Nació en San Lorenzo, provincia de Santa Fe, el 8 de agosto de 1859,
siendo sus padres Lázaro Riccheri y Catalina Chufardi, ambos nacidos en
la población marítima de la vieja Liguria llamada Sestri Levante. En
1848 llegó a Buenos Aires el padre del ilustre General, radicándose podo
después en Rosario; pero al contraer enlace se estableció con una casa
de comercio en el histórico pueblo donde San Martín recogió su primer
laurel en su carrera libertadora en la América de Sud. Riccheri fue
bautizado con el nombre de Pablo, el 13 de octubre de 1859, apadrinando
la ceremonia Josefa Cutura (foja 12 del Libro 1º de bautismos de San
Lorenzo).
Estudió las primeras letras en la escuela que funcionaba en el famoso
convento de su pueblo natal, donde los misioneros franciscanos enseñaban
con una paciencia y con una dulzura que el después general Riccheri no
olvidó jamás. Su maestro de primeras letras fue el padre Antonio Bonti, y
otro de sus maestros más notables fue fray Jeremías Petrelli, orador
elocuente y erudito profundo.
Con motivo del estallido de la revolución del 24 de setiembre de 1874 se
incorporó al Regimiento de Caballería que organizó en San Lorenzo el
coronel Silverio Córdoba; pero mientras se organizaba el cuerpo, sus
componentes se ejercitaban en la equitación y en uno de tales
ejercicios, el caballo de Riccheri dio una rodada de la cual salvó
milagrosamente el jinete, pero sufriendo la fractura de la clavícula
derecha. Por esta causa debió quedarse en su casa cuando el Regimiento
de Córdoba marchó a conquistar laureles en la batalla de Santa Rosa.
Al regreso de la campaña contra Arredondo, Córdoba fue recibido en forma
estrepitosa en San Lorenzo y correspondió al jovencito Riccheri dar en
nombre del vecindario, la bienvenida a aquellos valientes, y lo hizo en
forma tan emocionante, que el veterano Coronel, conmovido, se quitó la
espada y la puso en manos de Riccheri instituyéndolo caballero según los
ritos medioevales de la caballería.Redactó su solicitud de ingreso al
Colegio Militar y vino a Buenos Aires para gestionar personalmente su
admisión de cadete. Con tal objeto, Riccheri iba todos los días a la
Casa de Gobierno a la espera de una resolución, y allí, en el Ministerio
de la Guerra esperaba tener noticias de su solicitud. Así pasaron 15
días. Al cabo de los cuales se le habían evaporado los pocos pesos que
le había dado su familia, y se presentó por última vez a la Casa de
Gobierno, decidido a regresar a San Lorenzo al día siguiente; al
anochecer ya iba a retirarse, cuando un negro ordenanza –el moreno Luis-
viéndolo tan triste, le preguntó qué le pasaba, y Riccheri le contó su
aventura. El ordenanza lo condujo a una oficina de un empleado señor
Manzini, el cual, a instancias del moreno Luis atendió al futuro
General, y al dar éste su nombre, un militar que estaba allí, y que
resultó ser el mayor Julián Falcato, que mandaba una compañía en el
Colegio Militar, le dijo a Riccheri que su solicitud había sido
despachada favorablemente desde hacía 15 días, y le ordenó que sin falta
se presentase al día siguiente al Colegio, como lo hizo. Justamente, un
cuarto de siglo después, al prestar el juramento de ley para hacerse
cargo de la cartera de Guerra, el entonces coronel Riccheri, en medio
del asombro de la compacta muchedumbre presente, rompiendo el protocolo,
se abrió paso por entre los espectadores para ir a abrazar al humilde
ordenanza Luis; y al día siguiente el Presidente Roca lo nombraba
mayordomo de los ordenanzas de la Casa de Gobierno. A él le debía
Riccheri su carrera y por ende, su cargo de Ministro.
