Esta batalla tuvo lugar el 11 de diciembre de 1882 en la margen sud del
lago Huechulafquen, Departamento Huiliches, provincia del Neuquén, entre
las tropas al mando del teniente coronel graduado D. Juan Gregorio
Díaz, con 2 oficiales y 25 individuos de tropa del Batallón 2 de
Infantería de Línea, y 5 oficiales y 65 de tropa del Regimiento 5º de
Caballería de Línea; contra la indiada de Ñancucheo. En relación al
sitio de la contienda, por un error Vigil en su libro lo menciona en la
margen Norte. El Dr. Gregorio Alvarez apelando a citas del comandante
Prado y del Tcnl Walter difiere y solicita una rectificación del lugar
declarado histórico por el Decreto Nº 8.729 de 1943; cita a las Memorias
Militares pero no recurre a ellas al exponer sus fundamentos. Debe
aclararse que el Decreto mencionado no especifica el lugar exacto ni
menciona en qué margen se desarrolló el hecho, y esto porque tampoco el
informe precedente de la Comisión Nacional lo trae. Es decir, que
oficialmente no se ha señalado el lugar exacto del suceso.
Debido a ello y considerando que en los partes del combate que se
transcribirá más adelante, no figura en cuál margen del lago se
desarrolló el combate debimos cerciorarnos controlando toda la
documentación de la Campaña, encontrando felizmente este detalle
revelador: “Día 14 (enero de 1883). El día de hoy debía ser penoso por
la marcha entre desfiladeros que debíamos efectuar. Nos movimos a las 3 y
10’ a.m. y a las 4 estábamos en la costa S. del Huichú Lauquen,
avanzando al O. por dicha banda.
Hemos pasado tres desfiladeros. El primero, elevado del nivel del lago,
30 y tantos metros, no ofreció gran inconveniente; su última parte
llamada “La Trinchera”, nos obligó a echar pie a tierra para pasarla.
“La Trinchera” son moles de granito escalonadas y disgregadas en senda
estrecha y talud rápido. En ella los indios se han defendido
admirablemente, y 200 metros antes de atravesarla, fue herido de bala y
ultimado por los vándalos, el teniente 1º del Regimiento 2º de
Caballería, D. Joaquín Nogueira, el día 11 del mes de diciembre.
El segundo desfiladero ofrece el paso llamado “Cantra” o “Contra” más
acá del cual las serranías esconden sus faldas, dejando una planicie
estrecha pero de pastos profundos en donde acampamos a las 7 y media.
Hasta Contra la marcha es de 4 leguas”.
Este informe avalado con la firma del coronel Enrique Godoy, Jefe de la
Segunda Brigada, no deja lugar a dudas. Por lo que entendemos que no
corresponde una rectificación del “lugar histórico”, sino el aclarar el
verdadero sitio.
Parte del Combate
“Campamento en Quemequementreo (sic) – Diciembre 16 de 1882 – Al señor
jefe de la 2ª Brigada, coronel D. Enrique Godoy – Tengo el honor de
dirigirme a V. S. dando cuenta de la expedición a mi mando. El día 9 del
corriente a las 11 p.m. recibí orden del Jefe accidental de la Brigada,
teniente coronel Don Alejandro Montes de Oca, de pasar el río con 15
infantes, recibiendo del Jefe accidental del Regimiento 2º de
Caballería, teniente coronel Don Roque Peiteado, 60 hombres de
caballería y 10infantes más, tomar datos de este Jefe sobre la dirección
que habían tomado los indios que sus fuerzas habían batido y
tomándolos, perseguir los indios hasta alcanzarlos y batirlos.
