El día 8 de septiembre se produce el desembarco del Ejército Libertador
en el Perú. En la Bahía de Paracas se inician las operaciones de
desembarco. Posteriormente el General José de San Martín, desde su
Cuartel General en Pisco, dicta una proclama recomendando a las tropas
un comportamiento juicioso y de respeto hacia las personas y bienes,
estableciendo penalidades para los infractores. En esta fecha se
conmemora el Día de la Amistad Argentino-Peruana.
El llamado Desembarco de San Martín marca el comienzo de una serie de
episodios de la historia Peruana de gran significación para la
organización política que adoptaría la Sudamerica independiente.
El 20 de agosto de 1820, partió de Valparaiso, Chile, con destino al
Perú, la Expedición Libertadora al Perú al mando del Generalísimo José
Francisco de San Martín. El jefe de Gobierno chileno, Capitán General
Bernardo O’Higgins, realizó grandes esfuerzos para hacer realidad esta
costosa y arriesgada empresa.
El Vicealmirante Thomas Cochrane condujo la flota de once naves de
guerra de alto bordo y 15 transportes, conduciendo casi 4.000 efectivos
de nacionalidad argentina, peruana y chilena adecuadamente uniformados y
pertrechados. La escuadra navegó bajo bandera chilena.
La finalidad de la expedición era desembarcar cerca de Lima, establecer
una cabeza de playa segura y realizar una rápida incursión militar que
aislara a la capital y permitiera enfrentar de manera disgregada al
ejército realista. Un hito clave de la estrategia era tomar Lima, hasta
entonces llamada Ciudad de los Reyes, y proclamar la independencia,
nombrándose San Martín Protector del Perú, para desde esta posición
llamar a sumarse a la causa patriota al resto del Perú.
El desembarco se produjo sin novedad en la bahía de Paracas en la mañana
del 8 de septiembre. Tomó varias horas el cuidadoso arribo a tierra de
las tropas, municiones y artillería. Al momento del arribo un pelotón de
caballería del Virrey que custodiaba el lugar huyó hacia el norte. En
la ciudad de Pisco hizo otro tanto el jefe militar español de la plaza,
Coronel Químper.
Mientras se realizaba el desembarco de todo el ejército, un escuadrón de
caballería y una compañía de infantería con artillería ligera se
adelantaron a tomar posiciones en las inmediaciones de Pisco. El
Ejército Libertador, con el propio San Martín al frente, entró al ciudad
en horas de la tarde. A su paso, muchos lugareños vivaron a las tropas
patriotas y hubo jóvenes, incluidos algunos esclavos, que se ofrecieron
como voluntarios portando como credencial alguna de las proclamas
distribuidas clandestinamente en los puertos, meses antes, por el
vicealmirante Cochrane.
San Martín instaló su Estado Mayor en una antigua casona ubicada a menos
de 50 metros de la plaza mayor. Allí trabajó y residió durante algunos
días, definiendo la estrategia militar a seguir en suelo peruano y
complementariamente vislumbrando lo que sería la primera bandera y el
primer Escudo del Perú independiente.
Allí, fueron aceptados los primeros voluntarios peruanos. José María
Palomo, quien tuvo heroica actuación en el Puente Llapay, en Huaura,
semanas después; Manuel Tiburcio Odriozola, letrado que llegó a ser
secretario de gobierno y que libró batalla ese 4 de octubre en Nazca;
Manuel Jorge Bastante, religioso que ejerció como Capellán en filas;
Juan José Salas, quien fuera alcalde de primer voto de Ica; Francisco de
Paula Cabrera, abogado Iqueño; Isidro y Baltasar Caravedo; José Florez,
conspirador entonces prófugo, jefe del grupo de los “deanes” de la
calle Monopinta de Lima; Juan José Loyola, quien llegó a ser general;
los hermanos Lorenzo; Joaquín Bardales, Pablo Farfán, Santiago Gómez,
Manuel Revilla, José Bernaola, Manuel Carrasco; Rafael y José Santos
Lévano, trabajadores iqueños y José María de la Fuente Carrillo de
Albornoz, marqués de San Miguel de Híjar, quien pidió un puesto en el
ejército y aportó caballos y dinero.
Antes de caer la noche del 8 de septiembre, mediante una imprenta
portátil perteneciente a su ejército, San Martín emitió su primera
proclama desde suelo peruano, firmada:
“San Martín. Cuartel general del Ejército Libertador en Pisco. Septiembre 8 de 1820. Primer día de la libertad del Perú”
En esta proclama decía:
“Compatriotas: […]. El último virrey del Perú hace esfuerzos para
prolongar su decrépita autoridad […]. El tiempo de la impostura y del
engaño, de la opresión y de la fuerza está ya lejos de nosotros, y sólo
existe la historia de las calamidades pasadas. Yo vengo a acabar de
poner término a esa época de dolor y humillación. Este es el voto del
Ejército Libertador”.
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