En efecto, el 17 de marzo de 1875, el Ministro del Interior, Dr. Simón
de Iriondo, se dirigía a su colega de Guerra, de parte del Presidente,
manifestándole que estando “ocupadas todas las becas dotadas por el
Gobierno en el Colegio Militar, me encarga decir a V. E. se sirva
ordenar se acepte como alumno del expresado Colegio mientras no haya una
vacante, al joven D. Pablo C. Riccheri, previos los requisitos legales,
debiendo imputarse el valor de la beca a la partida de eventuales de
este Ministerio”. El 17 de junio de 1975, habiéndose presentado el
candidato, fue dado de alta como cadete.Su paso por las aulas fue
singularmente distinguido; el 26 de diciembre de 1876 ascendió a cabo
2º, el 15 de noviembre de 1877 lo fue a cabo 1º y el 1º de setiembre de
1878 obtuvo las jinetas de sargento 2º. En las notas anuales del Jefe
del Cuerpo, mayor Francisco Smith, en 1878 y 79, se leen conceptos como
los que siguen: “Conducta inmejorable” – “De muchas esperanzas para la
carrera militar” – “Sentimientos muy dignos de un soldado” –
“Inteligencia despejada” – “Vida privada brillante” – “Carácter muy
bueno aunque un poco ligero, tiene mucho amor a la carrera militar, como
muy patrióticos sentimientos”.
Con tal brillantes conceptos y con clasificaciones sobresalientes,
egresó del Colegio Militar el 24 de noviembre de 1879 con la jerarquía
de teniente 2º de artillería, siendo destinado al día siguiente al
Regimiento 1º del arma, destacado en esta Capital.
Asistió a la batalla de Los Corrales, el 21 de junio de 1880, y por los
méritos que contrajo en aquella campaña, fue promovido a teniente 1º el 9
de julio de dicho año.
Su breve actuación en las filas del ejército le hizo ver de inmediato la
necesidad que existía de perfeccionar los métodos de preparación del
personal superior y subalterno, modernizando sus conocimientos y el
material en uso. Al efecto, el 20 de enero de 1881 se dirigió a la
Superioridad solicitando perfeccionar sus estudios en Europa, y el 29
del mismo mes, el Inspector y Comandante General de Armas, general
Joaquín Viejobueno, elevaba aquella solicitud en los términos
siguientes: aconsejaba fuese concedida la autorización pedida “En mérito
de la conducta ejemplar y contracción que observa el recurrente”. El 22
de febrero le fue despachada favorablemente la solicitud formulada.
Se trasladó a Europa y el 10 de octubre de 1883 fue dado de alta en la
Escuela Superior de Guerra de Bélgica, reputada la mejor del Continente,
donde cursó regularmente todas las asignaturas para optar al codiciado
título de Oficial de Estado Mayor Diplomado. Durante su permanencia en
la Escuela de Guerra, el 15 de enero de 1884 fue promovido a capitán de
artillería, , estando en 1er año, curso que terminó el 14 de agosto de
de 1884.
Con singular aprovechamiento siguió los cursos de referencia, los que
terminaron el 17 de diciembre de 1886, obteniendo el capitán Riccheri la
clasificación final de 14,61 que lo colocó 2º en la lista de egreso,
siendo aventajado sólo por un oficial belga que obtuvo unos centésimos
más de punto. El 1º de febrero de 1887 el ministro argentino en París,
Dr. José C. Paz, elevaba las notas y conceptos obtenidos por el capitán
Riccheri en la Escuela de Guerra de Bruselas, y en dicha nota, Paz
decía, entre otras cosas: “….. podría agregar que el señor Riccheri es
también el primer oficial argentino de los que hoy hacen sus estudios en
el extranjero que haya obtenido tan alto concepto entre sus
profesores”. Egresado de la Escuela de Guerra mencionada, Riccheri fue
nombrado el 1º de enero de 1887 agregado militar a la Legación argentina
en París, en la que había figurado durante su permanencia en aquel
Instituto. El 6 de diciembre de igual año pasó con el mismo cargo a la
Legación en Alemania, donde ascendió a mayor el 26 de julio de 1888. El
12 de noviembre de este año se decidió postergar su permanencia en
Europa, a fin de que asistiese a las experiencias de armas de repetición
que tendrían lugar en Suiza y en el polígono de Beverloo; y para
estudiar la organización de los establecimientos de enseñanza militar en
Suiza.El 26 de diciembre de 1888 cesó en su cargo en la Legación en
Berlín y pasó a revistar al E. M. G. -1er Cuerpo de Ejército- con la
nota: “En comisión en Europa”. Asistió a las maniobras del XII Cuerpo de
Ejército, en 1889, siendo condecorado con la cruz del Comendador de la
Orden Militar de Alberto de Sajonia.
