Su nombre era Eustoquio (Eustochio Antonio según consta en su partida de
bautismo) pero se lo cita habitualmente, de forma incorrecta, como
Eustaquio. Sus padres fueron Francisco José Díaz Vélez, acaudalado
comerciante nacido en Huelva, España — quien fuera capitular del Cabildo
de Buenos Aires — y María Petrona Aráoz, oriunda del Tucumán, de una
importante familia colonial. Fue el séptimo hijo de un total de doce. Se
incorporó joven al ejército, en el regimiento de Blandengues de la
Frontera de Buenos Aires. Combinó estas actividades con el comercio,
reuniendo alguna fortuna. Colaboró con Santiago de Liniers en la lucha
contra las Invasiones Inglesas y fue dado de alta en el Regimiento de
Patricios, el 8 de octubre de 1806, como ayudante segundo graduado de
teniente, participando en la Reconquista de Buenos Aires. Al año
siguiente, durante la Segunda Invasión Inglesa, se distinguió en la
Defensa de Buenos Aires, bajo las órdenes de Cornelio Saavedra, al
rendir a los ingleses en la "Casa de la Virreyna Viuda", entre los días 2
y 7 de julio. Fue promovido al grado de capitán. Durante la asonada de
Álzaga del 1 de enero de 1809, luchó del lado de los leales a Liniers y
fue herido. Esa acción le valió el ascenso a teniente coronel graduado.
Tenía buenas relaciones con los conspiradores que, antes de 1810,
pretendían lograr la independencia de su país. Apoyó la Revolución de
Mayo, participando en las reuniones que resolvieron la destitución del
Virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros, asistiendo a la del 19 de mayo
convocada por Nicolas Rodriguez Peña. En ocasión del Cabido Abierto del
22 de mayo el Coronel Cornelio Saavedra lo designó como jefe de las
guardias de Patricios que posibilitó la reunión de esa asamblea que
expresó la voluntad del pueblo. Surgida la Primera Junta de Gobierno,
ésta le encomendó como primera misión militar ocupar la plaza de Colonia
del Sacramento, cuya población simpatizaba con los patriotas
revolucionarios, venciendo a su guarnición y llevando para Buenos Aires
gran cantidad de municiones. Por esta victoria la Primera Junta lo
nombró teniente coronel, con carácter efectivo. Formó parte del Ejército
del Norte y participó en la derrota de Cotagaita. Semanas más tarde, el
día 7 de noviembre de 1810, luchó en la batalla de Suipacha, primer
triunfo de las armas revolucionarias rioplatenses, que permitió el
levantamiento revolucionario de las ciudades de Potosí, Chuquisaca y La
Paz, abriendo a los patriotas el Alto perú. Por orden del representante
de la Junta, Juan José Castelli, ejecutó en Potosí a los jefes realistas
Nieto, Córdova y Sanz. Fue ascendido al grado de Coronel. Castelli
firmó un armisticio con el jefe español José Manuel de Goyeneche, que
probablemente ninguno de los dos pensaba cumplir. Díaz Vélez y Juan José
Viamonte, al frente de sus batallones, fueron enviados como avanzada en
dirección a la frontera. Al producirse el ataque realista en la batalla
de Huaqui, el 19 de junio de 1811, estos dos regimientos fueron
destrozados sin poder recibir ayuda ni ayudar al resto del ejército. La
huida fue un verdadero desastre y, faltos de todo apoyo, los grupos de
soldados cruzaron el Altiplano como pudieron, huyendo hacia Humahuaca.
Antonio gonzalez Balcarce fue reemplazado por Juan Martín de Pueyrredón
al frente del Ejército. En su retirada, las fuerzas de Díaz Vélez fueron
derrotadas dos veces, en Nazareno y en Cobos. Participó en la
organización del Éxodo Jujeño, bajo el mando del General Manuel
Belgrano. Creó un cuerpo de caballería denominado los "Patriotas
Decididos", y tuvo a su cargo la retaguardia del éxodo. Cuando los
patriotas fueron alcanzados y comenzaron a ser derrotados, Díaz Vélez
reaccionó rápidamente y contraatacó en la batalla de las Piedras, del 3
de septiembre de 1812, logrando una victoria que logró revertir la
desmoralización de las tropas. En parte por esta victoria, Belgrano se
atrevió a dar la batalla de Tucumán, el 24 de septiembre de 1812, la que
resultó la victoria más importante de la guerra de la independencia
argentina. Díaz Vélez ofició de mayor general o segundo jefe del
ejército. Tomó el parque del general realista Pío Tristán, con treinta y
nueve carretas cargadas de armas, municiones, parte de los cañones y
prisioneros. Luego se hizo fuerte en la ciudad de San Miguel de Tucumán,
en donde — frente a la intimación de rendición que le efectuara el jefe
realista bajo amenaza de incendiarla — le respondió que, en tal caso,
degollaría a los prisioneros, entre los que se encontraban cuatro
coroneles. Tristán no se atrevió a cumplir con su amenaza. A los pocos
días fue enviado a tomar Salta, antes de que llegara hasta allí el
ejército enemigo. Liberó de la cárcel al Coronel Juan Antonio Álvarez de
Arenales, junto al cual logró ocupar la ciudad. Pero debió evacuarla a
principios de octubre. El día 13 de febrero de 1813 el Ejército del
Norte prestó juramento de obediencia a la soberanía de la Asamblea
General del Año XIII y fue Díaz Vélez, como mayor general, quien, además
de conducir la bandera nacional reconocida por la Asamblea, tomó
juramento de fidelidad a la misma al General Belgrano, quien después
hizo lo propio con Díaz Vélez y el resto del ejército. Pocos días
después, en la batalla de Salta el 20 de febrero de 1813, Díaz Vélez
dirigió un ala de la caballería argentina y fue gravemente herido.
