Nació en San Antonio de Arque, hoy República de Bolivia, el 5 de febrero de 1798, siendo sus padres, el general Juan Antonio Alvarez de Arenales, soldado de la Guerra de la Independencia, y Serafina Hoyos, noble dama salteña. Estudió matemáticas en Buenos Aires y el 1º de setiembre de 1817 el Director Pueyrredón le extendía despachos de subteniente de Ingenieros. Cursó la Academia de Matemáticas desde el mes de febrero de 1817 hasta el 10 de abril de 1819. Tuvo que rendir examen para salir a campaña antes de esta fecha, mereciendo el cargo de “archivero y guarda-instrumentos” en el último año. En los exámenes respondió con el mayor acierto a todas las preguntas que le fueron formuladas y en sus notas de egreso figura la siguiente honrosa mención: “En todo el tiempo de su estudio ha manifestado la mayor exactitud, aplicación, honor y celo”.
A su solicitud fue destinado al Ejército de los Andes, al que se incorporó el 3 de enero de 1819. El 14 de febrero del año siguiente, el general San Martín le extendió despachos de teniente 2º, en una compañía del Batallón de Artillería de los Andes. En tal carácter concurrió a la campaña libertadora del Perú.
Desempeñó varias comisiones relativas al servicio de Ingenieros y obtuvo más adelante, por esta circunstancia, el diploma y medalla con el lema “Yo fui del Ejército Libertador” y también la “Orden del Sol”, pensionada. Acompañó a su padre en la segunda campaña de La Sierra, desde el 20 de abril hasta el 30 de agosto de 1821 fecha en que entraron en Lima, terminada aquélla y habiendo atravesado dos veces la Cordillera de los Andes. Hizo esta campaña por permiso especial del general San Martín, de quien era ayudante de campo. Por sus merecimientos fue promovido por este último a teniente 1º. El 25 de agosto de ese mismo año, el Protector del Perú, le confirió el empleo de capitán-comandante de la compañía de Artillería Volante de la “Legión Peruana de la Guardia”; y el 10 de diciembre de 1821, lo declaró asociado a la “Orden del Sol”, como queda dicho, con la pensión de 200 pesos anuales.
Promovido a sargento mayor el 24 de octubre de 1821, recibió despachos de teniente coronel graduado, el 10 de julio del año siguiente; pasando poco después a servir a las órdenes de su padre, en el llamado, “Ejército del Centro”, creado por este último en Lima. Habiéndose efectuado una revolución en este ejército contra el Supremo Gobierno, el 28 de febrero de 1823 renunció al cargo de Comandante de Artillería, y pidió su pasaporte para salir del Perú, lo que realizó por la vía de Chile, conjuntamente con su padre, llegando a Buenos Aires, a cuyo Gobierno se presentó el 20 de enero de 1824.
Habiendo sido elegido gobernador de Salta el general Arenales, con fecha 29 de diciembre de 1823, el 11 de marzo del año siguiente su hijo fue destinado por el Gobierno de la Provincia de Buenos Aires para servir a las órdenes de aquel y como jefe de un plantel de fuerzas nacionales que debían organizarse en Salta. Acompañó en clase de edecán al gobernador Arenales, cuando este alistaba la expedición a las provincias del Alto Perú. El 3 de abril de 1825, fue destacado por su padre para invitar al general Olañeta, el cese de las hostilidades, conminándolo a capitular. Pero dos días antes este General había sido herido por sus propios soldados que se le habían sublevado en el pueblo de Tumusla, inmediato a Cotagaita, falleciendo poco después.
La misión del comandante Arenales no solo se limitaba a formular la invitación de referencia, sino que también se le otorgó credencial para saludar “a los Gobiernos e Ilustres Ayuntamientos de las Provincias hermanas del Alto Perú; felicitarlas por haber llegado el momento de entrar en goce de la libertad y disfrutar de sus preciosos dones”.
Desde Tupiza, el 9 de abril, el edecán Arenales ponía en conocimiento de su progenitor los sucesos acaecidos en Tumusla, por la rebelión encabezada por el coronel Carlos Medina Celi (natural de Tupiza). En este punto Arenales recibió nuevas instrucciones, por las cuales debía tratar otros asuntos relativos a la buena marcha de las operaciones; debiendo ir en busca del general Sucre, con pliegos, pasando a Potosí, Chuquisaca, Cochabamba, Santa Cruz y La Paz, “no olvidando de manifestar a los gobiernos de Potosí y Charcas, copia del oficio dirigido a Medina Celi para que sirva de comprobante de las rectas intenciones con que se marcha al Perú”.