Terminada la comisión en Europa, Riccheri regresó al país, llegando a
Buenos Aires en el momento del estallido del movimiento revolucionario
del 26 de julio de 1890, presentándose de inmediato al Gobierno. Por su
comportamiento en aquellas memorables jornadas, el 16 de agosto de aquel
año ascendió a teniente coronel.
El 29 de setiembre de 1890 fue nombrado Director de la Comisión de
Armamentos en Europa, y en el ejercicio de este cargo el comandante
Riccheri prestó eminentes servicios al país, emprendiendo la adquisición
del armamento que permitiese renovar por completo el muy anticuado que
utilizaba nuestro Ejército. Adquirió importante cantidad de fusil Mauser
modelo argentino de 1891, con innovaciones ventajosas ideadas por el
propio Riccheri y miembros de la Comisión sobre el material en uso en el
Viejo Continente. Se emprendió la adquisición del material de
artillería indispensable para reemplazar el que se hallaba en servicio.
El 1º de enero de 1892 fue pasado a revistar en la P. M. A., regresando a
Buenos Aires, donde permaneció hasta el mes de noviembre de aquel año,
fecha en que volvió a Europa, continuando el desempeño de su comisión de
armamentos. El 1º de enero de 1894 pasó a la “Reserva de 1ª Clase, pero
figurando en Europa hasta abril de ese año en que regresó a Buenos
Aires.
El 21 de mayo de 1895 pasó a la P. M. A., revistando en el Arsenal de
Guerra con el título de “Director-Presidente de la Comisión Técnica, en
la compra de armamentos en Alemania”, a donde se trasladó en aquella
fecha. Promovido a coronel el 20 de setiembre del mismo año, en esta
fecha fue designado Director titular del Arsenal de Guerra; el 20 de
marzo de 1897 se dispuso que habiendo regresado de Europa recientemente
el coronel Riccheri se le pusiese en posesión del cargo de Director del
Arsenal de Guerra, para el que había sido nombrado en la fecha
mencionada.
El 14 de enero de 1898 fue designado Director General de Arsenales hasta
el 27 de marzo de igual año, en que pasó a ejercer el cargo de Jefe del
E. M. G., pero debiendo ausentarse el coronel Riccheri “en comisión del
servicio” a Europa, el 31 de mayo de 1898 se designó encargado del
despacho del E. M. G. al coronel Saturnino E. García mientras durase la
ausencia del titular.
Continuó al frente de la adquisición de armamentos hasta el 13 de julio
de 1900, en que el presidente Roca lo nombró titular de la cartera de
Guerra, habiendo revistado hasta aquella fecha como Jefe de E. M. G. en
comisión en Europa. Terminada la importantísima misión, regresó al país,
desempeñando entre tanto, la cartera respectiva el Subsecretario de
Guerra, coronel Rosendo M. Fraga.
A las 3 de la tarde del 20 de setiembre de 1900 prestó el juramento de
ley como Ministro de la Guerra. Con mano firme procedió a romper los
moldes de una tradición vinculada a los orígenes mismos de la
nacionalidad y con el pasado heroico de su ejército, para proceder a la
modernización sistemática de éste.