Belgrano aprovechó esa circunstancia para nombrarlo gobernador militar
de la provincia de Salta, cargo que ocupó entre el 13 de marzo y el 13
de septiembre de ese mismo año. Los triunfos de Tucumán y Salta
permitieron la recuperación del Alto Perú por los revolucionarios. Díaz
Vélez, como jefe de la avanzada del ejército vencedor en la segunda
campaña al Alto Perú, entró triunfante en la ciudad de Potosí, el 7 de
mayo de 1813. Dirigió la caballería en las batallas de Vilcapugio y
Ayohuma, dos terribles derrotas. Durante la retirada, por orden de
Belgrano, y para cubrir sus espaldas, intentó volar el edificio de la
Casa de la Moneda de Potosí; pero el aviso de un oficial a la población
lo evitó. Volvió a Buenos Aires donde contrajo matrimonio con Carmen
Guerrero y Obarrio, el 18 de marzo de 1814. Con ella tuvo tres hijos:
Carmen, Manuela y Eustoquio. Fue ascendido a general. Inmediatamente fue
enviado por el Directorio de las Provincias Unidas como Teniente
Gobernador de Santa Fe, con el claro objetivo de impedir su secesión y
que aumentase la influencia de José Artigas. Asumió el 31 de marzo de
1814 y ocupó la ciudad militarmente. Se dedicó a enviar todo lo que
pudo, por las buenas o por las malas, al Ejército del Norte. Su gobierno
no contaba con las simpatías del pueblo, principalmente por no ser
santafesino pero también por no respetar al cabildo local. El 24 de
marzo de 1815, una gran cantidad de gente se reunió frente a la casa de
gobierno y exigió la entrega del mando al Cabildo. Al mismo tiempo,
cruzaba el río Paraná una flota de canoas comandada por el entrerriano
Eusebio Hereñú y una partida de artiguistas, que exigió cumplir lo que
pedía el pueblo. Díaz Vélez renunció y en su lugar fue electo Francisco
Candioti. Díaz Vélez retornó a Buenos Aires y permaneció inactivo por
unos meses. Al año siguiente participó de la expedición hacia Santa Fe, a
órdenes de Viamonte, como jefe militar de Rosario. El fracaso de
Viamonte y la designación de Mariano Vera como gobernador de Santa Fe lo
obligaron a retirarse en marzo de 1816. En abril de ese mismo año fue
enviado en un tercer ataque hacia Santa Fe. Pero, buscando evitar una
guerra civil y con la finalidad que los pueblos de Santa Fe, Entre Ríos,
Corrientes y la Banda Oriental enviaran diputados al Congreso de
Tucumán, firmó -el día 9- con el comandante de las fuerzas de mar de
Santa Fe el pacto de Santo Tomé, por el cual el Ejército de Observación
depuso al director interino Ignacio Alvarez Thomas, traspasó su jefatura
a Díaz Vélez, en reemplazo de Belgrano, y acordó que la paz definitiva
debía ratificarse entre ambos gobiernos y ser también aceptada por
Artigas. La negativa de Artigas de firmar un acuerdo de paz definitivo
provocó la no participación de representantes santafesinos en la
declaración de la Independencia en el Congreso de Tucumán. Pocos días
después de desconocido el pacto, el gobernador Vera atacó la ciudad de
Santa Fe y logró reconquistarla viéndose obligado Díaz Vélez a
abandonarla ya que tampoco tuvieron éxito los esfuerzos de los
comisionados (Comisión de Bienes Extraños) -jurisconsultos Dr. Castex y
Dr Villegas, junto al contador Pósiga- ante el gobierno de la Provincia
de Santa Fe para acordar los términos de un cese de hostilidades:
"autorizado para estipular con el jefe de ese territorio la transacción
de las diferencias que desgraciadamente existen entre ambos
territorios". Dejó el suelo santafesino el 31 de agosto de 1816. Retornó
a Buenos Aires, donde formó en la Logia dirigida por el director
supremo Pueyrredón y por su ministro Gregorio Garcia de Tagle. En 1817
fue designado Comandante Ayudante General del Estado Mayor y el 13 de
diciembre de 1818 fue nombrado Gobernador Intendente interino de Buenos
Aires, reemplazando a Juan Ramón Balcarce, quien se encontraba enfermo.
