En
el marco histórico de la primera invasión inglesa, se conmemora aquel
día de 1806 en que Liniers, al mando de un grupo de criollos y
españoles, atacó con éxito al ejército inglés invasor y reconquistó la
ciudad de Buenos Aires.
"Por
las calles que conducen a la plaza Mayor, avanzan en tropel las fuerzas
de la reconquista, envueltas en el humo de las explosiones y el
retumbar de los disparos. Liniers, instalado con sus lugartenientes en
el atrio de la iglesia de la Merced, ha perdido el control de las
operaciones: sus soldados, mezclados con el pueblo que pelea a mano
desnuda, no escuchan ya las voces de los oficiales, y se lanzan en un
solo impulso a aniquilar al enemigo. Un diluvio de fuego se desata sobre
las posiciones británicas en la plaza. Allí, al pie del arco central de
la Recova, está Beresford, con su espada desenvainada, rodeado de los
infantes escoceses del regimiento 71. Esta es la última resistencia.
Las
descargas incesantes abren sangrientos claros en las filas británicas.
El jefe inglés comprende que ya no es posible continuar la lucha, pues
sus tropas serán aniquiladas hasta el último hombre. Ordena entonces la
retirada hacia el fuerte. Allí, momentos más tarde, iza la bandera de
parlamento.
Volcándose
como un torrente en la plaza, las tropas y el pueblo llegan hasta los
fosos de la fortaleza, dispuestos a continuar la lucha y exterminar a
cuchillo a los británicos. En esas circunstancias, una vez más Hilarión
de la Quintana es enviado por Liniers a negociar la rendición. Esta
deberá ser sin condiciones. La muchedumbre, terriblemente enardecida, es
a duras penas contenida. Se exige a gritos que Beresford arroje la
espada. Un capitán británico lanza entonces la suya, en un intento por
calmar a la multitud. Pero eso no conforma a la gente y Beresford debe
aceptar, aun antes de que sus soldados hayan depuesto las armas, que una
bandera española sea enarbolada sobre la cima del baluarte.
Liniers
está ahora a pocos metros de la entrada de la fortaleza, aguardando la
salida de su rival vencido. Beresford, acompañado por Quintana y otros
oficiales, marcha hacia Liniers a través de la multitud que le abre
paso. El encuentro es breve. Los dos jefes se abrazan y cambian muy
pocas palabras. Liniers, después de felicitar a Beresford por su
valiente resistencia, le comunica que sus tropas deberán abandonar el
fuerte y depositar sus armas al pie de la galería del Cabildo. Las
fuerzas españolas rendirán, como corresponde, los honores de la guerra.
A
las 3 de la tarde del 12 de agosto de 1806, el famoso regimiento 71
desfila por última vez en la plaza Mayor de Buenos Aires. Con sus
banderas desplegadas los británicos marchan entre dos filas de soldados
españoles que presentan armas, hasta el Cabildo, y allí arrojan sus
fusiles al pie del jefe vencedor."
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