondo, y con el cual marchó a la Banda Oriental para socorrer a los defensores de Montevideo, ciudad que se hallaba sitiada por fuerzas británicas.
El 6 de junio de 1807 fue nombrado cadete del Regimiento de Infantería de Buenos Aires. Con este cuerpo se halló en el combate de Quilmes, con motivo de la segunda invasión británica; así como igualmente, en los ataques a los Corrales de Miserere el 2 de julio de igual año, y de la “Residencia”, el día 6, y desde el día 3 hasta “el 10 en las azoteas, en la defensa de esta plaza”, según reza una foja de servicios del futuro general Rolón, redactada poco después de aquellos acontecimientos.
El 16 de julio de 1807 pasó a servir en su clase de cadete, al Regimiento de Dragones de Buenos Aires; cuerpo en el cual recibió el grado de alférez el 18 de enero de 1808, cuyos despachos le fueron otorgados por la Real Junta de Sevilla el 13 de enero de 1809. Producido el movimiento emancipador de 1810 fue nombrado 2º ayudante de la plaza de Buenos Aires. El 3 de mayo de 1811 fue promovido a capitán graduado de Ejército, perteneciendo a la guarnición de esta plaza. El 5 de febrero de 1814 fue nombrado ayudante de campo del General en Jefe del Ejército de Buenos Aires, siendo ascendido el 11 de marzo del mismo año a capitán efectivo de caballería de línea, y el 27 de junio de igual año recibió los despachos de sargento mayor graduado de Ejército.
Hizo la campaña de la Banda Oriental en 1814 y 1815. El 13 de marzo de 1815 ascendió a comandante de escuadrón, jerarquía con la cual pasó a comandar el Cuerpo de Inválidos el 13 de julio de 1816; y al tomar este último la denominación de Batallón de Aguerridos, en enero de 1818, Rolón quedó al frente del mismo, que pertenecía a la guarnición de Buenos Aires, y en el cual obtuvo los despachos de coronel graduado el 11 de diciembre de 1818. Sin embargo, el 28 de marzo de 1817 se le encuentra como Comisario de Prisioneros, y revistando como agregado al Estado Mayor de Plaza desde el 1º de julio de 1815 al 31 de julio de 1817; y el 29 de mayo de este último año era habilitado de la guarnición de la Capital.
El 23 de diciembre de 1818 el coronel Rolón se hallaba listo con su tropa para marchar e incorporarse al “Ejército de Observación”. A fines de 1819 se afilió a la Logia Directorial que actuaba en Buenos Aires. En los primeros meses del mismo año, el coronel Rolón actuó como defensor del comodoro Guillermo Brown en el proceso que se le siguió después de la captura de la “Hércules”, habiendo actuado primeramente en tal carácter el coronel Juan Ramón Rojas. El Tribunal Militar dictó sentencia en dicho proceso, el 28 de mayo de 1819.
Formó parte del ejército directorial que, mandado por el general Rondeau, salió a campaña contra López y Ramírez. En la batalla de Cepeda, el 1º de febrero de 1820, Rolón actuó como 2º del general Balcarce en el mando de la infantería. Como es sabido, Balcarce sacó casi intacta del campo de la lucha la fuerza que comandaba, replegándose con ella a San Nicolás de los Arroyos, a donde llegó al caer la tarde del 2 de febrero, con una columna cuyos efectivos no bajaban de 900 plazas. Ramírez, creyendo muerto en la batalla a Balcarce, envió a Rolón una arrogante intimación para que se rindiese, de la que fue portador el comandante José María Pérez de Urdinenea. Sabido es qué contestó a dicha intimación el pretendido muerto, verbalmente y con no menos arrogancia.