La adquisición de Campo de Mayo dio a las fuerzas que servían en la
Capital y sus proximidades el campo de maniobra y adiestramiento que
tanto necesitaba. Dicho campo lo adquirió en un millón de pesos,
sobrante de su presupuesto de un año que manejó con estricta economía y
reconocida habilidad. Adquirió igualmente el “Campo de los Andes”, con
el mismo objeto. Reorganizó el cuadro de oficiales, renovando los
cuadros, para lo cual se impuso la dura necesidad de hacer retirar
muchos gloriosos soldados que habían lidiado en los esteros paraguayos y
en la lucha contra los salvajes. Dividió el país en siete regiones
militares. Reorganizó el Ministerio de Guerra y el E. M. G.; creó el
cuerpo de archivistas y aumentó el número de los regimientos de las
distintas armas. Creó las siguientes Escuelas: de Mecánica, de Sanidad,
de Aplicación de Clases, de Caballería y para suplir las necesidades de
oficiales, que el Colegio Militar momentáneamente era imposible
remediara por completo, creó la Escuela de Aspirantes a Oficial, que
surtió grandes beneficios para el objetivo que fue creada. La Escuela de
Sanidad Militar, creada el 21 de mayo de 1902, y cerrada después en el
Gobierno siguiente, no obstante los buenos resultados que dio. Organizó
brigadas mixtas y refundó el glorio el Glorioso Regimiento de Granaderos
a Caballo.Otras innumerables iniciativas del Ministro Riccheri
transformaron fundamentalmente las características del ejército hasta
entonces existente, dándole la fisonomía que ha servido de base al del
presente. A los pocos meses de aprobada la ley de organización del
Ejército y servicio militar obligatorio Nº 4031, que lleva su nombre,
sancionada el 6 de diciembre de 1901, el Ministro Riccheri podía
presentar en Campo de Mayo un ejército de contextura moderna que asombró
a cuantos presenciaron sus demostraciones. Ese día, el domingo 15 de
mayo de 1904, el coronel Riccheri alcanzó su consagración. Sobre el
propio campo de ejercicios, en el cual juraron la bandera los
conscriptos de la clase de 1882, el presidente Roca, recogiendo las
ovaciones de la multitud que victoreaba entusiasmada al organizador del
Ejército, lo promovió prácticamente a General, y al efecto, al día
siguiente elevó el mensaje respectivo al Senado, que fue despachado de
inmediato. El general Ignacio H. Fotheringham, en su libro “La vida de
un soldado”, refiriéndose al Ministro Riccheri, dice: “Un gran
organizador, dio al ejercito esa verdadera unción militar que hoy lo
distingue. Un caballero correctísimo, y soldado lleno de ilusiones sanas
y nobles entusiasmos. Se conquistó la estimación del país entero, a tal
punto, que si no lo propone al Senado el P. E. para el ascenso a
General, lo aclaman por “¡vox populi, vox Dei!”.
Sus despachos de general de brigada llevan fecha 19 de mayo de 1904 y
ostentan la firma del presidente Roca y fueron refrendados por el
ministro de Marina Onofre Betbeder. El 12 de octubre del mismo año cesó
en su cargo de Ministro de Guerra y tres días después era nombrado
Director de la Escuela Militar y de aplicación de Artillería e
Ingenieros, en San Martín; cargo que asumió el 27 de octubre y del cual
solicitó su relevo el 30 de diciembre del mismo año, el que le fue
concedido el 3 de enero de 1905, pasando a revistar en la “Lista de
Oficiales Generales”.
El 4 de octubre de 1905 fue nombrado jefe de la 2da Región Militar, con
asiento en Bahía Blanca, cargo que ejerció hasta el 23 de setiembre de
1907, fecha en que fue pasado a la P. M. A., concediéndosele el relevo
que había solicitado el general Riccheri desde Adrogué, el 18 de
setiembre de aquel año.
El 14 de marzo de 1910 fue nombrado Presidente del Tribunal de
Clasificación de Servicios Militares. El 19 de julio del mismo año, el
P. E. envió un mensaje proponiendo al Senado su ascenso a general de
división, junto con Saturnino E. García, Carlos E. O’Donnell, Victoriano
Rodríguez, Rosendo M. Fraga y Rafael M. Aguirre. El 13 de agosto de
1910 se le confirió tan alta jerarquía militar.
El 14 de octubre de 1910 presentó una enérgica nota de protesta por
haber ascendido el P. E. a varios capitanes declarados inaptos por el
Tribunal que presidía el general Riccheri, renunciando al mismo tiempo a
este cargo; el día 19 del mismo mes fue nombrado comandante del 3er
Cuerpo de Ejército.
El 12 de junio de 1912 pasó a la P. M. A. y el 13 de diciembre del mismo
año fue designado Presidente del Consejo de Guerra Permanente para
Jefes y Oficiales, cargo en el cual fue reelecto por un nuevo período el
27 de marzo de 1913.