Terminada su comisión, Arenales acompañó a su padre, que se detuvo en Potosí y Chuquisaca, en comisión del Supremo Gobierno Argentino, gira que duró desde el 20 de marzo hasta el 30 de agosto de 1825, fecha esta última en que regresaron a Salta. De inmediato, el comandante Arenales fue despachado por el Gobernador para Buenos Aires donde el Superior Gobierno, por decreto del 26 de octubre de 1825, le dio de alta en el Ejército Nacional, en clase de sargento mayor en el Batallón de Artillería perteneciente a las fuerzas que se empezaban a organizar sobre el río Uruguay, cuerpo aquel, de cuya formación, disciplina e instrucción se encargó Arenales.
Hallándose en aquel destino fue nombrado diputado al Congreso Nacional por la provincia de Salta, y en consecuencia, y también por haber contraído una grave enfermedad que lo postró por más de un año, se separó del ejército de operaciones a principios de agosto de 1826 y regresó a Buenos Aires a ocupar su nuevo puesto.
Después de disuelto el Congreso Nacional fue nombrado por el Gobierno, comandante Militar del puerto de la Ensenada, por S. R. de 23 de agosto de 1827. Durante el desempeño de este cargo, sostuvo dos ataques contra la escuadra imperial bloqueadora uno con los fuegos de la batería en defensa de un bergantín que embicó en la playa próxima a la Ensenada; y el otro con los destacamentos de la guarnición de Punta Lara.
Arenales permaneció en el comando del puerto de la Ensenada hasta el 23 de enero de 1828, en que se retiró por haber sido nombrado 2º Ingeniero del Departamento Topográfico, cuya presidencia ejerció a partir de 1834. Confeccionó una gran carta geográfica de Bolivia, “siendo ésta ejecución preparatoria para encadenar la que debía seguirle, bajo relaciones más amplias, acerca de la República Argentina”, según su propia indicación. También diseño mapas para la expedición al desierto de 1833, que llevó a cabo Rosas.
Habiendo publicado el diario El Lucero una memoria del general Miller sobre la guerra del Perú, el 5 de octubre de 1830 publicó José de Arenales –como él firmaba- una carta en la cual refutaba “dos principales períodos” de aquella guerra, con relación a su padre: la retirada de 1821, desde la Sierra a Lima, y la no apertura de la campaña, en 1823, desde Lima. Anunciaba en dicha carta pública que había escrito sobre lo primero “una memoria histórica sobre la segunda campaña a la Sierra, de que fui testigo presencial”. El libro de refutación a Miller salió a la luz en 1832, con mapas ilustrativos del propio Arenales. Al año siguiente dio a conocer su importante obra Noticias históricas y descriptivas sobre el gran país del Chaco y Río Bermejo, la que incluye una carta de la Sección Austral del Gran Chaco con el curso detallado del río Bermejo, según los diarios de la campaña del gobernador Matorral en 1774 y del viaje por agua del coronel Cornejo en 1790.
Prestó un valiosísimo concurso durante la campaña contra el mariscal Santa Cruz, campaña que utilizó sus cartas geográficas, y en 1838 fue ascendido por Rosas a coronel, en mérito a sus patrióticos servicios. Se ha dicho que el jefe del Departamento Topográfico en tiempos del Restaurador era unitario; pareciera decir lo contrario un documento público de adhesión a la política del jefe de la Confederación Argentina publicado en la Gaceta Mercantil del 21 de diciembre de 1840, en el cual expresa el deseo siguiente: “Que los salvajes unitarios o su asesino caudillo, privado ahora del apoyo que creían tener en sus traidoras maquinaciones, sucumban de una vez para siempre al irresistible poder de la Confederación Argentina y de su más ilustre campeón”. Llama, asimismo, la atención que, después de Caseros, haya rechazado el generalato que le fue ofrecido, por considerar “terminada mi carrera con el último ascenso, e invalidado para el servicio de campaña, por la sordera que me aqueja de años atrás”; y que, además, renunciara a la presidencia del Departamento Topográfico el 26 de mayo de 1852.
En mayo de 1832, José de Arenales hizo entrega al general Rosas de una bandera arrebatada a los españoles por la división que comandaba su padre, en 1820. Este trofeo acompañó a don Juan Manuel hasta su última morada, en 1877, colocado sobre el féretro junto al sable de San Martín. Y se encuentra actualmente en el Museo Histórico Nacional, por donación de Manuelita Rosas de 1897.
El coronel Arenales confeccionó diversos planos militares y colaboró con Bacle en su litografía. Dibujó para éste una vista de Salta y varios retratos entre ellos el del general Arenales. Dejó, además, diversos manuscritos, entre los que se cuenta un diccionario geográfico de Chile, Perú y el Río de la Plata. Murió en Buenos Aires el 14 de julio de 1862 y sus restos se guardan en el cementerio de la Recoleta.