El general Balcarce se aproximó lentamente a la Capital por la vía fluvial, mientras tenía lugar los Tratados del Pilar, después de la elección de Sarratea como gobernador. La estada más larga de Balcarce en los puertos de tránsito fue en Zárate, desembarcando, finalmente en el puerto de Olivos el 1º de marzo, desde donde dirigió una nota a la Junta de RR., firmada por los principales jefes, la que era en verdad un manifiesto de paz o de guerra. El mismo día, a las 6 de la tarde, Balcarce llegaba a la Capital y por aquellos días fue dueño de la situación. Para el 5 de marzo, el general Balcarce entraba en el cuartel de los Aguerridos, situado en el Retiro, por la tarde, acompañado del coronel Rolón; llegando poco rato después el general Alvear con otro oficial de la guarnición, lo que alarmó al pueblo porteño, que aborrecía aún el nombre del ex–Director Supremo. El día 6 asumía el mando el general Balcarce, el cual en la noche del 11 de encerró en la Fortaleza acompañado del coronel Rolón, a quien acompañaba el Cuerpo de Aguerridos. Este se sublevó en masa pocas horas después, y Balcarce se vio obligado a salir de la ciudad acompañado por Alvear.
Retenía aún el coronel Rolón el mando de los Aguerridos, cuando en la noche del 25 de marzo penetró el general Alvear en el cuartel de dicho cuerpo seguido de numerosos oficiales adictos, estando ausente Rolón. Fue recibido por el segundo jefe, teniente coronel Anacleto Martínez, quien hizo causa común con Alvear. Este se mantuvo dos días en el precitado cuartel, hasta que se vio obligado a abandonarlo el día 27, seguido de una parte de los Aguerridos.
Estos sucesos determinaron al Gobierno a disolver aquel Cuerpo, y el coronel Rolón sufrió un largo arresto. El 10 de octubre de 1820 dirigió al gobernador Rodríguez la siguiente nota:
“Excmo. Señor: Aunque jamás me he considerado en la necesidad de dar una satisfacción a mi Patria por mi comportación en la carrera militar a que me dediqué desde mis primeros años, ya porque me he lisonjeado siempre de haberla andado con rectitud, ya porque han sido muchas las veces que la he justificado en su mismo seno; mi honor notablemente atacado por la conducta que observé en la jornada del mes de marzo del presente año, que motivó también mi separación a puertos extranjeros, no me ha permitido retardar por más tiempo mi regreso al punto donde únicamente podía volver por él”.
“Esta es, Señor Excmo., la causa esencial que ha originado mi venida al suelo de mi nacimiento. A mi arribo, que fue el día seis del presente mes, tuve el honor de presentarme a V. E. y después que con su suprema autoridad he pasado a mi propia casa, donde se me ha impuesto me conserve en arresto, lo tengo igualmente en suplicar a V. E. se digne disponer que por el conducto que corresponda se proceda a la formación de la causa en que debe examinarse la conducta militar que observé en la expresada jornada del mes de marzo del presente año, y aún, si V. E. lo creyese conveniente, la que he guardado desde que la Nación quiso distinguirme con su confianza en esta ilustre carrera·.
“Dígnese V. E. acceder a una solicitud que he entablado por sólo los impulsos de mi honor. Esta alhaja, que cualquiera debe conservar a todo precio, pero que muy principalmente, por ser la única que forma el patrimonio del que ejercita la carrera de las armas, es el mío, y, por lo tanto, me es tan preciosa y sagrada, no puede continuar por más tiempo si el lustre que le he sabido proporcionar. Quiera V. E. darme un momento tan apetecible, en disponer la formación de mi causa, y permítame, igualmente, eleve al conocimiento de la Nación, por medio de la prensa, el motivo que ha originado mi regreso a esta Capital y la solicitud que tengo el honor de entablar ante la suprema y respetable autoridad de V. E.”.
“Dios guarde a V. E. muchos años – Buenos Aires, 10 de octubre de 1820 – Mariano Benito Rolón”.
Pocos días después Rolón se dirigía en los siguientes términos:
“Existe en mi poder la llave de la caja de Aguerridos, que estuvo a mi cargo, la cual me ha sido entregada por el D. capitán Sixto Quesada, consecuente con lo que V. S. se dignó ordenar con fecha 21 del presente mes, con el objeto de que rindiese, por mi parte, la cuenta correspondiente a la comisión encargada de recibirla a los regimientos extinguidos”.