A las 5 y media p.m. me puse en marcha de este punto y el 11 a las 3 de
la mañana encontré la avanzada del cacique Nancucheo (sic) que se
encontraba como a 4 leguas de sus toldos; inmediatamente mandé al
teniente 1º del Batallón 2, Don Manuel Sontag, que los atacara,
poniéndose éstos en fuga a dar aviso a la tribu y reunirse en un punto
fortificado que tenían cerca de los toldos en el desfiladero
Uichó-Lauquen (sic); antes de llegar a este punto se presentaron grupos
de indios sobre nuestro flanco izquierdo; ordené al teniente Grimau del
Regimiento 2, perseguir uno de éstos, sin conseguir darle alcance por lo
elevado de la cordillera, continuando mi marcha hasta llegar al
desfiladero, en el que me interné legua y media más o menos en donde una
cantidad de indios estaban apostados en la cumbre de la sierra,
defendiendo el paso arrojando piedras con hondas y haciendo rodar las
más grandes, lo que ocasionó el caer a la laguna, que corre a pique a la
derecha del camino, algunos caballos; en este punto tuve aviso por el
teniente Nogueira, del Regimiento 2, que la excesiva piedra que
arrojaban los indios dificultaban el paso, a lo que ordené seguir la
marcha continuándola a pesar de todo acompañado del teniente Sontag.
“Hasta este momento no tenía conocimiento de la existencia en este punto
de la fortificación hecha de palos a pique, piedras y madera
amontonada, la que interceptaba y abrigaba a los enemigos armados a
lanza y Remington. También se encontraban cantidad de ellos en la cumbre
arrojando piedras, las que indudablemente habían sido preparadas allí
con tal objeto. No se distinguía a los defensores por la buena posición
que ocupaban, lo que hacía casi inútiles nuestras armas de fuego. Me
permito llamar la atención de U.S. sobre esta trinchera que evidencia
demasiados conocimientos sobre la construcción de ellas para poder ser
hechas por los indios.
Viendo imposible el asalto de frente mandé echar pie a tierra a la
fuerza, dejando una guerrilla que continuara el fuego para arredrar a
los defensores y colocando los caballos defendidos en una arboleda que
existe allí cerca, mandé al teniente Sontang con una guerrilla de
infantes trepar a la cumbre de la cordillera y atacar el flanco derecho
del enemigo…; y mientras se cumplía esa orden, se incorporó el teniente
Grimau, el cual regresaba de perseguir la partida de indios que intentó
flanquearnos al principio; en el acto le ordené echar pie a tierra y con
soldados de infantería y caballería tomar por asalto la fortificación
así que le protegiese la guerrilla del teniente Sontang, lo que dio por
resultado que el enemigo abandonara su trinchera al verse flanqueado por
donde menos pensaba, encontrándose en ella 3 carabinas Remington,
varias lanzas y 4 caballos ensillados que quedaban en la falda de la
cordillera; al trepar la fuerza del teniente Grimau, el soldado Funes
del Regimiento 2 dio muerte a un indio.
El enemigo ha debido tener pérdidas de consideración, pues la mucha
sangre que quedó en la trinchera como en el trayecto de la persecución
lo hace presumir así, no encontrándose heridos ni cadáveres los que sin
duda han sido ocultados en el bosque llevados durante más de dos horas y
media que tardaríamos en flanquear y tomar la trinchera.
Una vez tomada la fortificación, traté de organizar la fuerza que se
encontraba dispersa y con los primeros que pude reunir formé una
guerrilla a pie que fue a reconocer el bosque hasta tanto se incorporase
la fuerza y con los primeros caballos que llegaron ordené al teniente
Grimau se pusiese en persecución del enemigo mientras yo esperaba los
que quedaban en la falda de la cordillera. Concluida esta operación me
puse en marcha en protección de dicho Teniente, y después de pasar un
gran bosque, donde los indios habían cortado árboles grandes para
impedirnos el paso, se empezaron a encontrar los toldos, pequeños grupos
de hacienda (vacas y ovejas) juzgándose por el número de toldos que
debe haber mucha chusma.
