En nuestro Museo de Historia Nacional hay una bandera que tomada por los
ingleses en la Batalla de Vuelta de Obligado, fue devuelta a la Nación.
Pero la historia de esta devolución es tan emotiva como desconocida y
esta nota lo que pretende es narrarla no con el fervor que cualquier
argentino desearía, sino con un documento que 40 años más tarde,
escribiera uno de los Comandantes de la Fuerza Invasora el Almirante
Sullivan, el que el 26 de octubre de 1883, - ya anciano - se presentó al
Consulado Argentino en Londres para devolver una Gran Bandera
Argentina. El documento expresaba:
“En la batalla de Obligado en el Paraná el 20 de octubre de 1845 un
oficial que mandaba la batería principal (era la Manuelita) causó la
admiración de los oficiales ingleses que estábamos más cerca de él, por
la manera con que animaba a sus hombres y los mantenía al pie de los
cañones durante un fuerte fuego cruzado bajo el cual esa batería estaba
expuesta. Por más de 6 horas expuso su cuerpo entero. Por prisioneros
heridos supimos después que era el coronel Ramón Rodríguez del
Regimiento de Patricios de Buenos Aires. Cuando los artilleros fueron
muertos, hizo maniobrar los cañones con los soldados de infantería y él
mismo ponía la puntería. Cuando el combate estuvo terminado habían
perdido 500 hombres entre muertos y heridos de los 800 que él comandaba.
Cuando nuestras fuerzas desembarcaron a la tarde y tomaron la batería,
con los restos de su fuerza se puso a retaguardia, bajo el fuego cruzado
de todos los buques que estaban detrás de la batería, defendiéndola con
armas blancas. La bandera de la batería fue arriada por uno de los
hombres de mi mando y me fue dada por el oficial inglés de mayor rango.
Al ser arriada cayó sobre algunos cuerpos de los caídos y fue manchada
con su sangre.
Quiero restituir al Coronel Ramón Rodríguez si vive, o sino al
Regimiento de Patricios de Buenos Aires si aún existe, la bandera bajo
la cual y en noble defensa de su Patria cayeran tantos de los que en
aquella época lo componían. Si el Coronel Rodríguez ha muerto y si el
Regimiento de Patricios no existe, yo pediría que cualquiera de los
miembros sobrevivientes de su familia que la acepten en recuerdo suyo y
de las muy bravas conductas de él, de sus oficiales y de sus soldados en
Obligado. Los que luchamos contra él y habíamos presenciado su
abnegación y bravura tuvimos grande y sincero placer al saber que habían
salido ileso hasta el fin de la acción”.
Almirante Sullivan
La bandera fue remitida a Buenos Aires, y con posterioridad, ante la
duda de que el nombre del Coronel Rodríguez como defensor de esa
bandera, haya sido puesto por error de Sullivan, el hijo de Juan
Bautista Thorne hace la consulta al Sr. Victor J. Elizalde, protagonista
de la batalla de Obligado, quien le contesta el 21 de abril de 1891 en
estos términos:
“En contestación a su muy apreciable del 20 del presente en la que me
pide que como combatiente y testigo ocular en el memorable combate de
Obligado le certifique a la vez que le adelante algunos antecedentes
sobre la conducta que observó su finado padre el coronel Thorne durante
la acción, como también fue el coronel Ramón Rodríguez, jefe de algunas
baterías que se formaron para resistir al poderoso enemigo que nos
asaltó, le diré a usted:Que el coronel Thorne fue ocupado por el general
Mansilla en la construcción y dirección de las fortificaciones, como
también se le dio mando de la batería “Manuelita”, de donde se retiró
después que las demás baterías habían quemado su último cartucho.Diré a
usted además: la brava y serena conducta de su padre mereció del general
en jefe y de todos sus compañeros, la aprobación y el aplauso, por el
hecho de que el no abandonó el merlón de su batería, y si lo hacía, era
cuando veía que sus artilleros no daban en completo y certero blanco.
Cónstame también que le intimó por dos veces la orden de que suspendiera
el fuego y se retirara de la batería, pero él contestó: “que sus
cañones le imponían hacer fuego hasta vencer o morir”, mereciendo por
este desacato el que fuera arrestado en el convento de San Lorenzo
adonde fue transportado herido y sordo. Allí mismo el general Mansilla
fue a visitarlo y felicitarlo por su conducta, dejando al retirase la
orden de que quedaba levantado su arresto.En lo que se refiere al
coronel Ramón Rodríguez, le diré que este jefe no tuvo otro rol que el
de permanecer a la entrada del monte, de donde salió cuando ya no había
defensores en las baterías y el enemigo desembarcó dándole la más franca
y soberbia carga a al bayoneta, al frente de su batallón Milicianos de
Buenos Aires.