“Me hallo emplazado por los S. S. que forman esta Comisión para comparecer en este día a su Despacho con aquel mismo objeto; pero como aún se halla vigente la Orden que el Sr. Gobernador se dignó expedir para que guardase arresto en mi propia habitación, me veo precisado a consultar si no obstante esto, podré comparecer a aquel emplazamiento considerándome como no arrestado o siempre bajo esta calidad”.
“Con este motivo debo también hacer presente a V. S. para que se digne elevarlo a la consideración de S. E. el señor Gobernador que la representación que elevé con fecha 10 del que corre, solicitando se examinase mi comportación militar en la jornada de Marzo de este año, se halla aún sin resolverse, y que esto me infiere perjuicios de suma consideración, e igualmente que correspondiendo al sargento mayor del expresado Batallón de Aguerridos, D. Gregorio Manuel Mons, la administración y manejo de todos los documentos pertenecientes a la Mayoría, que actualmente existen en poder del capitán D. Sixto Quesada, se sirva dar las disposiciones convenientes para que este oficial verifique la entrega de ellos a aquel jefe”.
“Dios guarde a V. S. muchos años – Buenos Aires, 24 de octubre de 1820 – Mariano Benito Rolón”.
El coronel Rolón fue nombrado 2º jefe del 1er batallón de la “Legión Patricia” a mediados del año 1821, en el cual obtuvo despachos de comandante de dicho batallón el 2 de mayo de 1822. El 1º de enero de 1823 pasó a la Plana Mayor del Ejército y el 12 de febrero del mismo año obtuvo su reforma militar.
Se embanderó en la revolución que estalló la noche del 19 de marzo de 1823, encabezada por el Dr. Gregorio Tagle, disgustado Rolón con la reforma que le fue impuesta. Los conjurados se proponían una vez derrocado el gobierno de Rodríguez, nombrar un Cabildo abierto compuesto por Lorenzo López, Ambrosio Lezica, José Tomás Aguiar, Rafael Pereyra y José Jevenes y se encargaría al coronel Rolón el mando provisorio de la Provincia.
Comprometido así en el movimiento, Rolón no concurrió a la acción, sin explicar la causa, y en el proceso a los complotados hay muchas contradicciones entre las declaraciones de Rolón y de su esposa. Condenado por el juez de 1ª Instancia, Dr. Bartolo Cueto, el 5 de abril de 1823, a cuatro años de destierro, esta sentencia fue reformada por la Cámara de Justicia por la de 3 años de confinamiento. Rolón había obtenido, con pretextos de enfermedad, ser trasladado de la Fortaleza, donde se hallaba recluido, al Hospital General de Hombres; y en conocimiento de la sentencia y notificado de su próxima remisión a Patagones, eludió su cumplimiento, fugando de aquel Hospital el 11 de mayo.
La caída de Rivadavia y el advenimiento de Dorrego le permitieron volver a reincorporarse al Ejército y por decreto del Gobierno fechado el 20 de octubre de 1827, se mandó librar despachos al coronel Rolón de comandante del Batallón 4º de Cazadores, y al que lo era de este cuerpo, teniente coronel Francisco Sánchez de Zelis, se le destinaba a comandar el Batallón 2º de Cazadores. El 10 de octubre de 1828 obtuvo despachos de coronel efectivo.
Con el 4º de Cazadores (pardos y morenos) que mandaba Rolón, y el Regimiento de Artillería Ligera, a las órdenes de Iriarte, cuerpos que habían logrado introducirse en la Fortaleza, se intentó defender ésta en la madrugada del 1º de diciembre de 1828, levantando al efecto el rastrillo y colocando dos cañones en el baluarte del Oeste y otros tantos abajo para defensa de la entrada. La retirada de Dorrego, que no contaba con elementos para oponerse con éxito a la reacción operada, hicieron inútil la actitud de los coroneles Rolón e Iriarte, los cuales hicieron retirar la tropa que mandaban.