El estar bastante rendida la caballada de la fuerza que me acompañaba me
determinó a hacer alto y recoger los animales que había en los
alrededores, reconociendo personalmente el bosque con soldados de
infantería y caballería a pie, continuando la persecución el teniente
Sontang y sub-teniente Wappers del Batallón 2 con soldados de dicho
cuerpo y del Regimiento 2 recorrían los toldos de Nancucheó donde como
en la persecución se tomaron varias majadas formando un total de 800
ovejas más o menos, 180 vacas, ciento tanto caballos y yeguas, como
también munición de Remington, pólvora y munición de caza, una espada,
la gorra de gala del cacique Nancucheó y un muchacho que cuidaba una
majada de ovejas y por él se supo que el citado cacique había salido el
día anterior a reunir gente donde habían peleado con los cristianos.
Las pérdidas por nuestra parte, Señor Coronel, son bien sensibles por
ser el primer choque y antes de descubrir la fortificación; herido
gravemente el teniente 1º del Regimiento 2 de Caballería don Joaquín
Nogueira y muerto el soldado Salomón del mismo cuerpo, ambos de bala,
los caballos de ellos como el cadáver del soldado arrojados a la Laguna
por las piedras, como también cuatro contusos de piedra, dos del
Batallón 2 y dos del Regimiento, una carabina rota y varios caballos
heridos de bala y piedra.
La gran distancia que tuve que dejar la caballada para evitar que las
piedras la arrojaran a la laguna como la segura presencia el enemigo a
nuestro franco derecho, a estar por las quemazones que se veían, me
imposibilitaban continuar la persecución a mayor distancia que la
llevada ya; por lo que dispuse regresar a protegerla y hacer cuidar a la
vez al teniente herido, al que encontré muerto. A las 7 y media, me
incorporé donde estaba la caballada y por los alféreces Montiel y
Rouquaud supe que todo el día habían sido amenazados por grupos de
indios que se presentaban con intención de arrebatársela, mas estos
oficiales, cumpliendo mis órdenes, habían arreglado un corral con el
objeto de asegurarla y tener pronta su fuerza si se atreviesen a
atacarlos.
La disminución que V. S. notará en los arreos arrebatados al enemigo y
los llevados a este campamento, tanto en ovejas como en vacas, ha sido
causado por lo carneado, cantidad de corderos y terneros cansados o
ahogados en los arroyos que ha habido que pasar, como indudablemente
algunos que se habrán extraviado en los montes.
Los oficiales y tropas a mis órdenes han cumplido todos con su deber,
permitiéndome recomendar particularmente a V. S. a los tenientes Sontang
del Batallón 2, y Grimau del Regimiento 2, y al malogrado teniente
Nogueira, cuyo valor y arrojo le han costado la vida, como al soldado
Salomón en justo tributo a su memoria.
Al terminar este parte, tengo la satisfacción de felicitar a V. S. por
el buen éxito obtenido por las fuerzas a mis órdenes de la Brigada de su
digno mando. Dios guarde a V. S. – Juan G. Díaz”.
Diario de Marcha
Por su parte, al informarse en el Diario de Marcha de la llegada de esta
columna, hecho ocurrido a las 10 a.m. del 15 de diciembre, se expresa:
“La relación de su jornada es curiosa y ha causado asombro entre
nosotros, por cuanto las circunstancias en que se ha efectuado, difieren
enteramente de las conocidas hasta ahora en la guerra contra los
indios. Basta decir que se vio precisado a desalojar al enemigo de un
desfiladero en que se habían fortificado levantando trincheras que
cerraban el paso, y desde las cuales fueron recibidos a balazos, en
tanto, que una fila de guerreros coronaban los cerros a lo largo del
desfiladero y desmoronaban cantidad de piedras sobre nuestros soldados
que marchaban al ataque. Pero ya se sabe que una fortificación no es
inconveniente de tal magnitud que pueda detener a nuestros soldados; y
si esta fortificación está defendida por indios, no se debe preguntar el
resultado de la acción.