Se le concedió el 11 de enero de 1915 el relevo de la Presidencia del
Consejo de Guerra, siendo reemplazado por el general Ricardo Cornell, y
al día siguiente el P. E. expidió un decreto designando al general
Riccheri para seguir las operaciones de la Guerra Europea: “Para
adquirir conocimientos prácticos de la Gran Guerra, pudiendo alcanzar en
el terreno mismo enseñanzas que es imposible adquirir en otras
circunstancias”. Postergada su partida por su situación personal, el 26
de junio de 1916 dejó de figurar en la “Lista de Oficiales en el
Extranjero” y pasó a Disponibilidad (Art. 31, inciso 1º, Boletín Militar
4476). El 5 de julio de 1916 solicitó un año de licencia para
ausentarse al extranjero, la que le fue concedida el 20 del mismo mes
(Boletín Militar Nº 4493), pasando a revistar en la lista respectiva.
No habiendo podido ausentarse a Europa como era su propósito por una
grave afección a la vista que sufrió entonces, el general Riccheri
permaneció en el país; y el 8 de febrero de 1918 se decretó que diese
cumplimiento a la S. R. del 12 de enero de 1915. La terminación de la
Guerra Mundial determinó el pase del general Riccheri a la
Disponibilidad en noviembre de 1918, situación de revista que conservó
en los años siguientes.Hallándose próximo a cumplir la edad máxima
acordada por la Ley 4707 para la jerarquía de General de División, el 4
de agosto de 1922, el diputado Armando G. Antille presentó un proyecto
de Ley que firmaban otros colegas de distintos colores políticos,
proponiendo el ascenso de Riccheri al grado de Teniente General. El
mismo día se trató en la Cámara el proyecto y en la discusión se
pusieron en evidencia los eminentes servicios prestados a la Nación por
el general Riccheri. En el curso del debate, el diputado Mariano Demaría
dijo: “El verdadero título a la consideración pública que tiene, fue el
de ser como Ministro de Guerra, quien promovió el establecimiento del
servicio militar obligatorio. Pero éste no es el único, es uno de los
tantos servicios que ha prestado y entre ellos hay uno que tengo
presente y que quiero referir a la cámara. Cuando hizo la adquisición de
armamentos el general Riccheri, un día el gobierno argentino recibió
inesperadamente un giro por una suma muy grande; no quisiera darla
porque no estoy seguro de ella, pero puedo asegurar que pasaba de dos o
tres millones de pesos.
Sr. Antille – Ocho millones.
Sr. Demaría – Me alegro que de la cifra el señor diputado. Me parecía
superior a la que yo di, pero como no estaba seguro no quería citar una
cifra tan elevada. Se averiguó en el ministerio y se supo que esta era
la comisión que habitualmente daban las casas a los oficiales encargados
de controlar las compras, comisión que casi estaba establecida en el
uso y que el general Riccheri en nombre de la comisión argentina recibió
de los fabricantes y la entregó al gobierno argentino, pidiendo que
ella fuese destinada a adquirir nuevos armamentos. Y este criterio lo ha
mantenido invariablemente en toda su vida militar”.
Desgraciadamente, después de un largo debate, al ir a votarse el
proyecto se encontró con que no había quórum y por esta causa el general
Riccheri pasó a situación de retiro por edad el 8 de agosto de 1922,
con el sueldo y grado de teniente general de acuerdo al Art, 4, Capítulo
I, Título III de la Ley 4707 y por hallarse comprendido en el 1er
párrafo del Art. 94 de la Ley 8675; con un total de 64 años, 1 mes y 23
días de servicios computados.
Por Ley 11907 del 26 de setiembre de 1934 paso el teniente general
Riccheri a revistar en actividad. El Art. 1º de dicha Ley decía
textualmente: “Considérese revistando en actividad en el Ejército al
señor teniente general (en retiro) don Pablo Riccheri”. Ese mismo año,
en la sesión de la Cámara de Diputados del 16 de mayo, con motivo de
cumplirse el trigésimo aniversario de la promoción de Riccheri al
generalato, el diputado Carlos Alberto Pueyrredón dijo: “Viene
oportunamente este recuerdo, porque se han cumplido 30 años de la fecha
memorable en que el presidente Roca ascendió a general a don pablo
Riccheri. Es, a mi juicio, y lo comparten la mayoría de los ciudadanos
de mi tierra, la personalidad más brillante del cuadro de oficiales de
los últimos cincuenta años de nuestro glorioso ejército”.
