El
1 de marzo de 1876 el coronel Salvador Maldonado tiene que hacer frente
en Horquetas del Sauce a 2.500 lanzas, que resultan batidas. Pero,
rehechos los indígenas del revés sufrido, vuelven a irrumpir en los
poblados, y son nuevamente vencidos por el coronel Victoriano Rodríguez y
el teniente coronel Antonio Dónovan en el Paso de los Chilenos. El
salvaje combatía con furia a pie o a caballo, como lo demostró en el
combate de La Tigra, cuando miles de vacunos, lanares y yeguarizos eran
arreados para la toldería. Después de dos días de seria refriega, los
comandantes Vintter y Freire consiguen arrebatarle 250.000 cabezas.
Sin
embargo, la batalla decisiva que dio en tierra con el propósito
terrorista y de intimidación de esta serie pavorosa de malones, fue la
de Paragüil. Del 16 al 18 de marzo se desata sobre el torturado
escenario de Juárez, Tres Arroyos y Necochea una ola brutal de 3.000
jinetes al mando del propio cacique Manuel Namuncurá, de Juan José
Catriel y de Pincén. Al coronel Levalle corresponde la grave
responsabilidad de hacerles frente. Junto a la laguna de Paragüil se da
la más encarnizada batalla de la serie conocida por “invasión grande”.
Los indios rugían como bestias embravecidas, resueltos a triunfar o
morir en el combate, y la suerte de la batalla se tornaba adversa para
Levalle después de cinco horas de sangriento entrevero. La superioridad
numérica del aborigen se imponía gradualmente, y ya tocaba a su fin la
resistencia de los nuestros, encerrados en un estrecho círculo de lanzas
y alaridos, cuando se produce la intervención providencial de
Maldonado, “la mejor lanza del ejército, discípulo de Sandes, que entra
en la batalla como un ciclón de aceros relumbrantes, a cuya vista el
indio se sobrecoge de terror y huye abandonándolo todo y para
siempre”.El coronel Nicolás Levalle dirige la siguiente nota al Ministro
de Guerra y Marina, Coronel Alsina: “Campo de Combate, Laguna Paragüy.
Marzo 19 de 1876 - Estimado Sr. Ministro y Amigo: Tengo el placer de
comunicarle que ayer a las 5 de la tarde he batido a los indios que
estaban en este punto, derrotándolos completamente, no habiendo podido
efectuar persecución por haberse fraccionado los indios en su derrota,
unos hacia el sur, los que probablemente saldrán entre Libertad y
Lamadrid, y otros al sur-oeste, lo que me supongo saldrán entre Aldecoa y
Defensa. Esto por una parte y por otra, por haber cerrado la noche y
estar casi a pie, pues en el trayecto que he recorrido, que son nueve o
diez leguas de campo completamente guadaloso, con una caballada que
había hecho mas de 40 leguas, se postró completamente, dejando la mayor
parte de ella, pues era necesario batirlos a esa hora y en todo trance,
después que nos habían descubierto, a fin de que no se llevasen el
arreo”
“Sr.
Ministro, no puedo calcular en este momento el inmenso arreo que había,
debiendo hacerle presente que los indios tenían muchas majadas de
ovejas y muchos otros objetos. Sr. Ministro, los indios que había en
este punto serían 1.500, lo que me hace suponer que hay indios adentro, y
temiéndome que muchos de ellos puedan reunir la inmensa cantidad de
hacienda que había aquí que se retiraba para adentro. No pudiendo darle a
V.E. datos exactos hasta este momento, pues ha amanecido una neblina
tan densa y que dura hasta este momento, que son las 10 de la mañana,
que no se distingue a una cuadra de distancia, sin embargo he mandado
los tres Regimientos de Caballería a explorar el campo en distintas
direcciones, buscando las rastrilladas, los que hasta este momento no
tengo parte, sin embargo, abrigo la esperanza que algo mas se puede
hacer, pues se han avistado grupos de indios por parte de unos bomberos
que acabo de recibir”.“Sr. Ministro, al terminar ésta, debo hacer
presente la brillante comportación de los Regimientos que han chocado,
que son el 1º y el 11º, no habiendo cabido tal suerte al Regimiento 5º
por haber iniciado su carga apoyado por infantería, a la vista de la
que, los indios se retiraron a media rienda, habiendo seguido el
Regimiento hasta donde pudo, y completamente cerrada la noche, mande
tocar reunión a fin de organizar las fuerzas y que se nos incorporasen
grupos de soldados que habían quedado a la retaguardia con los caballos
cansados”.
“Sr.
Ministro y amigo: Lo felicito con el profundo pesar de que esta jornada
no haya sido tan completa como yo deseaba, los indios han dejado
treinta y tantos muertos, llevando muchos heridos, por nuestra parte no
tenemos mas que dos heridos del Regimiento 1º de Caballería y un soldado
de mi escolta, un piquete de 20 hombres del Batallón 5º, la que también
una parte de ella cargo. – Nicolás Levalle”“P.S. Sr. Ministro, entre
los indios que había, en su mayor parte eran los de Catriel, los que se
han batido bravamente, haciéndonos fuego con muchas carabinas, Remington
y revolver, encontrándose Juan José (Catriel) enancado y el que se
supone herido. El caballo del coronel Plácido López recibió en la cabeza
un balazo de Remignton. Vale”.
Este
combate tuvo enormes trascendencias en el curso de la campaña. Cada vez
arraigaba con mayor fuerza en la conciencia del enemigo el sentimiento
de inferioridad ante la eficaz organización del cristiano. A partir de
entonces las cosas fueron de mal en peor para el ambicioso y astuto
cacique de la última gran confederación india que dominó en las
llanuras. De ahí que empezase a retroceder tierra adentro, dejando para
siempre la iniciativa en manos de las tropas nacionales.
Fuentes:
Clifton Goldney, Adalberto A. – El cacique Namuncurá – Buenos Aires
(1963) / Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado.
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http://www.fotolog.com/ejercitonacional
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