En enero de 1819 dispuso la supresión de las corridas de toros en El
Retiro por encontrarse el circo en estado ruinoso y evitar males que
pudieran sobrevenir al público. Revistó asimismo en la Plana Mayor del
Estado Mayor hasta finales del año 1821. En marzo de 1819 solicitó la
separación del cargo de Gobernador conservando únicamente las funciones
de Intendente General de Policía hasta que se produjo la batalla de
Cepeda, después de la cual se exilió en Montevideo. Las principales
reformas policiales que efectuó fueron: la creación de un comando único
para su funcionamiento, la implantación del "boleto de seguridad" o
registro de identidad de las personas, el traspaso de la administración
del juego de lotería que se encontraba en manos de particulares y la
puesta en práctica de la abolición total de la pena de azotes a los que
eran sometidos los niños en las escuelas. A su regreso, en octubre de
1821, se presentó al servicio activo, quedando comprendido en las
disposiciones de la Ley de Reforma, por lo que pasó a retiro el 26 de
febrero de 1822 con sueldo completo. Aprovechó entonces la ley de
enfiteusis del ministro Bernardo Rivadavia y compró gran cantidad de
terrenos. Fundó varias estancias, y se convirtió en el mayor propietario
individual de campos en la Provincia de Buenos Aires. Las más conocidas
fueron: "El Carmen", "Campos de Díaz Vélez" y "Médanos Blancos". No
participó en las guerras civiles o externas de los años que siguieron,
hasta 1839. Ese año apoyó la revolución llamada de los “Libres del Sur”
contra el Juan Manuel de Rosas desde su estancia de Tandil. Si bien el
Fuerte Independencia se rindió sin luchar a los revolucionarios — el 10
de noviembre de 1839 — la derrota de los revolucionarios en la batalla
de Chascomús, ocurrida unos días antes, ya había signado el fracaso de
la revolución. Vinculado con la toma de Tandil, Díaz Vélez fue
arrestado. Su casa de la actual Avenida Belgrano 230 fue saqueada por la
Mazorca y confiscada, al igual que todos sus bienes y hacienda. Preso e
incomunicado con su familia por un período de nueve meses, fue puesto
en libertad y se le permitió pasar a Montevideo. A raíz de la Guerra
Grande, que enfrentaba en el Uruguay al partido colorado de Fructuoso
Rivera al partido blanco, liderado por el aliado de Rosas,Manuel Oribe
se produjo en 1843 el Sitio Grande de Montevideo. Para contribuir a la
defensa de la ciudad, el general Díaz Vélez formó ese mismo año la
Legión Argentina, compuesta por más de quinientos voluntarios
argentinos, cuyos oficiales eran exiliados por causas políticas. Se
identificaban por la escarapela celeste y blanca que llevaban en sus
sombreros. Posteriormente fue reemplazado por el comandante Juan Andres
Gelly y Obes. Regresó a Buenos Aires después de la batalla de Caseros.
"Cargado de años y de gloria", como "benemérito general de la
República", se negó a participar en política. Fue Presidente de la
Comisión de Hacendados de la provincia de Buenos Aires y recuperó todos
sus campos y gran parte de su hacienda antes de morir en Buenos Aires,
en 1856. Sus restos descansan en el Cementerio de la Recoleta en la
bóveda familiar, declarada monumento histórico nacional, por decreto
nro. 3.039 del año 1946 del Poder Ejecutivo Nacional.
Fuente: Rodríguez Bosch, Raúl, Eustoquio Díaz Vélez. Soldado de la
Independencia y la Organización Nacional, Ed. Selene, Bs. As., 1986. /
Giberti, Hugo A., Buenos Aires. Calles conocidas, soldados olvidados,
Ed. Edivérn, Bs. As., 2001 / Cutolo, Vicente, Nuevo diccionario
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Jorge Oscar, Buenos Aires, esa desconocida; sus calles, plazas y
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Campañas militares argentinas, Tomo I, Ed. Emecé, Bs. As., 2004 /
Bidondo, Emilio, La guerra de la independencia en el Alto Perú, Ed.
Círculo Militar, Bs. As., 1979. / Mitre, Bartolomé, Historia de Belgrano
y de la Independencia Argentina. Ed. Estrada, Bs. As., 1947. /
Gianello, Leoncio, Historia de Santa Fe, Ed. Plus Ultra, Bs. As., 1986. /
Zinny, Antonio, Historia de los gobernadores de las Provincias
Argentinas, Ed, Hyspamérica, 1987 / Tarragó, Griselda B. y Barriera,
Darío G., Nueva historia de Santa Fe, tomo 4, Ed. Prohistoria, Rosario,
2006.
http://www.facebook.com/EJERCITO.NACIONAL.ARG
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