lunes, 1 de abril de 2019

ANIVERSARIO DE LA MUERTE DEL GENERAL EUSTAQUIO DÍAZ VÉLEZ

Su nombre era Eustoquio (Eustochio Antonio según consta en su partida de bautismo) pero se lo cita habitualmente, de forma incorrecta, como Eustaquio. Sus padres fueron Francisco José Díaz Vélez, acaudalado comerciante nacido en Huelva, España — quien fuera capitular del Cabildo de Buenos Aires — y María Petrona Aráoz, oriunda del Tucumán, de una importante familia colonial. Fue el séptimo hijo de un total de doce. Se incorporó joven al ejército, en el regimiento de Blandengues de la Frontera de Buenos Aires. Combinó estas actividades con el comercio, reuniendo alguna fortuna. Colaboró con Santiago de Liniers en la lucha contra las Invasiones Inglesas y fue dado de alta en el Regimiento de Patricios, el 8 de octubre de 1806, como ayudante segundo graduado de teniente, participando en la Reconquista de Buenos Aires. Al año siguiente, durante la Segunda Invasión Inglesa, se distinguió en la Defensa de Buenos Aires, bajo las órdenes de Cornelio Saavedra, al rendir a los ingleses en la "Casa de la Virreyna Viuda", entre los días 2 y 7 de julio. Fue promovido al grado de capitán. Durante la asonada de Álzaga del 1 de enero de 1809, luchó del lado de los leales a Liniers y fue herido. Esa acción le valió el ascenso a teniente coronel graduado. Tenía buenas relaciones con los conspiradores que, antes de 1810, pretendían lograr la independencia de su país. Apoyó la Revolución de Mayo, participando en las reuniones que resolvieron la destitución del Virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros, asistiendo a la del 19 de mayo convocada por Nicolas Rodriguez Peña. En ocasión del Cabido Abierto del 22 de mayo el Coronel Cornelio Saavedra lo designó como jefe de las guardias de Patricios que posibilitó la reunión de esa asamblea que expresó la voluntad del pueblo. Surgida la Primera Junta de Gobierno, ésta le encomendó como primera misión militar ocupar la plaza de Colonia del Sacramento, cuya población simpatizaba con los patriotas revolucionarios, venciendo a su guarnición y llevando para Buenos Aires gran cantidad de municiones. Por esta victoria la Primera Junta lo nombró teniente coronel, con carácter efectivo. Formó parte del Ejército del Norte y participó en la derrota de Cotagaita. Semanas más tarde, el día 7 de noviembre de 1810, luchó en la batalla de Suipacha, primer triunfo de las armas revolucionarias rioplatenses, que permitió el levantamiento revolucionario de las ciudades de Potosí, Chuquisaca y La Paz, abriendo a los patriotas el Alto perú. Por orden del representante de la Junta, Juan José Castelli, ejecutó en Potosí a los jefes realistas Nieto, Córdova y Sanz. Fue ascendido al grado de Coronel. Castelli firmó un armisticio con el jefe español José Manuel de Goyeneche, que probablemente ninguno de los dos pensaba cumplir. Díaz Vélez y Juan José Viamonte, al frente de sus batallones, fueron enviados como avanzada en dirección a la frontera. Al producirse el ataque realista en la batalla de Huaqui, el 19 de junio de 1811, estos dos regimientos fueron destrozados sin poder recibir ayuda ni ayudar al resto del ejército. La huida fue un verdadero desastre y, faltos de todo apoyo, los grupos de soldados cruzaron el Altiplano como pudieron, huyendo hacia Humahuaca. Antonio gonzalez Balcarce fue reemplazado por Juan Martín de Pueyrredón al frente del Ejército. En su retirada, las fuerzas de Díaz Vélez fueron derrotadas dos veces, en Nazareno y en Cobos. Participó en la organización del Éxodo Jujeño, bajo el mando del General Manuel Belgrano. Creó un cuerpo de caballería denominado los "Patriotas Decididos", y tuvo a su cargo la retaguardia del éxodo. Cuando los patriotas fueron alcanzados y comenzaron a ser derrotados, Díaz Vélez reaccionó rápidamente y contraatacó en la batalla de las Piedras, del 3 de septiembre de 1812, logrando una victoria que logró revertir la desmoralización de las tropas. En parte por esta victoria, Belgrano se atrevió a dar la batalla de Tucumán, el 24 de septiembre de 1812, la que resultó la victoria más importante de la guerra de la independencia argentina. Díaz Vélez ofició de mayor general o segundo jefe del ejército. Tomó el parque del general realista Pío Tristán, con treinta y nueve carretas cargadas de armas, municiones, parte de los cañones y prisioneros. Luego se hizo fuerte en la ciudad de San Miguel de Tucumán, en donde — frente a la intimación de rendición que le efectuara el jefe realista bajo amenaza de incendiarla — le respondió que, en tal