Pero la salud del ilustre General se hallaba en estado precario; una
bronconeumonía que le tomó en su domicilio en Temperley obligó a sus
amigos a trasladarlo al Hospital Militar donde falleció a los ocho días,
a las 3:10hs del 30 de Junio de 1936. Su cadáver fue embalsamado y
expuesto en la Casa de Gobierno, en el Ministerio de Guerra hasta el día
siguiente, en que colocado al ataúd en una cureña del Regimiento 1 de
Artillería, escoltado por un escuadrón del 8 de Caballería, el cadáver
del ilustre General fue conducido a la Catedral, a las 10 de la mañana
del 1º de julio, donde ofició una misa de cuerpo presente monseñor
Manuel Elzaurdia, ocupando todo el templo compacto y calificado público.
Finalizada la misa, se continuó la marcha en dirección a la Recoleta,
lugar al que se llegó pasadas las once de la mañana.En el cementerio
pronunciaron sendos discursos; en nombre del P. E. el ministro de la
Guerra, general Basilio B. Pretiñe, quien puso de manifiesto el profundo
pesar que embargaba al Ejército y a toda la Nación por tan irreparable
pérdida; en nombre del Ejército, el general Camilo Idoate, que trazó a
grandes rasgos la magnífica carrera de soldado del ilustre muerto; el
Dr. Manuel M. de Iriondo, en atención a la vieja amistad que lo ligó al
general Riccheri; y el Dr. Virgilio Reffino Pereyra, por el Club del
Progreso. Cerrando la serie, el diputado nacional Gregorio N. Martínez,
quien lo hizo en el seno de la H. Cámara a que pertenecía, en la primer
sesión celebrada después del entierro del inminente soldado y
esclarecido patriota.
El general Riccheri contrajo matrimonio en la Iglesia del Carmen de esta
Capital, el 9 de enero de 1901, con Dolores Murature, porteña, nacida
el 17 de octubre de 1874, hija de José Murature y de Dolores Lagarreta.
Hija de tal matrimonio fue María Victoria Johanna Riccheri, nacida el 16
de mayo de 1904. Quiso la desgracia que la muerte la arrebatase en
plena niñez, a la edad de 10 años, el 15 de julio de 1914, fecha en que
falleció en Temperley, víctima de una apendicitis. El entierro,
verificado al día siguiente, en el Cementerio del Norte, congregó desde
el Presidente de la República hasta las personas más humildes que
testimoniaron su homenaje al afligidísimo padre, que recibió un golpe de
muerte moral para todo el resto de su existencia con tal irreparable
pérdida: única hija.Ejerció la presidencia del Círculo Militar por los
períodos de 1913-15 y de 1915-17. El 8 de junio de 1929 volvió a ser
elegido para igual cargo, pero renunció sin haberse hecho cargo del
puesto.
El 30 de setiembre de 1838 se sancionó una ley destinando 80.000 pesos
para levantar un mausoleo en la Recoleta para guardar los restos del
General. No obstante, recién en 1951 se autorizó la ejecución de la obra
en el sitio en que había estado Bernardino Rivadavia, antes de su
traslado a Plaza Miserere (actualmente Plaza Once), en 1932. Se inauguró
el 15 de marzo de 1952, siendo colocados también los restos de: Félix
de Olazábal, Bernardo Monteagudo, Juan O’Brien, Francisco Fernández de
la Cruz, Elías Galván, Juan José Quesada de Pinedo y Luciano Fernández.
Posteriormente fueron colocados también los restos de su esposa y su
hija.El general Riccheri vivió sus últimos 20 años en la forma más
austera que es posible imaginar. El hondo sentimiento que embargó su
noble espíritu por la pérdida de su única hija fue la causa principal
que lo impulsó a vivir con tanta sencillez, y también, por qué no
decirlo, las tremendas sacudidas que sufrió en sus intereses, que lo
llevaron al borde de la ruina.Poseyó las siguientes condecoraciones: del
“Aguila Roja” de Alemania, “Al Mérito” de Chile de la 1ª clase, y la
placa de “Gran Oficial de la Orden de la Corona de Bélgica”.
Fuentes: Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado / López Mato, Dr.
Omar – Ciudad de Angeles – Buenos Aires (2001) / Yaben, Jacinto R. –
Biografías argentinas y sudamericanas – Buenos Aires (1939).
http://www.fotolog.com/ejercitonacional
http://www.facebook.com/EJERCITO.NACIONAL.ARG
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