Deseando que le satisfaga esta exposición verídica, lo saluda muy atentamente.
Victor J. Elizalde.
Con el mismo objeto, el hijo de Thorne consultó al historiador Adolfo
Saldías, que el 21 de abril de 1891 le contesta en los siguientes
términos:
“Estimado amigo:
En respuesta a su estimada carta del 20 del presente mes en la que Ud.
se sirve pedirme mi opinión si fue el coronel Ramón Rodríguez o el
coronel Juan B. Thorne quien mandaba una de las baterías en el combate
de Obligado contra las escuadras aliadas de la Gran Bretaña y de la
Francia y quien fue el último que se retiró de ese glorioso campo de
batalla, le diré que fue el coronel Thorne.
El coronel Rodríguez, benemérito Oficial del Ejército Auxiliar del Perú y
del Republicano contra el Imperio del Brasil, no mandó batería alguna
en Obligado.
Según se ve documentado en mi “Historia de Rozas y de la Confederación
Argentina”, eran cuatro esas baterías, respectivamente mandada por el
mayor Alzogaray, por el teniente Brown, por el teniente Palacios y la
del extremo izquierdo por el coronel J. Thorne. El coronel Rodríguez
tenía mando del batallón de Patricios de Buenos Aires y estaba de flanco
en el extremo derecho, no habiendo en esa línea a sus órdenes más que
cuatro cañones al mando del teniente José Serezo.
El combate se inició naturalmente contra las baterías de la derecha;
rota la cadena que sujetaba los barcos que formaban línea de atajo al
pasaje del río, el fuego de los franceses e ingleses se concentró en la
izquierda. A las cuatro de la tarde las baterías habían quemado casi
todos los cartuchos y cuando la mortandad y el estrago enseñaban la
derrota a los argentinos. Pero la batería de Thorne se sostuvo todavía
más de una hora. Diósele la orden de retirarse y contestó que le
quedaban municiones.
Retirósele la orden, y entonces, puesto de pié sobre el merlón de la
batería y al ir a arengar a los escasos soldados, fue derrumbado en
tierra.
El “Philomel” que mandaba el capitán Sullivan y que venía de vanguardia,
operó su desembarco en la costa y fue entonces cuando se tomó la
bandera de la batería argentina. La bandera argentina del batallón de
Patricios de Buenos Aires fue tomada por los marineros franceses y
existe en el hospital de inválidos de Paris.
No es dudoso, por lo demás, que un jefe de la relevantes cualidades del
coronel Rodríguez habría sido capaz de al acción que le supone el
almirante Sullivan, pero precisamente por su antigüedad y por sus
condiciones, y en los primeros momentos que se siguieron a la acefalía
del mando en jefe, producida la herida que postró al general Mansilla,
fue el coronel Rodríguez quien lo asumió, llevando personalmente una
carga a la bayoneta sobre los ingleses y franceses que desembarcaron
cuando apagaron los fuegos de las tres baterías de la derecha y del
centro. Los aliados no desembarcaron por frente a la batería de la
izquierda que mandaba Thorne sino a la caída de la tarde, cuando ya no
podía tronar allí el cañón argentina.Esta misma comunicación del
almirante Sullivan al cónsul argentino en Londres, se publicó en la
Tribuna Nacional del 22 de diciembre d 1883, y no hay mas que fijarse en
los detalles que da tan caballeresco oficial, y que está perfectamente
corroborados por documentos y aún por testigos que obrevivieron, para
comprobar que se refieren no al coronel Rodríguez, sino al coronel
Thorne.
El cónsul argentina, señor Guerrico, pariente, según tengo entendido,
del coronel Rodríguez, quizá por falta de datos no pudo rectificar la
verdad de los hechos, a bien que, repito, al coronel Rodríguez no le fue
necesario arrebatar gloria a sus compañeros para recoger la que recogió
conteniendo a los vencedores con una soberbia carga a la bayoneta, a la
cabeza de sus milicianos de Buenos Aires.
Soy su atento S.S. Adolfo Saldías.
Vemos como a estos dos hombres les
sobraba heroísmo para llenarse de gloria junto a todos los defensores de
la Soberanía Nacional en Vuelta de Obligado.
Fuentes: Saldias, Adolfo. Historia de la Confederación Argetnina
/ Periódico "El Restaurador". San Matín. 3 de septiempbre de 2007 / La
Gazeta Federal
http://www.fotolog.com/ejercitonacional
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