Durante el combate fue herido de bala el teniente Don Joaquín Nogueira,
del Regimiento 2 de Caballería, y murió algunos momentos después; y el
soldado Salomón del mismo cuerpo, fue desbarrancado por un peñasco que
lanzó caballo y jinete a una laguna profunda situada abajo del
desfiladero”.
Orden de Brigada
A renglón seguido se inserta la Orden de Brigada de ese día (15) donde
se expresa: “En los pocos días de campaña que cuenta la segunda Brigada,
se han realizado operaciones tan diversas como fructuosas y librádose
combates, dejando en cada uno de ellos sembrado el escarmiento, el
terror y el castigo terrible para los salvajes, que desesperadamente en
sus últimos momentos de exterminio han osado oponerse a nuestro paso.
“Algunas víctimas tenemos que lamentar por nuestra parte, todos
pertenecientes al Regimiento 2 de Caballería de Línea; el teniente 1º D.
Joaquín Nogueira y soldado Isidro Salomón, muertos valientemente al
forzar una fortificación, tenazmente defendida, pero franqueada a los
pocos momentos de lucha por nuestros bravos compañeros, bizarramente
dirigidos por el teniente coronel D. Juan G. Díaz”.
Comentarios
Aparte de las demostraciones que merecían los que actuaban en hechos
clasificados de “acción heroica”, el jefe de la Brigada acusó en los
siguientes términos recibo del parte oficial: “Al aprobar, como lo hago,
su proceder en dicha jornada, me es muy agradable felicitar a Ud. y
subalternos por la actividad y tino empleado en la expedición, como por
el valor demostrado en la pelea. Al elevar al superior su precipitado
parte me haré un honor en recomendar a Ud. y fuerzas que condujo a las
consideraciones que se han hecho acreedoras, sin olvidar una mención
especial para la memoria del infortunado teniente Nogueira, muerto en su
puesto de honor al forzar intrépidamente la fortificación enemiga”.
Con respecto a las exequias del oficial caído en el combate, en la Orden
de Brigada antes mencionada se comunica: “Habiéndose conducido hasta
este campamento los restos del infortunado teniente Nogueira, su
inhumación se practicará hoy a las 6 de la tarde con los honores que por
las ordenanzas le correspondes, en el lugar que se determinará con
antelación, y que le servirá de tumba provisoria hasta tanto sea posible
trasladarlos a lugar sagrado. Invítase a los señores Jefes, oficiales y
tropa francos a acompañar hasta la última morada al que fue teniente 1º
Don Joaquín Nogueira. – Firmado: E. Godoy”.
En la Orden de Brigada siguiente se lee: “Mañana a las 5 a.m. se
celebrará una misa por el descanso de los que han perecido en su puesto
en las diferentes operaciones que se han llevado a cabo en la presente
campaña. Será oficiada por el presbítero D. José M. Beauvois.
Los cuerpos de la Brigada con el mayor número de plazas posibles,
asistirán a este acto que tendrá lugar en la tienda del Detall de la
expresada.
Las fuerzas serán mandadas por el segundo Jefe del Batallón 2 de
Infantería de Línea, teniente coronel D. Juan G. Díaz. – Firmado: E.
Godoy”.
En el Diario de marcha se anota ese mismo día: “A las 6 de la tarde se
inhumaron los restos del teniente D. Joaquín Nogueira y se le hicieron
los honores de ordenanza.
Todos los Jefes, todos los Oficiales y la tropa franca presente en el
campamento acompañaron el cadáver hasta el paraje en que se le iba a
depositar. Queda sepultado en la falda oriental de la colina que tenemos
a nuestro frente”.
En las anotaciones correspondientes al día siguiente, domingo 17 de
diciembre de 1882, se registran las siguientes novedades: “A las 5 de la
mañana tiene lugar la misa en el sitio y en la forma indicada en la
orden de ayer”.