caso, degollaría a los prisioneros, entre los que se encontraban cuatro coroneles. Tristán no se atrevió a cumplir con su amenaza. A los pocos días fue enviado a tomar Salta, antes de que llegara hasta allí el ejército enemigo. Liberó de la cárcel al Coronel Juan Antonio Álvarez de Arenales, junto al cual logró ocupar la ciudad. Pero debió evacuarla a principios de octubre. El día 13 de febrero de 1813 el Ejército del Norte prestó juramento de obediencia a la soberanía de la Asamblea General del Año XIII y fue Díaz Vélez, como mayor general, quien, además de conducir la bandera nacional reconocida por la Asamblea, tomó juramento de fidelidad a la misma al General Belgrano, quien después hizo lo propio con Díaz Vélez y el resto del ejército. Pocos días después, en la batalla de Salta el 20 de febrero de 1813, Díaz Vélez dirigió un ala de la caballería argentina y fue gravemente herido. Belgrano aprovechó esa circunstancia para nombrarlo gobernador militar de la provincia de Salta, cargo que ocupó entre el 13 de marzo y el 13 de septiembre de ese mismo año. Los triunfos de Tucumán y Salta permitieron la recuperación del Alto Perú por los revolucionarios. Díaz Vélez, como jefe de la avanzada del ejército vencedor en la segunda campaña al Alto Perú, entró triunfante en la ciudad de Potosí, el 7 de mayo de 1813. Dirigió la caballería en las batallas de Vilcapugio y Ayohuma, dos terribles derrotas. Durante la retirada, por orden de Belgrano, y para cubrir sus espaldas, intentó volar el edificio de la Casa de la Moneda de Potosí; pero el aviso de un oficial a la población lo evitó. Volvió a Buenos Aires donde contrajo matrimonio con Carmen Guerrero y Obarrio, el 18 de marzo de 1814. Con ella tuvo tres hijos: Carmen, Manuela y Eustoquio. Fue ascendido a general. Inmediatamente fue enviado por el Directorio de las Provincias Unidas como Teniente Gobernador de Santa Fe, con el claro objetivo de impedir su secesión y que aumentase la influencia de José Artigas. Asumió el 31 de marzo de 1814 y ocupó la ciudad militarmente. Se dedicó a enviar todo lo que pudo, por las buenas o por las malas, al Ejército del Norte. Su gobierno no contaba con las simpatías del pueblo, principalmente por no ser santafesino pero también por no respetar al cabildo local. El 24 de marzo de 1815, una gran cantidad de gente se reunió frente a la casa de gobierno y exigió la entrega del mando al Cabildo. Al mismo tiempo, cruzaba el río Paraná una flota de canoas comandada por el entrerriano Eusebio Hereñú y una partida de artiguistas, que exigió cumplir lo que pedía el pueblo. Díaz Vélez renunció y en su lugar fue electo Francisco Candioti. Díaz Vélez retornó a Buenos Aires y permaneció inactivo por unos meses. Al año siguiente participó de la expedición hacia Santa Fe, a órdenes de Viamonte, como jefe militar de Rosario. El fracaso de Viamonte y la designación de Mariano Vera como gobernador de Santa Fe lo obligaron a retirarse en marzo de 1816. En abril de ese mismo año fue enviado en un tercer ataque hacia Santa Fe. Pero, buscando evitar una guerra civil y con la finalidad que los pueblos de Santa Fe, Entre Ríos, Corrientes y la Banda Oriental enviaran diputados al Congreso de Tucumán, firmó -el día 9- con el comandante de las fuerzas de mar de Santa Fe el pacto de Santo Tomé, por el cual el Ejército de Observación depuso al director interino Ignacio Alvarez Thomas, traspasó su jefatura a Díaz Vélez, en reemplazo de Belgrano, y acordó que la paz definitiva debía ratificarse entre ambos gobiernos y ser también aceptada por Artigas. La negativa de Artigas de firmar un acuerdo de paz definitivo provocó la no participación de representantes santafesinos en la declaración de la Independencia en el Congreso de Tucumán. Pocos días después de desconocido el pacto, el gobernador Vera atacó la ciudad de Santa Fe y logró reconquistarla viéndose obligado Díaz Vélez a abandonarla ya que tampoco tuvieron éxito los esfuerzos de los comisionados (Comisión de Bienes Extraños) -jurisconsultos Dr. Castex y Dr Villegas, junto al contador Pósiga- ante el gobierno de la Provincia de Santa Fe para acordar los términos de un cese de hostilidades: "autorizado para estipular con el jefe de ese territorio la transacción de las diferencias que desgraciadamente existen entre ambos territorios". Dejó el suelo santafesino el 31 de agosto de 1816. Retornó a Buenos Aires, donde formó en la Logia dirigida por el director supremo Pueyrredón y por su ministro Gregorio Garcia de Tagle. En 1817 fue designado Comandante Ayudante General del Estado Mayor