Fuentes: Chávez, Fermín – Iconografía de Rosas y de la Federación – Buenos Aires (1970) / www. revisionistas.com.ar / Yaben, Jacinto R. – Biografías argentinas y sudamericanas – Buenos Aires (1938).
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A su solicitud fue destinado al Ejército de los Andes, al que se incorporó el 3 de enero de 1819. El 14 de febrero del año siguiente, el general San Martín le extendió despachos de teniente 2º, en una compañía del Batallón de Artillería de los Andes. En tal carácter concurrió a la campaña libertadora del Perú.
Desempeñó varias comisiones relativas al servicio de Ingenieros y obtuvo más adelante, por esta circunstancia, el diploma y medalla con el lema “Yo fui del Ejército Libertador” y también la “Orden del Sol”, pensionada. Acompañó a su padre en la segunda campaña de La Sierra, desde el 20 de abril hasta el 30 de agosto de 1821 fecha en que entraron en Lima, terminada aquélla y habiendo atravesado dos veces la Cordillera de los Andes. Hizo esta campaña por permiso especial del general San Martín, de quien era ayudante de campo. Por sus merecimientos fue promovido por este último a teniente 1º. El 25 de agosto de ese mismo año, el Protector del Perú, le confirió el empleo de capitán-comandante de la compañía de Artillería Volante de la “Legión Peruana de la Guardia”; y el 10 de diciembre de 1821, lo declaró asociado a la “Orden del Sol”, como queda dicho, con la pensión de 200 pesos anuales.
Promovido a sargento mayor el 24 de octubre de 1821, recibió despachos de teniente coronel graduado, el 10 de julio del año siguiente; pasando poco después a servir a las órdenes de su padre, en el llamado, “Ejército del Centro”, creado por este último en Lima. Habiéndose efectuado una revolución en este ejército contra el Supremo Gobierno, el 28 de febrero de 1823 renunció al cargo de Comandante de Artillería, y pidió su pasaporte para salir del Perú, lo que realizó por la vía de Chile, conjuntamente con su padre, llegando a Buenos Aires, a cuyo Gobierno se presentó el 20 de enero de 1824.
Habiendo sido elegido gobernador de Salta el general Arenales, con fecha 29 de diciembre de 1823, el 11 de marzo del año siguiente su hijo fue destinado por el Gobierno de la Provincia de Buenos Aires para servir a las órdenes de aquel y como jefe de un plantel de fuerzas nacionales que debían organizarse en Salta. Acompañó en clase de edecán al gobernador Arenales, cuando este alistaba la expedición a las provincias del Alto Perú. El 3 de abril de 1825, fue destacado por su padre para invitar al general Olañeta, el cese de las hostilidades, conminándolo a capitular. Pero dos días antes este General había sido herido por sus propios soldados que se le habían sublevado en el pueblo de Tumusla, inmediato a Cotagaita, falleciendo poco después.
La misión del comandante Arenales no solo se limitaba a formular la invitación de referencia, sino que también se le otorgó credencial para saludar “a los Gobiernos e Ilustres Ayuntamientos de las Provincias hermanas del Alto Perú; felicitarlas por haber llegado el momento de entrar en goce de la libertad y disfrutar de sus preciosos dones”.
Desde Tupiza, el 9 de abril, el edecán Arenales ponía en conocimiento de su progenitor los sucesos acaecidos en Tumusla, por la rebelión encabezada por el coronel Carlos Medina Celi (natural de Tupiza). En este punto Arenales recibió nuevas instrucciones, por las cuales debía tratar otros asuntos relativos a la buena marcha de las operaciones; debiendo ir en busca del general Sucre, con pliegos, pasando a Potosí, Chuquisaca, Cochabamba, Santa Cruz y La Paz, “no olvidando de manifestar a los gobiernos de Potosí y Charcas, copia del oficio dirigido a Medina Celi para que sirva de comprobante de las rectas intenciones con que se marcha al Perú”.
Terminada su comisión, Arenales acompañó a su padre, que se detuvo en Potosí y Chuquisaca, en comisión del Supremo Gobierno Argentino, gira que duró desde el 20 de marzo hasta el 30 de agosto de 1825, fecha esta última en que regresaron a Salta. De inmediato, el comandante Arenales fue despachado por el Gobernador para Buenos Aires donde el Superior Gobierno, por decreto del 26 de octubre de 1825, le dio de alta en el Ejército Nacional, en clase de sargento mayor en el Batallón de Artillería perteneciente a las fuerzas que se empezaban a organizar sobre el río Uruguay, cuerpo aquel, de cuya formación, disciplina e instrucción se encargó Arenales.