Queriendo perpetuar la memoria de los que perecen en el cumplimiento del
deber, el señor Coronel Jefe de la Brigada ha dado en la fecha la orden
siguiente: Orden de Brigada – Para honrar la memoria de los compañeros
de armas que han caído en su ley combatiendo por la causa de la
civilización, de la cultura y del derecho, y como justo tributo a su
valor y abnegación, el Coronel y Jefe de la Brigada ordena: 1) Llámase
fortín “Teniente Nogueira”, al establecido en Pichi-Picun-Leufú, y que
va a guarnecer un destacamento del Regimiento 2 de Caballería de Línea. –
Firmado. E. Godoy”.
Acotaciones
Al referir el comandante Prado, que fuera compañero de armas y amigo del
extinto Nogueira, los pormenores de este combate, según las referencias
que él recogiera en su Unidad, manifiesta: “Cuando Sontag y los suyos
alcanzaban la cumbre del cerro y los indios abandonaban el reducto,
Nogueira recibió una herida de bala en la pierna que lo postró. La tropa
seguía en persecución de los asaltantes sin mirar atrás. Sólo un
soldado de Caballería, que vio caer a Nogueira, quedó con él.
Los indios que defendían el desfiladero, al ser éste forzado, huyeron en
direcciones distintas; y uno de los grupos que no siguió la dirección
del valle, apareció precisamente donde estaba herido Nogueira.
Este valiente, al ver acercarse el grupo de bárbaros contra el cual nada
podía, ordenó al soldado que lo acompañaba que lo dejara y se salvase.
- ¿Y qué le hice yo, mi teniente -contestó el soldado aquel-, para que
me trate así? ¿Por qué quiere que me porte como un canalla?
- Retírate rápido… Anda a buscar protección… Avísale al comandante, que ha de tener tiempo de venir.
- ¿Yo? –murmuró el soldado, comprendiendo la intención de su oficial y
húmedos los ojos por el sentimiento-, ¿yo dejarlo a usted? No le
obedezco, señor.
- Pero ¿y tu carabina?
- Se cayó al barranco… No importa… ¿y éste qué es?, ¿no vale nada? –añadió esgrimiendo el sable por encima de la cabeza.
- Bueno, entonces –tuvo tiempo aún de agregar Nogueira-, siéntame arrimado a aquella piedra y alcánzame la espada.
Veinte indios cayeron sobre el oficial y el soldado; éste, ágil como el
gato, saltaba de un lado para el otro, entorno de su teniente, que a su
vez se defendía, como era posible hacerlo sentado, con la hoja de su
espada.
Por flojos que fueran los indios era imposible que no acabaran de una
vez con aquellos dos valientes. Y así fue. Nogueira, cuando fue hallado,
tenía el cuerpo acribillado a lanzazos, la cabeza separada del tronco y
los miembros mutilados. El soldado, abandonado por los indios que lo
creyeron muerto, fue recogido herido y llegó a restablecerse por
completo”.
Queda librada la libre aceptación de la veracidad del relato, para lo
cual ha sido munido de los antecedentes oficiales. La posibilidad de la
certeza del hecho estriba en que gestos como el antedicho fueron comunes
a lo largo y a lo ancho de la Patria, pues no fue patrimonio exclusivo
de los soldados expedicionarios, ya que el valor, la abnegación, la
lealtad, la camaradería y el sacrificio, fueron los principales
atributos que distinguieron en todo tiempo al soldado argentino.
El Dr. Gregorio Alvarez considera veráz esta relación y finaliza su
artículo, en el cual solicita la rectificación del dato aportado por
Vigil y que se ha comentado al comienzo de este artículo, opinando: “En
este lugar, además, debiera erigirse un monumento o una gran placa de
bronce alusiva, que perpetúe la heroicidad del soldado argentino en la
Campaña de los Andes”.
Fuentes: Raone, Juan Mario – Fortines del desierto – Biblioteca del Suboficial Nº 143, www. revisionistas.com.ar
http://www.fotolog.com/ejercitonacional
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