El 27 de diciembre de 1828, el coronel Pedro José Díaz reemplazó a Rolón en el mando del 4º de Cazadores. El último mandó una división de las fuerzas federales que a las órdenes de López y Rosas, operaron contra el general Lavalle, asistiendo a la acción del Puente de Márquez y al sitio de Buenos Aires a comienzos de mayo de 1829.
A la caída de Lavalle el coronel Rolón fue repuesto en el comando de su Batallón, que pasó a denominarse “Guardia Argentina”. Con este cuerpo formó parte del “Ejército de Reserva”, fuerte de 1.000 hombres de los cuales “800 hombres de infantería, mandados por los coroneles Olazábal y Rolón; 300 veteranos del 1º y 4º de Cazadores con 500 milicianos y una sección de artillería al mando del coronel Iriarte”(4). Dicho Ejército salió de Buenos Aires el 27 de febrero de 1831, dirigiéndose a Córdoba para combatir contra el poder del general Paz, pero capturado éste, los distintos cuerpos del “Ejército de Reserva”, regresaron a Buenos Aires el 20 de setiembre de igual año, siendo recibidos en forma entusiasta.
El 15 de diciembre de 1831 Rosas elevó a la Sala de RR, un mensaje pidiendo el acuerdo para promover a la jerarquía de coronel mayor a varios coroneles, entre los cuales figuraba Rolón; proyecto sancionado por la Sala el 11 de setiembre de 1832.
Mandaba el general Rolón todavía el Batallón “Guardia Argentina” cuando tuvieron lugar las elecciones del 16 de junio de 1833, en las cuales salió diputado electo a la Legislatura. Los acontecimientos posteriores que condujeron a la famosa “Revolución de los Restauradores”, que estalló el 11 de octubre de aquel año, llevaron al general Rolón a embanderarse con los revolucionarios, a los que se unió el día 13 en el puente de Barracas, con su cuerpo, después de haber hecho conocer tal actitud al gobernador Balcarce por intermedio del teniente coronel José Antonio Pieres. Segundo jefe del “Ejército Restaurador de las Leyes”, el general Rolón acompañó a su General en Jefe Agustín de Pinedo, el 7 de noviembre, en la entrada a esta ciudad a la cabeza de 6.000 hombres.
Era diputado de la Legislatura en 1835, cuando Rosas asumió la gobernación, y el día en que ocupo su puesto, Rolón mandó una guardia especial compuesta por 200 miembros de la “Sociedad Popular Restauradora”, de la cual era aquél uno de sus más característicos miembros. El general Rolón fue diputado a la Legislatura por varios períodos durante el gobierno de Juan Manuel de Rosas.
Cuando se produjo la conjura de Maza, en junio de 1839, los complotados trataron de conseguir la adhesión del general Rolón, pero éste se mantuvo inquebrantablemente fiel a Rosas. Cuando Lavalle se aproximó a la Capital, en agosto de 1840, Rolón, al frente de su batallón “Guardia Argentina”, fuerte de 350 plazas, formó parte de las fuerzas que tenía Rosas a sus inmediatas órdenes para la defensa de la ciudad.
Fue uno de los firmantes del acta levantada el 18 de enero de 1847, con motivo de la colocación de la piedra fundamental de la muralla de la Alameda (después Paseo de Julio y hoy Avenida Leandro N. Alem).
El general Mariano Benito Rolón falleció en Buenos Aires, en la mañana del día 2 de febrero de 1849, “a la misma hora en que, en igual día de cada año, solía asistir, con la “Guardia Argentina”, a la iglesia de la Merced, con el objeto de oír la misa en celebridad de la Purificación de Nuestra Señora. Rolón al morir era diputado y jefe de la “Guardia Argentina” y también del “2º de Patricios”. Su funeral tuvo lugar el 9 de mayo, en la iglesia de la Merced, habiendo rendido honores los batallones “Guardia Argentina” y “2º de Patricios” mandados por el general Felipe Heredia. El duelo fue presidido por el presbítero José María Rolón, pariente del General y más tarde gobernador de Corrientes.
Rolón estaba casado con Juana Manuela Maciel.
Fuentes: Yaben, Jacinto R. – Biografías argentinas y sudamericanas – Buenos Aires (1939)

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