Hallándose en aquel destino fue nombrado diputado al Congreso Nacional por la provincia de Salta, y en consecuencia, y también por haber contraído una grave enfermedad que lo postró por más de un año, se separó del ejército de operaciones a principios de agosto de 1826 y regresó a Buenos Aires a ocupar su nuevo puesto.
Después de disuelto el Congreso Nacional fue nombrado por el Gobierno, comandante Militar del puerto de la Ensenada, por S. R. de 23 de agosto de 1827. Durante el desempeño de este cargo, sostuvo dos ataques contra la escuadra imperial bloqueadora uno con los fuegos de la batería en defensa de un bergantín que embicó en la playa próxima a la Ensenada; y el otro con los destacamentos de la guarnición de Punta Lara.
Arenales permaneció en el comando del puerto de la Ensenada hasta el 23 de enero de 1828, en que se retiró por haber sido nombrado 2º Ingeniero del Departamento Topográfico, cuya presidencia ejerció a partir de 1834. Confeccionó una gran carta geográfica de Bolivia, “siendo ésta ejecución preparatoria para encadenar la que debía seguirle, bajo relaciones más amplias, acerca de la República Argentina”, según su propia indicación. También diseño mapas para la expedición al desierto de 1833, que llevó a cabo Rosas.
Habiendo publicado el diario El Lucero una memoria del general Miller sobre la guerra del Perú, el 5 de octubre de 1830 publicó José de Arenales –como él firmaba- una carta en la cual refutaba “dos principales períodos” de aquella guerra, con relación a su padre: la retirada de 1821, desde la Sierra a Lima, y la no apertura de la campaña, en 1823, desde Lima. Anunciaba en dicha carta pública que había escrito sobre lo primero “una memoria histórica sobre la segunda campaña a la Sierra, de que fui testigo presencial”. El libro de refutación a Miller salió a la luz en 1832, con mapas ilustrativos del propio Arenales. Al año siguiente dio a conocer su importante obra Noticias históricas y descriptivas sobre el gran país del Chaco y Río Bermejo, la que incluye una carta de la Sección Austral del Gran Chaco con el curso detallado del río Bermejo, según los diarios de la campaña del gobernador Matorral en 1774 y del viaje por agua del coronel Cornejo en 1790.
Prestó un valiosísimo concurso durante la campaña contra el mariscal Santa Cruz, campaña que utilizó sus cartas geográficas, y en 1838 fue ascendido por Rosas a coronel, en mérito a sus patrióticos servicios. Se ha dicho que el jefe del Departamento Topográfico en tiempos del Restaurador era unitario; pareciera decir lo contrario un documento público de adhesión a la política del jefe de la Confederación Argentina publicado en la Gaceta Mercantil del 21 de diciembre de 1840, en el cual expresa el deseo siguiente: “Que los salvajes unitarios o su asesino caudillo, privado ahora del apoyo que creían tener en sus traidoras maquinaciones, sucumban de una vez para siempre al irresistible poder de la Confederación Argentina y de su más ilustre campeón”. Llama, asimismo, la atención que, después de Caseros, haya rechazado el generalato que le fue ofrecido, por considerar “terminada mi carrera con el último ascenso, e invalidado para el servicio de campaña, por la sordera que me aqueja de años atrás”; y que, además, renunciara a la presidencia del Departamento Topográfico el 26 de mayo de 1852.
En mayo de 1832, José de Arenales hizo entrega al general Rosas de una bandera arrebatada a los españoles por la división que comandaba su padre, en 1820. Este trofeo acompañó a don Juan Manuel hasta su última morada, en 1877, colocado sobre el féretro junto al sable de San Martín. Y se encuentra actualmente en el Museo Histórico Nacional, por donación de Manuelita Rosas de 1897.
El coronel Arenales confeccionó diversos planos militares y colaboró con Bacle en su litografía. Dibujó para éste una vista de Salta y varios retratos entre ellos el del general Arenales. Dejó, además, diversos manuscritos, entre los que se cuenta un diccionario geográfico de Chile, Perú y el Río de la Plata. Murió en Buenos Aires el 14 de julio de 1862 y sus restos se guardan en el cementerio de la Recoleta.
Fuentes: Chávez, Fermín – Iconografía de Rosas y de la Federación – Buenos Aires (1970) / www. revisionistas.com.ar / Yaben, Jacinto R. – Biografías argentinas y sudamericanas – Buenos Aires (1938).
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