y el 13 de diciembre de 1818 fue nombrado Gobernador Intendente interino de Buenos Aires, reemplazando a Juan Ramón Balcarce, quien se encontraba enfermo. En enero de 1819 dispuso la supresión de las corridas de toros en El Retiro por encontrarse el circo en estado ruinoso y evitar males que pudieran sobrevenir al público. Revistó asimismo en la Plana Mayor del Estado Mayor hasta finales del año 1821. En marzo de 1819 solicitó la separación del cargo de Gobernador conservando únicamente las funciones de Intendente General de Policía hasta que se produjo la batalla de Cepeda, después de la cual se exilió en Montevideo. Las principales reformas policiales que efectuó fueron: la creación de un comando único para su funcionamiento, la implantación del "boleto de seguridad" o registro de identidad de las personas, el traspaso de la administración del juego de lotería que se encontraba en manos de particulares y la puesta en práctica de la abolición total de la pena de azotes a los que eran sometidos los niños en las escuelas. A su regreso, en octubre de 1821, se presentó al servicio activo, quedando comprendido en las disposiciones de la Ley de Reforma, por lo que pasó a retiro el 26 de febrero de 1822 con sueldo completo. Aprovechó entonces la ley de enfiteusis del ministro Bernardo Rivadavia y compró gran cantidad de terrenos. Fundó varias estancias, y se convirtió en el mayor propietario individual de campos en la Provincia de Buenos Aires. Las más conocidas fueron: "El Carmen", "Campos de Díaz Vélez" y "Médanos Blancos". No participó en las guerras civiles o externas de los años que siguieron, hasta 1839. Ese año apoyó la revolución llamada de los “Libres del Sur” contra el Juan Manuel de Rosas desde su estancia de Tandil. Si bien el Fuerte Independencia se rindió sin luchar a los revolucionarios — el 10 de noviembre de 1839 — la derrota de los revolucionarios en la batalla de Chascomús, ocurrida unos días antes, ya había signado el fracaso de la revolución. Vinculado con la toma de Tandil, Díaz Vélez fue arrestado. Su casa de la actual Avenida Belgrano 230 fue saqueada por la Mazorca y confiscada, al igual que todos sus bienes y hacienda. Preso e incomunicado con su familia por un período de nueve meses, fue puesto en libertad y se le permitió pasar a Montevideo. A raíz de la Guerra Grande, que enfrentaba en el Uruguay al partido colorado de Fructuoso Rivera al partido blanco, liderado por el aliado de Rosas,Manuel Oribe se produjo en 1843 el Sitio Grande de Montevideo. Para contribuir a la defensa de la ciudad, el general Díaz Vélez formó ese mismo año la Legión Argentina, compuesta por más de quinientos voluntarios argentinos, cuyos oficiales eran exiliados por causas políticas. Se identificaban por la escarapela celeste y blanca que llevaban en sus sombreros. Posteriormente fue reemplazado por el comandante Juan Andres Gelly y Obes. Regresó a Buenos Aires después de la batalla de Caseros. "Cargado de años y de gloria", como "benemérito general de la República", se negó a participar en política. Fue Presidente de la Comisión de Hacendados de la provincia de Buenos Aires y recuperó todos sus campos y gran parte de su hacienda antes de morir en Buenos Aires, en 1856. Sus restos descansan en el Cementerio de la Recoleta en la bóveda familiar, declarada monumento histórico nacional, por decreto nro. 3.039 del año 1946 del Poder Ejecutivo Nacional.

Fuente: Rodríguez Bosch, Raúl, Eustoquio Díaz Vélez. Soldado de la Independencia y la Organización Nacional, Ed. Selene, Bs. As., 1986. / Giberti, Hugo A., Buenos Aires. Calles conocidas, soldados olvidados, Ed. Edivérn, Bs. As., 2001 / Cutolo, Vicente, Nuevo diccionario biográfico argentino, Ed. Elche, Bs. As., 1968-1985. / Canido Borges, Jorge Oscar, Buenos Aires, esa desconocida; sus calles, plazas y monumentos, Ed. Corregidor, Bs. As., 2003 / Camogli, Pablo, Batallas por la libertad, Ed. Aguilar, Bs. As., 2005./ Ruiz Moreno, Isidoro J., Campañas militares argentinas, Tomo I, Ed. Emecé, Bs. As., 2004 / Bidondo, Emilio, La guerra de la independencia en el Alto Perú, Ed. Círculo Militar, Bs. As., 1979. / Mitre, Bartolomé, Historia de Belgrano y de la Independencia Argentina. Ed. Estrada, Bs. As., 1947. / Gianello, Leoncio, Historia de Santa Fe, Ed. Plus Ultra, Bs. As., 1986. / Zinny, Antonio, Historia de los gobernadores de las Provincias Argentinas, Ed, Hyspamérica, 1987 / Tarragó, Griselda B. y Barriera, Darío G., Nueva historia de Santa Fe, tomo 4, Ed. Prohistoria, Rosario, 2006.


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